"Chicos, llevamos… ¡¿cuatro horas?! ¡¿Qué?! ¿Por qué no me avisan? Van a matarme mis ojos…" solté una carcajada, frotándome la cara frente a la cámara. El chat estaba en llamas con emojis y comentarios, la mayoría burlándose de mi falta de noción del tiempo.
Entonces vi un mensaje en el chat que captó mi atención:
"Serpias, ¿te atreves a un 1v1 en Valorantin? Prometo que no te decepcionaré."
—¿Un 1v1? —leí en voz alta, entrecerrando los ojos como si pudiera ver más allá de la pantalla—. ¿Quién eres? ¿Un pro o algo así? Bueno, supongo que sería buen contenido… ¡Acepto!
La primera partida fue intensa. Mi oponente, quien en el chat se hacía llamar "Xivien", era realmente bueno. Cada vez que creía tener ventaja, me anticipaba. Al final, ganó con un disparo certero.
—¡Vamos, no puede ser! —exclamé mientras el chat explotaba con burlas y aplausos.
En la segunda partida, las cosas se pusieron raras. Xivien parecía estar jugando conmigo, dejando que lo apuntara, pero esquivando a último segundo. Sus movimientos eran tan precisos que casi parecía que podía leer mi mente.
—¡Deja de burlarte, maldito! —grité al micrófono, mientras el chat se llenaba de risas y mensajes como: "Serpias, ¿estás bien?"
Decidí jugar más táctico. Me escondí, esperando a que él se acercara, pero en cuanto lo vi… BAM, un disparo limpio me mandó de regreso a la pantalla de derrota.
La tercera partida fue diferente. Fue como un duelo coreografiado, casi artístico. Nos movíamos como si estuviéramos bailando, esquivando disparos y anticipando movimientos. Al final, un disparo a la cabeza me dio la victoria.
—¡SÍ! ¡Por fin! —grité, levantándome de la silla con los brazos en alto. El chat celebraba conmigo.
Apagué el directo, agotado pero satisfecho. Entonces, me llegó un mensaje privado:
"Serpias, ¿te gustaría ser el protagonista de un mundo donde pudieras mejorar tus habilidades y enfrentar desafíos reales, en lugar de solo observar cómo este mundo cae en manos de los poderosos?"
Me quedé perplejo. ¿Quién era este tipo?
—Bueno, si existiera un mundo así, estaría bien. Sería como un videojuego, ¿no? —respondí sin pensar mucho.
"Si tuvieras esa oportunidad, ¿qué te gustaría obtener?"
—Fácil, un poder roto y enfrentar a gente fuerte.
"¿Qué tipo de poder?"
—Un arma samurái con habilidades especiales. Algo épico.
"¿Dejarías este mundo podrido para vivir en ese?"
Me reí.
—Obvio. Nací en el mundo equivocado.
Una hora después, recibí otro mensaje:
"Cuenta regresiva iniciada: 5 horas, 4 minutos, 59 segundos."
¿Qué demonios? Pensé que era una broma o algún hacker intentando fastidiarme, así que apagué todo y me fui a dormir. Pero mientras me acostaba, un cansancio extraño me invadió.
A la medianoche, la computadora se encendió sola. Miré el reloj: la cuenta regresiva estaba en los últimos segundos.
"10… 9… 8…"
Intenté apagarla, pero no respondía.
"3… 2… 1…"
Un temblor sacudió mi casa. Me levanté de un salto y salí corriendo a la calle. Mis vecinos estaban igual de confundidos.
—¿Qué está pasando? —les pregunté.
Uno de ellos señaló su teléfono. Una esfera de tierra luminosa había aparecido cerca del centro de noticias. Era como si algo sobrenatural estuviera sucediendo.
Decidí acercarme. Al llegar, la policía ya había acordonado el área, pero la esfera comenzó a girar más rápido, emitiendo luces intensas. De repente, se rompió, causando otro temblor.
En el cielo, una grieta comenzó a formarse. A través de ella, se podían ver cuatro cristales gigantes cayendo hacia la tierra, cada uno de un color distinto. La gente alrededor gritaba, pero yo no podía apartar la mirada.
—Esto… esto no puede ser real… —murmuré.
Los cristales parecían estar dirigidos hacia lugares específicos. Uno de ellos venía directamente hacia mí.