"Esto es el fin..." pensé mientras caía, el abismo engulléndome por completo.
"¡Esto no puede estar pasando!" Mis pensamientos eran un torbellino mientras caía al abismo oscuro. El aire frío golpeaba mi rostro, y cada segundo sentía como si el suelo se alejara más y más. "No puede terminar así... no después de todo lo que pasé."
De repente, una luz tenue empezó a brillar desde abajo. "¿Qué es eso?" Apenas tuve tiempo de procesarlo cuando un impacto amortiguado interrumpió mi caída. "¡Mierda!" Exclamé, rodando por una superficie que brillaba ligeramente. Me detuve, jadeando, y miré a mi alrededor.
"Esto... esto no tiene sentido." A mi alrededor, el suelo era de un cristal opaco que emitía un resplandor suave, y en la distancia, figuras empezaban a moverse.
"¿Ahora qué?" Me levanté con dificultad, sintiendo el temblor de mis piernas. "Piensa, Serpias. Piensa. No puedes perder la calma."
La voz de alguien irrumpió en el silencio. "¡Por fin llegas, humano!" Era una figura alta, con un semblante imponente y ojos que brillaban como carbones encendidos. "Pensé que no sobrevivirías."
"¿Quién eres tú?" Mi voz sonó más segura de lo que me sentía.
La figura esbozó una sonrisa ladeada. "Llámame Kael. He estado observándote desde que entraste a este lugar." Dio un paso hacia mí, y el sonido de sus botas contra el cristal resonó como un eco profundo. "Tienes preguntas, y yo tengo respuestas."
"¿Observarme? ¿Qué significa eso? ¿Qué es este lugar?" Mis palabras salieron atropelladas mientras retrocedía un paso. "Y más importante, ¿cómo salgo de aquí?"
Kael rio suavemente. "Ah, las preguntas del desesperado. Este lugar es el Nexocrist, un punto entre mundos. Y tú, Serpias, no estás aquí por casualidad."
"Eso no responde nada." Lo interrumpí, sintiendo una mezcla de miedo y frustración. "¿Por qué me persiguió esa serpiente? ¿Qué demonios son esas sombras?"
Kael entrecerró los ojos. "La serpiente es un guardián, un eco de lo que solía ser este lugar. Y las sombras... bueno, son fragmentos de las almas que han caído aquí sin superarlo. Pero tú tienes algo que ellas no tienen."
"¿Y qué es eso?" Pregunté, cruzando los brazos.
"Una voluntad indomable," respondió, inclinándose ligeramente hacia mí. "Y una conexión especial con el cristal que forma este lugar. No todos pueden convertir las sombras en cristal."
Mis ojos se abrieron de par en par. "¿Yo hice eso?"
Kael asintió. "Inconscientemente, sí. Eres más poderoso de lo que crees, pero también más frágil. Si no aprendes a controlar esa habilidad, el Nexocrist te consumirá."
Di un paso hacia él, sintiendo una chispa de determinación. "Entonces dime cómo controlarlo. No pienso morir aquí."
Kael sonrió ampliamente. "Eso esperaba oír." Extendiendo una mano, un bastón de cristal se materializó frente a mí. "Toma esto. Es un catalizador que te ayudará a canalizar tu energía. Pero no te equivoques, el verdadero poder está dentro de ti."
Tomé el bastón con cuidado. Era ligero pero emanaba una energía extraña que vibraba con mi tacto. "¿Y ahora qué?"
Kael se giró, señalando hacia un arco de cristal que brillaba en la distancia. "Sigue ese camino. Te llevará al corazón del Nexocrist. Allí encontrarás las respuestas que buscas... o tu fin."
Mis manos se apretaron alrededor del bastón. "No pienso morir aquí."
Kael me miró por encima del hombro, con una expresión que mezclaba respeto y curiosidad. "Buena suerte, humano. La necesitarás."
Antes de que pudiera avanzar, Kael añadió con tono grave: "Por cierto, la serpiente no cayó contigo. Se quedó en el nivel superior. No esperes que te haya olvidado."
La sangre se me heló al pensar en eso. "Genial, más buenas noticias," murmuré con sarcasmo mientras comenzaba a caminar hacia el arco.
El camino parecía interminable, y cada paso resonaba como un latido en el silencio absoluto. Mientras me adentraba más, una sensación extraña se apoderó de mí. Era como si el Nexocrist estuviera vivo, observándome, evaluándome. Pero no tenía tiempo para dudas. El bastón en mi mano vibraba levemente, como si estuviera guiándome hacia algo que aún no comprendía.
De repente, un murmullo comenzó a llenar el aire, susurros incomprensibles que parecían venir de todas partes y de ninguna. Me detuve, tensando cada músculo de mi cuerpo. "¿Quién está ahí?" grité, girando sobre mis talones, pero no había nadie.
"No pierdas la concentración," resonó la voz de Kael en mi mente, como si me estuviera advirtiendo desde lejos. Apreté los dientes y continué, decidido a llegar al corazón del Nexocrist. Cada paso me acercaba a lo desconocido, pero también me llenaba de una extraña mezcla de temor y esperanza. Esto era solo el comienzo.