"¿Realmente esto es lo que me espera?" pensé mientras avanzaba por un pasillo interminable, iluminado únicamente por el fulgor fantasmal de los cristales. El aire era denso, como si la cueva respirara junto a mí, empujándome hacia adelante con una presencia invisible. Pero no estaba solo en mis pensamientos, la voz de Kael seguía resonando en mi mente, como una advertencia velada.
—Recuerda, Serpias, el camino a la salida no es directo. Enfrentarás más que sombras. No confíes en nada de lo que veas. Todo aquí busca tu desesperación.
Quería ignorarla, quería creer que esto no era más que un sueño lúgubre del que despertaría. Pero cada paso que daba hacía que la realidad me golpeara más fuerte. Todo dolía, incluso respirar.
"¿Por qué me siento tan pesado?" me pregunté. Y como si el destino escuchara mi pregunta, un rugido ensordecedor resonó detrás de mí. Me congelé. El suelo comenzó a temblar, como si algo monstruoso estuviera acercándose.
—¡No, no otra vez! —grité al aire vacío. Mi voz se rompió al final, cargada de miedo y rabia. Giré rápidamente y lo vi: una criatura hecha de sombras y cristal, mucho más grande que cualquier cosa que hubiera enfrentado antes.
Tenía forma humanoide, pero sus extremidades eran como cuchillas afiladas que reflejaban la luz de los cristales, creando destellos cegadores. Su rostro... bueno, si es que tenía uno, era un agujero negro que parecía absorber la poca esperanza que me quedaba.
"Corre", me ordené a mí mismo, pero mis piernas no respondían. La criatura avanzó un paso, y luego otro, cada uno más pesado que el anterior, hasta que finalmente me lancé hacia el túnel más cercano.
—¡Kael! —grité, con la esperanza de que ella pudiera escucharme, aunque sabía que estaba demasiado lejos. El eco de mi voz fue la única respuesta.
Mientras corría, sentí cómo el aire comenzaba a cambiar. Se volvió helado, y el pasillo comenzó a llenarse de una niebla espesa. Apenas podía ver más allá de unos pocos metros delante de mí, pero los pasos de la criatura seguían retumbando detrás.
—No puedo seguir así... —murmuré, jadeando. Mi cuerpo estaba al límite, pero no había tiempo para descansar. En ese momento, vi un destello de luz más adelante. Era una abertura en el túnel. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia ella.
Al llegar, encontré una especie de cámara circular. En el centro, un pedestal con un cristal enorme que brillaba intensamente, como si fuera un faro en la oscuridad. El aire aquí era diferente, más ligero, pero también más inquietante.
—¿Qué es esto? —pregunté en voz alta, aunque no esperaba respuesta. Me acerqué al cristal, hipnotizado por su brillo. Podía ver mi reflejo en su superficie, pero algo estaba mal. Mi reflejo no se movía como yo. En lugar de eso, sonreía.
—¿Qué demonios...? —di un paso atrás, pero fue demasiado tarde. La cámara comenzó a temblar, y el cristal se agrietó. De las grietas surgieron sombras que comenzaron a rodearme. Intenté correr, pero mi cuerpo estaba paralizado. Las sombras se acercaron más y más, susurrando palabras que no entendía pero que llenaban mi mente de terror.
—¡No! —grité, luchando por moverme. Cerré los ojos con fuerza, esperando lo peor. Pero entonces, escuché una voz.
—Serpias... no temas.
Abrí los ojos y vi a Kael. Bueno, no era exactamente ella, pero su figura estaba ahí, rodeada de un resplandor dorado. Extendió su mano hacia mí y, sin pensarlo, la tomé. Al hacerlo, las sombras se desvanecieron, y la cámara volvió a la normalidad.
—¿Kael? ¿Qué haces aquí? Pensé que habías dicho que no vendrías.
—No estoy realmente aquí, Serpias. Esto es solo un fragmento de mi energía. Estoy aquí para ayudarte... pero solo esta vez. —Su voz era cálida, pero también firme, como la de alguien que llevaba una gran carga.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué este lugar es así? —pregunté, desesperado por respuestas. Pero Kael negó con la cabeza.
—No hay tiempo para explicaciones. Lo único que necesitas saber es que este cristal es una prueba. Debes enfrentarte a ti mismo si quieres sobrevivir.
—¿A mí mismo? ¿Qué significa eso? —pregunté, pero Kael ya había desaparecido. El cristal comenzó a brillar de nuevo, y esta vez, mi reflejo salió de él.
—¿Quién eres tú? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.
—Soy tú, pero sin tus miedos. —Su voz era idéntica a la mía, pero con un tono de seguridad que yo no tenía. —Soy lo que podrías ser si dejaras de huir.
No tuve tiempo para responder. Mi reflejo se lanzó hacia mí con una velocidad increíble. Apenas pude esquivarlo. Cada movimiento que hacía era más rápido y preciso que el mío. Era como si supiera exactamente lo que iba a hacer antes de que lo hiciera.
—¡Esto es imposible! —grité, mientras intentaba defenderme. Pero cada golpe que lanzaba era bloqueado con facilidad. Mi reflejo se burlaba de mí con cada movimiento.
—Eres débil, Serpias. Por eso estás aquí, atrapado en este lugar. Nunca saldrás de aquí porque no tienes lo que se necesita para sobrevivir.
Sus palabras eran como cuchillos. Quería negarlas, pero una parte de mí sabía que tenía razón. Siempre había sido así, dudando de mí mismo, huyendo en lugar de enfrentar mis problemas. Pero algo en mí comenzó a cambiar. Recordé a Kael, su fuerza y determinación. Recordé todo lo que había enfrentado hasta ahora.
—No... no soy débil —murmuré, sintiendo cómo una nueva energía comenzaba a surgir dentro de mí. —Tal vez tenga miedo, pero eso no significa que no pueda luchar.
Con esas palabras, me lancé hacia mi reflejo con todo lo que tenía. La lucha fue intensa, pero esta vez, no me detuve. Cada golpe que daba estaba lleno de determinación, y poco a poco, comencé a superarlo. Finalmente, con un último golpe, mi reflejo se desvaneció, y el cristal se rompió en mil pedazos.
Cayendo de rodillas, jadeé, sintiendo cómo mi cuerpo se llenaba de una nueva fuerza. Miré alrededor, pero la cámara estaba vacía. La voz de Kael resonó en mi mente una vez más.
—Bien hecho, Serpias. Pero esto es solo el comienzo.
Me levanté lentamente, con el cuerpo adolorido pero el espíritu más fuerte. "Si esto es solo el comienzo, entonces estoy listo para lo que venga", pensé mientras avanzaba hacia el siguiente pasillo, sin saber qué me esperaba más adelante.