Chereads / El Último Del Juego al Apocalipsis de Cristales / Chapter 13 - El Abismo de los Miedos

Chapter 13 - El Abismo de los Miedos

El siguiente piso parecía tranquilo al principio, pero ya sabía que este lugar era un maestro del engaño.

Apenas puse un pie en él, sentí que algo cambiaba en el aire. Era como si la atmósfera misma se volviera más pesada, aplastándome con una presión invisible.

El túnel frente a mí parecía infinito, y la luz tenue de los cristales en las paredes no ayudaba a aliviar mi creciente ansiedad.

—¿No sientes cómo esto huele a tragedia? —dijo la sombra, su tono burlón pero con un dejo de emoción maliciosa.

—¿Qué estás hablando ahora? —le respondí, irritado.

—Oh, querido Serpias, este lugar no es un piso cualquiera. Este es un reflejo de tu propia mente. Y, créeme, tu mente tiene rincones bastante oscuros.

La sombra soltó una carcajada que resonó por todo el túnel, pero no respondí. En cambio, traté de concentrarme en avanzar, aunque cada paso me parecía más pesado que el anterior.

El silencio se rompió con una risa suave, una risa que me hizo congelarme en seco. Conocía esa risa. Era de mi hermana, pero eso era imposible.

—Serpias... —Una voz infantil resonó en el aire, dulce y familiar. Giré la cabeza rápidamente, buscando el origen del sonido, pero no había nadie.

—Oh, esto será delicioso —murmuró la sombra, disfrutando de mi evidente confusión—. ¿Vas a ignorarlo, Serpias? ¿O vas a enfrentarlo?

—¡Cállate! —grité, apretando los puños.

Pero la voz volvió, esta vez más clara.

—Hermano, ¿por qué no me ayudas?

Mi corazón se detuvo. Frente a mí, en medio del túnel, apareció una figura que no debería estar ahí. Era mi hermana, vestida como la última vez que la vi antes de que todo se desmoronara. Su expresión era una mezcla de tristeza y miedo, como si estuviera atrapada en un recuerdo que preferiría olvidar.

—No... esto no es real... —susurré, pero mis piernas comenzaron a moverse hacia ella, como si tuviera voluntad propia.

—¿No es real? —La sombra rió de nuevo, claramente disfrutando de mi tormento—. ¿Y quién eres tú para decidir qué es real y qué no?

Cuando llegué más cerca, mi hermana alzó la vista hacia mí. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y su voz temblaba cuando habló.

—Serpias, ¿por qué no hiciste nada?

Su pregunta me golpeó como un puñetazo.

—Yo... yo no podía... No era mi culpa... —balbuceé, pero mis palabras sonaron vacías incluso para mí mismo.

La escena cambió de repente. El túnel desapareció, y me encontré en una sala familiar: nuestra vieja casa.

Mis padres estaban ahí, discutiendo como siempre, sus voces elevadas y llenas de odio.

Mi hermana estaba en un rincón, abrazando sus rodillas, mientras yo observaba impotente.

—Ah, los buenos viejos tiempos —dijo la sombra, apareciendo a mi lado como una figura negra y amorfa—. Qué maravillosa es la nostalgia, ¿no crees?

—¡Esto no es real! —grité, apretando los dientes.

—¿No lo es? Entonces, ¿por qué duele tanto? —La sombra se inclinó hacia mí, su tono burlón—. Míralos, Serpias. Mira cómo fallaste.

La escena cambió de nuevo.

Ahora estaba en el parque donde la vi por última vez. Mi hermana me miraba mientras se alejaba, su rostro lleno de tristeza.

—¿Por qué no me detuviste, Serpias? —preguntó, su voz como un eco en mi mente.

—No podía... —susurré, sintiéndome incapaz de moverme—. No sabía qué hacer...

La sombra rió de nuevo, esta vez más fuerte.

—Claro que no sabías. Siempre has sido débil, incapaz de proteger lo que amas. ¿Qué te hace pensar que ahora es diferente?

—¡Cállate! —grité, mi voz llena de desesperación.

—Oh, no, querido. Apenas estoy calentando.

De repente, mi hermana comenzó a desvanecerse frente a mis ojos. Intenté alcanzarla, pero fue inútil. La sombra se movió detrás de mí, susurrando en mi oído.

—¿Sabes qué es lo peor de todo esto, Serpias?

—¿Qué? —pregunté, mi voz temblando.

—Que tienes razón. Fue tu culpa. Y siempre lo será.

La ira y el dolor se apoderaron de mí. Me giré hacia la sombra, deseando destruirla, pero su risa me detuvo.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó, su voz llena de burla—. ¿Luchar contra mí? Yo soy parte de ti. Siempre lo he sido.

El túnel volvió a aparecer, pero algo había cambiado. Las sombras a mi alrededor se movían como si estuvieran vivas, acercándose cada vez más.

—Ahora, Serpias, vamos a jugar un poco más. Porque, créeme, esto es solo el principio.

No podía distinguir si las lágrimas que corrían por mi rostro eran de rabia o de desesperación, pero sabía una cosa: no podía dejar que esta sombra me controlara. Tenía que encontrar una forma de avanzar, de sobrevivir a este maldito piso.

Pero con cada paso, sentía que la oscuridad dentro de mí crecía, y que mi lucha apenas estaba comenzando.