Chapter 10 - El Reflejo Oscuro

El túnel se sentía interminable, un laberinto asfixiante donde el eco de mis pasos era mi única compañía. Mi respiración pesada resonaba contra las paredes de cristal, un recordatorio constante de mi vulnerabilidad. Pero lo que me inquietaba no era el silencio ni las sombras que parecían moverse a lo lejos. Era algo más. Algo que no podía explicar.

Caminé un poco más, arrastrando los pies con cansancio. El suelo cristalino reflejaba mi figura, o al menos eso creí al principio. Fue entonces cuando lo noté. Mi sombra... no estaba actuando como debía.

Me detuve en seco, el corazón latiendo con fuerza. La sombra reflejada en el suelo no imitaba mis movimientos. Levanté un brazo; la sombra no hizo lo mismo. Bajé la cabeza, y en lugar de seguirme, se quedó inmóvil, como si estuviera observándome.

—No... esto no está bien.

Retrocedí, tropezando ligeramente. Pero la sombra avanzó. Un paso, luego otro. No era mi sombra. Era algo más.

—¿Quién... quién eres? —pregunté, mi voz temblando más de lo que quería admitir.

La sombra se detuvo y, ante mi horror, comenzó a alzarse. No era plana como un reflejo normal; estaba adquiriendo forma, volumen. Sus ojos, profundos y oscuros, me miraron con una intensidad que heló mi sangre.

—¿Quién soy? —repitió, su voz resonando como un eco grave y distorsionado—. Serpias, ¿no lo sabes ya? Soy tú.

—No, no puedes ser yo. Yo no...

—¿No qué? —me interrumpió, dando un paso más cerca. Su sonrisa era torcida, cruel—. ¿No tienes miedo? ¿No dudas de cada paso que das?

Quise responder, pero las palabras no salían. Sentía un nudo en la garganta, una mezcla de rabia y terror que me paralizaba.

—Mírate —continuó la sombra, con un tono que oscilaba entre la burla y la lástima—. Un pobre hombre perdido en un lugar que no entiende, luchando contra cosas que ni siquiera puede nombrar.

—¡Cállate! —grité, intentando recuperar algo de control.

La sombra rió, una risa que no pertenecía a este mundo.

—Ah, pero eso es lo mejor, Serpias. Estoy aquí para ayudarte.

—No necesito tu ayuda.

—¿No? —se burló—. ¿Y entonces cómo esperas sobrevivir? Porque, seamos honestos, lo estás haciendo terriblemente mal.

Avanzó aún más, y su forma se volvió más tangible. Sus rasgos eran los míos, pero había algo en ellos que me ponía los pelos de punta. Esa arrogancia, esa confianza desmedida... no era yo.

—Escucha, querido Serpias —dijo, cruzándose de brazos como si esto fuera una conversación casual—, yo no tengo miedo. No tengo dudas. Y tú... bueno, tú estás lleno de ellas.

—Vete de aquí.

—Oh, no puedo hacer eso. —Su sonrisa se ensanchó, y su tono adquirió una nota más siniestra—. Porque soy parte de ti. Y ahora estamos juntos en esto.

Mi cabeza daba vueltas, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo. Pero antes de que pudiera responder, algo cambió en el ambiente. Las sombras que habían estado tranquilas hasta ahora comenzaron a agitarse.

—¿Qué hiciste? —le exigí, con la voz llena de pánico.

—Yo no hice nada. Pero, bueno, mi presencia tiende a atraer problemas.

—¿Qué significa eso?

—Significa que estás en problemas. Aunque, seamos honestos, ¿cuándo no lo estás?

Intenté ignorarlo y concentrarme en las sombras que se movían a mi alrededor. Podía sentir cómo se acercaban, una presencia opresiva que me hacía difícil respirar.

—Esto es culpa tuya —dije, empuñando mi arma con fuerza.

—¿Culpa mía? Por favor. Yo solo estoy aquí para ayudarte a ser más fuerte. Pero claro, si no puedes manejarlo, tal vez no seas tan fuerte como creías.

Sus palabras me llenaron de rabia, pero no podía dejarme llevar. Las sombras estaban cada vez más cerca, y no tenía tiempo para discutir con... conmigo mismo.

De repente, una de las sombras se abalanzó hacia mí, y el caos estalló.

—¡Aquí vamos! —dijo la sombra, riendo como si esto fuera un espectáculo divertido.

Luché con todas mis fuerzas, pero algo estaba mal. Las sombras parecían saber exactamente dónde estaba en todo momento. No importaba cuánto me moviera, siempre estaban un paso adelante.

—¿Ves lo que pasa cuando no me escuchas? —dijo mi reflejo, caminando tranquilamente a mi lado mientras yo luchaba por mi vida—. Podrías estar dominando esta situación, pero no. Aquí estás, peleando como un novato.

—¡Cállate y ayúdame!

—Ah, ¿ahora necesitas mi ayuda? Qué curioso.

No respondió de inmediato, pero pude sentir su presencia, su risa resonando en mi mente mientras seguía enfrentándome a las sombras. Era como si disfrutara de mi sufrimiento, como si esto fuera un juego para él.

Finalmente, logré abatir a una de las sombras, pero estaba agotado, y aún quedaban muchas más. Mi reflejo se inclinó hacia mí, su sonrisa más amplia que nunca.

—Vamos, Serpias. Demuestra que no eres tan débil como pareces.

No tenía opción. Tenía que encontrar una manera de salir de esta situación, pero con esa cosa siguiéndome, cada movimiento se sentía como una lucha no solo contra las sombras, sino contra mí mismo.