Kael suspiró profundamente, sus ojos fijos en Serpias mientras este trataba de procesar lo que acababa de escuchar. Aún me encontraba confundido por todo lo que Kael había explicado, pero la palabra "salida" resonaba como un eco en mi cabeza. Si había una salida, entonces existía la posibilidad de escapar de este infierno.
"Entonces... ¿puedes decirme exactamente dónde está esa salida?" pregunté, tratando de mantener mi voz firme a pesar de la ansiedad que me carcomía por dentro.
Kael se cruzó de brazos y me miró con una mezcla de lástima y determinación. "Puedo decirte cómo llegar, pero no iré contigo. Mi lugar está aquí, en el piso 66."
"¿Qué? ¿Por qué no? Si conoces el camino, deberías venir conmigo. Podríamos ayudarnos mutuamente," insistí, con la esperanza de convencerlo.
Kael negó con la cabeza. "Hay cosas que no entiendes todavía, Serpias. Este lugar... este santuario es lo único que me mantiene vivo. Si cruzo hacia los pisos superiores, probablemente no sobreviva."
"Pero..." comencé, pero Kael levantó una mano para silenciarme.
"Escucha," dijo con calma. "Si realmente quieres salir de aquí, debes dirigirte hacia el Nexocrist central. Desde ahí, hay un camino que lleva a los pisos superiores, pero no será fácil. Los pisos superiores están llenos de sombras descontroladas y criaturas mucho peores que esa serpiente que enfrentaste."
Me quedé en silencio, digiriendo sus palabras. La idea de enfrentar algo peor que la serpiente cristalina me llenaba de un miedo indescriptible, pero la posibilidad de encontrar una salida era demasiado tentadora como para ignorarla.
"Está bien," dije finalmente, con la voz cargada de determinación. "Dime cómo llegar al Nexocrist central."
Kael asintió y comenzó a explicarme el camino. Me habló de túneles laberínticos, trampas escondidas y criaturas que patrullaban los pasillos. Cada palabra suya pintaba un panorama más sombrío, pero no podía permitirme flaquear.
El viaje comenzó como una pesadilla hecha realidad. Los túneles eran oscuros y serpenteantes, y cada sombra parecía moverse con vida propia. Intentaba mantenerme en silencio, pero mis pasos resonaban en el suelo como si estuviera caminando sobre un tambor gigante.
"Maldita sea," murmuré para mí mismo, apretando los dientes. "Esto es peor de lo que imaginaba."
De repente, un ruido extraño llamó mi atención. Era un gruñido bajo, gutural, que venía de algún lugar en la oscuridad. Me congelé en mi lugar, tratando de localizar la fuente del sonido.
"¿Quién anda ahí?" pregunté en voz baja, aunque sabía que era inútil. Nadie en este lugar iba a responderme con amabilidad.
El gruñido se hizo más fuerte, y entonces lo vi. Una criatura grotesca emergió de las sombras, con un cuerpo retorcido y ojos brillantes que parecían perforar mi alma. Era como si las sombras mismas hubieran tomado forma.
"No, no, no," susurré, retrocediendo lentamente. Pero la criatura no me dio tiempo de reaccionar. Se lanzó hacia mí con una velocidad impresionante, y apenas logré esquivarla.
"¡Maldita sea!" grité, mientras sacaba el cuchillo que Kael me había dado antes de partir. "¿Esto es todo lo que tienes? ¡Ven aquí!"
La criatura gruñó de nuevo y se lanzó hacia mí. Esta vez, logré clavarle el cuchillo en su costado, pero la sombra pareció reírse de mi intento. Su cuerpo se retorció alrededor de la hoja, como si la absorbiera, y luego me golpeó con una fuerza que me lanzó contra la pared del túnel.
El dolor era insoportable, pero no podía darme por vencido. Con cada golpe que recibía, recordaba las palabras de Kael: "El Nexocrist central es tu única salida." Tenía que seguir adelante, sin importar el costo.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, logré golpear a la criatura en lo que parecía ser su cabeza. La sombra soltó un grito agudo y se desvaneció en el aire, dejando solo un charco de líquido negro a su paso.
"Uno menos," murmuré, jadeando mientras me apoyaba contra la pared. "Pero ¿cuántos más habrá?"
El túnel finalmente se abrió a una caverna gigante, donde un puente de cristal se extendía hacia el horizonte. Sabía que estaba cerca del Nexocrist central, pero la visión del puente me llenó de dudas. ¿Qué más me esperaba en ese camino traicionero?
"No hay vuelta atrás," me dije a mí mismo, ajustando mi agarre en el cuchillo. "Es ahora o nunca."
Comencé a cruzar el puente, con cada paso resonando en el vacío que me rodeaba. Podía sentir que algo me observaba, pero no podía ver nada. Mi corazón latía con fuerza mientras avanzaba, y cada segundo se sentía como una eternidad.
De repente, el puente tembló, y una figura oscura apareció frente a mí. Era otra criatura, pero esta vez mucho más grande y aterradora que la anterior. Su cuerpo parecía hecho de cristal y sombra, y sus ojos brillaban con un rojo intenso que me heló la sangre.
"¿En serio?" susurré, levantando el cuchillo con manos temblorosas. "¿Esto nunca termina?"
La criatura gruñó y se lanzó hacia mí, y el puente comenzó a desmoronarse bajo nuestros pies. No había escapatoria, pero tampoco podía permitirme morir aquí. Con un grito de guerra, me lancé hacia la criatura, dispuesto a luchar hasta el final.