"Todo puede cambiar en un instante, me lo repetía una y otra vez, mientras mi padre me pegaba como un loco, enfurecido por qué no había traído suficiente dinero para sus vicios. Caí al suelo, llena de sangre, mi vientre me dolía de todas las patadas que me dio. En cada golpe que él me daba comprendía por qué mi madre lo había abandonado, aunque no comprendía el porqué me había dejado aquí con él. Esperaba un milagro, esperaba que Dios me escuchará y que se compadeciera de mí. Tenía sus manos en mi cuello, me asfixiaba, pero deseaba que mis pulmones no resistieran más. Deseaba morir. "
Alana es una novela corta dónde habrá maltrato emocional, abusos hacia nuestro personaje principal, Alana, quien en un momento de su vida, quiere quitarse la vida, pero el destino y la vida le tiene algo preparado.
En conclusión, esta novela quiere que el lector abra su mente para que cumpla con su objetivo, entretener y al mismo tiempo reflexionar.
Agradeciendo de antemano todo su cariño y apoyo.
Luna Azul
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ALANA QUANT
Soy Alana Quant, hija de un drogadicto. Mi madre me abandonó cuando tenía unos 5 años, mi papá casi a diario le pegaba a mi mamá hasta que un día ella se fue sin regresar. Se le había olvidado que tenía una hija, una hija indefensa, una hija que la necesitaba. Mi padre enfurecido ese día me golpeó tanto que me dejó un par de costillas rotas. No me llevo al hospital, sané mis golpes lentamente.
Al no estar mi mamá, mi papá me obligaba a limpiar, a cocinar, a lavar su ropa. No le importaba que yo solo fuese una niña de 5 años y que no sabía hacer nada de las cosas que él me ponia hacer. Me vi forzada a aprender a realizar los quehaceres de la casa, mi niñez no existió, quemé esa etapa de mi vida que debió ser hermosa.
Por la ventana veía como los niños de mi barrio pasaban con sus uniformes de escuela, tomados de la mano de su mamá. Ver esa escena me daba mucha tristeza, sentía como mi pequeño corazón se rompía. Sentía algo asfixiante en mi garganta, mis ojos se llenaban de lágrimas.
En silencio me preguntaba por qué mi madre me abandonó. Por qué fue una cobarde en dejarme.
Día tras día todo era igual y así pasó el tiempo. Tenía alrededor de 10 años cuando mi padre me obligó a pedir limosna en la calle, tenía ganas de huir, pero tenía su mirada sobre mí todo el tiempo.
Nunca entendí por qué nadie me ayudó. Veían a una niña sucia, desaliñada, pidiendo limosna en la calle, llena de moretones y nunca alguna vez alguien me preguntó si estaba bien.
Dos años después mi padre se casó con una mujer mucho más joven que él.
Yo tenía 12 años cumplidos, ese día no había llevado suficiente dinero a la casa, me agarró del cabello y me aventó contra la pared, empezó a golpearme como un loco, me daba patadas en mi vientre. Caí casi desmayada al suelo. Él fue a una mesa a oler un polvo blanco. Esa noche me vendió a un burdel de mala muerte por $500.
— Papá, papá no me dejes aquí — gritaba.
Un hombre mayor se acercó.
— Quítate la ropa— yo movía la cabeza diciendo que no, mientras lloraba— no estoy para juegos.
Ese hombre me quitó la ropa, hice lo que pude para evitar que me tocará pero no pude. Estaba toda desnuda. Sentía que mi poquita dignidad como persona ese día se perdía.
— ¿Cuántos años tienes?
— 12
— Eres una niña. Eres toda flacucha. Ya menstruaste.
— No sé que es eso— jamás había escuchado esa palabra.
— Eso quiere decir que no. Así que eres virgen. Estarás atendiendo mesas, si se te ocurre huir te busco y te mato. No pagué por ti en vano, escuchaste maldita perra.
Asenté con la cabeza. El hombre salió un rato de ese lugar, que parecía una bodega. Al rato entró una mujer con un escote muy pronunciado, traía una falta que le miraba todas sus partes íntimas.
— Toma, vístete. Soy Clara. El señor que acaba de salir es Martin, nuestro jefe y dueño, prepárate mentalmente porque él nos prueba a todas antes de ofrecerte a los clientes.
— No entiendo.
— Aquí será una putilla más. Pronto serás una mujer para complacer a los hombres.
Empecé a llorar de nuevo. Me sentía lo peor, era como si el universo conspirara contra mí, contra mi felicidad. He vivido solo 12 años, pero creo que he sufrido más que cualquier otro. Cuando salió Clara la puerta la cerró con seguro. Intenté abrirla pero no pude. No había ventanas.
Me quedé sentada en un rincón en lo oscuro, llorando, temblando de miedo.