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Ecos del Juicio: La Sinfonía del Miedo

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Chapter 1 - Ecos del Caos y el Miedo

(Sonido de tormenta)

El mundo entero parecía atrapado en una pesadilla. Las calles estaban cubiertasde suciedad; los edificios, desgastados por el tiempo, parecían cadáveres deconcreto. La vida había perdido todo atisbo de armonía. Era un panorama de caostan constante que ya nadie lo percibía como algo anormal.

Dan despertó sobresaltado. Su corazón latía como si quisiera escapar de supecho. Había tenido el mismo sueño otra vez: un paisaje apocalíptico que sedesmoronaba bajo un cielo teñido de sangre, acompañado por el eco incesante detrompetas.

Se sentó en su cama, el cabello revuelto y la respiración entrecortada.

—¿Por qué siempre lo mismo? —murmuró, pasando una mano temblorosa por surostro—. Ni siquiera puedo dormir tranquilo en este mundo de mierda. Todo está...roto.

Miró el reloj: las 9:00 AM.

—Perfecto. Otra mañana desperdiciada.

Se levantó con pesadez y encendió la televisión. Buscaba distracción, pero lo queencontró no hizo más que alimentar su ansiedad.

"El Miedo de Judas continúa propagándose," anunciaba el titular en letras rojas.Las imágenes mostraban a personas en las calles, gritando y llorando. Algunossostenían carteles que proclamaban que Dios había abandonado a la humanidad.

Dan soltó una carcajada amarga.

¿Dios no ha abandonado? Claro, como si alguna vez hubiera estado aquí.

El reportero hablaba de un fenómeno colectivo que afectaba principalmente ajóvenes de entre 16 y 30 años: sueños recurrentes, desapariciones misteriosas yuna paranoia creciente que estaba llevando al borde del colapso social.

Dan apagó la televisión con frustración.

—Histeria colectiva, sueños compartidos... ¿Y qué sigue? ¿Aliens?

Intentó ignorar el tema mientras organizaba su habitación, pero la duda seguíaacechándolo.

—Aunque... —murmuró, doblando una camiseta—. ¿Por qué yo también soñé lomismo?

La pregunta lo incomodaba, pero decidió enterrarla en el rincón más profundo desu mente. Se preparó para salir al trabajo.

Al abrir la puerta, un gato de pelaje rosado saltó hacia su rostro.

—¡Dulce, maldita sea! ¿Quieres matarme? —exclamó, apartando al animal.La gata lo miró con sus grandes ojos indiferentes, y Dan suspiró.

—Eres un chiste de la naturaleza, ¿sabes? —le dijo, recordando cómo habíaencontrado a Dulce siendo apenas una cría.

 El veterinario le había explicado que su extraño pelaje era resultado de mutaciones causadas por alimentos alterados.

—Supongo que no puedes culparme por pensar que naciste tan rota como estemundo.

Dulce, como de costumbre, lo ignoró y se alejó con un elegante desdén

Dan llegó a su trabajo, una tienda llamada "PlisCat," tras una caminata de 20minutos. Afuera, un grupo de adolescentes sostenía pancartas con mensajes como "Salvemos la Tierra" y "Escuchen las señales."

—Otra protesta inútil... —comentó a Luna, su compañera de trabajo, mientraspasaba junto a ellos—. ¿De verdad creen que gritar en la calle va a arreglar algo?

Luna lo miró con desaprobación, pero no respondió.

El día transcurrió con una monotonía que Dan encontraba casi reconfortante,hasta que, cerca del mediodía, algo extraño comenzó a ocurrir.

Un murmullo crecía en el ambiente, y las personas en la calle empezaron a miraral cielo. Dan salió de la tienda, curioso. Las nubes, que habían sido blancas yapacibles, se oscurecían y aclaraban en ciclos, como si respiraran. Un círculoperfecto apareció entre ellas, atrayendo las miradas de todos.

—¿Y ahora qué? ¿Es el fin del mundo o solo otro truco del clima? —murmuró,sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

De repente, un sonido ensordecedor llenó el aire: una trompeta resonando desdeel cielo. Las personas comenzaron a gritar. Algunos se arrodillaron, otros llorarondesconsoladamente, mientras unos cuantos simplemente grababan con susteléfonos.

Dan levantó la vista, tratando de entender lo que estaba ocurriendo. Entonces lovio.

Las nubes se retorcían, transformándose en una figura gigantesca. Era una formaimposible de describir, como si el cielo mismo hubiera cobrado vida. Tentáculos dehumo y luz se extendían hacia la tierra, y una sensación de opresión llenó el aire.

—No puede ser real... Esto no puede estar pasando... —murmuró, paralizado porel terror.

A su alrededor, el caos que había visto en sus sueños tomaba forma ante suspropios ojos.

(La trompeta vuelve a resonar, llenando el aire con un sonido que desafía todalógica.)

El estruendo era indescriptible, como si el cielo estuviera hablando en un lenguajehecho de emociones puras. Amor y odio se entrelazaban en una melodía tanhermosa y desgarradora que parecía arrancar algo dentro de quienes laescuchaban.

Dan se llevó las manos a los oídos, pero el sonido no era algo que pudierabloquearse. Era como si penetrara directamente en su mente, arrancándolepensamientos enterrados y emociones olvidadas. Sin saber por qué, su menteevocó a William Shakespeare

—"La belleza es inmundicia, la inmundicia es belleza," —murmuró, casi sin darsecuenta—. Él, al igual que tú, es solo un humano...

Intentó calmarse, pero el caos a su alrededor no ayudaba. Las nubes seguíanretorciéndose, moldeándose en algo aún más imponente. Una figura gigantescaemergió: alta y majestuosa, con alas formadas de vapor y luz. 

La criatura parecía una obra de arte en movimiento, pero su misma existencia era una contradicción: divina y monstruosa, hermosa y grotesca.

Dan miró a su alrededor. Muchas personas habían caído de rodillas, rezandocomo si estuvieran frente a Jesucristo.

—Esto se está pareciendo demasiado a mi sueño... —murmuró, sintiendo el sudorfrío correr por su frente.

Sacó su teléfono con manos temblorosas, solo para descubrir que no tenía señal.

—Claro... Porque no es suficiente con esto —murmuró, intentando distraerse consu propio sarcasmo mientras guardaba el dispositivo.

Antes de que pudiera reaccionar, una tercera trompeta resonó, pero esta vez el sonido fue diferente: era calmante, casi hipnótico.

El aire pareció detenerse, y todos miraron hacia el cielo. Frente a ellos, la figuraterminó de tomar forma. Era un ser que solo podía describirse como un ángel, conojos dorados que parecían brillar con una luz propia.

La criatura habló, y su voz era como un trueno envuelto en miel:—Criaturas insignificantes, basura de la creación.

Su tono era despectivo, casi aburrido, pero cada palabra parecía cargar un pesoinsoportable. Se detuvo por unos segundos, mirando a la multitud como siobservara insectos.

—Para nosotros, ustedes no han dejado de ser monos que persiguen bananas.

Las palabras cayeron como una sentencia, y el efecto en la multitud fue inmediato.Algunos comenzaron a llorar, otros se arrodillaron aún más profundamente,mientras algunos murmuraban que todo debía ser un evento organizado poralguna empresa.

Dan no podía apartar la vista de la criatura. Su mente estaba dividida entre elmiedo, la fascinación y el creciente reconocimiento de que todo esto estabasaliendo directamente de su sueño.

Entre la multitud, algunas personas comenzaron a reaccionar de manerasinesperadas. Un grupo de borrachos, evidentemente ajenos al pavor general, selevantó tambaleándose y comenzaron a burlarse.

—¡Bonito disfraz, maldita! —gritó uno de ellos.

—¡Perra! ¿Quién te crees para hablarnos así? —añadió el otro, riendo consarcasmo.

La criatura dejó de sonreír. Su rostro, antes sereno, se torció en una expresión derabia y desprecio. Sus ojos dorados se volvieron más oscuros, y una energíaopresiva llenó el aire.

—Qué fastidio.

Con un simple aplauso de sus manos, los dos hombres fueron aplastados por unafuerza invisible. Sus cuerpos quedaron irreconocibles, como si hubieran sidoborrados del mundo en un solo instante.

La multitud quedó en silencio absoluto. Algunos gritaron en terror, mientras otrosno podían moverse, paralizados por el miedo.

El ángel soltó una carcajada suave, casi burlona.

—¿Ven lo fácil que es? Un solo movimiento, y ya están temblando. Qué criaturastan patéticas.

Dan sintió su corazón latiendo con fuerza, mientras trataba de procesar lo queacababa de ocurrir. Esto ya no era solo un sueño. Era real, y estaba sucediendoante sus ojos.