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Chapter 10 - El silencio

El campamento estaba en ruinas. Las llamas aún humeaban en algunos rincones, y el aire estaba cargado de ceniza y sangre. Nadie hablaba demasiado; todos estaban procesando lo que había sucedido la noche anterior. Pero Dan sabía que la calma era solo una ilusión.

Lina estaba sentada a su lado, observando el horizonte con expresión ausente.

—Esto no va a durar —susurró.

Dan pasó los dedos por la piedra en su mano, sintiendo su calor pulsante.

—Lo sé —respondió en voz baja—. Pero necesitamos mantener la estabilidad el mayor tiempo posible.

Antes de que Lina pudiera responder, un murmullo comenzó a extenderse entre los sobrevivientes. Todos giraron la cabeza en la misma dirección.

Dariel estaba de pie.

Su rostro aún tenía rastros de sangre seca en la frente donde lo habían golpeado, pero su expresión no mostraba ni una pizca de arrepentimiento.

—Interesante —dijo, con una sonrisa torcida—. Pensé que me iban a matar anoche.

Dan se puso de pie de inmediato, instintivamente poniéndose entre él y Lina.

—No somos asesinos.

Dariel rió. Un sonido bajo, cargado de burla.

—No todavía.

Las palabras flotaron en el aire como veneno. Algunos de los sobrevivientes intercambiaron miradas nerviosas.

—No sé ustedes, pero yo no pienso quedarme aquí a seguir órdenes de alguien que claramente no tiene lo necesario para liderar —continuó Dariel, cruzándose de brazos—. Todos vieron lo que pasó anoche. ¿Quién dice que no volverá a pasar? ¿Quién dice que ellos no serán los próximos en traicionarnos?

El veneno caló hondo. Dan pudo ver cómo algunos desviaban la mirada, dudando.

—No estamos aquí para luchar entre nosotros —intervino Lina, con los puños cerrados—. Si seguimos dividiéndonos, nunca vamos a sobrevivir.

—¿Sobrevivir a qué? —preguntó Dariel, inclinando la cabeza con fingida curiosidad—. ¿A otro ataque como el de anoche? ¿O al próximo "accidente" que seguro tendrá alguien que se interponga en su camino?

Dan sintió un nudo en el estómago.

—Basta —gruñó—. Si quieres irte, vete. Nadie te obliga a quedarte.

Dariel lo miró fijamente, su sonrisa desapareciendo poco a poco.

—No es tan fácil, Dan. Esto ya no es una cuestión de quién tiene razón. Es una cuestión de quién va a sobrevivir.

Luego, se giró hacia los demás, levantando los brazos como si estuviera invitándolos a tomar una decisión.

—Yo me voy. Y los que tengan la suficiente inteligencia para darse cuenta de que esto es una trampa mortal, deberían venir conmigo.

El silencio que siguió fue insoportable.

Dan sintió su corazón acelerarse cuando vio que algunos comenzaron a moverse. Primero uno. Luego otro. Hasta que, finalmente, casi la mitad del campamento se puso de pie y caminó hacia Dariel.

Él sonrió, satisfecho.

—Buena elección —murmuró, antes de girarse para irse con su nuevo grupo.

Dan no intentó detenerlos. Sabía que no serviría de nada.

Cuando la última persona desapareció entre los árboles, Lina soltó un suspiro tembloroso.

—Esto… esto es malo.

Dan cerró los ojos por un momento, tratando de calmar el torbellino en su mente.

—Lo sé.

—¿Y ahora qué?

Abrió los ojos y miró a los que quedaban. Estaban asustados, inseguros… pero aún estaban allí.

—Ahora —dijo, con más convicción de la que realmente sentía—, nos preparamos. Porque esto…

Su mirada se desvió hacia el bosque, donde Dariel y los suyos habían desaparecido.

—Esto no ha terminado?.