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Chapter 4 - Supervivencia brutal

Recordó las palabras del ángel: "sólo 700". Eso significaba que no sólo tenía que sobrevivir a las criaturas, sino también competir contra las otras personas. La realización lo golpeó como un balde de agua fría. ¡Estaba atrapado en una competencia mortal!

Una sombra se movió rápidamente a su derecha, interrumpiendo sus pensamientos. Un conejo se lanzó hacia él con las fauces abiertas, pero Dan logró reaccionar a tiempo. Golpeó con la roca, acertando en la cabeza de la criatura. El impacto la derribó, pero no fue suficiente para matarla. La criatura se retorció en el suelo, emitiendo un chillido escalofriante.

—¡Maldita sea! —gritó Dan, golpeando de nuevo hasta que el conejo quedó inmóvil.

Su corazón latía con fuerza mientras se alejaba tambaleándose. Acababa de matar algo, algo que intentaba matarlo a él. La adrenalina y el horror se mezclaban en su interior, amenazando con abrumarlo.

En medio del caos, notó que otros también estaban comenzando a luchar. Algunos lo hacían con desesperación, otros con una frialdad inquietante. El hombre de la cicatriz destacaba entre todos, moviéndose con una eficiencia letal.

Cada movimiento suyo era calculado, y cada conejo que se le acercaba terminaba muerto en segundos.

—¿Cómo puede ser tan tranquilo? —pensó Dan, sintiendo una mezcla de admiración y miedo.Mientras tanto, el ángel continuaba observando desde su roca, claramente disfrutando del espectáculo.

De vez en cuando, lanzaba comentarios sarcásticos o se reía de los esfuerzos de los humanos por sobrevivir.

—¡Vamos, monos! ¡Pueden hacerlo mejor que esto!

¡Es sólo el primer nivel!

Dan comenzó a moverse con cuidado, evitando las zonas más peligrosas mientras buscaba algo más que pudiera usar como arma.

Su roca era útil, pero necesitaba algo con más alcance si quería tener una oportunidad real.En su camino, se encontró con una mujer de cabello corto y mirada decidida que también recogía piedras.

Sus ojos se encontraron por un instante, y ella asintió levemente, como reconociendo su presencia.

—¿Estás solo? —le preguntó, sin detenerse en su tarea.

Dan dudó antes de responder.—Sí.—Entonces deberías quedarte cerca.

No durarás mucho si sigues vagando por tu cuenta.Él no estaba seguro de si confiar en ella, pero tenía razón.

En un lugar como ese, cualquier ayuda era mejor que nada. Asintió lentamente y se acercó a ella.

—Soy Dan. —Kara —respondó ella, lanzando una roca hacia un conejo que se acercaba demasiado. El impacto fue suficiente para hacerlo retroceder, y Kara aprovechó para rematarlo con una rama afilada que había encontrado.

Trabajando juntos, lograron abrirse paso hacia una zona más despejada. A medida que avanzaban, Dan notó que otros grupos también estaban formando alianzas, mientras que algunos individuos actuaban de manera completamente egoísta, atacando tanto a los conejos como a otros humanos.

El número en el cielo había comenzado a disminuir.

De 1000, ahora marcaba 850. Cada muerte era reflejada inmediatamente, aumentando la tensión entre los sobrevivientes.

Dan y Kara encontraron un lugar para tomar un breve respiro. Ambos estaban cubiertos de sudor y tierra, sus cuerpos temblando por el esfuerzo y la adrenalina.

—Esto es una locura... —murmuró Dan, pasando una mano por su rostro.Kara asintió, mirando a su alrededor con atención.

—Sólo necesitamos sobrevivir lo suficiente. Si logramos mantenernos entre los 700, podríamos tener una oportunidad.

Pero Dan no estaba tan seguro. Cada minuto que pasaba, las criaturas parecían más agresivas