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Susurros de Plata

🇨🇴Ycastano
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Synopsis
En un mundo donde lo sobrenatural coexiste en la penumbra de la realidad, Amery, una joven de ojos violetas, lleva una vida aparentemente normal en su hogar adoptivo. A medida que se acerca a su vigésimo primer cumpleaños, comienza a experimentar sueños inquietantes y un susurro misterioso que resuena en su interior, revelando una conexión con algo más grande que ella misma
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Chapter 1 - Sombras y Susurros

El viento frío acaricia mi rostro cuando abro la ventana, como si intentara arrancarme del letargo en el que he estado sumida últimamente. Afuera, la neblina se extiende por el jardín, engullendo cada rincón, moviéndose lenta y densa como si ocultara algo más profundo, algo que solo yo puedo percibir. Me recuesto contra el marco de la ventana, sintiendo cómo la humedad se posa sobre mi piel mientras miro al cielo gris que parece extenderse infinitamente.

El viento trae consigo ese susurro que me ha acompañado desde que tengo memoria. Un sonido casi imperceptible, como si el aire estuviera tratando de decirme algo que nunca logro entender del todo. Y, sin embargo, ese susurro se siente... familiar. Tan familiar como el vacío que siempre ha habitado en mi pecho.

A veces, me pregunto si esta sensación de estar incompleta es normal. Si otras personas sienten lo mismo. Pero lo dudo. Ana y David, mis padres adoptivos, siempre me han dado todo lo que cualquier chica podría desear: una vida cómoda, amorosa y feliz. Y, sin embargo, incluso con su apoyo, hay algo dentro de mí que nunca se ha sentido del todo correcto.

Mis ojos, esos ojos violetas que siempre han atraído la atención, me observan en el reflejo de la ventana. Hermosos, raros, especiales. Pero para mí, solo son un recordatorio más de lo diferente que soy. He aprendido a esconder esa parte de mí, a encajar en lo que los demás esperan que sea.

Sin embargo, desde hace unos meses, algo dentro de mí ha cambiado. Los sueños, más bien pesadillas, han comenzado a invadir mis noches. Siempre son las mismas. La misma mujer, siempre en sombras, siempre mirándome desde la distancia. Sus ojos, aunque no logro verlos con claridad, me parecen conocidos. En mis sueños, quiero alcanzarla, pero siempre se desvanece antes de que pueda hacerlo. Y cuando despierto, una angustia inexplicable se aferra a mi pecho.

Hoy no es diferente.

Dejo escapar un suspiro mientras me aparto de la ventana y me alisto para la universidad. He llegado a ese punto en el que la rutina es lo único que me mantiene conectada a la realidad. Estudio medicina, y por lo general disfruto de mis clases, pero incluso eso ha perdido parte de su brillo últimamente.

Mientras me visto, miro de reojo el espejo que cuelga en mi habitación. Mi largo cabello negro cae desordenado sobre mis hombros. Algo en mis ojos refleja la melancolía que no logro sacudirme. Trato de evitar pensar demasiado en ello, pero es difícil cuando parece que todo lo que soy está cambiando sin que lo entienda del todo.

Finalmente, bajo las escaleras, intentando no hacer ruido. Ana ya está en la cocina, preparando el desayuno. El aroma del café se filtra por el aire, y por un momento, el calor familiar de mi hogar me envuelve.

—Buenos días, cariño —me dice Ana con su habitual ternura mientras coloca una taza de café en la mesa.

—Buenos días —respondo, esbozando una sonrisa cansada que no llega a mis ojos. Cojo una tostada y la mordisqueo sin ganas. Mi mente sigue ocupada en otro lugar, en los sueños, en los fragmentos de recuerdos que no sé si son reales o simples ilusiones.

—¿Dormiste bien? —pregunta, mirándome con esa preocupación que siempre noto en ella cuando cree que algo no anda bien.

—Sí —miento con suavidad, sabiendo que no hay necesidad de alarmarla.

Después de desayunar, camino hasta la universidad. El bullicio de la ciudad me rodea, pero parece lejano, como si no pudiera tocarme del todo. Mis amigos no logran percibir el abismo que se ha abierto entre mi vida cotidiana y lo que sea que esté latiendo bajo la superficie.

Al llegar al campus, veo a Carla, una de mis amigas más cercanas, que me espera en la entrada con su energía habitual. Ella es una chispa en mi vida, siempre lista para hacerme reír y recordar que hay momentos que merecen ser disfrutados.

—¡Amery! ¿Estás lista para otro día aburrido? —bromea, riendo con su despreocupada naturalidad.

—Lo intentaré —respondo con una sonrisa rápida, aunque mi mente sigue sumergida en una nebulosa de pensamientos oscuros.

Durante las clases, trato de concentrarme en los temas que apasionan a la mayoría de mis compañeros. La medicina es fascinante, pero siento que mi mente viaja a lugares oscuros cuando debería estar enfocada en la anatomía o la farmacología. Mis amigos se ríen y comentan sobre los exámenes y las fiestas del fin de semana. A lo lejos logro vislumbrar a Alex, un chico de cabello rubio y sonrisa deslumbrante, él siempre está cerca, tratando de hacerme reír con sus bromas, pero su interés me resulta incómodo. No estoy lista para abrir mi corazón a nadie, y menos cuando tengo esta sensación de cambio inminente.

Por lo que huyo directa a mi proxima clase, esperando que el día avance, pero mi mente permanece atrapada en los sueños y los susurros que no logro entender. A medida que caen las sombras de la tarde, me encuentro con Carla y otros amigos en la cafetería, donde la risa de los estudiantes llenan el aire.

—¿Vas a la fiesta de esta noche? —me pregunta Carla, moviendo la cabeza con entusiasmo. —Dicen que habrá música en vivo. ¡Podrías conocer a alguien interesante!

—Tal vez... —respondo, tratando de hacer que mi voz suene convincente. La idea de socializar me asusta, pero también hay una parte de mí que anhela la normalidad, la alegría que solía sentir.

Cuando cae la noche, regreso a casa, y como ya es costumbre, salgo al jardín. Siempre he sentido una extraña paz bajo la luna llena. La luz plateada se cuela entre las ramas de los árboles, iluminando el espacio a mi alrededor.

Me siento en la hierba, abrazándome las rodillas. El frío de la noche no me molesta; al contrario, me reconforta. El cielo despejado y la luna brillante me observan desde arriba, y por un momento, siento que algo dentro de mí se agita. Es sutil, pero no puedo ignorarlo. Es como si algo, o alguien, estuviera tratando de llegar a mí desde un lugar lejano, y yo estuviera demasiado cerca de entenderlo.

De repente, lo siento. Una presión en mi interior, una energía que no había sentido antes de esta manera. Un calor extraño se extiende por mi pecho, y antes de que pueda entender lo que sucede, mi visión cambia. El mundo a mi alrededor parece más claro, más agudo. Mis manos tiemblan ligeramente, y cuando me miro en el reflejo de una pequeña fuente en el jardín, mis ojos... han cambiado. Ya no son violetas. Ahora son de un plateado brillante, como la luna que me observa desde el cielo.

Escucho su voz en mi mente. Una voz profunda y serena, pero cargada de una energía feroz.

Estoy aquí, susurra. Siempre he estado aquí.