No hay futuro, y sé que es duro
Ver que no queda más.
Es lo que siento, debo confesar.
Como cada mañana, Lincoln despertó al escuchar el terrible sonido de la alarma en su viejo teléfono. Un sonido que era molesto no por el hecho de interrumpir su sueño sino por sonar realmente mal. Aquel viejo teléfono que Lincoln tenia estaba ya bastante dañado por el paso del tiempo, y la bocina del mismo tenía ya varios problemas. Además de sonar a un volumen muy bajo, hacia un horrible sonido de crepitar mientras emitía la alarma. Era eso lo que principalmente despertaba a Lincoln por las mañanas. Eso y el ruido que producía al vibrar sobre el suelo de madera de su habitación. Aunque llamar habitación a aquel cuarto de blancos era ser demasiado optimista.
En cuanto detuvo la alarma se descobijo y se sentó. Froto suavemente su rostro para desemperezarse y evito tallar sus ojos con fuerza. Hacía algún tiempo había leído que tallar los ojos podría causar que las retinas se desprendieran. Y aunque era algo que tenía muy pocas probabilidades de pasar, era algo posible. Y eso quedo marcado en Lincoln, dejándolo permanentemente preocupado por un accidente así.
Dio un gran bostezo y trato de abrir sus ojos. No fue fácil, además del cansancio y el sueño, sus ojos estaban muy resecos, así que era molesto y causaba un poco de comezón el abrirlos. Miro la hora en su viejo teléfono, solo para confirmar que no durmiera de más y en cuanto vio que eran las cinco de la mañana con algunos minutos se relajo.
Se puso de pie y, como cada mañana, lo primero que hizo fue recoger sus sabanas y cobija. Hacía ya bastante tiempo que Lincoln dormía en el suelo de su habitación. No lo hacía por gusto, y aunque había leído también que dormir en el suelo era bueno para la postura de la espalda, tampoco lo hacía por salud. Lo hacía por necesidad. Junto a él estaba un viejo catre en el que se supone debería dormir, pero eso le era imposible. Aquel viejo mueble no solo era muy incomodo, también era increíblemente ruidoso. Era un verdadero escándalo subirse a ese viejo pedazo de metal. Rechinaba con tanta fuerza que el ruido impedía dormir a cualquiera que lo usara. Si durante la noche Lincoln cambiaba de postura en ese viejo catre, el ruido que este haría al rechinar sería tan fuerte que conseguiría despertarlo sin lugar a dudas. Pero esa no fue la razón por la que Lincoln decidió comenzar a dormir en el suelo. El podía vivir con esas interrupciones nocturnas debido al ruido. Quienes no podían hacerlo eran sus hermanas. Y es que el ruido que ese catre hacia era tal que por la noche, cuando todo está en silencio y no hay nada que amortigüe el sonido, este podía ser escuchado por toda la planta alta de la casa. La primera noche sus hermanas decidieron obviar el tema pensando que era inevitable y debían esperar a que Lincoln tuviera una cama de verdad en su cuarto. Esto también paso por la cabeza de Lincoln. Pero solo un par de noches después ninguna hermana estaba dispuesta a tolerar ese ruido varias veces en la noche así que le pusieron un ultimátum a Lincoln.
Lincoln trato de lubricar aquel viejo catre, esperando que eso al menos redujera el ruido, pero no hubo ningún cambio. Intento un par de cosas más, pero al final la opción más simple era dejar de usar el catre para que así este dejara de hacer esos molestos sonidos. Tomo su sabana más vieja y, después de limpiar el suelo, la coloco como base y sobre ella se recostó y cobijo. La primera noche fue fatal, la postura le parecía incomoda y la rigidez del suelo lo hacía tensarse, por lo que no podía dormir tranquilo. Pero no lo pensó demasiado. Cuando se mudo a aquel cuarto de blancos sus padres le aseguraron que harían lo posible por comprarle una cama a la brevedad. Y con el tiempo remodelar poco a poco aquel cuarto para que fuera un lugar más acogedor y parecido a una habitación. Lincoln pensó que dormir en el suelo no sería tan malo si solo debía esperar un poco hasta obtener una cama propia. Pero al final eso nunca pasó y Lincoln debió resignarse a dormir en el suelo, cosa a la que por mucho tiempo que pasara, no parecía terminar de acostumbrarse. En especial durante el invierno, ya que por muchas sabanas que pusiera entre el suelo y él, el frio era molesto y a veces insoportable.
Lo más rápido para Lincoln seria sin dudas solo doblar sus sabanas y cobija y ponerlas sobre el catre viejo. No harían mucho ruido ya que no pesaban lo suficiente. Pero sabía que si hacia eso alguien entraría en su habitación y tendería sus sabanas sobre el catre. Aun si a él no le gustaba eso ya que no dormía sobre el catre, Lincoln no tenía el valor para enfrentar a quien lo hacía. Y aunque nunca había visto a la persona responsable, Lincoln sabía que debía ser una de sus hermanas. Incluso podía decir con seguridad cuál de ellas era la responsable, pero no la confrontaría por algo tan trivial como tender sus sabanas. Era más fácil hacerlo el mismo y simplemente moverlas al suelo cuando fuera hora de dormir.
Después de hacer aquello, Lincoln tomo uno de sus polos que, al igual que el resto, era anaranjado, su gastado pantalón de mezclilla, un bóxer, un par de calcetines, su desodorante y aquella vieja toalla que parecía más un viejo trapo que una toalla. Salió de su habitación con un paso lento y firme, tanto para no despertar a sus hermanas como para evitar que sus viejas chanclas se desprendieran de nuevo; las había arreglado apenas un par de días antes, pero sabía que ya estaban en las últimas, por lo que más que nunca debía cuidarlas. Si llegaba a romperlas no tendría como reemplazarlas después de todo.
Llego hasta el baño y entro en el, dando un largo suspiro. Ya estaban en otoño y el frio comenzaba a hacerse notar, especialmente en las mañanas. Esa época era difícil para Lincoln. Aunque en casa tenían un calentador eléctrico que le permitía a la familia ahorrar un poco en el consumo de agua caliente, con una familia tan grande el señor Lynn adquirió algunas prácticas tacañas. Y para evitar que se use agua caliente en otra cosa que no sea tomar un baño, el hombre de la casa decidió que el calentador estaría apagado y solo se encendería por las mañanas cuando tocara que la familia se bañara y un rato en las noches si es que los padres llegaban a ocupar el agua caliente. Pero el resto del tiempo estaría apagado. Sin excepción.
A Lincoln le gustaba creer que si él lo pedía, podía obtener el permiso de encender el calentador antes de bañarse. Pero no quería molestar a sus padres tan temprano. Faltaba al menos una hora antes de que ellos despertaran y siendo sincero, no tenía la confianza en sí mismo para hacerlo. Como siempre, el puso su ropa limpia sobre el tanque del excusado, a falta de un mejor lugar para hacerlo, y su ropa sucia la puso en el suelo después de doblarla.
Entro en la ducha y se preparo para el calvario. Sin importar la época del año, a la hora en que Lincoln se bañaba, el agua estaba fría sin duda alguna, y más aun ahora que el otoño ya estaba algo avanzado, así que en el momento en que abriera las llaves y diera paso al agua para caer por la regadera, Lincoln sentiría ese incomodo frio caer sobre él, causándole aquéllos espasmos tan molestos que lo hacían respirar de forma entrecortada, fuerte e incontrolable. Y lo peor era tener que contenerse, ya que para mojar su cuerpo completo y dejar que su revoltoso cabello se humedeciera debía estar bajo aquella agua fría por varios segundos, tratando de evitar que sus respiraciones compulsivas lo hicieran aspirar agua por la nariz. Pero también debía ser rápido, no quería que el ruido interrumpiera el sueño de sus hermanas.
Una vez húmedo tomo un pequeño pedazo de jabón y lo restregó contra una esponja de baño propia hasta crear espuma. Aquella esponja era nueva, la había comprado el día anterior, así que aunque era algo rígida, Lincoln se sentía feliz de poder tallar su cuerpo de nuevo con una. Tallar su cuerpo solo con sus manos no le daba la sensación de limpieza necesaria y le hacía sentir que a lo largo del día terminaba desarrollando un olor fuerte y una sensación de suciedad que no ocurría al usar una esponja. Mientras se tallaba el cuerpo el cerraba la regadera. No quería desperdiciar agua y con ello conseguir un regaño de sus padres. Para comenzar el tallaba primero su brazo izquierdo, hasta el hombro, después el brazo derecho. El pecho era el siguiente y con él se encargaba de tallar bien sus axilas y también sus costillas. Después su vientre y pubis para terminar con su entrepierna. Debía tallar con cuidado en esa zona, era bastante delicada después de todo. Habiendo terminado ahí, tomaba un momento para enjuagar la esponja y después enjabonarla de nuevo. A partir de ahí continuaba con ambas piernas, primero la izquierda y después la derecha, de arriba hacia abajo, deteniéndose en el tobillo. A continuación eran sus glúteos que aunque también tallaba con cuidado, lo hacía con menos interés que con su entrepierna. Nuevamente una pausa para enjuagar la esponja y enjabonarla de nuevo y entonces era momento de tallar la espalda, con fuerza, pues siempre parecía necesario hacerlo así. Sus hombros de nuevo, pero ahora con más atención. Su cuello era el siguiente, también hecho a mucha conciencia, como con su espalda. Y ya habiendo terminado con todo eso, entonces Lincoln tallaba sus pies, con fuerza ya que era una zona que aunque no se percibía, sudaba mucho y siempre estaba atrapada dentro de los zapatos. Una última enjuagada a la esponja y entonces, usando sus manos tallaba su cara con jabón, después de eso era su cabello. Aunque este último ya no era algo que le interesara. Había dejado de usar shampoo hacia mucho tiempo y el jabón parecía maltratar su cabello más de lo que lo limpiaba, así que mientras sintiera que limpio bien su cabeza, el cabello como tal, le daba igual a Lincoln.
Una vez su cabello estuvo enjabonado y a su criterio limpio, volvió a dar un gran suspiro para después contener el aliento mientras dejaba caer sobre él la agua fría una vez más, tratando de enjuagar su cuerpo tan rápido como fuese posible y no pudiendo evitar soltar un par de gemidos mientras lo hacía. Bañarse, en su totalidad, le tomaba a Lincoln cerca de siete minutos en promedio. Él lo sabía porque ya algunas veces se había cronometrado. Lo hizo sin ninguna razón real, solo por curiosidad. Después estiro su brazo para alcanzar su toalla y comenzó a cecarse de arriba hacia abajo. Esa es la forma más inteligente de hacerlo después de todo. Al haber secado por completo su cuerpo, exceptuando únicamente sus pies, tomo sus bóxers y se los puso. Después se dirigió a la taza del baño donde sentado procedió a secar sus pies perfectamente, para así poder ponerse sus calcetines. Hacia frio y el era susceptible a este en especial en sus pies. En seguida se puso su pantalón y después se puso algo de desodorante antes de ponerse su polo descolorido. Se miro al espejo y se sonrió, tratando de ver que tan mal se veían sus dientes. No mucho para su fortuna. Lamentablemente su cepillo de dientes ya estaba bastante viejo y dejo de usarlo hacia unos días puesto que había comenzado a lastimar su encía mientras cepillaba. Por otra parte tomo el único peine en el baño que sabia nadie le reclamaría por usar y trato de darle algo de forma a su cabello, sin mucho éxito. Su cabello era ya un manojo desarreglado y difícil de cuidar debido al poco cariño que Lincoln le daba últimamente. Por último, sabiendo que no podría lavar sus dientes, tomo un poco de enjuague bucal y comenzó a enjuagar su boca con él. Sabía que eso no limpiaría su boca, pero al menos la haría sentir fresca y mitigaría el mal olor matutino. Después de escupir el enjuague bucal y gargarear con un poco de agua Lincoln salió del baño en dirección a su habitación. No tener zapatos puestos le ayudaba a ser más silencioso en el trayecto. De alguna manera que no entendía, pisar el suelo usando calzado era más ruidoso y hacia rechinar mas las viejas tablas de la casa que cuando solo usaba sus calcetines.
Tomo su mochila y comenzó a revisarla. Primero por fuera, tratando de ver que no tenga más desgaste del que ya tenía, y esperando que todos los remiendos que le había hecho con el paso del tiempo pudieran aguantar al menos un día más. Después por dentro y para ello debía desabotonarla ya que el cierre de la misma había dejado de funcionar tiempo atrás, por lo que Lincoln se vio obligado a coserle algunos botones y hacer algunos huecos para que esta pudiera cerrar. Dentro solo había dos libretas que dentro de poco estarían llenas y debería reemplazar, así como su lapicera, la cual solo tenía un lápiz, un bolígrafo de color negro y un borrador que nunca usaba, por lo que ya estaba algo ennegrecido por acumular polvo. El no llevaba ninguno de sus libros de texto a casa a menos que fuera estrictamente necesario, como era el caso de algún trabajo escolar. Esto era debido a que no podía llevarlos dentro de la mochila porque no aguantaría el viaje. Y llevar sus libros en sus manos ya había probado antes ser algo complicado, especialmente al salir de la escuela y toparte con tus bravucones personales.
Todo en orden. Con su mochila en una mano y sus tenis en la otra, salió de su cuarto y bajo por las escaleras. El destino era la cocina. En una familia tan grande tener una despensa llena era algo imposible, todas las hijas, incluso los padres, al tener al alcance algo de comer, terminaban por sucumbir ante el antojo y daban uno o dos bocados a lo que encontraran en la casa y que les abriera el apetito. Si fueran una familia normal, eso no sería ningún problema, dos o tres bocados diarios no afectarían la despensa ni el refrigerador. Pero siendo tantos miembros en la familia, las cosas se terminaban en muy poco tiempo. Por esa misma razón hacía tiempo que el padre tenía muy claras las cosas, por la mañana se haría el desayuno de la familia, por la tarde antes de regresar a casa, primero iría al supermercado y compraría lo necesario, aunque para ello debía saber perfectamente lo que necesitaba. Compraba lo necesario para preparar la comida y también la cena. Y por supuesto, lo que fuera a necesitar para el desayuno del día siguiente. Gracias a esto la familia Loud no pasaba nunca por retrasos en la comida ni por falta de la misma, pero también por esto rara vez había en casa algo de comer además de dichas comidas.
Algunas veces había carnes frías en el refrigerador, en su mayoría jamón o salami, así como huevos, los cuales eran el desayuno preferido de la mayoría. La mayor parte del tiempo había leche, ocasionalmente jugo. Sin falta verduras listas para ser usadas en estofados o solo para ser hervidas. En la alacena siempre había un frasco de cajeta, pero ya que a nadie en la casa le gustaba, duraba mucho tiempo antes de desaparecer, también un frasco de mermelada ya sea de fresa o de arándano, eran los únicos sabores que la familia podía disfrutar, y un frasco de mantequilla de maní, la favorita de todas las hijas. Para acompañar estos frascos siempre había al menos una bolsa de pan rebanado en caso de que alguien, quien sea, decidiera prepararse un sándwich. Una botella de salsa la cual Lincoln podría jurar que nadie ha tocado desde que el era aun un niño pequeño y algo de comida enlatada, en caso de una emergencia.
Pero no había nada de comida preparada, en esa casa se hacían siempre las porciones justas y nunca quedaban sobras. O si llegaba a suceder estas eran reclamadas rápidamente por alguien más. Las sobras de la cena difícilmente amanecían en esa casa. Especialmente con Lynn Jr. viviendo ahí. Esa chica era una verdadera máquina de comer, aunque nadie podía quejarse al respecto. Con la cantidad de deporte y actividad física que ella tiene a lo largo del día, es más que normal que deba reponer carbohidratos, proteínas y todo ese tipo de cosas.
Al abrir el refrigerador Lincoln pensó en prepararse unos huevos para el desayuno, pero descarto rápidamente esa idea. Conto de manera somera y las cuentas eran claras, se habían comprado los justos para hacer el desayuno de sus hermanas y nada más. Seguramente su padre tenía planeado que ese fuera el desayuno para ellas y, por supuesto, a Lincoln no se le había incluido en dicho desayuno. Suspiro al ver que no había nada más en el refrigerador para prepararse. Mientras que en la alacena la variedad no era mucha. Pero gracias a eso la decisión era clara. Tomo cuatro rebanadas de pan y el frasco de mermelada, se preparo un sándwich sencillo con eso mientras que las dos rebanadas de pan restantes serian su desayuno. Aunque le hubiera gustado prepararse dos sándwiches, uno para el desayuno y otro para el almuerzo en la escuela, prefería no gastar más mermelada para evitarse problemas. Envolvió su almuerzo y lo metió en su mochila, después procedió a comer sus dos rebanadas de pan sin mucho ánimo. Era un desayuno bastante lamentable e insípido después de todo.
"Demonios" pensó Lincoln, mientras aun masticaba un pedazo de pan, al darse cuenta que había dejado su teléfono en la planta alta. Por suerte aun no se ponía sus tenis, por lo que subió tan sigilosamente como pudo y al entrar en su cuarto pudo verlo en el suelo aun. Lo tomo y reviso la batería, no era mucha y podría no ser suficiente para el día. De alguna manera esta mañana Lincoln olvido ponerlo a cargar antes de meterse a bañar, ni siquiera pudo recordad levantarlo del suelo al despertar. Para Lincoln ese descuido le parecía una advertencia, una señal de que quizá ese día seria uno malo.
Pero en cualquier caso, aun si la batería no le alcanzaría para todo el día, debía lidiar con eso, ya no tenía tiempo de ponerlo a cargar, dentro de poco sus padres y hermanas despertarían, y como siempre, planeaba salir de casa antes de que eso sucediera.
Bajando las escaleras, de camino a la cocina nuevamente, Lincoln pudo escuchar el sonido de una regadera en la planta baja. Era alguno de sus padres en su baño personal. De alguna manera el tiempo paso más rápido de lo que creía, así que Lincoln apresuro el paso y fue hasta la cocina para ponerse ahí sus tenis. Volvió a dar un vistazo dentro de su mochila solo para estar completamente seguro que todo estaba en orden y se dirigió a la entrada.
Miro al portallaves junto a la puerta y tomo las suyas. A pesar de todo, Lincoln aun conservaba el habito de colgar ahí sus llaves al llegar a casa y tomarlas de ahí mismo al salir de ella. Esas llaves colgadas eran quizá la última cosa que pertenecía a Lincoln y que no estaba encerrada en su cuarto, junto a él, al igual que el resto de sus cosas. Pero tampoco había mucha diferencia, si Lincoln llevaba sus cosas a su cuarto no era para tener privacidad y mantener a sus hermanas alejadas de lo suyo, después de todo eso era imposible. El cuarto donde Lincoln dormía aun funcionaba como un cuarto de blancos, así que era común para el que entraran sin mucha dificultad y sin pedir permiso. Sus padres le habían asegurado que cambiarían la perilla de la puerta para que esta pudiera tener cerrojo y darle privacidad al chico, pero eso aun no sucedía. La razón por la que Lincoln llevaba sus cosas a su cuarto era únicamente para evitar que estas estorbaran. Evitarse las quejas y regaños de su familia respecto a ese tema era algo que mantenía más tranquilo a Lincoln.
Abrió la puerta lentamente, tratando de evitar que las viejas bisagras de esta chillaran y así avisaran a su familia. Prefería que al momento de que sus padres y hermanas se reunieran para el desayuno, ellos dieran por sentado que ya se fue y no hablaran mucho al respecto.
Una vez fuera, Lincoln cerró la puerta de forma tan cuidadosa como la abrió y bajo del pórtico, sin prisa pero sin pausa entonces comenzó a caminar en dirección a la escuela. En esa época del año ya comenzaba a sentir que necesitaba comprar una sudadera o chamarra para el frio. Si conseguía algo de dinero la compraría.
En Vanzilla el camino a la escuela tomaba alrededor de veinticinco minutos, mientras que a una persona promedio le tomaría alrededor de cuarenta y cinco minutos caminando, quizá un poco más. Para Lincoln el viaje de ida era de casi cuarenta minutos, a veces más, ya que no llevaba prisa a esas horas, pero tenía esa fuerte costumbre de caminar a paso muy veloz. Incluso si tardaba un poco más aun así llegaría bastante temprano a la escuela. Caminaba a paso ligero y constante, mirando a sus alrededores, aunque a esa hora poco vería además de un par de autos circular. Trataba de distraerse concentrándose en sus pensamientos, aunque esto no siempre era una buena idea.
Pero por ahora la mayor preocupación, y en consecuencia, el pensamiento más presente en la mente de Lincoln era sin lugar a dudas el dinero. De manera confiada compro hace poco aquella esponja para baño, pero con ello termino cualquier ahorro que tenia y aun debía de conseguir para sí mismo muchas cosas más. Aunque desgastados, sus polos naranjas aun podían dar una buena batalla contra el uso, al igual que su pantalón, que aun cuando ya comenzaba a lucir desgastado y algo descolorido, seguía estando bastante completo y resistente como cuando lo consiguió. A pesar del uso poco común, sus sabanas estaban en perfecto estado, mas aun su cobija, la cual a pesar de los años no tenía ningún signo de desgaste y era tan caliente como el primer día que la uso. Su mochila, por otro lado, era ya un manojo de tela con parches, la cual solo se mantenía en una pieza por el extremo cuidado que Lincoln tenia al usarla, pero no tenía ninguna intención de reemplazarla. Para Lincoln una mochila no era un gasto necesario y si así debía de ser, entonces usaría una bolsa o únicamente sus brazos para cargar sus útiles escolares cuando aquella vieja mochila no pudiera mas. Sería algo humillante ir así a la escuela, pero ser humillado en aquel edificio ya no era nuevo y aunque es algo a lo que nadie jamás se acostumbraría, para Lincoln era ya algo que estaba acostumbrado, al menos lo suficiente para tolerarlo.
Por otra parte estaba el aseo personal de Lincoln, el cual no podía bajar de la máxima prioridad. Necesitaba, antes que nada, un buen cepillo de dientes, ya llevaba tres días sin uno y de alguna manera la sensación en su boca le decía que había premura por conseguir uno nuevo. Un jabón propio podría ser también una buena idea, no quería seguir gastando el de la casa temiendo que en algún punto recibiera alguna reprimenda por ello. Reemplazar su toalla también era algo que preocupaba a Lincoln, la actual estaba tan desgastada y roída que al usarla no terminaba realmente seco. Por último estaba la ropa interior de Lincoln. De esa no tenía prisa alguna por conseguir más, tenía diez pares de calcetines y diez pares de bóxers, los suficientes para su día a día tomando en cuenta que el lavaba su ropa una vez a la semana.
También debía conseguir algo de dinero extra. Tenía algunos planes en mente y aunque no estaba seguro aun de si realmente haría aquello, tener un dinero extra en caso de juntar el valor para hacerlo sería favorable. No necesitaba mucho dinero, solo el suficiente para llegar, como mínimo, a la siguiente ciudad. No planeaba hacer ningún tipo de turismo ahí, así que con tener lo suficiente para comer un poco en el camino y durante la pequeña estancia que tenía planeada era todo lo que necesitaba.
La opción obvia era conseguir un trabajo, pero para alguien de doce años eso era bastante complicado. No solo le era imposible conseguir un trabajo formal con una paga estable, a su edad, incluso un trabajo de medio tiempo podría tornarse en algo muy difícil de conseguir debido a las leyes que hay al respecto. No solo eso, aun si consiguiera un trabajo sencillo sabía perfectamente que debería obtener un permiso de sus padres para entregarlo a su empleador y Lincoln sabía perfectamente que sus padres no le darían ese tipo de permiso bajo ninguna circunstancia. Además en aquella pequeña ciudad de Royal Woods, la cual quizá era más correcto catalogar como un gran pueblo, solo tenía a una persona tan inescrupulosa como para contratar a un niño en un trabajo y encima mal pagarlo por ello. Lincoln lo sabía porque ya había trabajado para el antes y sin lugar a dudas el ambiente de trabajo que aquel viejo quejumbroso y mal hablado ofrecía era de lo peor. Tareas muy cansadas o desagradables y una paga mediocre, mas aparte de eso, aquella actitud funesta y prepotente del viejo, era obvio porque siempre estaba necesitado de empleados.
Pero el ya no era una opción. Hacía tiempo que consiguió un par de empleadas permanentes las cuales se rolaban los turnos en aquella vieja y maloliente gasolinera, cubriendo todas las necesidades de aquel anticuado edificio que ofrecía comida insípida y de mal aspecto. Aquellas chicas eran Lori y Luna.
***
La primera vez que Lincoln trabajo ahí fue cuando tenía nueve años. Poco después de mudarse al cuarto de blancos por culpa de sus hermanas mayores. Sus padres le habían prometido montones de remodelaciones al pequeño cuarto para hacerlo más acogedor, pero a cambio de eso Lincoln debería ceder su mesada. Al principio el vio eso como una completa injusticia. No solo lo habían sacado de su habitación por la fuerza y lo habían mandado al cuarto más pequeño de la casa sino que encima querían cobrarle por ello quitándole su mesada. Era una completa locura, la injusticia era evidente, al menos para él. Trato de convencer a sus hermanas para que entre todos hablaran con sus padres al respecto, pero solo dos de ellas estaban dispuestas a ayudarlo. Lamentablemente quienes querían ayudarlo no tenían mucho peso en sus palabras al momento de hablar y eso Lincoln lo sabía, por lo que tuvo que hacer uso de su ingenio para preparar una presentación convincente con la cual hacer entender a sus padres. Pero esa era una batalla perdida desde el principio. El dijo las palabras correctas, con la intensidad correcta y cargadas con la emoción apropiada, usando los mejores ejemplos y dando argumentos coherentes y validos, incluso mostro porque era importante para el conservar su mesada. Pero sus padres, aunque algo abatidos por tener que decirlo, le advirtieron a Lincoln como serian las cosas. Podía perder su mesada y hacer que esta se usara para comprar sus muebles y arreglar su nuevo espacio lo antes posible, o podía quedarse con su mesada y tener que esperar de manera indefinida por cualquier nuevo cambio en aquel pequeño cuarto. Ellos incluso utilizaron algunos chantajes emocionales estúpidos que Lincoln fácilmente pudo detectar, eran los mismos que siempre usaban de cualquier forma. Pero llegados a ese punto Lincoln sabía que no había nada que hacer. A diferencia de sus hermanas mayores quienes tenían algún talento o habilidad la cual les permitía generar algunos ingresos a través de premios, Lincoln no tenía nada, el solo generaba gastos y lo sabía. Incluso algunas de sus hermanas menores ya habían hecho algún aporte a la casa, a pesar de que la mayoría eran aun bebes. Sabiendo esto Lincoln se dio por vencido y dejo que sus padres decidieran que era lo mejor. Aunque aquella decisión al final no represento nada bueno para Lincoln.
Con el paso de los días estos se volvieron semanas y cuando estas al fin consiguieron ser un mes Lincoln se colmo. Había pasado un mes completo y su cuarto seguía siendo un cuarto de blancos con una puerta la cual no podía ser asegurada debido a la perilla que tenía. La mitad de las veces que intentaba leer sus comics en ropa interior, alguien entraba sin permiso ni aviso al cuarto y lo incomodaba. Encima de eso había perdido su mesada, por lo que no podía conseguir comics nuevos. Cansado de la situación y siendo en aquel entonces alguien decidido, salió de su casa un fin de semana con la intención de conseguir un empleo. Vago por el pueblo por algunas horas, entrando en cualquier establecimiento que se topaba. Se había vestido bien ese día, había arreglado su cabello y también aprendió un pequeño discurso para presentarse y así dar una buena primera impresión. Pero todo eso daba igual, con nueve años no tenia lo necesario para hacer ninguna tarea además de estudiar. Fue rechazado en todos lados casi de inmediato. Un niño de nueve años trabajando era una idea absurda después de todo; al menos para aquel pueblo.
Pero Lincoln no se dio por vencido, siguió caminando por el pueblo, desde los lugares más concurridos en el centro del mismo, hasta los más solitarios y despoblados en el lindero. Y fue así que se topo con aquel lugar de mala muerte, con un olor extraño y casi indescriptible y con una apariencia casi tan antigua como la de su dueño. Pero Lincoln sabía que si no probaba suerte ahí también, no sabría si sería un nuevo rechazo o una nueva forma de conseguir algo de dinero.
El señor Flip lo rechazo incluso antes de que Lincoln le digiera sus intenciones. La reputación de la familia Loud como revoltosa era mucha y muy difundida. Pero ya que Lincoln iba solo, al final decidió escuchar lo que tenía que decir. Para aquel hombre cualquier cosa que implicara un gasto y no un ingreso era una idea estúpida y no planeaba conseguir trabajadores sabiendo que el mismo podía hacer las cosas. La gasolinera era de autoservicio, así que él solo debía cobrar, no tenía que atender ni abastecer nada. Por otra parte su restaurant era todo menos popular, las visitas a este eran menos que pocas. Y con la no muy buena fama que tenía el lugar era indiferente hacer esperar a los clientes que llegaban a visitarlo, teniendo que preparar la orden de comida el solo y por partes, muchas veces equivocándose en el proceso. Pero Lincoln tenía una labia impresionante en aquella época y supo mantener la atención del viejo cascarrabias, aunque no así su interés, este solo se mostro cuando en su desesperación por conseguir el empleo ofreció lavar los baños como parte de sus responsabilidades, y sin necesidad de pago extra. El señor Flip ahí supo que valdría la pena tener al chico trabajando. Podría pagarle poco ya que no tendría el valor o la forma de reclamarle por ello, también sería más fácil preparar las ordenes en la cocina mientras el niño atendía a los clientes. Si era necesario lo mandaría a él para hacer el inventario en la bodega o traer de ahí lo que necesitara. Pero más importante aún, no tendría que entrar a esos horribles y apestosos baños para limpiar las porquerías que los viajeros dejaban ahí cuando de paso por el pueblo tomaban la oportunidad.
Para Lincoln fue difícil aquello. Seguía asistiendo a clases, por lo que su acuerdo con el señor Flip lo obligaba a estar toda la tarde en su trabajo. Era salir de la escuela de manera apresurada y tratar de llegar lo antes posible al restaurant para así comenzar su aburrida jornada de trabajo hasta que aquel viejo decidía dejarlo ir. Cosa que Lincoln nunca sabía en qué momento sucedería. A veces lo dejaba ir a la hora acordada, que eran las siete de la noche, pero en otras ocasiones lo hacía mucho mas tarde, pero esto era muy problemático, el nunca hablo con sus padres sobre el trabajo que consiguió, sabía muy bien que no le darían permiso de conservarlo, por lo que cuando comenzó a llegar tarde a casa fue bastante cuestionado por sus padres, quienes no veían como un comportamiento correcto que su hijo llegara a esas horas a la casa. Especialmente en aquellas ocasiones cuando Flip retenía al chico por más tiempo del debido.
Para colmo Lincoln era un niño que además de pequeño era también bastante escuálido y que debido a su cabellera blanca daba siempre una primera impresión un poco extraña. Atender a la gente en el restaurant era sin lugar a dudas lo más sencillo, aquel lugar recibía como mucho tres visitas en toda su jornada, pero siempre le era incomodo ver cómo tanto niños como adultos lo veían extrañados por su cabellera, muchos de ellos haciendo comentarios despectivos o hirientes. No era algo nuevo, toda su vida Lincoln debió de vivir con ese estigma, daba igual quien, siempre tendrían un comentario venenoso para dedicarle por su blanca cabellera. Eso no sería tan molesto de no ser porque a su hermana esto no le ocurría.
Lo que mantenía a Lincoln más cansado de su trabajo era cuando Flip lo mandaba a trabajar en la bodega. Era un lugar pequeño y muy frio ya que estaba refrigerado. Es ahí donde guardaba las carnes y algunos otros ingredientes, por lo que debía ser un lugar frio. Pero la puerta de ese lugar estaba descuadrada, la bisagra superior estaba dañada y eso hacía que la enorme puerta metálica estuviera un poco inclinada, por lo que para abrirla o cerrarla, debía ser cargada un poco para enderezarla, pero al nunca habérselo dicho Flip, Lincoln quedo encerrado varias veces en ese lugar, las primeras veces por no saber cómo abrir aquella enorme puerta y en otras ocasiones por no tener la fuerza o energía necesaria para hacerlo. Después de todo, siempre que entraba ahí era para mover las cajas que contenían la comida, las cuales eran bastante pesadas, por lo que terminar agotado después de algunos minutos era la norma para Lincoln.
Pero lo peor de ese trabajo era por mucho limpiar los baños. Aunque casi nadie visitaba el restaurante, la gasolinera era bastante prospera con mucha gente abasteciéndose ahí, la mayoría de ellos siendo gente que iba de paso con destino a otra ciudad, incluso algunos tráiler de transporte llegaban a hacer parada ahí. Y toda esa gente iba siempre al baño y de alguna forma desconocida, conseguían dejar aquel lugar en una miseria mayor a la que de por si tenía. En absoluto ese trabajo era un asco y un abuso, no valía la pena por los míseros tres dólares con veinticinco centavos que Flip le pagaba por hora, pero sabía que ningún otro lugar le daría trabajo y, aunque era poco, ese dinero le permitía a Lincoln ahorrar para seguir comprando sus comics, incluso darse algún gusto si así lo quería. Pero eso duro muy poco.
Ya molesta por discutir con Lincoln sobre su mal habito de llegar tarde a casa, Lori tomo la decisión de espiarlo, confabulándose con Luna y Lynn para ello. En realidad no fue tan difícil, en aquella época Lynn asistía también a primaria por lo que para encontrar a Lincoln para después seguirlo era tarea sencilla. Y aun cuando el sigilo no era una de sus habilidades atléticas; al menos no aun, su hermano menor era por demás despistado y hasta tonto, así que el mismo día que planearon seguir al peliblanco, fue el día en que descubrieron lo que hacía.
El regaño de Lori fue muy contundente, pero sobre todo muy claro. Lincoln debía dejar de trabajar en ese lugar tan insalubre. Como niño el no debía estar gastando su energía y tiempo trabajando de ninguna manera. Quizá haciendo tareas y mandados en casa, pero no más que eso. Y aun cuando Lincoln dejo en claro su situación, aquella en la que por culpa de ellas, de todas sus hermanas mayores, el tuvo que ser enviado a dormir y en general habitar el cuarto de blancos, con ello perdiendo no solo su privacidad sino también la mesada con la que compraba sus comics, razón por la cual es que decidió buscar un empleo. Pero Lori no se conmovió en lo más mínimo por aquello ni tampoco se tomo la molestia de empatizar con el chico, de hecho le molesto que el digiera eso, a sus ojos, eso era una forma en la que Lincoln la estaba retando, tratando de negarle la imposición que hizo bajo su autoridad de hermana alfa. Lincoln tampoco se lo tomo bien, estaba bastante tenso. Hacía casi dos meses que trabajaba en aquel horrible lugar, sometiéndose a los caprichos y desplantes de su empleador, teniendo que lidiar con la limpieza del lugar y las miradas poco discretas de los viajeros que por ahí pasaban, escuchando mas de alguna vez comentarios despectivos. Y no solo eso. En la escuela y la casa le iba incluso peor, al menos tanto como para que Lincoln perdiera también la paciencia al discutir con la mayor de sus hermanas. El resultado fue sin lugar a dudas un momento impactante para Lincoln, sin aviso y sin señas de que eso pudiera suceder sabiendo que Lori jamás había hecho algo así con ninguna de sus otras hermanas, Lincoln recibió una fuerte y bien colocada bofetada, tan intensa que consiguió que la parte interna de su mejilla se lacerara ante el impacto contra sus dientes, haciéndolo sangrar moderadamente.
Aquella bofetada fue sin duda algo que marco a Lincoln. La relación con sus hermanas y en parte con sus padres tenía ya un rato de ser complicada, todo por culpa de ese cambio de habitación que él no pidió ni tampoco quería. Para él estaba bien dormir con sus hermanas, una mayor y una menor, en la misma habitación. Y estaba seguro de que sus hermanas directas tampoco tenían problema en compartir la habitación con él, entonces ¿Por qué Lori y las demás mayores estaban empeñadas en sacarlo de ahí? Más aun ¿Por qué estaban empeñadas en hacerlo dormir solo? Para Lincoln no habría sido problema si solo lo hubieran mandado a otra habitación, aunque él sabía que no había hecho nada malo como para ser castigado de esa manera. Pero ellas insistieron de manera tan intensa con sus padres que al final ellos cedieron, haciendo que Lincoln tuviera que habitar un cuarto para él solo. Eso aunado al constante recordatorio de aquella estúpida vitrina de trofeos y al reciente distanciamiento de sus hermanas más cercanas y queridas.
Después de esa poderosa bofetada todo se volvió horrible para Lincoln quien en aquella acción no solo consiguió sentirse sumamente sorprendido y dolido sino, por encima de todo, se sintió traicionado, una traición que provenía de su hermana mayor, la mayor de todas, aquella que otras tantas veces le dijo que lo protegería. Y aunque se sintió conmovido por el rostro profundamente arrepentido que Lori mostro instantes después de abofetearlo, se alejo de ella sin dejarla disculparse antes. Incluso pudo escuchar a Luna y Lynn reclamar aquel acto mientras Lori balbuceaba tratando de justificarse…
***
Lincoln salió de sus pensamientos una vez que llego a la escuela. Como era habitual, llegaba mucho antes que cualquier otro alumno e incluso antes que la mayoría de los miembros del plantel. Del otro lado de la reja que daba acceso al recinto estaba la única persona que siempre llegaba antes que Lincoln, el conserje, aquel hombre que aunque no era un anciano aun, tenía ya su cabello muy blanco producto de las canas, y una gran región calva debajo de su gorra, la cual usaba en todo momento, como parte de su uniforme. "Buen día joven, llega temprano otra vez" dijo el señor mientras se acercaba a la reja para poder abrirla y así dejar que el peliblanco pudiera pasar. Lincoln se limito solo a asentir mientras daba los buenos días. Entre ellos no había ningún tipo de relación, no eran amigos, tampoco eran conocidos, aquel hombre seguramente no sería capaz de reconocer a Lincoln de no ser por su peculiar cabellera, solo tenían aquel tipo de cortesía al saludarse entre ellos. El conserje con el paso de los meses había generado un poco de empatía por aquel muchacho que siempre llegaba excesivamente temprano a la escuela, solo, caminando en medio del frio. Las primeras ocasiones que lo topó, el solo se quedaba sentado frente a la entrada de la escuela, esperando a que el director de la escuela llegara y con ello le dieran paso al edificio. El conserje tenía entre sus responsabilidades, las llaves de aquella entrada y también la autoridad para abrirla, pero solo ante visitas o entregas, no para dejar entrar o salir a los alumnos, con los que se supone debía tener una relación lejana, o mejor dicho, una relación inexistente. Pero el invierno pasado algo de culpa afligió el corazón y la mente de aquel hombre, al ver como el chico de cabellos blancos, a pesar del frio en aumento e incluso de algunas ventiscas suaves, seguía esperando en la intemperie, teniendo que aguantar las bajas temperaturas y algunas lloviznas, por ello tomando la decisión de invitarlo a pasar al edificio, para resguardarse mientras espera el comienzo de clases. Convirtiéndose esto en un hábito, ver llegar al chico, darle un saludo casual y después dejarlo pasar. Eso pudo ser fácilmente la oportunidad para que surgiera una pequeña amistad o compañerismo entre ellos, pero el hombre conocía bien su lugar como empleado en aquella escuela, así que no permitiría que algún rumor extraño le quitara su trabajo, por lo que no pasó más allá de eso. Un saludo cordial y la amabilidad de dejar entrar al chico para evitar el frio del exterior.
Para Lincoln entrar en la escuela a esas horas era en cierta forma reconfortante, estaba completamente sola y en silencio, no había que tratar de evitar a nadie ahí dentro. Al menos no hasta que las clases comenzaran. Pero el cansancio por la caminata así como el haberse levantado tan temprano seguían presentes, por lo que, como casi todos los días, tomo asiento y se recostó sobre sus brazos, en aquella butaca hasta el frente del aula. Aquel asiento en realidad le desagradaba a Lincoln, al estar al frente no podía evitar sentir que la gente detrás de él hablaba o se burlaba de su apariencia o de su pobre reputación. Pero por mucho que quisiera cambiar de asiento, no podía hacerlo, no porque los profesores se lo impidieran sino porque no tenía opciones. Lo ideal para el seria sentarse en la parte posterior del aula y así evitar aquella sensación de ser visto por el resto de la clase, pero lo cierto es que la visión de Lincoln era un tanto limitada, y estando sentado en la parte más alejada al pizarrón lo haría incapaz de leer correctamente aquello escrito en el mismo, y si no podía verlo, no podía tomar notas lo que haría bajar aun mas sus ya de por si bajas notas.
Pero esa no era la única razón, aquel lugar del aula estaba habitada por el bravucón de la clase, un chico de piel negra que Lincoln conocía bastante bien y con quien en algún momento incluso llego a tener una relación cercana. Aquel chico no era realmente un bravucón, o no uno en toda regla, toda su fama se debía a que era amigo del verdadero bravucón del curso, un chico castaño de nombre Chandler. En realidad este ultimo y su novia eran quienes hacían de las suyas en la escuela, mientras que el resto del sequito solo se limitaban a ver como pasaban las cosas sin intervenir mucho, como era el caso del chico de piel negra.
Lincoln estaba bastante seguro de que el chico de piel negra jamás le molestaría a no ser que estuviera Chandler presente, pero no quería tentar su suerte y procuraba evitar a toda costa a aquel que una vez fue su amigo, Clyde.
Pasado un tiempo, uno a uno los compañeros de clase de Lincoln fueron llegando y junto con ellos chicos de otras clases, causando un pequeño bullicio en los pasillos de la escuela, donde todos los niños hablaban, reían o incluso discutían por tonterías. Pero Lincoln no levanto su rostro en ningún momento, seguía con la cabeza recargada sobre sus brazos, pretendiendo dormir para así evitar en lo posible llamar la atención y no topar miradas con nadie en el aula, lo cual sería incomodo y vergonzoso. Y así fue hasta que la profesora entro al aula y comenzó las clases, momento en el que Lincoln sentía que podía relajarse un poco más, con la señorita Johnson viéndolos la mayor parte del tiempo mientras impartía clase, era poco probable que alguien detrás de él comenzara a decir o hacer algo que lo incomodase. De esa manera trascurrían las clases para Lincoln, atento en la medida de lo posible a su profesora o recargando su cabeza sobre sus brazos, escondiendo su cara y evitando molestar a alguien durante los recesos.
La hora del almuerzo era quizá de los únicos momentos verdaderamente tranquilos para Lincoln. A diferencia de todos sus compañeros él no se dirigía a la cafetería escolar para pasar tiempo con sus amigos mientras comía, más que nada porque él no tenía amigos y, en un panorama general, dentro de la escuela el tenia un par de enemigos y un montón de desconocidos. Primero esperaba a que todos sus compañeros abandonasen el aula, con dirección a la cafetería y una vez estando solo tomaba su mochila para ser el último en salir de ahí. Llevar su mochila consigo era algo necesario, en varias ocasiones sus compañeros le habían jugado bromas pesadas robando y ensuciando su mochila mientras él no estaba, por lo que ahora el miedo en él de que algo así vuelva a pasar era constante. Sin mencionar que la precaria situación de su vieja y desgastada mochila seguramente la haría incapaz de soportar algún maltrato, destruyéndose en el proceso de alguna de esas bromas por las que ya había pasado antes.
El iba en dirección al jardín trasero de la escuela, detrás del gimnasio. Ese lugar era uno bastante tranquilo ya que nadie lo visitaba, principalmente porque era el lugar en el que la basura de la escuela era reunida para eventualmente ser enviada al tiradero de la ciudad. Ciertamente el olor de ese lugar era algo desagradable y debido a que la posición del edificio, en relación a la posición del Sol a aquellas horas, generaba una sombra que hacía ver al lugar un tanto apagado, durante los inviernos era incluso lúgubre y muy frio. Pero eso no importaba, ese lugar estaba siempre solo, nadie nunca iba a ese lugar durante el almuerzo, así que Lincoln podía sentarse al pie del edificio tranquilamente y esperar a que el almuerzo terminara. Por supuesto el también aprovecharía ese tiempo para comer, pero al llevar únicamente un sándwich sencillo, lo que siempre hacia era esperar a último minuto para comerlo, deseando que al hacerlo así el hambre se mitigue por un poco más de tiempo y así aguantar hasta la cena.
Miro su teléfono para revisar la hora y se decepciono al ver lo baja que estaba la batería, era casi seguro que no aguantaría hasta la hora de la cena pero no había nada que hacer, la culpa era suya por no recordar ponerlo a cargar antes de comenzar a arreglarse aquella mañana. El frio calo un poco en su espalda y recordó la necesidad de comprar algo que lo abrigase para los días que se avecinaban, en especial tomando en cuenta aquel viaje que tenía planeado, aunque viaje era un término bastante optimista y grandilocuente para el pequeño paseo que terminaría siendo, en especial por su falta de dinero y más aun por la forma en que planeaba terminar aquello.
En realidad a Lincoln no le urgía el dinero para dicho viaje, el dinero sería solo para cubrir sus necesidades básicas y con eso listo, el viaje estaba también preparado. Pero por poco dinero que necesitara, aun debía encontrar la forma de conseguirlo, más aun cuando todas las formas en las que conseguía dinero se le terminaron. No fue solo en trabajo en aquella asquerosa gasolinera, en el pasado también trataba de ganar algo de dinero cortando el césped a los vecinos, pero perdió ese ingreso cuando Lynn comenzó a tomar su lugar en esa tarea. Después intento convencer a algunos vecinos de hacer tareas domesticas por ellos, pero por muy responsable que fuera nadie quería a un niño dentro de su casa pretendiendo saber como hace el aseo o reorganiza la casa. Además de eso las opciones del chico eran nulas, al menos las convencionales. Lincoln desde hace mucho había contemplado el robo como una opción para conseguir dinero pero nunca llevo a cabo dicha idea. Sus valores eran en gran medida los que lo detenían de cometer tal acto, pero más aun lo era el miedo a ser descubierto y la vergüenza y repudio que ello implicaría. Royal Woods es un pueblo más o menos grande, pero aun así la mayoría de sus pobladores se conocen al menos de vista, y en casos como la zona en la que Lincoln vivía, todos los vecinos sabían perfectamente los unos de los otros. Además de eso era un lugar tranquilo, al no tener turistas casi nunca, el pueblo se mantenía bastante unido y comunicativo, y presenciar un acto criminal era mucho menos que inusual así que cada que algo parecido pasaba, la voz se corría rápido y con ello la descripción del perpetrador. Lincoln incluso podía recordar el caso del exhibicionista en la escuela, el primer día en que ataco se mostro frente a dos niñas de cuarto grado en el jardín de la escuela, a través de la reja que separaba el terreno de la acera. Las niñas asustadas dieron aviso a su profesora y esta a la dirección. Después fue avisada la junta de vecinos y para antes de que las clases terminaran los padres de familia ya habían organizado un grupo de búsqueda y capturado al sospechoso. Lincoln jamás supo en que termino eso, pero está seguro de que la justicia prevaleció ya que no se volvió a hablar del tema. Lo mismo pasó con el carterista que atacaba en el centro comercial. Una vez que supieron de él fue fácil para los habitantes ubicarlo y capturarlo. Eso asustaba a Lincoln ya que si a esas personas, las cuales estaba seguro que aun siendo ajenas al pueblo, tenían características genéricas que los harían difíciles de distinguir, fueron atrapados en momentos, en caso de que el perpetrara un crimen seria incluso más fácil encontrarlo. Él era el único niño en el pueblo con la cabellera blanca después de todo, además de tener otras señas particulares muy distinguibles tales como sus pecas o sus vistosos dientes, y a eso había que agregar que era parte de una de las familias más famosas del pueblo, aquella que tenía varias hijas y todas con un talento especial en algo.
Contemplando lo anterior Lincoln también llego a plantearse el hacer un robo más local y menos vistoso, es decir, robar a sus padres. Pero aunque sabía que eso era algo sencillo de hacer debido a la completa confianza que sus padres tenían en sus hijas y no solo eso, si llegaba a robar en casa Lisa sabría de ello sin ningún problema. Después de todo a ella se le encargo por completo la contabilidad de la casa después de ser acreditada en aquel curso exprés que tomo sobre contabilidad, tomando el lugar de las mayores, quienes parecían incapaces de hacerlo. No solo eso, al poco tiempo de terminar con ello Lisa incluso aprendió a programar únicamente para desarrollar un software contable con el cual automatizar un poco mas dicha tarea. Usando esa herramienta, su intelecto y su excesiva manía por tener todos sus proyectos bajo absoluto control, cada centavo que entraba o salía de la casa era monitoreado por la niña genio. Incluso los ingresos personales de sus hermanas estaban dentro de aquel balance digital, las ganancias de Luan en su pequeño negocio de fiestas infantiles, los ingresos en efectivo que conseguía Lola cada vez que ganaba algún concurso de belleza o también los premios en efectivo ocasionales que Lori conseguía en su meteórica carrera de golfista, la cual a pesar de no tomársela en serio, le daba bastante reconocimiento.
Lincoln no podía estar seguro de ello, pero sospechaba que incluso cada vez que el conseguía o gastaba algo de su propio dinero, ella lo sabía. Se suponía que las cámaras que ella solicito poner dentro y fuera de la casa eran para la seguridad de la familia, pero Lincoln conocía a Lisa y sospechaba que era algo más. La niña genio de la casa tenía dos grandes pasiones surgidas de su enorme curiosidad intelectual. La primera era la Física, su área de las Ciencias Exactas favorita y por la que parecía decantarse más que ninguna otra, proyectándose a sí misma como una investigadora que aporte algo nuevo a esa área en algún momento de su vida. La segunda era la Psicología, su área favorita de las Ciencias Blandas, la cual a pesar de tomársela como un pasatiempo, esto es sus palabras, le daba mucha importancia tomando tantas muestras de campo como pueda para contrastar con la gran cantidad de teoría que ella había adquirido de los libros. Para ella, la física era relajante, cada cosa que en ella aprendía era exactamente como se decía, sin falla, con el mismo resultado tanto en papel como en la práctica. Era satisfactorio comprobar lo que aprendía y al mismo tiempo toparse con muros infranqueables que parecían no tener respuesta debido a la complejidad que implicaba hacer sus comprobaciones. Lincoln la había escuchado estar interesada en entrar en el mundo de la Física Cuántica una vez que terminara un post grado en Física Aplicada. Y aunque él no tenía ni idea de lo que significaba cuántico, sabía que debía ser algo muy difícil. Pero para Lisa la Psicología era más un ejercicio de comprensión y análisis, daba igual cuántos libros sobre el tema leyera o cuantas consultas a profesionales hiciera, cada caso era prácticamente único, había patrones que las personas seguían, también conductas innatas y otras adquiridas, pero eso daba igual, porque la psique no se daba solo de manera interna, el contexto la afectaba dando pie a cambios en ella que variaban enormemente de un individuo a otro. Y el tener que analizar esto era algo que ponía feliz a Lisa, retar su conocimiento en algo que es tan volátil como la conducta humana. Es por ello que Lincoln sabia que aquellas cámaras de seguridad no estaban precisamente para seguridad de nadie, eran tan pequeñas y discretas que pasaban desapercibidas incluso dentro de casa, como si Lisa quisiera que olvidaran que están ahí. No solo eso, el año pasado, durante la época de lluvias, un tifón daño la mayoría de las cámaras exteriores, pero Lisa aun no se ha tomado la molestia de reemplazarlas, pese a que las cámaras dentro de la casa están bajo un constante mantenimiento de la niña genio. Quizá el resto de la familia también tenga sus dudas respecto a lo que Lisa hace con las grabaciones de esas cámaras, pero sin importar eso, a Lincoln le dan una sensación de estar siendo monitoreado.
***
Para el momento en que debió regresar a clases, Lincoln se sintió bastante angustiado. No solo no llego a una conclusión sobre qué hacer ante su falta de dinero, también recordó la extraña conducta que su hermana menor suele tener y que le hacía sospechar algunas cosas. Por mucho que lo intento, la inquietud lo mantenía bastante distraído y él sabía que eso se reflejaría en sus notas nuevamente. No es que le importara mucho si sus notas subían o bajaban ya que no le interesaba la escuela, de tener la oportunidad habría dejado de asistir uno o dos años atrás. Sabía que tenía el potencial necesario para ser un buen estudiante, pero carecía del apoyo y del tiempo necesario para ello debido a que su familia era muy numerosa. En el pasado el problema para levantar sus notas o hacer alguna actividad recreativa era que sus hermanas, tanto mayores como menores, no dejaban en ningún momento de pedirle que las ayude con algo. Muchas veces era con estupideces que podrían solucionar por sí mismas o que en realidad no tenían ninguna dificultad al momento de ejecutarse, otras veces era pidiéndole a Lincoln tareas que parecían torturas físicas como lo era pasar tiempo practicando con Lynn, quien no era mala con él a propósito, el lo sabía, pero su nivel de competitividad y su fuerza y energía desmedida la hacían alguien inherentemente violenta y controladora. Otras veces era una tortura más bien psicológica, como lo era jugar a la hora de té con su hermana Lola, quien lo ninguneaba y lo menospreciaba sin importar que tan bien hacia las cosas Lincoln para quedar bien con ella, o cuando debía permanecer en la misma posición por periodos de tiempo largos, recibiendo ocasionales pinchazos de agujas o alfileres mientras Leni hacia sus diseños usándolo como maniquí, cosa que Lincoln jamás pudo entender. Un maniquí real era sin duda una mejor opción que una persona, como era natural, Lincoln se cansaba y entumecía por permanecer en la misma posición por mucho tiempo, por lo que ocasionalmente debía moverse para tratar de evitar acalambrarse, pero siempre que lo hacia Leni le regañaba de manera enérgica, ni siquiera le dejaba hablar para distraerse ya que su hermana le decía que le hacía perder la concentración. Un maniquí no tendría problemas con eso, Lincoln incluso sabía que había maniquís articulados que podrían posar una vez los diseños de Leni estuvieran listos, pero ella insistía en que él fuera su modelo, cosa que si bien a Lincoln no le gustaba en absoluto, cuando ella se lo pedía le era imposible negarse. De entre todas sus hermanas Leni era por mucho la mas amorosa y linda de todas, siempre presumiendo su impecable dentadura con aquella sonrisa angelical que tenía en su rostro el noventa por ciento del tiempo y diciendo a diestra y siniestra sus comentarios desatinados e inocentes que aunque a todos les hacia quejarse, en realidad les animaban mucho.
Ante la ausencia de los padres, todos los hermanos sabían que Lori era la encargada y debido a su actitud y su firmeza, la veían como a un padre autoritario y muy protector, pero sabían que si las cosas se salían de control con Lori, siempre estaría Leni para mediar las cosas, actuando como la madre comprensiva y cariñosa que no dejaría que lastimaran a sus pequeñitos aun si eso significaba poner en riesgo su propia integridad. Y esto último pasaba mucho, aunque no precisamente por defenderlos, la pobre Leni era una chica despistada y que aun cuando no era la más parlanchina, siempre decía cosas que hacían sentir bien a quien la escuchase, por lo que aunado a su bella apariencia, la hacían alguien popular.
Cuando aún era un niño pequeño y mientras veía la televisión en la sala, a lo lejos, en la cocina, Lincoln pudo escuchar una conversación entre sus padres, Lori y Leni. En aquella época a Lincoln le fue complicado entender de qué es lo que hablaban, pero con el tiempo pudo darle forma a esos recuerdos. La conclusión era simple, su hermana mayor Leni tenía algún problema de aprendizaje el cual había sido diagnosticado, razón por la cual sus calificaciones nunca eran buenas, siempre eran muy cercanas al mínimo requerido para acreditar las clases. También sabía que tenía algún tipo de disfunción social, aunque eso era más que obvio, Leni era una de las chicas populares de su curso escolar, pero difícilmente pasaba tiempo con sus compañeros de clase. Dentro de su aula no hablaba con nadie, de hecho ignoraba a todos, cosa que al parecer todos en su grupo aprendieron a tolerar, mientras que en los recesos ella siempre iba a buscar a Lori para estar con ella. El único momento en que llegaba a convivir con sus compañeros de clase era durante el almuerzo, donde dejaba que mucha gente se sentara con ella y platicaba con todos de manera muy amena y hasta feliz. Según las palabras que la misma Leni dijo, le gustaba la hora del almuerzo porque le recordaba a la hora de la comida o la cena en la casa, con todos sus hermanos y sus padres. Y si eras un mínimo de observador, notarias como Leni tenía rutinas muy claras en su día a día, rutinas que de ser interrumpidas o retrasadas la molestaban mucho o la podían poner muy nerviosa. Eran cosas sencillas, como la hora a la que se bañaba, escoger el color de su ropa dependiendo del día de la semana que fuera, hacer algunas cosas en un orden especifico para sentirse cómoda, cosas como su rutina para dormir o su proceso para dibujar diseños nuevos de ropa o incluso cosas como tener objetos personales con un valor desmedido para ella, como lo eran su tasa, la cual no dejaba que nadie tocara y que la haría molestar mucho si eso ocurría, o sus pantuflas para caminar dentro de su habitación, incluso aquellos lentes de sol que siempre usaba sobre su cabeza, como un accesorio de moda. Incluso para entrar en el cuarto que ella compartía con Lori debías hacerlo estando descalzo o de lo contrario ella te haría un reclamo enérgico. Afortunadamente Leni tenía una familia que además de ser numerosa era muy comprensiva con ella y siempre evitaban hacer cualquier cosa que pudiera causarle algún malestar, aunque no era solo por aquella genuina comprensión sino también por ese profundo cariño que le tenían. Aunque había muchas cosas que molestaban a Leni, lo cierto es que aun así era demasiado dulce y era complicado hacerla molestar, era un verdadero ángel dispuesto a repartir amor a diestra y siniestra, lo que hacía que todas sus hermanas la vieran como una segunda madre, aunque era también un sentimiento extraño para las menores ya que debían lidiar con el hecho de que Leni era sumamente despistada y con ello propensa a cometer errores o tener accidentes. La imagen de Leni era una muy disonante cuando tratabas con ella, pero tan encantadora que era imposible no quererla. Y Lincoln no era la excepción, tenía un aprecio especial por Leni a pesar de todo el tiempo que había pasado y de la situación que vivía actualmente con su familia. El incluso podía recordar con mucha claridad y bastante nostalgia aquella época en la que competía con sus hermanas por la atención de Leni.
De entre todas sus hermanas, Lincoln solo llegaba a convivir con cuatro de ellas pero eran solo tres las que de hecho le hablaban. La primera era Lori, quien siempre que estaba en presencia solía dar alguno que otro comentario indirecto u ofensivo hacia Lincoln, aunque nunca hablaba con el directamente. Después estaba Lisa, quien tampoco le hablaba por iniciativa nunca, pero que siempre respondía cuando Lincoln iniciaba alguna conversación. Por último estaba Leni, la única de sus hermanas que aun le daba muestras de afecto genuinas. Ella casi nunca le hablaba dentro de la casa pues ya había entendido que si lo intentaba en presencia de sus hermanas, recibiría un regaño de las mismas, pero siempre que se topaba con su hermano menor le dedicaba una hermosa sonrisa y un saludo con sus manos. Si no había nadie cerca ella se podía dar el lujo de saludarlo y llamarlo por su nombre o hasta preguntarle como estaba. Y aunque casi nunca pasaba, si llegaban a estar verdaderamente solos, Leni hablaría con total normalidad frente a Lincoln, sin temor de que alguna de sus hermanas comience a regañarla por desobedecerles. Después de todo Leni siempre será una chica dulce que tal parece solo entenderá a plenitud cosas relacionadas con su pasión y no más. Pero al mismo tiempo una chica llena de amor y lista para compartirlo con todos a su alrededor. Quizá eso era lo que la hacía tan popular en su escuela, no el hecho de ser verdaderamente hermosa ni tampoco el hecho de acentuar su belleza con aquel gusto por arreglarse y lucir siempre bien, era su hermosa personalidad que aunque como todos, tenia defectos, pero podían ser olvidados fácilmente al verla sonreír de una forma tan pura y contagiosa como ella lo hacía. Lincoln incluso recordaba como todos los menores solían ir con Leni a presumir sus pequeños logros infantiles, al igual que lo hacían con su madre Rita, esperando de ambas una felicitación o alguna otra muestra de aprobación ya que en definitiva, para las hermanas Loud, Leni era sin duda alguna una segunda madre que aunque estaba impedida para ayudarles en ningún momento dejaba de apoyarlas y mostrarles lo que es el amor.
***
Para cuando Lincoln escucho la campana escolar, anunciando el final de las clases, se dio cuenta de que una vez mas había perdido el tiempo pensando en cosas a las que no le podía sacar ningún provecho. Se supone que debió estar atento a las clases para evitar problemas con sus calificaciones, pero no lo hizo. Tampoco pudo concentrarse en pensar de qué forma conseguiría dinero ya que comenzó a divagar pensando en otras cosas. Por suerte esta vez fue pensando en su hermana Leni, ella siempre le ponía una sonrisa en el rostro, aunque era una sonrisa discreta, Lincoln sabía que no debía ser muy expresivo en sus emociones, después de todo sería muy obvio siendo que él está todo el tiempo solo.
Al igual que sucedía en la hora del almuerzo, Lincoln no se levantaba de su asiento al escuchar la campana que anunciaba el termino de las clases, se mantenía ahí, nuevamente ocultando su rostro, esperando a que el aula quede vacía antes de salir. No tenía ninguna prisa después de todo, el no iría a casa aun, por lo que no tenía que llegar antes de que Vanzilla lo dejara atrás y aunque eso implicaba que se perdería la comida, Lincoln prefería pasar un poco de hambre antes que tener que viajar en Vanzilla hasta casa y después tener que sentarse en la mesa a comer con su familia. Hacer eso era una tortura que Lincoln ya no podía soportar. Los silencios incómodos, las indirectas descaradas, que estén constantemente ignorando su presencia, todo eso era demasiado para él a estas alturas. Recordaba como cuando todo esto inicio no era tan difícil, podía tolerarlo, pero ahora había perdido casi completamente su paciencia. Por ello no regresaba a casa por la tarde, en su lugar Lincoln vagaba un poco por el pueblo antes de llegar al viejo parque cercano al bosque que rodeaba Royal Woods. Ese era un lugar tranquilo en el que Lincoln podía pasar el rato sin toparse con muchas personas y que debido a la cercanía con el bosque, tenía una brisa fresca muy agradable en los veranos, aunque siendo otoño, la brisa era un poco pesada y fría, pero aun así era capaz de aguantarla sin problemas.
Aquel lugar tenía un nombre oficial dado por el ayuntamiento, era "Unidad Recreativa y Ecológica de Royal Woods" y tal como su nombre lo decía, estaba destinado a ser un lugar para que los niños jugaran y pudieran pasar el rato. No era un lugar grande como tal, solo algunos juegos sencillos que permitían a varios niños divertirse juntos, algunos cuantos columpios, unos bebederos, los baños y algunas mesas con bancas repartidas de manera irregular por el lugar. Lo más interesante que aquel lugar ofrecía era la cercanía al bosque, aunque con el tiempo también se había convertido en una preocupación para los padres que llevaban a sus hijos ahí a jugar debido a lo fácil que era entrar al bosque. Al fondo del parque estaba una barandilla que permitía ver el arroyo del pueblo, siempre con su escaso caudal pero agradable sonido, y justo del otro lado de aquel arroyo estaba el bosque a unos pocos metros de distancia, pero suficientemente frondosos y desatendido para que los padres sientan que es un peligro. Más aun porque el acceso era bastante sencillo, entre el parque y el bosque había un pequeño puente de estilo japonés que conectaba ambos lados, esto era así ya que originalmente esa zona del bosque seria acondicionada para la práctica de senderismo, cosa que al final no paso. Aunque la ruta establecida para el senderismo pasaba cerca de ese lugar, el comienzo de la misma que estaba planeado para ser aquel puente al final fue cambiado a otra ubicación, dejando ese lugar desatendido y algo feo a la vista. Hacia no mucho el pueblo incluso había remodelado el parque casi en su totalidad, para reacondicionarlo después de convertirse en una suerte de tiradero clandestino de basura y, aunque debido a su ubicación era visitado por muy pocas personas, al ser reacondicionado le dio vida a ese lugar nuevamente.
Pero la mayoría de la población prefería ir al parque que estaba en el centro de la ciudad. Aquel era mucho más grande, mejor cuidado y con acceso a tiendas de comida sin mencionar la cercanía al centro comercial. Por lo que a la Unidad Recreativa y Ecológica de Royal Woods se le termino bautizando como "El Viejo Parque" y no era popular en absoluto, las visitas al mismo pertenecían solo a las pocas familias que vivían por la zona. En el casi año que Lincoln llevaba visitando ese lugar todas las tardes, pudo ver que además de las pocas familias, las únicas visitas regulares que recibía aquel lugar eran las de un orfanato de Hazeltucky que algunos fines de semana llevaba a varios niños ahí para jugar y convivir.
Su rutina era muy sencilla, al llegar a aquel parque tomaba asiento en la banca cercana al árbol mas a la derecha, era la única banca que tenía una mesa en mal estado, razón por la cual nadie quería ocuparla y siempre estaba libre. Estando ahí Lincoln tomaba su tiempo para hacer su tarea o estudiar, lo hacía de manera lenta y desganada, tratando de que con ello perdiera tanto tiempo como fuera posible. En el pasado Lincoln podía distraerse leyendo algún comic de su colección o alguno nuevo recién comprado, pero ya no tenía dinero para comprar mas y su antigua colección desapareció por completo en manos de la tienda de comics, que gustosamente se la compro a un precio que si bien Lincoln consideraba bajo, al menos le dio soltura económica por un buen periodo.
Hacer los deberes escolares le tomaba a Lincoln no más de dos horas, dependiendo de la cantidad y de la materia en cuestión, además de la dificultad que le representaba concentrarse en aquel lugar que a pesar de ser tan alejado y olvidado, siempre tenía al algunos niños corriendo por todos lados mientras gritaban y jugaban. La incomodidad del lugar en que estaba sentado también le impedía concentrarse de manera correcta, aquellas bancas para picnic estaban pensadas para pasar solo un rato sobre ellas, el suficiente para comer o platicar un poco, no para mantenerse cómodo, de hecho esas bancas eran bastante incomodas aunque tenían una razón para ello, que en caso de que algún indigente rondara la zona, no usara aquellos bancos largos como zona de descanso para recostarse.
Una vez que terminaba sus deberes escolares, para Lincoln era un periodo muy aburrido. Ya no tenía su consola portátil para poder jugar con ella, tampoco comics o libros entretenidos y su viejo teléfono estaba tan dañado que usarlo para algo más que solo revisar la hora haría que se apagase debido a que su batería dañada terminaba drenada en un instante. Eso sin mencionar que aquel teléfono ya no tenía la capacidad de conectarse a internet por medio de la red inalámbrica y aun cuando podría hacerlo mediante un plan de datos, Lincoln no tenía dinero para pagarlo. Era solamente Lincoln, sentado de manera incomoda en aquel banco, junto a la mesa en mal estado, viendo pasar gente o jugar a los niños mientras pensaba en algunas cosas o evitaba pensar en otras. Aun así, Lincoln debía ser discreto, su apariencia aun era la de un niño debido a que la pubertad no estaba siendo muy amable con él, pero el hecho de quedarse viendo a otros niños jugar hacia que los adultos en el lugar lo miraran con sospecha y de mala manera. Más de alguna vez incluso recibió reclamos y confrontaciones por parte de padres molestos que consideraban las miradas de Lincoln como algo incomodo y fuera de lugar. Por supuesto Lincoln jamás vería con intenciones extrañas a ningún niño o niña, era incapaz. Pero entendía que su presencia en ese lugar y bajo esas condiciones podía resultar en algo sospechoso por lo que cada vez que lo consideraba apropiado, el se alejaba del centro de aquel parque, en dirección al puente sobre el arroyo, ocupando el viejo y roído columpio que colgaba del árbol que estaba del otro lado. Aquel era un columpio, pero en realidad solo era un viejo neumático de tractor que colgaba de una de las ramas de aquel árbol gracias a una vieja cuerda algo ennegrecida, pero que parecía ser tan resistente como una cadena de acero. Se sentaba en él y le daba la espalda al parque, evitando mirar a quienes estuvieran ahí, especialmente a los niños. De cualquier forma no era un parque muy visitado, aunque en casi todo momento había alguien ahí, siempre solían ser de tres a cinco personas como mucho, incluyéndolo a él, esto no lo sorprendía, Lincoln eligió ese parque para perder el tiempo justamente porque al estar alejado y ser poco popular estaba siempre solitario. Le tomo un par de semanas de vagar por el pueblo para encontrarlo, pero ahora ese era su lugar para perderse. No tenía ningún tipo de privacidad ahí, tampoco podía disfrutar de una verdadera soledad o de una comodidad mínima, en los días de verano el lugar podía ser algo sofocante debido a la humedad que el bosque cercano provocaba y de la misma forma los inviernos hacían de ese lugar uno muy frio, especialmente cuando comenzaba a anochecer. Pero al menos en ese lugar sabía que no se toparía con nadie de su familia, no tendría que temer por que alguien entre a su cuarto sin permiso previo y lo vea en alguna situación comprometedora, no temería que su padre o madre le reclamaran por su pobre desempeño dentro de la casa y tampoco se sentiría excluido viendo como todos le ignoran tanto como pueden.
Pero no todo era enteramente malo. Cuando estaba de humor Lincoln se daba el lujo de explorar aquel descuidado bosque simplemente caminando en él, no temía perderse ya que sabía que la ruta de senderismo del pueblo estaba bastante cerca y aunque nunca se había topado con esta, sabía que con caminar un rato y pedir ayuda a gritos alguien debía poder encontrarlo con facilidad ya que la ruta era bastante bien vigilada. Durante esos paseos Lincoln suele distraerse bastante ya que al estar en medio de tantos arboles le daba la sensación de ser vigilado. El sabía perfectamente que nadie lo seguía y también sabía que no podían ser animales peligrosos ya que todos habían sido reubicados cuando se designo el área de campamento a un par de kilómetros más adentro en el bosque, pero la sensación de ser visto era fuerte. Y con esta en mente, el solía imaginar que era perseguido, como si de alguna película de terror o de acción se tratara. Él, en medio del bosque, huyendo del peligro, atravesando por problemas mientras buscaba salvarse. Era un juego tonto e infantil, pero cuando estaba de humor le era divertido jugarlo, además de permitirle investigar un poco aquella porción del bosque.
Algunos fines de semana Lincoln también podía divertirse pasando el rato con algunos amigos que hizo en aquel lugar. Aunque eran arbitrarias y sin aviso, el orfanato de Hazeltucky y una casa de acogida de Royal Woods afiliada solían hacer paseos al parque, llevando ahí a varios niños sin hogar. Aproximadamente un año atrás, por un pequeño malentendido, Lincoln termino en una pequeña discusión con una de las niñas que visitaban el parque en esas ocasiones, para eventualmente entablar una pequeña amistad con ella y con varios de sus hermanos. Era una relación complicada para Lincoln en un inicio, no tenía idea de cómo comportarse o hablar con la niña, la pobre, además de ser huérfana era ciega y esto hacia que Lincoln la viera mucho más frágil de lo que realmente era, causando a veces molestia en la pequeña. Pero gracias a la aparición de los hermanos de esta niña; niños que en realidad solo compartían con ella la casa en la que dormían y no la sangre, Lincoln fue capaz de entablar una amistad más normal con ella, o al menos pudo perder el miedo constante que tenia al principio de lastimarla por tomarla de mala manera o por ser muy brusco con ella, quien sin duda por la proximidad de edades se volvió la más cercana a Lincoln, aunque con el resto de niños se llevo bastante bien, especialmente con los niños. Lamentablemente el orfanato hacia esos paseos al parque de manera aleatoria, y no era para menos, según escucho Lincoln de su amiga, los fines de semana salían a pasear, pero podía ser a cualquier lugar, no solo al parque, razón por la que hubo ocasiones en la que los vio tres sábados consecutivos mientras que otras veces pasaba hasta un par de meses sin verlos. Lincoln había aprendido a no esperar con mucha emoción esas reuniones con los niños del orfanato ya que nunca sabía si se darían o no, además claro, del hecho de que los cuidadores de esos niños no parecían sentirse muy cómodos de verlo interactuar con ellos y aunque Lincoln jamás dijo o hizo algo que pudiera ser malinterpretado o ser mal visto, sabía que esas personas tenían a su cuidado a muchos niños a los que de pasarles algo, perderían mucho más que solo su trabajo.
Lo importante era que Lincoln en algunas ocasiones podía pasar sus sábados acompañado de aquellos niños en aquel parque, pasando un rato agradable a pesar de que nunca se dio a sí mismo la libertad de intimar mucho con ellos. Cuando aquella niña invidente se mostro interesada en el, dejo que las cosas avanzaran, algo emocionado por tener amigos nuevamente, pero el miedo de perderlos hizo que no entablara una relación muy fuerte con ellos. Eran un grupo de amistades casuales con las que toparse de vez en cuando para pasar el rato, al menos era así para Lincoln. Lamentablemente ese día era lunes y era un hecho que no los vería, tampoco estaba de humor para caminar adentrándose en el bosque. Las últimas dos semanas exploro a conciencia ese lugar para cuando estuviera listo para viajar, así que ya sabía lo que necesitaba de ese lugar. Se mantuvo en el columpio, meciéndose muy suavemente y suspirando mientras trataba de mantener algunos malos pensamientos alejados de su mente, al menos por ahora.
Pasadas ya algunas horas, Lincoln reviso su teléfono con la esperanza de que este aun tuviera batería, al menos la suficiente para solo revisar la hora. No lo sabía con exactitud pero debido a que había comenzado a oscurecer, Lincoln asumía que la hora de regresar a casa estaba cerca, lamentablemente su teléfono se había apagado en algún momento de la tarde, por lo que era incapaz de saber la hora exacta. Con mucha tranquilidad salió de aquel parque que para esos momentos estaba ya vacío y que seguramente cerraría dentro de poco ya que ese era un lugar muy pobremente iluminado. Camino por la calle muy lentamente, era preferible llegar a casa más tarde y no más temprano, por lo que perder más tiempo no era del todo malo, al menos así lo hizo hasta que se topo a alguien en las calles. Era una señora, Lincoln estaba seguro de haberla visto antes, pero no recordaba donde exactamente, quizá de reojo por la zona cada vez que transitaba por ahí. Venía en sentido contrario, cargando una bolsa que era bastante grande en su hombro y tenía un aspecto cansado, miro a Lincoln estando aun a varios metros de distancia, parecía que también lo había reconocido de alguna manera. Completamente apenado y algo nervioso, Lincoln se acerco a la mujer y con una voz tan amable como podía le pidió de favor le digiera la hora, y en seguida se retiro agradeciendo a la mujer tener la cortesía de responder a su pedido.
Ya era un poco tarde, pero era a penas la hora justa para que Lincoln regresara a casa, si lo hacía a paso constante, al momento de estar en casa de nuevo, la familia ya habría terminado de cenar y estarían en su mayoría en sus habitaciones, lo que evitaría que Lincoln se topase con alguien de camino a su cuarto, teniendo que pasar en su camino por las escaleras y el pasillo de la segunda planta. Aun así Lincoln debía prepararse para entrar en casa, no solo por que se sintiera intimidado por su familia la cual solía ser muy poco amable con el sino porque sabía muy bien que por mucho que lo evitara, en esa casa, a esa hora, en esas condiciones, siempre se toparía con alguien, daba igual si era día de clases o fin de semana, incluso durante las vacaciones, y menos aun importando el clima. Esto era porque ella lo estaría esperando en la sala de la casa siempre.
Se detuvo frente a la puerta de la casa una vez llego ahí. Solo subió los pocos escalones del pórtico y se quedo parado ahí, notablemente nervioso y respirando de manera profunda. Como todos los días, la casa era una completa cacofonía gracias a los gritos y ruidos que provocaban todas sus hermanas, afortunadamente era notorio que el ruido venia de la planta alta y que en su mayoría ellas estaban en sus habitaciones. Lincoln no escucho ningún ruido en la planta baja, pero solo para asegurarse pego su oreja a la puerta, tratando de concentrarse y poder escuchar dentro de la casa. A pesar de que a través de las cortinas de la sala se podía ver que esta estaba encendida, no parecía que el televisor estuviera encendido, así que seguramente no había nadie ahí. La cocina estaba apagada, por lo que era natural pensar que tampoco había nadie ahí mientras que el comedor, como en todo momento, permanecía iluminado ya que era una área de transito común para la familia, por lo que era común que sus focos estuvieran encendidos la mayor parte del tiempo.
Confiando en que no encontraría a nadie abajo, Lincoln saco su llave la cual tenía unida a un llavero desgastado con forma de moneda, el cual no recordaba donde consiguió, pero le parecía genial la forma en la que lucía con aquella patina natural que consiguió con el tiempo aquel metal del que el llavero estaba hecho. Introdujo la llave y la giro lentamente, tratando de no hacer mucho ruido, aunque eso era algo inútil ya que al tratar de abrir la puerta, esta de cualquier forma rechinaría debido a lo desgastadas que estaban sus bisagras. Aun así Lincoln trato de ser tan silencioso como podía, con la esperanza de no ser notado por ninguna de sus hermanas. Tan sigilosamente como abrió la puerta, la cerro tras de sí al entrar y al dar un par de pasos en dirección a las escaleras, pudo verla de reojo.
Lincoln no se sorprendió de verla ahí, después de todo ella siempre esperaba en ese lugar por su llegada. Se sintió algo tonto al pensar que esta vez sería diferente y hacer aquella muestra extra de cuidado al abrir y cerrar la puerta. Normalmente ella estaría viendo la televisión en la sala, sentada en aquel lugar que ya parecía ser su puesto permanente en el sofá, pero esta vez no era así. Ciertamente estaba sentada en su lugar favorito del sofá, pero el televisor estaba apagado ya que ella estaba leyendo lo que parecía ser una revista. Lincoln desvió la mirada al suelo en cuanto ella se movió, tomo su revista y la cerro mientras se levantaba del sofá, después camino en dirección a Lincoln, aunque ella en realidad se dirigía al comedor, el solo estaba en el camino. Sin voltearlo a ver o dirigirle la palabra ella entro al comedor y se detuvo frente a la mesa, volteando hacia Lincoln, quien se vio forzado a mirarla después de aquello. Ella lo veía fijamente mientras que con su mano derecha apuntaba a una de las sillas del comedor, dándole a Lincoln la instrucción de sentarse ahí mismo, en ese mismo momento. Lincoln no lo pensó en absoluto, camino hasta aquella silla y se sentó en ella, mientras su hermana se dirigió al refrigerador de la cocina, sacando de él un plato envuelto con aluminio, el cual destapo y cuyo contenido llevo a la estufa de la casa. Ver aquello hacía sentir a Lincoln feliz. Cuando comenzó a llegar tarde a casa con la intención de evitar comer o cenar en casa Lincoln debía tolerar pasar hambre por mucho tiempo ya que en la casa nunca quedaba comida de sobra y de alguna manera sus padres llegaron a la conclusión de que si él no llegaba a comer o cenar en casa era porque ya lo había hecho en algún otro lugar. Lo más sensato y simple era simplemente pedirle a sus padres que le guardaran una porción para la hora en que el regresara a casa, pero no se sentía con el derecho ni el valor de hacerlo, por lo que simplemente toleraba el hambre hasta quedarse dormido y poder comer algo la mañana siguiente durante el desayuno. Pero en algún momento su hermana había comenzado a tener esa gentileza con él, de guardarle una porción de la cena en el refrigerador. Las primeras veces Lincoln ni siquiera fue capaz de notar el gesto ya que estaba acostumbrado a ir directamente a su habitación, convencido de que no encontraría nada que cenar, fue su hermana quien en una ocasión simplemente espero a que el regresara y lo tomo de la mano para llevarlo a la cocina, muy molesta, mostrándole a Lincoln aquel plato en el refrigerador. A partir de aquella ocasión todos los días ella lo esperaba en la sala de la casa y al llegar lo llevaba de la mano para mostrarle que había comida para él. En algún punto ella comenzó a encargarse incluso de calentar la comida para el después de notar cómo, sin importar cual fuera la comida, Lincoln no usaría la estufa o el horno de microondas para calentarla. Para Lincoln usar el gas o la electricidad era un gasto que pensaba debía evitar, pero eso solo incito a su hermana a hacerlo por él.
A pesar de que hacía ya varios meses que las cosas se daban de esa forma y de que Lincoln se sentía feliz de que su hermana se preocupara por él, siendo ella la cuarta y última hermana con la que aun tenía interacciones, ella seguía sin dirigirle la palabra. No emitía ningún sonido frente a él, lo único que escuchaba de ella era el sonido de sus pasos, la forma en que movía las sillas, como cocinaba o, si es que había el silencio suficiente, sus respiraciones. En los días mas fríos podía escucharla estornudar ocasionalmente o sorber un poco de su tasa cuando bebía algo para calentarse. Pero ninguna palabra en mucho, mucho tiempo. Para Lincoln eso era muy solitario y deprimente, aquella que una vez considero su hermana favorita y que, a pesar de todo, aun quería como tal, tenía ya tanto tiempo sin hablar con el que había perdido la cuenta de cuantos meses eran, incluso podía ser ya más de un año sin poder escucharla hablar. Lincoln al principio pensó que aquellos cuidados provenientes de su hermana eran muestras de afecto, por lo que algo emocionado trato de entablar conversaciones con su hermana, pero esta nunca le respondió. Por el contrario para ella parecía incomodo escucharlo hablar, todo en ella lo demostraba así, sus expresiones faciales, su lenguaje corporal, algunos ademanes. No se alejaba de él, pero tampoco le dio respuesta ni una sola vez, por lo que Lincoln se dio por vencido rápidamente. En aquel momento el problema entre él y sus hermanas aun estaba fresco y decidió no presionar demasiado, aunque en realidad después de ver un par de veces la forma en que su hermana reaccionaba, el perdió toda la confianza e ímpetu para tratar de intentar hablar con ella de nuevo.
Una vez ella termino de calentar la comida, la sirvió en un plato y la puso frente a Lincoln. Acto seguido ella tomo de nuevo su revista y sentándose en la silla frente a Lincoln, se puso a leerla mientras esperaba a que el comiera. Esto era así siempre, lo único que cambiaba era que su hermana podía estar leyendo una revista, un comic, o viendo su teléfono; muy de vez en cuando ella se ponía a hacer tarea mientras el cenaba. Pero a pesar de ser algo que se repetía sin ningún cambio a lo largo de las semanas y durante ya un año, quizá más, para Lincoln era increíblemente incomodo ese momento, agradecía enormemente que su hermana fuera tan atenta como para guardarle una porción de la cena y esperar por él para calentarle la comida, pero sentarse frente a ella, en completo silencio, mientras el comía era algo muy incomodo. Aun con el ruido que provenía de la planta alta, el comedor era lo suficientemente silencioso para que el ruido al comer que Lincoln hacia fuera incomodo y hasta algo ensordecedor. Los cubiertos raspando contra los platos, cada bocado que Lincoln daba, el sonido de el masticando o bebiendo, aquellos tosidos que debía dar para aclarar su garganta cuando comía algo grasoso, el sonido de el tragando la comida e incluso sus respiraciones. Todo eso era muy incomodo, pero debía tolerarlo, no había forma de eludirlo. Si él pretendía levantarse de la mesa negándose a comer, o con la intención de llevar su comida a su cuarto para comer a solas, su hermana no se lo permitiría, usaría aquella mirada amenazante que todas sus hermanas tenían de nacimiento y usando sus manos lo guiaría a sentarse de nuevo para comer en la mesa, sin decirle una sola palabra. Tampoco podía poner ruido de ambiente, como música o simple ruido blanco ya que su teléfono no era capaz de hacerlo debido a su mal estado, y para colmo iniciar una conversación con ella era simplemente imposible. Lo había intentado ya muchas veces, cuando aquella rutina comenzó, él creía que gracias a ese cambio en su hermana quizá su relación podría comenzar a repararse, volvería a ser igual que antes con un poco de esfuerzo quizá. Pero debió darse por vencido muy rápidamente, cada intento que él hacía por iniciar una conversación era ignorado flagrantemente por su hermana quien después de sentarse frente a él solo se dedicaría a prestar atención a su teléfono o a la lectura que tuviera en mano. Siendo así las cosas, Lincoln se lamentaba por la incomodidad que esa situación generaba, pero también se preguntaba si su hermana no se sentía de la misma manera. Seguramente ella también escuchaba aquella cacofonía proveniente de Lincoln al momento de comer, pero parecía no molestarle, y sabia perfectamente que ella podía escuchar aquellos ruidos ya que al momento de leer nada distraía sus oídos y aun estando atenta a su teléfono ella no ponía música o veía videos. Quizá solo se dedicaba a intercambiar mensajes con sus amigos o a ver contenido en alguna red social. Pero siempre en silencio, por lo que era imposible que no notara esos incómodos sonidos, pero le sorprendía mucho que ella fuera capaz de ignorarlos o simplemente de dejarlos pasar.
Una vez termino aquella deliciosa comida que claramente su padre preparo, cosa que era fácil de deducir debido al sazón en la misma, Lincoln se puso de pie con la intención de llevar sus trastes a la cocina y así poder lavarlos, evitando molestar a alguien de su familia con esa tarea. Pero él sabía perfectamente que eso no iba a pasar. En el momento en el que él se levanto, de inmediato su hermana se puso de pie rápidamente, como intentando ser más rápida que él, dejando de lado su revista casi arrebatando de las manos de Lincoln los trastes que el ya había tomado de la mesa. En seguida ella camino a la cocina y lavo aquellos trastes, cosa que al igual que esperar a Lincoln o calentarle la comida, siempre hacia. Lincoln se mantuvo de pie frente a la mesa, viendo a su hermana quien le daba la espalda mientras usaba el lavadero de la cocina para limpiar aquellos utensilios con sus propias manos, obviando el hecho de que en casa tenían una maquina lava platos. Viendo la figura de su hermana Lincoln no pudo evitar preguntarse "¿Por qué?" mientras sus hombros caían y las comisuras de sus labios se arqueaban hacia abajo, haciendo evidente su estado de ánimo.
Ambos tenían casi la misma altura, Lincoln era más alto solo por un centímetro o puede que un poco más que eso. Su cuerpo era esbelto pero no llegaba a ser delgaducho, aunque aun era joven su cuerpo ya había transitado por la pubertad y por cambios hormonales, por lo que era evidente el desarrollo en ciertas zonas de su cuerpo, que aunque no resaltaban mucho se hacían notar, mas aun con aquella forma tan femenina que tenia para vestir, siempre usando faldas o vestidos, pero con ropa que la hacía resaltar su femineidad. Con aquella cabellera larga, hasta su cintura, tan sedosa y brillante, de aquel hermoso color blanco que, bajo la luz correcta podía verse incluso plateado. Con un carisma inmenso y una cultura decente, lo que la hacían una buena conversadora y le daban un estatus de popularidad alto. Siendo atractiva no solo por su físico sino por su calidez al tratar con otras personas. Con notas que a duras penas estaban por encima de la media mínima, pero que eran suficientes para considerarla lista o aplicada en sus estudios, con un desempeño muy bueno en las actividades deportivas dentro de la escuela que, aunque lejos del excelso desempeño de su hermana mayor Lynn, eran suficientes para ganarse fans en el equipo de Tenis al que pertenecía. Sin duda ella tenía el "Encanto Loud" que tanto caracterizaba a su familia, y al igual que el resto de sus hermanas, ella también tenía un talento y una pasión, lo que le daba otro extra a su lista de cosas buenas. Con todo esto en mente Lincoln recordó cuando ellos aun eran hermanos favoritos el uno del otro, la época en la que eran inseparables y daba igual lo que hicieran, lo harían juntos. Aquella época en la que juntos se dedicaban a ayudar a sus hermanas mayores y a jugar con las menores.
Lincoln pudo escuchar como su hermana había terminado de limpiar y al mirar de reojo pudo verla secando sus manos después de lavarlas. Después de eso ella camino tranquilamente hasta el comedor, se coloco a un lado de Lincoln, muy cerca, y se estiro sobre la mesa para alcanzar la revista que había dejado ahí. Sin prestar mucha atención a su hermano, ella camino frente a él en dirección a las escaleras, estaba lista para regresar a su habitación y seguramente descansar o pasar el rato con Lynn antes de que fuera la hora de dormir. Lincoln la miro alejarse a paso lento pero firme, viendo como su hermoso cabello cubría la totalidad de su espalda mientras se contoneaba un poco a cada paso que ella daba. Normalmente Lincoln dejaba a su hermana irse antes que él y esperar a que la puerta de su habitación fuera cerrada, para él era una especia de señal que le decía que al subir no se toparía con nadie y así podría ir a su cuarto sin preocuparse mucho. Mientras la veía fijamente, sintió una gran necesidad de hablar con ella, de decirle algo. Ya habían pasado días desde que Lincoln hablaba con alguien, solo se decía a sí mismo una o dos palabras al día, siempre en un intento de no sentirse tan solo, y justo ahora tenía esa sensación, ese extraño vacio en la boca del estomago y esa sensación de que el aire comenzaba a faltarle un poco, incluso aquel mareo, tan suave que era apenas perceptible. Lincoln conocía esas sensaciones y sentía que era su cuerpo pidiéndole desesperadamente algo de interacción social, recibir los saludos matutinos de aquel conserje en la escuela no era suficiente, aunque Lincoln casi nunca respondía a aquellos saludos, sabía que si lo hacía, ahí terminaría la conversación de cualquier forma, ese hombre solo lo saludaría y después volvería a su trabajo. Pero con su hermana podría ser diferente, al menos en ese momento Lincoln creyó que podía ser así, tal vez si él hablaba, esta sería la ocasión en que ella le respondería, no lo ignoraría como siempre lo hace, dejándolo sin respuesta, esta vez quizá podría escuchar su voz de nuevo, justo frente a él, sin que sea ella hablando con alguien más sino con él.
Balbuceo un poco antes de aclarar un poco su garganta y en seguida trato de hablar, pero al final no lo consiguió, para cuando estuvo listo para decir algo su hermana ya había terminado de subir las escaleras, podía escuchar sus pasos en la planta alta, haciendo crujir la vieja madera del viejo piso de la casa. Lincoln pudo sentir aquel vacío cerca de su estomago crecer un poco, pero no había nada que hacer, fue su culpa después de todo, no tuvo el valor necesario para hablar y ahora había perdido otra oportunidad de hacerlo. Sería un día más a la larga lista que tenia sin hablar con alguna de sus hermanas. Mientras subía a su habitación y preparaba sus sabanas para dormir en el suelo nuevamente, Lincoln pensó en lo patético que se sentía por no poder siquiera decirle gracias a su hermana por aquellas atenciones que tiene con él. Pero el miedo a ser ignorado nuevamente era mucho para él, era algo a lo que no creía se acostumbraría jamás, pero tampoco podía culpar a sus hermanas por tratarlo de esa manera, fue él quien propicio todo esto después de todo. Si hubiese sido un mejor hermano antes, todo esto se pudo haber evitado, pero las malas acciones suelen regresar, morderte y dejar cicatrices y para Lincoln aquella poderosa mordida era la indiferencia de sus hermanas. Un castigo quizá justo después de ser él quien trato de una forma tan desagradable a ellas primero, pero aun así Lincoln era incapaz de acostumbrarse o de siquiera aceptar dicho martirio. Siempre supo que el era la oveja negra de la familia, pero con todo lo que pasaba ahora el sentía que quizá era algo mucho peor que eso.
Se recostó sobre sus sabanas y uso su cobija para cubrirse del frio que ya comenzaba a sentirse debido a la hora que era, pero claramente no se durmió de inmediato. Se mantuvo viendo al techo, tratando de mantener la concentración mientras su respiración se hacía más pesada y un poco más ruidosa y rápida. Podía sentir como la mucosa en su nariz se volvía mas liquida y trataba de escurrir mientras algunos quejidos ahogados comenzaban a lastimar un poco su garganta. Cuando su vista comenzó a hacerse borrosa por culpa de las lagrimas que había tratado de aguantar Lincoln prefirió cubrir su rostro cruzando ambos brazos frente a él, recargando sus muñecas sobre su frente y manteniendo el esfuerzo que implicaba ahogar sus quejidos para que no fueran escuchados, así como el ruido que su nariz hacia cada vez que el inhalaba aire con fuerza, para evitar el escurrimiento nasal. Debía ser cuidadoso, aquella casa tenia paredes delgadas y era bastante vieja, por lo que era fácil escuchar lo que sucedía el la habitación contigua, especialmente durante las noches, cuando el ruido de ambiente es muy poco. Su mente estaba llena de recuerdos desagradables, pero aun los momentos felices que trataba de recordar lo hacían sentirse mal, a esas alturas ya nada lo podía poner de buen humor o mejorar su estado de ánimo, por eso tenía cierta prisa por conseguir dinero y hacer aquel pequeño viaje, dejar atrás sus problemas y no pensar en ellos al menos por un corto tiempo. Y, si es que no llegaba a acobardarse, terminar aquel viaje dejando ir todo lo malo y lo bueno que tenia, no para comenzar desde cero, era solo para dejarlo atrás, tratar de olvidarlo. Quizá de esa manera dejaría de sentirse triste en todo momento y aquel vacío en su cuerpo al fin se disiparía.