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Chapter 10 - Doce Colores - Parte 5

Rojo Ininteligible

 

A pesar de que ese día no entreno, el cansancio causado por el largo y pesado viaje de regreso a casa fue suficiente para quitarle las ganas de ejercitarse, estaba algo fastidiada e incluso algo molesta. Después de lo divertido que fue acampar con la familia, el regreso a casa arruino el viaje que habían realizado por culpa de un pedazo de chatarra dejado en el camino. Pero daba igual, al llegar a casa se bañaría tranquilamente y eso la haría desestresar, y aunque la opción de usar el pequeño gimnasio en el sótano, el cual cada día parecía estar mas arrinconado y caluroso por culpa del creciente laboratorio que Lisa estaba montando ahí, o simplemente hacer algo de calistenia en el jardín, el hartazgo que tenia por la mañana permanecía.

 Para cuando estuvo completamente limpia y fresca, Lynn uso uno de los bonitos y muy frescos vestidos que sus hermanas solían escoger para ella cuando salían a hacer compras en el centro comercial. Hasta hace no mucho ella tenía una distancia muy marcada con su feminidad, pero ciertamente había conseguido generar un aprecio sincero por vestir faldas y vestidos, así como por acentuar algunas de las características de su rostro al usar un poco de maquillaje. Ella aun no era buena en nada de eso y por ello solía pedir ayuda a alguna de las mayores, pero eso no la preocupaba, todas las mayores estaban contentas con que Lynn conectara con su lado femenino una vez más, por lo que siempre que lo pidiera ayudarían sin muchas quejas. Durante la primaria Lynn había comenzado a frecuentar el equipo de futbol escolar, y una vez que cierta persona dejo de molestarla en cada entrenamiento que tenían, se dio cuenta de que de hecho ella era muy buena en aquel deporte, tanto como para sobresalir y por mucho de entre los demás miembros del equipo. A partir de ahí comenzó una verdaderamente veloz y amplia carrera en los deportes para la castaña, no solo en el equipo de futbol, sino en el resto de equipos escolares, pues de un momento a otro, y gracias a su repentino desempeño físico tan sobresaliente, ella también había conseguido una nueva faceta suya, la de motivadora. Los equipos en los que estaba siempre esperaban que ella diera algún discurso antes de que salieran a sus partidos ya que les gustaba contagiarse de la extrema confianza que ahora emanaba la castaña.

 Éxito tras éxito, la castaña había conseguido una visión de túnel completamente enfocada en los deportes, la hacían sentir bien, su vida no había sido sencilla antes de eso, por lo que aquellas actividades solían hacerla liberar tensiones y sobre todo la hacían sentir que recuperaba parte de su tiempo perdido. Al haber nacido a los siete meses de gestación, fue un bebé muy enfermizo y con un estado de salud que en general era malo y propenso a empeorar sin aviso. Aquella situación permaneció por mucho tiempo en su niñez, obligándola incluso a no asistir al preescolar por su precaria salud y tampoco ser parte de los primeros dos años de escuela primaria. Su única distracción era jugar con sus pequeños hermanos albinos, a los cuales quería mucho y con quienes pasaba todo el tiempo que podía, pensando en travesuras las cuales hacer para que de esa forma sus, en ese entonces muy ocupados, padres les prestaran algo de atención. Al entrar en la primaria las cosas no mejoraron para Lynn, quien al venir de un entorno social tan reducido como lo era su familia, se veía incapaz de socializar correctamente con sus compañeros, de la misma manera que se veía superada por la sensación de ansiedad ante estar en lugares tan llenos de gente, después de todo ella jamás había tenido que pasar por algo así. Para su bienestar, su salud física parecía mejorar y mucho desde que comenzó la escuela primaria, pero para su pesar, al mismo tiempo su salud mental parecía ir hacia abajo, de manera lenta, pero constante. Lynn no quería socializar con nadie, esperaba los recesos y la hora del almuerzo para pasarlos con sus hermanos y evitaba estar cerca de otros niños, dándoles solo el trato de cortesía que cualquier persona daría a un completo desconocido.

 Sus padres, preocupados por ella y bien supervisados por su médico familiar, optaron por convencerla de unirse a un club escolar, daba igual si era uno cultural o deportivo, solo querían que tuviera una actividad extra escolar en la que pudiera socializar con niños de su edad y que no fueran parte de su familia. No querían hacerla sentir presionada, por lo que lo hablaron con ella a pesar de ser una niña, tratando de hacerle sentir que tenía participación en aquella decisión y no estaba obligada a ser parte de nada que no quería. Para el gusto de Lynn Sr. Su pequeña hacía tiempo que gustaba de pasar tiempo con el frente al televisor viendo deportes, por lo que la niña decidió ser parte de un equipo escolar, el equipo de futbol. Cuando al fin se asentó y comenzó a destacar en prácticamente todos los deportes en los que decidía ponerse a prueba, Lynn gano mucha confianza a través de su excelente desempeño, pero también consiguió ampliar mucho sus interacciones ya que en cada deporte conocía a personas nuevas, la mayoría de su edad y en general muy dispuestas a ser buenas con ella. Quizá el único personaje en su vida que hasta el momento había resultado ser molesto, fue un niño castaño que solía ser parte del equipo de futbol, el cual, como el resto de equipos deportivos de la escuela primaria, era mixto. Afortunadamente Lincoln fue capaz de ahuyentarlo antes de convertirse en el cretino y molesto hermano menor que resulto ser al final. Pero en el trascurso de su acenso a la chica más sobresaliente de la escuela en temas deportivos, Lynn dejo atrás otro tipo de aspectos personales que antes solían distinguirla, entre ellos su lado femenino. Después de todo pasar tiempo arreglándose para verse bien, sabiendo que después pasaría más de una hora haciendo ejercicio y descomponiendo los arreglos le parecía poco lógico. Pero una vez que entro a la escuela secundaria, la castaña volvió a sentirse interesada en cuidar mucho mas su apariencia pues, aunque su primer periodo menstrual había llegado hacía mucho tiempo, era a penas en secundaria que su cuerpo comenzaba a adquirir ciertas formas que eran propias de una señorita, y viviendo ella entre tantas mujeres, no podía evitar admirar lo hermosa que era Leni, lo increíble que se veía Lori cuando se arreglaba con intenciones de salir hasta tarde, o lo genial que se veía Luna con sus atuendos que a pesar de ser tan agresivos, no dejaban de ser femeninos y hasta algo reveladores. Era también un buen momento para volver a prestar atención a su apariencia, el tiempo le sobraría ahora que la escuela no le permitiría ser miembro de más de tres equipos deportivos y, aunque aun no ocurría, sabía que llegaría el momento en que terminaría por gustar de algún chico y esperaba que cuando eso sucediera, no fuera vistiendo su uniforme deportivo personalizado que, gracias a sus logros dentro de la escuela, el director le había permitido usar en casi todo momento. No dejo de ser una chica ruda y confiada, simplemente adquirió un gusto por cuidar de su apariencia ahora que sentía su cuerpo más femenino. Claro, aun se sentía algo tímida al respecto, por lo que solía evitar ser demasiado femenina en la escuela, jamás usaría un vestido en ese lugar y de hecho tampoco una falda, pero sí tendría un aspecto más propio de una chica de su edad.

 Pero esa tarde los cuidados que daba para mantenerse femenina se vieron interrumpidos, primero por lo que parecía ser una pequeña discusión en la planta baja de la casa y después cuando la primera de las hermanas menores entrara a la habitación de manera apresurada con la intención de llamar a sus padres. Fue muy rápido, Lynn no tuvo tiempo de reaccionar apropiadamente, la peliblanca entro corriendo, dio un brinco a su cama y tomo su teléfono de ahí, llamo a sus padres, a ambos, y les dijo que Lincoln estaba herido. Sonaba bastante preocupada y muy afligida cuando dijo aquello, por lo que de inmediato se acerco a ella, tanto para tratar de tranquilizarla, como para indagar en que es lo que sucedía. La puerta de la habitación se había quedado abierta, por lo que en algunos momentos podía escuchar la voz de Lori en un tono bastante serio y también pudo escuchar cuando alguien extraño llego a la casa, eventualmente también llegaron sus padres.

 Su hermana menor parecía estar algo estresada y nerviosa, pero no consiguió ninguna respuesta clara de su parte cuando pregunto, lo único que dijo fue que Lincoln estaba lastimado, y aunque quería bajar y ver por si misma que tan mal estaba Lincoln, lo cierto es que no podía dejar sola a su hermana, estaba muy cerca de hiperventilarse y aquello no podía ser bueno, por lo que lo mejor sería sin dudas permanecer a su lado. Aunque aquello termino por frustrarla un poco, al final parecía que su hermana menor solo trataba de mantenerla en la habitación. Una vez más ella estaba evitando que Lynn se acerque a Lincoln, aquello no era nuevo e incluso comenzaba a parecerle irrelevante, pero esta vez era inevitable molestarse, Lincoln estaba lastimado después de todo.

 

 

Amarillo Contextualizado

 

El fin de semana fue refrescante en su mayoría, salieron del pueblo en familia y visitaron un lugar que tenía un aire incluso más fresco y mucha menos contaminación auditiva, también pudo comer sin limitarse en lo mas mínimo gracias a que la tía Ruth suele consentirlas mucho e incluso pudo cantar un par de veces junto a Luna para el deleite del resto de la familia.

 Sabía que debía tomarse aquel paseo en serio, por lo que en todo el tiempo que duro no pensó en lo más mínimo acerca del club de teatro escolar, ni tampoco en sus estudios, a pesar de que dejo tarea pendiente en casa. No era muy diferente a su conducta habitual de todas formas, solía descuidar sus estudios un poco bajo la excusa de concentrarse en el club de teatro, normalmente eso era suficiente para que la mayoría de los profesores en la secundaria le dejaran en paz. Pero en realidad a Luan el teatro le interesaba más bien poco, era algo que en realidad no le gustaba por muy buena que fuera haciéndolo, ella prefería entretener a publico en vivo de otras maneras, la comedia era sin lugar a dudas su favorita. No tendría problemas en hacer teatro si ocasionalmente le tocara interpretar algún papel cómico, pero la directora de escena del club de teatro no la dejaba hacer aquello, supuestamente Luan era demasiado buena para rebajarse a hacer comedia, debía hacer dramas con interpretaciones retadoras. Eso es lo que aquella mujer decía.

 Pero ese fin de semana no llevo consigo el guion que se supone debería estudiar para la obra que presentarían en un par de meses, no quería estresarse con ello, en su lugar solo llevo su libreta de ideas, la cual cabía perfectamente en el bolsillo de su ropa y usaba para anotar ideas que tuviera a lo largo del día. Eventualmente usaría lo escrito en esa pequeña libreta para preparar alguna rutina cómica, después de todo ella era orgullosamente una comediante, una lo suficientemente buena como para tener un pequeño ingreso animando fiestas para niños ocasionalmente. Seguramente ese era su público favorito, ver reír a los niños era al menos cien veces mejor que ver reír a los adultos. Luan incluso podía recordar cuándo es que se enamoro de la comedia y decidió que sería una buena opción dedicarse a ella, podía decirse que todo comenzó con su padre y aquel infantil y algo bobo sentido del humor que tenia, pero que era más que suficiente para hacer reír a sus pequeñas hijas, especialmente a Luan. Ella hasta ese momento estaba más interesada en ir con su padre a que el la hiciera reír, fue hasta la llegada de los gemelos que descubrió lo gratificante que podía ser causar una risa en alguien. Al principio no congeniaba bien con los nuevos bebés de la casa, a diferencia de la pequeña Lynn, la cual era bastante callada y casi no se portaba mal debido a que estaba la mayor parte del tiempo dormida, los gemelos eran muy escandalosos y al estar siempre juntos solo bastaba que uno llorara para que después ambos hicieran una cacofonía con sus berridos. Luan los evitaba tanto como podía porque le parecían molestos, pese a lo lindos que eran con sus curiosos cabellos blancos, pero una vez pasado el primer aniversario del nacimiento de los gemelos, Luan decidió con sus cuatro años y ahora un mejor entendimiento de su entorno, que debía ayudar a sus padres a cuidarlos, así como Lori lo hacía, por lo que intento aquello en varias ocasiones, pero lo cierto es que era muy difícil y ella en realidad no tenía idea de cómo cuidar a un bebé, jamás tuvo la oportunidad antes tomando en cuenta que cuando Lynn era una bebé, Luan seguía siendo una bebé también, al menos técnicamente. Fue simplemente por imitación que lo logro, recordó como su padre solía hacer caras graciosas y hablar como tonto para hacerla reír a ella y al resto de sus hermanas, por lo que probo a hacer aquello con los gemelos.

 El primer intento fue solo atestiguado por su hermanito menor, pues su hermana aun dormía, pero lo había conseguido, hizo reír al bebé y aquello la puso muy feliz. Ver aquella pequeña e indefensa criatura, con su enorme cabeza y sus ojos desproporcionadamente grandes mostrar aquella hermosa sonrisa fue enternecedor para ella, más aun cuando escucho su risa por primera vez. Era extraña, se entrecortaba y por momentos parecía que se ahogaba al hacerlo, también tenía un húmedo sonido causado por toda la saliva que tenía en su boca, sin mencionar lo aguda que era su voz, tanto como para ser algo molesta, pero sin dejar de ser muy encantadora. Luan estaba feliz, ella había hecho reír a alguien, a su hermanito bebé, y no se detuvo ahí, intento también con su hermana bebé y la sensación para Luan fue la misma, felicidad, mucha alegría. Emocionada fue hasta su papá y le dijo con mucho orgullo lo que hizo y cuando su respuesta fue una felicitación, Luan supo que hacer reír a la gente era algo que solo traía cosas buenas. Aunque más pronto que tarde se dio cuenta de que no era tan sencillo como creía, hacer reír a un bebé era muy sencillo, casi tanto como hacerlo llorar, pero a sus hermanas mayores solía exasperarlas antes que hacerlas reír, mientras que a sus padres no parecía tener la habilidad para ello. La practica hace al maestro, así que Luan comenzó a practicar, debía aprender cómo hacer reír a bebés, a niñas de su edad, a niñas mayores y a sus padres. Eran públicos completamente diferentes, pero Luan era aun pequeña y no conocía de limites o de trabas. Afortunadamente su familia tenía ambas demografías para probar sus nuevos chistes, rutinas o diálogos frente a ellos y hacer ajustes, no le gustaba admitirlo, pero no tenía a nadie más para pedirle ese tipo de favores. Aunque una gran actriz y con una labia envidiable sobre el escenario, Luan era una chica tímida que prefería no estar en grupos grandes de gente ni tampoco convivir mucho con otras personas.

 De entre su familia, era Luna su hermana favorita, por mucho y sin lugar a dudas. Ambas estaban metidas en actividades de entretenimiento después de todo, además de que Luna era la hermana más cariñosa de todas, al menos con ella, y después de Leni, claro está. Sin mencionar el evidente hecho de que ambas compartían habitación. Por ello para Luan la compañía de otras personas le era difícil de aceptar, no la necesitaba de ninguna forma. Tenía dos amorosos padres que le brindaban su apoyo, una hermana mayor inmediata que se había vuelto su más grande confidente y mejor amiga, y una tonelada de hermanas de diferentes edades y con diferentes personalidades, eran una familia enorme y bastante diversa, por ello Luan no creía necesario combatir su timidez natural ante otras personas. Su excusa favorita para evitar aquello era decir que debía ahorrar energías, convivir con otras personas haría que su batería social se agotara y terminaría por dar una mala actuación cuando este frente al público. Todos en su familia sabían que eso era una excusa, pero preferían darle cierto espacio a Luan, entendían que fuera algo tímida, en especial con los hombres, después de que de manera repentina su pecho comenzara a crecer bastante y con ello llamara la atención de muchos curiosos que parecían no tener noción de lo que era la discreción. Eso solo encima de su ya natural timidez, la cual de alguna forma era imposible de ver cuando estaba en un escenario.

 Pero a pesar de lo divertido y entretenido que fue aquel paseo familiar, Luan no pudo estar libre de preocupaciones. Desde la primera noche tuvo que enfrentarse a una situación que era nueva para ella. En medio de la noche, rodeada por sus hermanas y levantándose del piso en el que acomodaron algunas cobijas, Luan despertó con la intención de tomar algo de agua, a pesar del frio que hacía, estando ella en medio de todas sus hermanas había conseguido acalorarse bastante, tanto como para dejar su garganta seca. Pero de regreso y al intentar tomar su lugar de nuevo, fue que noto la ausencia de una de sus hermanas, la que mas quería y con quien ella sentía una conexión especial, Luna. Sabía que no podía estar ocupando el baño, pues de ser ese el caso podría ver debajo de la puerta del mismo la luz encendida, cosa que no era así. Tampoco creyó que subiera a la planta alta de la cabaña, ahí estaba solo una habitación que su abuelo y la tía Ruth ocupaban y Luna no era tan delicada como para que dormir en el suelo la obligara a buscar un lugar más cómodo. Sin el mas mínimo ápice de preocupación, pues sabía que su hermana mayor podía cuidarse sola perfectamente, pero si con una enorme curiosidad, salió silenciosamente de la cabaña esperando encontrarla sentada quizá en el pórtico o tal vez cerca de los restos de la fogata. Era una noche algo fría, especialmente en esa zona tan cercana a un cuerpo de agua tan grande, pero llevaba puesta una chaqueta que pertenecía a alguna de sus hermanas y que era bastante cálida, por lo que confiada en que la encontraría en las cercanías, camino sobre el sendero cercano. Seguramente Luna salió en busca de inspiración, solía hacer eso, no era una muy buena escritora, pero Luna solía tener grandes ideas cuando conseguía pasar suficiente tiempo sola o en silencio, a diferencia de Luan, quien necesitaba de usar sus audífonos con música de su agrado para poder concentrarse en crear algo de material nuevo.

 Mientras caminaba entre los árboles, tratando de encontrar a su hermana en algún lugar, al fin la encontró sentada muy cerca del lago, también tenía algo que la abrigara, por lo que aquella era una preocupación menos para Luan. No se acerco demasiado, seguramente era como lo pensó y Luna estaba tratando de inspirarse en aquel lugar que aunque muy ruidoso por culpa del viento que silbaba con fuerza al pasar entre las copas de los árboles y los insectos que parecían cantar con todas sus fuerzas, al menos era muy solitario, especialmente a esa hora, sea cual fuera. Para evitar interrumpirla pensó que lo mejor sería solo esperar por ella a la distancia, desvelarse un poco valía la pena si era por esperar a Luna. Duro suficiente tiempo esperando por ella como para que terminara por ponerse en cuclillas para descansar un poco sus pies del cansancio de estar de pie, también fue el tiempo suficiente para que Luan se quedara maravillada por Luna, en todo ese tiempo ella no se movió en absoluto, ni un centímetro, desde la distancia en la que estaba incluso parecía que no respiraba. Parecía estar muy concentrada en lo que sea que estuviera pensando pues ni siquiera las ráfagas de viento parecían calar en su delgado cuerpo.

 Pero la fascinación que Luan sentía al ver a su amada hermana se desplomo con fuerza cuando repentinamente la escucho llorar. Comenzó únicamente con unos pequeños espasmos en su cuerpo, y de un momento a otro Luna parecía estar aprovechando aquel solitario lugar para llorar sin contenerse dejando que solo su reflejo sea testigo de aquello. Su reflejo y Luan, quien a lo lejos la veía sin hacer notar su presencia. Era incapaz de pensar en que es lo que debía hacer, Luan jamás antes había visto así a Luna, lo normal era que fuer Luna quien consolara a Luan cuando lloraba como una niña pequeña al sentirse frustrada cuando algo que quería hacer no resultaba como quería. Y aunque Luan sabía que su hermana mayor también lloraba en ocasiones, siempre lo hacía a solas, y de manera silenciosa, lo hacía para no preocupar al resto, lo sabía porque mas de alguna vez la vio hacerlo de esa manera, algunas veces en el baño, otras en el ático y en casos especiales en el jardín trasero de la casa. Nunca habían sido llantos muy emotivos, al igual que Luan, su hermana mayor solo lloraba ante la frustración causada por ser parte de una banda y tener que imponer sus ideas o dar el brazo a torcer ante otro miembro con tal de mantener la armonía y siempre en silencio, tratando de mantener aquel acto suyo de chica ruda que tanto la enorgullecía. Por eso Luan no supo que es lo que debería hacer, podría ser que lo mejor para Luna sea que ella se acerque y le pregunte si estaba bien, pero también podría ser que eso la moleste, después de todo Luna estaba haciendo eso a solas, quería privacidad. Pero era su hermana favorita a quien veía en aquel vulnerable estado, por lo que cuando su llanto se hizo incluso más intenso, Luan no puedo evitar apresurar el paso y acercarse a ella, abrazándola por detrás y diciéndole que todo estaría bien. Luna no dejo de llorar en ningún momento, después de sentir el abrazo de Luan, ella simplemente volteo a verla para corresponder el abrazo y seguir llorando con la misma intensidad, pero ahora tratando de ahogar su quebrada voz.

 Luan lo intento, dio todo de sí para tratar de hacer que su hermana dejara de sentirse tan destrozada como aparentaba estarlo, pero no lo consiguió, Luna lloro bastante aquella noche y por ningún motivo intercambio palabras con ella. Pregunto un par de veces por aquello que la afligía tanto, pero Luna no respondió en ningún momento, en realidad a Luan aquello no le parecía raro del todo, su hermana mayor era alguien sentimental y hasta cierto punto algo aprensiva, quizá por eso amaba tanto la música, era su forma de expresar más tranquila y abiertamente sus emociones, pero también era alguien que se sentía obligada a ser fuerte, al menos frente a sus hermanas. Por ello Luan decidió no presionar más haciendo preguntas, solo acompaño a su hermana mientras esta lloraba, y una vez Luna estuvo satisfecha, ambas volvieron a la cabaña y se recostaron la una al lado de la otra, con Luan abrazando de manera compasiva a su en ese momento frágil hermana mayor. La mañana siguiente Luan tuvo un desagradable dolor de estomago todo el día causado por ver a su hermana actuar como si todo lo que paso la noche anterior no hubiera ocurrido, sentía que debía ayudarla, pero no tenía la menor idea de que es lo que debería hacer. Su hermana mayor estaba sufriendo por algo y aun así pretendía que todo estaba bien frente a la familia, conociéndola era fácil para Luan pensar que quizá esto tenía ocurriendo ya bastante tiempo y de no ser porque la encontró llorando, seguiría sucediendo sin que nadie lo note. Su pecho se retorcía ante la tristeza que le daba ver a su hermana en aquella situación, y su estomago lo hacía ante el enojo e impotencia de no saber qué es lo que debía hacer. Al final, pasaron una noche extra en aquel lugar, un total de tres noches, las cuales Luna uso para llorar en el mismo lugar, alejada de la familia, por supuesto tanto la segunda como la tercera noche Luan estuvo con ella, no pensaba dejarla sola ahora que había visto ese lado de ella. Era su turno de retribuir todo el apoyo y soporte que Luna daba a sus hermanas y en especial a ella, y aunque no tenía idea de que es lo que debería hacer, sabía que bastaría con quedarse a su lado, en algún momento Luna se sentiría mas cómoda al respecto y le hablaría de su problema, le pediría ayuda y Luan se la daría sin titubear.