Negro Claro
Una vez más el ático de la casa era el sitio que resguardaba a la hija con la apariencia más exótica de la familia, sentada en su rincón favorito y apreciando sus posesiones mas valiosas, las cuales guardaba en ese lugar, dentro del cajón de un viejo mueble que ahí estaba y usando un pequeño candado para evitar fisgones. No tenía muchas pertenencias, pero aquellas que guardaba en el ático eran por mucho las más preciadas que tenia. A pesar de que su familia la amaba y también le daban tanto apoyo como podían, para ella era complicado sentirse agradecida con ello, al menos no de inmediato, como en cada cosa que hacía, debía tomarse su tiempo para reflexionar sobre lo que sentía y entonces estaría segura de que realmente lo sentía.
Desde su nacimiento Lucy fue una niña retraída y mayormente silenciosa, parecía ser su naturaleza, daba igual lo que hiciera o lo que le pasara, siempre permanecía estoica y tranquila ante todo, o al menos ante la mayoría de las cosas que le tocaba vivir. Nacida con una enfermedad tan particular como la que tenia, su día a día era por momentos complicado, pero su vida era casi completamente igual a la de los demás. Su única preocupación era mantenerse alejada del sol tanto como fuera posible para evitar lastimar su delicada piel y más aun sus muy débiles y delicados ojos. Era esa la razón de que tuviera tanta predilección por permanecer en casa, sola, pensando en su vida y reflexionando sobre si la misma era o no una buena vida. Sabía perfectamente que la suya estaba muy lejos de ser una mala vida, pero aun se cuestionaba si en realidad la suya era una buena vida, pues cuestionarse sobre ser o no una buena persona era algo que dejo de hacer hace tiempo, sabia perfectamente que la respuesta era negativa ante aquella cuestión.
Acomplejada tanto por el tono de su piel, como por el color de su cabello, Lucy era una niña que prefería no ir a la guardería o asistir al preescolar, lo cual causo muchos problemas a sus padres, quienes debían organizarse para poder llevarla con ellos a sus trabajos, cosa que a ninguno de los dos se le prohibía, pero si les hacia mas difícil realizar sus tareas. Cuando tenía cuatro años, ella comenzó a pasar mucho tiempo con Lincoln, su hermano mayor, de todos los miembros de la familia él era el único que no le hacía preguntas constantes y que también parecía mostrarle una verdadera empatía por su condición física. En realidad ambos hermanos gemelos mayores a ella le mostraban mucho apoyo sincero ante las inseguridades que Lucy mostraba respecto a su apariencia, después de todo, aunque no en el mismo grado, los tres compartían esa peculiar característica, la menor solo había tenido la mala fortuna de que su condición fuera algo más delicada que con sus hermanos. Pero de entre los dos mayores era Lincoln quien le parecía el más amable y cuidadoso con ella, por lo que prefería pasar su tiempo con él, se sentaban en el sofá y veían películas en el televisor, a veces por horas, mientras Lincoln se emocionaba, gritaba y se asustaba con las escenas, Lucy se limitaba a acompañarlo solo para estar con él, eso era suficiente, además las películas que él veía eran bastante entretenidas, por lo que podía divertirse también con aquella actividad.
—Esta película es genial, te va a gustar mucho— dijo el pequeño Lincoln, escogiendo una de entre las tantas que componían su colección personal—. Tú te pareces al sujeto malo de la película.
—Dijiste que me parecía al malo de la película— afirmo Lucy, una vez que aquella película termino y a la cual le puso toda su atención tras escuchar lo que su hermano había dicho, pero llevándose una enorme decepción con lo que vio en pantalla—. Yo soy una niña y el es un señor viejo, además la película era aburrida.
—Déjame explicártelo mejor— dijo Lincoln después de pasar algunos momentos tratando de minimizar el berrinche que su hermanita de cuatro años había comenzado a penas la película termino—, no quería decir que tú te vez como un señor anciano. Son iguales porque ninguno de los dos puede salir a ver el sol o se quemaran.
Lincoln hablaba de un vampiro, un monstruo del cual Lucy nunca había escuchado antes, pero del cual se enamoro en seguida. Ciertamente Lucy se sentía identificada con aquel ser mitológico que debía alejarse del sol, salir solo por las noches y habitar lugares oscuros. Un par de días después Lincoln la invito a ver otra película de vampiros y eventualmente Lucy termino por obsesionarse con aquel tópico, mientras Lincoln pasaba unos agradables momentos jugando con ella en sus fantasías vampíricas. En algún punto, su madre le sugirió teñir su cabello debido a lo mucho que a Lucy le molestaba su color, por lo que al igual que algunas de sus hermanas, optaron por el color rubio intenso del que la mitad de la familia ostentaba, cosa que no molesto a Lucy, de hecho la hizo sentir mucha más confianza, sin embargo aun debía llevar esa incomoda y vergonzosa ropa extra para cubrir su delicada piel, por lo que su estado acomplejado permanecía en ella. Todo fue diferente cuando Lincoln le dijo que había visto un grupo de chicos que se vestían de forma genial, todos eran mayores y parecían ser gente mala, pero era cierto que se veían geniales, con el maquillaje en sus rostros parecían estar enfermos, lucían como zombis, algunos de ellos incluso como los vampiros que veía en las películas o como las descripciones que leía en los libros que recientemente había comenzado a conseguir.
Lucy termino por enamorarse de aquella forma de vestirse y por aquella forma de ver el mundo que tenían esas personas a pesar de no sentirse realmente identificada con ellas, y fue su hermano mayor quien la apoyo con esa nueva faceta suya, ayudando a convencer a sus padres de permitirle vestir aquellos oscuros colores y leer aquellos siniestros libros. En algún momento Lucy incluso se decidió por hacer poesía, la mayoría de los libros que leía contenían algún poema entre paginas como parte del mismo, y leerlos le hacía sentir que eran sus emociones las que se expresaban en aquellas palabras, por lo que decidió intentarlo ella misma. No consiguió ser una con sus propias emociones, tampoco consiguió entenderlas, pero ahora al menos podía expresarlas a través de esos poemas que escribía, los cuales también se habían convertido en su excusa favorita para pasar tiempo con Lincoln. Podía ir con él y pedirle ayuda con sus poemas, no importaba como, a veces solo pedía una rima, en otras una opinión después de una rápida lectura, ocasionalmente le pedía coautoría en algunos e incluso también le pedía ideas para nuevos poemas. Pero lo que más disfrutaba hacer Lucy al lado de su hermano mayor, era subir con el al ático de la casa para que estando solos, él le contara anécdotas suyas, ya sea con alguna de sus hermanas o con el recientemente conseguido amigo con el que compartía clases.
Lo importante era pasar tiempo junto a su hermano mayor a quien quería con todo su corazón y a quien hasta ese momento consideraba como su hermano favorito, pero cerca de un año después las cosas cambiaron y mucho. Lucy no entendía porque, pero su hermano lentamente se convertía en alguien malo con ella, la alejaba, le gritaba cosas horribles y, aunque nunca le levanto la mano en señal de agresión, en más de una ocasión pareció estar dispuesto a hacerlo. Aquel amoroso y comprensivo hermano mayor desapareció, pero Lucy no perdió la esperanza de recuperarlo, todo estaría mejor, al menos eso es lo que sus padres dijeron. Lincoln debería visitar a un medico especial en el hospital y con eso el volvería a ser el de antes, la persona amable y sonriente que las amaba y que siempre estaría para ellas sin importar lo que sucediera. Lamentablemente aquello no sucedió como lo esperaban, Lincoln dejo de ser un monstruo agresivo y mal hablado, pero jamás recupero su sonrisa y sin dar una razón clara, el simplemente comenzó a alejarse de Lucy, de todas ellas.
La paciencia de Lucy había llegado a su límite, esperar no parecía arreglar el problema y de hecho parecía que solo empeoraba las cosas, tal como Lincoln lo quiso, Lucy le dio su espacio para que el pudiera pensar, sentir y entender todo lo que estaba en su cabeza al igual que él lo hizo por ella en muchas ocasiones. Pero a pesar de que Lincoln mejoro mucho su problema de ira, tanto como para parecer que había perdido aquella emoción, su amabilidad y su felicidad también parecieron desaparecer, ya no era el niño servicial y atento que solía ser, se convirtió en un niño callado que siempre hacia lo que le decían, pero que nunca quería hablar, hasta que lentamente el resto de hermanas terminaron por hartarse de aquella actitud y decidieron castigarlo. Lucy seguía siendo solo una niña pequeña e incapaz de entender sus propios sentimientos, por lo que tratar de entender los sentimientos de otras personas le resultaba aun más complicado, pero ella no dejo de intentarlo nunca, quería saber porque su hermano ahora estaba en esa situación y también quería entender porque sus hermanas parecían tan empecinadas en alejarlo cuando era tan obvio lo mal que Lincoln la pasaba estando completamente solo.
Ese no sería el día en que comenzaría a ser proactiva con aquel problema, en su lugar estaba encerrada en el ático muy atemorizada y preocupada, recordando lo buen hermano que era Lincoln y lo malas hermanas que habían sido ellas con él. Sin importar si era con la intención de hacerlo o no, todas habían conseguido aislar a Lincoln del resto de la familia y el se había encargado de convencerlas de que no estaba mal. Pero claramente estaba mal, ella pudo verlo en muchas ocasiones, incluso pudo escucharlo en algunas, siempre solo en su habitación, haciendo lo posible porque nadie lo note al llorar, escondiendo a todos lo que le hacía sentirse de esa manera. Pero no esta vez, el llego temprano a casa, en malas condiciones, todo en el parecía que había sido golpeado o magullado, ella estuvo presente, pero como en la mayoría de los casos, nadie la noto. Lo usual seria que ella simplemente se acercara y hablara para hacerse notar, seguramente asustando a sus hermanos con ello, pero esta vez no lo hizo así. La impresión que Lincoln dejo en ella, especialmente cuando lo vio llorar por el dolor en su pie, la hizo huir a su lugar seguro para refugiarse. Era la primera vez que Lucy veía a su hermano mayor romperse de esa manera, lo había visto muchas veces explotar en enojo, algunas veces lo llego a escuchar sollozar a solas, pero nunca antes lo había visto llorar así. Quería olvidar aquella imagen, así que tomando las cosas de su cajón en el ático, comenzó a recordar las cosas buenas que su hermano hizo por ella, evadiéndose de el mal aspecto en el que lo había visto.
Lila Restaurador
A pesar de su corta edad, Lily tenía un entendimiento muy completo y amplio de su mundo y de las cosas que la rodeaban, más aun de las personas que representaban a su familia e incluso de los roles que tenían. Al ser un bebé que apenas estaba rondando los dos años de edad, ella no debería tener aun la capacidad de generar memoria autobiográficas y mucho menos de tener la capacidad de generar ideas complejas en su mente que reflejen conocimiento basado en experiencias, pero de alguna manera ella podía hacerlo. Por supuesto, la memoria es bastante frágil y suele ser alterada con facilidad, por lo que Lily siendo una pequeña bebé, sufría mucho mas ante aquel inconveniente, teniendo recuerdos muy ambiguos que muchas veces se perdían ante su incapacidad de darles una narrativa concreta. Pero aquello no molestaba a la pequeña, quien era feliz aun siendo bebé y no tenía la necesidad de recordar nada aun, le bastaba con poder reconocer con facilidad a sus padres y de recordar con dificultad las actividades que tenia con ellos.
Lily de hecho era capaz de recordar con mucha precisión el rostro de todas sus hermanas y el nombre de alguna de ellas, así como el de ambos padres. Sin lugar a dudas los primeros en ser guardados dentro de ella fueron los nombres de mamá y papá, los cuales son mamá y papá. Así es como ellos se dicen el uno al otro cuando están con ella dándole cuidados y jugando para entretenerla. También era capaz de recordar con mucho detalle el rostro y nombre de su hermana mayor inmediata, aunque con ella era difícil escoger pues todos en la casa la llamaban Lisa, pero cuando la niña estaba en su habitación compartida, hablando sola con voces extrañas que salían de la nada, la llamaban Elisa. En cualquier caso, Lisa era seguramente la persona que Lily quería mas que a nadie después de sus padres, pues así como ellos, Lisa siempre estaba disponible para atenderla y para pasar el tiempo con ella, le daba cuidados, la atendía, le hacia la vida más fácil y siempre le decía cosas muy bonitas para hacerla feliz. El cuarto rostro que Lily podía recordar junto a su nombre, era el de Leni, la chica mayor que no jugaba tanto con ella como Lisa, pero si tenía tanto cuidado con ella como mamá. El resto de sus hermanas podía reconocerlas por su rostro, pero aun no pasaba tiempo suficiente con ellas para saber cuáles eran sus nombres, pero aquello no era importante, mientras pudiera reconocer a las personas que eran su familia y a las personas que cuidaban de ella cuando no había nadie de su familia, aquellas que habitaban ese lugar llamado guardería, era suficiente para Lily, quien no debía preocuparse por nada que no fuera simplemente reír para mostrarse feliz ante los que quiere y ocasionalmente llorar ante situaciones que no la hacían sentir feliz.
Pero esa noche algo diferente paso, una conversación despertó a Lily y pudo ver a su querida Lisa hablando con alguien a quien le era difícil de reconocer. Sabía que había visto ese rostro antes, pero no era capaz de saber quién era el realmente. Era su cabellera la que consiguió recordar y la hizo sentir tranquila, aquel blanco cabello a pesar de todo, le despertaba memorias a la pequeña, quien en un intento de entender mas lo que sucedía y en una gran muestra de independencia y autonomía, consiguió ponerse de pie por sí misma, usando como apoyo la misma cuna en la que dormía hasta hace unos momentos. Aquel chico y Lisa hablaban de algo, aunque ella no entendía del todo lo que era, simplemente los veía, especialmente al chico, no podía recordar su rostro en absoluto, pero si recordaba haber visto ese hermoso cabello blanco recorrer algunos lugares de la casa de vez en cuando. Aunque no eran iguales, el cabello del chico le recordaba al cabello de su madre o al de su hermana Leni, por lo que la hacía sentir feliz.
El chico estaba atento a Lisa, así que cuando Lily extendió sus manos pidiéndole que la cargue, el no pudo darse cuenta, ella quería estar en brazos del chico para que, al igual que lo hacía con su mamá o con Leni, pudiera jugar con su cabello que le llamaba tanto la atención. Al sentirse ignorada, la pequeña pensó en hacer un pequeño berrinche para así poder llamar la atención del chico y conseguir que el la cargue en brazos, eso siempre funcionaba con el resto de la familia y con las personas de la guardería. Pero antes de comenzar con sus quejidos y lloriqueo, Lily noto con más detalle el rostro del chico, no estaba feliz, por el contrario, el chico parecía estar llorando, sus ojos estaban llorando y eso la puso triste. Siempre que veía a alguien sonreír, eso la hacía sentir feliz, pero siempre que veía a alguien llorar, la hacía sentir también triste y capaz de llorar. Lily jamás pensó en porque es que eso sucedía, después de todo solo era una bebe, no llegaba a tener pensamientos complejos, solo sabía que así eran las cosas para ella. Y ver a aquel chico llorar la hizo pensar que ella debería de llorar también.
Pero el chico siguió sin prestarle atención, estaba atento a lo que sea que Lisa estuviera diciendo y de un momento a otro el simplemente camino, estaba a punto de salir de la habitación y dejar a la bebe algo confundida, pues no sabría como sentirse si eso llegaba a pasar. Lisa le dijo algo al chico nuevamente y de un momento a otro el sonrió, fue una sonrisa hermosa, tanto como Lily podía recordar que eran las sonrisas que Leni tenía siempre que estaban juntas. Aquello la puso muy feliz, había olvidado por completo que estuvo a punto de llorar y, aunque no llego a sentir que quería reír, en su rostro se dibujo una sonrisa enorme en respuesta a la que el chico puso después de escuchar a Lisa. Entonces el chico de cabello blanco, quien aun tenía algunas lagrimas en los ojos, al fin volteo a verla, lleno de felicidad y regalándole aquella hermosa sonrisa que le hacía sentir tan feliz. Lily muy emocionada simplemente hizo más grande su sonrisa mientras una graciosa sensación le hacía cosquillas en el estomago, consiguiendo que sus pies cedieran y haciéndola caer sentada sobre la cuna, no dejando en ningún momento de corresponder aquella bella sonrisa que el chico de cabello bonito le estaba dedicando.