Por mucho que lo intentara, estudiar en esas condiciones era por demás absurdo, no estaba lo suficientemente cómoda ni tampoco podía usar correctamente sus útiles. Leer aquel libro de texto que tomó prestado de la biblioteca de su universidad no era algo difícil, de hecho era bastante sencillo tomando en cuenta que todo su contenido era ya bastante bien conocido por ella, pero de alguna manera cambiar de página usando aquellos gruesos guantes que llevaba puestos era muy complicado pues las hojas del libro resbalaban al contacto con la tela de los guantes. De la misma manera, al sujetar su bolígrafo para poder apuntar algunas ideas en su pequeña libreta era muy frustrante, pues una vez más sus guantes hacían que lo que sujetaba se resbalara con bastante facilidad, haciéndole engorroso poder tomar apuntes.
Pensó que sería buena idea llevar un bolígrafo y libreta pues al usar sus guantes era incapaz de usar su teléfono, donde normalmente hacia sus apuntes escolares, pero aquello probó no ser una buena idea; o como mínimo probó que Amanda necesitaba comprar otro tipo de guantes, aquellos que tienen en las yemas de sus dedos los parches de tela que le permiten usar las pantallas táctiles de los teléfonos. Pero aún teniendo aquel tipo de indumentaria, existía otra razón por la que Amanda era completamente incapaz de concentrarse en su pequeña sesión de estudio, era el inmenso y arremetedor frio que sentía en esos momentos, tan brutal y doloroso. Aunque había escuchado sobre la presencia de un frente frio, le parecía ridículo que la sensación térmica en esos momentos era similar a la que se sentía en los días mas fríos del año, a pesar de no haber nevado ese día y solo tener unas deprimentes nubes grises sobre ella. El colmo para ella fue que, a pesar de estar vistiendo una bufanda que cubría su boca para mantener su aliento y su respiración calientes, de su nariz comenzó a gotear un poco de líquido, un par de gotas que mancharon su pequeño cuaderno.
Daba igual si Lesly se molestaba o no, con ese intenso frio ellas debían irse cuanto antes pues de tardar más tiempo en regresar seguramente la señorita Hepburn la regañaría por dejar que Lesly se exponga a un clima tan inclemente como ese. Se suponía que solo la llevaría fuera de casa un rato mientras le daba "La Charla" ahora que ella había llegado a esa edad, y aunque de hecho cumplió con ello, pasando un buen rato haciendo incomodar a la pequeña, aquel acuerdo con ella debía terminar ahora. Lamentaba mucho hacerlo, pero aunque el plan fue darle aquella platica especial y después tomarse un rato de la tarde esperando toparse a Lincoln, con el frio presente era algo que no quería hacer, aun si eso molestaba a Lesly.
Comenzó a guardar las pocas cosas que sacó de su bolso y se puso de pie para dirigirse hacia los columpios, notando como aquellos chicos parecían hablar de manera amena. Para Amanda era reconfortante ver cuando ellos dos se encontraban de aquella forma, pero esta vez el frio había calado profundamente en ella, por lo que no se tentó el corazón al momento de anunciar su partida.
—Lesly, es hora de irnos.
—¿Tan pronto?— preguntó la albina, acomodando nuevamente su bufanda y volteando su rostro en dirección a donde escuchó la voz.
—Fue tiempo suficiente, Lesly. Además este frio no es normal, diría que incluso esta helando, si seguimos aquí ambas terminaremos enfermas y también recibiremos un regaño de la señorita Hepburn.
—Pero aún no termino de hablar con Lincoln— replicó la niña, dejando escuchar en su tono de voz aquella suplica que le pedía a su mayor le tuviera compasión—, hay algunas cosas que quiero decirle. ¿No podemos esperar un poco más?
—Por supuesto que no— dijo Amanda, de forma contundente—, este frio es absurdo y no quiero que te enfermes. Ya vendremos en otra ocasión cuando el frio no sea tan insoportable. No puedo creer que en cuestión de cuarenta minutos la temperatura haya bajado tanto. ¿Acaso no tienes frio?
—Pues… si, hace mucho frio. Supongo que tienes razón, podemos venir otro día. Lo siento mucho Lincoln, supongo que nos veremos en otra ocasión.
—No hay problema, Lesly. Creo que si hace demasiado frio como para seguir aquí afuera, deberíamos volver. Si no tenemos cuidado podría empezar a nevar sin que nos demos cuenta.
—No creo que eso pase, no dijeron nada de eso en las noticias. Solo dijeron que sería un día muy frio y que mañana y los dos días siguientes seguramente sean iguales o peor. Espero que para el siguiente fin de semana mejore un poco el clima, si es así podríamos vernos, ¿Qué dices?
Lincoln titubeo bastante ante aquella pregunta, tanto como para que su conducta fuera muy evidente para Amanda y su silencio lo fuera para Lesly. El tenía planeado usar esa reunión para decirle muchas cosas a Lesly, o al menos para poder decir adiós de una forma decente a su única amiga. Pero sus planes apuntaban directamente al día siguiente, por lo que una reunión la siguiente semana estaba completamente fuera de cualquier plan para Lincoln.
—No se hagan muchas ilusiones— agregó Amanda—, con este frio la señorita Hepburn no traerá a los niños al parque en un buen rato. Igual que el año pasado, quizá pase al menos un par de meses antes de que ella considere volver aquí.
—Puede ser— replicó Lesly, dejándose ver algo desanimada con ello.
—No te preocupes Lesly, es normal que esto pase. Hoy hace demasiado frio, y seguramente seguirá así hasta que el invierno comience.
—Bien, supongo que pasaremos mucho tiempo sin vernos otra vez.
—Por desgracia así será.
—Al menos pude hablar contigo de lo que más me molestaba, así que ya estoy más tranquila. Fue bueno escucharte decir todo eso Lincoln, gracias por eso y por escucharme de nuevo.
—No hay problema, Les. Siempre que pueda, estaré contigo para escucharte.
—La próxima vez también me gustaría escuchar alguna historia tuya. Hace mucho que no me cuentas nada de ti.
—La próxima vez— Lincoln debió pausar un momento, su voz se había quebrado un poco y tuvo que recomponerse—… hace demasiado frio, quizá deberíamos volver a casa.
—¿Vas a estar bien, Lincoln?— preguntó Amanda, presa de la curiosidad que tenía por aquel chico en ese momento.
A pesar del intenso frio que podía sentirse, Lincoln llevaba únicamente una sudadera que aún cuando parecía abrigarlo bien, era también insuficiente para protegerlo del inclemente clima que los rodeaba. Sin mencionar que el chico no estaba usando guantes ni tampoco una bufanda, y aquel pantalón que vestía era de mezclilla, por lo que no era muy cálido en esas circunstancias. Además de aquello, Amanda podía ver también los artilugios que estaban colocados junto al columpio en que el chico estaba sentado, ambos muy aparatosos y sin duda algo difíciles de transportar.
—Voy a estar bien, Amanda. No tienes nada de qué preocuparte.
Una vez más Lincoln mostraba esa sonrisa confiada y actitud tranquila que para Amanda era tan encantadora, pero que con el paso del tiempo desentonaba cada vez más con la apariencia del chico, quien justo en ese momento se veía bastante mal, a su parecer. Aquella ropa que aún cuando se hacía evidente que era nueva, era al menos un par de tallas por encima de la de Lincoln, con aquel maltratado cabello el cual estaba completamente desarreglado y cortado sin ninguna forma. Sus manos en un estado desagradable debido a la resequedad y quemaduras por el frio, su rostro claramente afectado por el frio, especialmente en la comisura de sus labios, y mostrando aquellas evidentes ojeras bajo sus ojos. Lincoln había cambiado mucho desde la última vez que lo vio, pero era algo que había estado ocurriendo desde la primera vez que supo de él.
***
Bastante cansado por culpa del trabajo matutino y también algo entumido por culpa del frio, Lincoln caminaba de forma desganada y lenta de regreso a casa. Normalmente habría esperado en el parque a que se hiciera más tarde y así regresar a casa después de la cena, pero adelantó su regreso ya que Amanda parecía preocupada por él, sin mencionar, claro, el hecho de que la temperatura parecía bajar de manera constante desde que comenzó la tarde. Un par de grados menos y el frio sería igual al que se puede sentir los nevados días de invierno.
El día, desde muy temprano, había mostrado un color gris bastante deprimente y las solitarias calles causaban un silencio bastante intimidante, pero Lincoln estaba más concentrado en el molesto y repetitivo ruido que causaba la podadora que empujaba por las disparejas banquetas de camino a casa. Pensaba un poco en su reencuentro con Lesly, pues a pesar de que pudo conseguir verla, no había conseguido decirle aquellas cosas que tenía planeadas. No se sentía realmente mal por eso, de hecho, para Lincoln era un pequeño alivio no tener que dar una despedida cursi y emotiva a la chica que tanto aprecio le tenía. No quería preocuparla ni tampoco quería engañarla sobre ese tema, así que era más fácil simplemente irse sin tener la oportunidad de decir aquello.
Estando ya en la misma cuadra en la que su hogar se encontraba, Lincoln pudo escuchar con mucha claridad un pequeño escándalo más adelante, aquel ruido provenía, como no podía ser de otra forma, de su casa. Algunos gritos y ruidos estridentes eran lo que más sonaba en medio de aquel bullicio y mientras más se acercaba más fácil era distinguir lo que sucedía.
Sus padres no estaban en casa y hasta donde recordaba, Lynn tendría partido de tenis esa tarde, por lo que Lori y Leni estarían acompañándola, así que aprovechando eso fue que Luna decidió montar aquel improvisado concierto en la cochera de la casa. Era algo que hacía muy de vez en cuando pues sus padres preferían no molestar a los vecinos más de lo que de por si su familia conseguía hacerlo, pero al no estar ellos, y ser Luna la mayor en casa, seguramente se dio a sí misma el permiso para ello. La voz de Luna era tan genial como recordaba y la música que tocaba, junto a sus compañeros, era muy estruendosa, pero también entretenida.
Con cuidado y mucha discreción, Lincoln se acercó a la puerta de la casa, haciendo lo posible por no ser visto pues el grupo de gente frente a la cochera era notable. Le gustaría quedarse en aquel lugar y continuar escuchando a su hermana, pero aún había una cosa más que quería hacer antes de regresar a su cuarto y dormir un rato. A plena vista, Lincoln dejó la podadora y las enormes tijeras de jardinería, junto a la entrada de la casa, justo al lado de la vereda para que no estorbaran pero al mismo tiempo fueran bastante visibles. Confiaba en que nadie las robaría y esperaba que al volver las encontrara ahí mismo para poder guardarlas en la cochera una vez su hermana terminara con aquel pequeño concierto improvisado que estaba dando. Después, tratando de evitar ser visto por su hermana mayor, rodeó la casa por la parte trasera y se dirigió al centro del pueblo pues aprovechando lo temprano que aún era, haría una de las dos únicas compras que le quedaban pendientes.
En ese punto el escurrimiento nasal de Lincoln era ya muy molesto y constante, pero lamentablemente él no tenía algún pañuelo o papel para poder sonar su nariz, así que tuvo que sorber su mucosidad todo el camino hasta el centro comercial. Afortunadamente aquel lugar tenía acceso libre a los baños, dándole la oportunidad de asearse con el pudor requerido y también de templar su temperatura gracias a la calefacción del lugar. Una vez listo, Lincoln comenzó a recorrer el centro comercial con calma, sabía a que local en ese lugar debería dirigirse para comprar lo que quería, pero no sabía su ubicación. En realidad Lincoln solo había escuchado que había una tienda nueva dentro del centro comercial porque lo escuchó de algunas desconocidas en el parque grande. Pero no había problemas, a pesar de tener dos pisos, el centro comercial no era realmente grande, como mucho en quince minutos podía recorrer el primer piso y en un poco menos el segundo, buscando aquella tienda en especifico.
Aunque en teoría aquella compra sería sencilla, a Lincoln le tomó casi una hora escoger aquel que terminaría siendo un regalo. La persona que atendía la tienda, un chico que parecía ser solo un par de años mayor que él, fue muy paciente al atenderlo, y le dejó revisar todos los productos en su tienda con tanto detenimiento y atención como Lincoln creyó necesario. Era un regalo bastante simple y mundano, pero también tenía una importancia que Lincoln no quería minimizar, por lo que a pesar de visitar aquella tienda esperando una compra rápida, el tiempo que invirtió en ello terminó por ser mucho mayor. Aquello no era realmente malo, pues al final también debía encontrar la manera de perder algo de tiempo antes de volver a casa, pues aún cuando planeaba llegar un poco antes de lo habitual, tal como lo había estado haciendo esa semana, también esperaba hacerlo en un momento en que no tuviera que enfrentar a su familia. Se mantuvo sentado en una banca dentro del centro comercial, evitando el intenso frio que podía sentirse en el exterior y mirando aquel objeto que tenía entre sus manos. Una vez más compró algo que a su criterio era demasiado costoso, pero debía admitir que los materiales de los que estaba hecho eran a simple vista de mucha calidad. El chico de aquella tienda le explicó a detalle la variedad de productos que tenía, y ciertamente eligió una marca que era bastante costosa, pero que también dejaba ver con facilidad la calidad del producto. Lincoln estuvo tentado a aceptar el ofrecimiento del chico para colocar aquel regalo dentro de una caja y envolverla con algún papel con un estampado temático y un moño, pero no pensó que eso fuera necesario, el simple moño bastaría.
Volteó a ver al enorme reloj que la pantalla central de aquel centro comercial mostraba y supo que era un buen momento para regresar.
Guardó con mucho cuidado su regalo dentro de su mochila y caminó en dirección a su casa en aquella prematura oscuridad causada por las grises nubes que aparecieron más temprano ese día. El frio podía sentirse mucho peor ahora que una brisa había comenzado a circular por el pueblo y el cuerpo de Lincoln lo resentía bastante, pero no detuvo su marcha y trató de mantener su forma al momento de caminar, pues ahora que el frio calaba más en sus huesos, su pie izquierdo había comenzado a doler un poco.
Al regresar, Lincoln pudo ver la cochera abierta y las cosas que dejó aún frente a la casa, pero de todas las personas que vio antes ahí, ya no quedaba nadie. Con calma llevó la podadora y aquellas tijeras hasta la cochera y las guardó, esta vez de manera correcta, manteniéndolas de la misma forma en que las encontró cuando comenzó a usarlas. Había conseguido todo el dinero que necesitaba y no le daría más uso a aquellas herramientas. Cuando terminó, notando que no parecía que nadie necesitara nada más de aquel lugar, cerró la puerta de la cochera y caminó hasta la entrada de la casa. Dio un gran suspiro antes de abrir la puerta de aquella manera discreta en que siempre lo hacía, pero sabiendo que esta vez no sería solo una de sus hermanas la que estaría ahí para verlo.
En el sillón estaba Lori hablando por teléfono, se veía muy animada y parecía muy atenta a lo que le decían en aquella llamada. No se molesto siquiera en voltear a ver a Lincoln. Las gemelas subían las escaleras tomadas de la mano, parecían llevar prisa y no pudieron notar tampoco entrar a su hermano en la casa. En el comedor Lynn parecía estar estudiando, o quizá haciendo tarea, se veía bastante concentrada en ello y también algo desesperada, pero se dio un momento para levantar la mirada y ver a Lincoln, solo fue un par de segundos antes de que ella regresara su vista en dirección a su libro de texto. Por último estaba su gemela, a quien apenas podía ver pues estaba en la cocina, seguramente terminando de preparar la cena, podía deducirlo por aquel olor que percibía.
Con algo de prisa, atravesó la indiferencia de aquella casa con la intención de subir las escaleras. Estando arriba, lo primero que pudo escuchar de sus hermanas, además de aquellas respuestas que daba Lori en su teléfono, fue a su gemela dar un fuerte grito anunciando que la cena estaba lista. Lincoln apresuró el paso para evitar toparse con sus hermanas saliendo de sus habitaciones y terminó por encerrarse en su pequeño cuarto. No se molestó en ponerse cómodo o siquiera en quitarse su mochila, solo se quedo de pie unos momentos después de cerrar su puerta. Fueron un par de segundos antes de escuchar aquellos suaves golpes en la misma y abrirla de nuevo, tal como esperaba era su segunda hermana más pequeña.
—Cuida bien de Lily.
Fue lo único que la pequeña castaña de lentes le dijo a Lincoln antes de encaminarse a la cocina dando aquellos pequeños y silenciosos pasos. Desde donde estaba Lincoln podía ver con facilidad las puertas de las habitaciones de sus hermanas abiertas, era obvio que estaban ya todas abajo, esperando por su comida. Lincoln se relajó un poco y agradeció en su mente a Lisa por tocar a su puerta, aunque no había sido más que por una semana, la pequeña le había dado muchas libertades para pasar tiempo con Lily en esos días. Le permitía entrar en su habitación para jugar con la bebé y ocasionalmente también conversaba con él. Lo más destacable era precisamente esos momentos, donde todos bajaban a cenar y Lily quedaba al cuidado de Lincoln bajo el permiso de la pequeña genio.
Tratando de ignorar el dolor de su pie, Lincoln caminó hasta la habitación de Lisa para toparse una vez más con Lily despierta, parecía que la bebé ya no estaba muy interesada en dormir a esas horas, en su lugar esperaba a que Lincoln apareciera para recibirlo con aquella hermosa sonrisa, esperando a que el chico al fin se decidiera a cargarla, pues en todo ese tiempo él no había hecho eso.
—Hola, Lily— saludó Lincoln, quitándose al fin su mochila y hurgando en ella—. ¿No se supone que deberías estar dormida? Tienes suerte de que Lisa no te regañe por eso porque prefirió culparme a mí por el cambio en tus hábitos.
Lily fue incapaz de entender lo que su hermano mayor le dijo, pero verlo sonreír y escucharlo soltar una suave risa le contagió aquel buen humor, provocando en ella unas carcajadas por la emoción.
>>El día de hoy hace mucho frio— continuó el chico—, no entiendo cómo es que Lisa hace para mantener este lugar tan cálido, es extraño, ¿no lo crees? Pero da igual, lo importante es que no tienes que aguantar el frio que se siente fuera de casa. Mira mis manos, están hechas un desastre por culpa de eso y no tienes idea de lo incomodo que es respirar en esas condiciones. Se supone que el frio en esta época del año sea más tranquilo, pero Lesly dijo algo de un frente frio, así que supongo que es un caso especial o algo así.
Lily miraba atenta a Lincoln, pues aún sin entender lo que decía, entendía aquella forma juguetona y casi cómica en que lo hacía, lo cual le parecía divertido.
>>Pero mira, te traje un regalo. Espero que te guste.
La bebé abrió sus ojos con mucha sorpresa cuando vio lo que Lincoln tenía entre manos, era capaz de reconocer, al menos, lo que era, tenía varios de esos y amaba jugar con ellos, casi de inmediato extendió sus manos en súplica por recibir aquel regalo. Era un animal de felpa de color blanco y que tenía una apariencia graciosa.
Con cuidado Lincoln le entregó aquel regalo a su hermanita bebé y la vio sentarse en su cuna para tratar de explorarlo con sus pequeñas manos, tentando cada parte de él y jugando con sus enormes orejas. Era un conejo de color blanco, con unos enormes ojos y una curiosa nariz, pero que no tenía una boca, lo cual hacia que su expresión fuera algo tonta y graciosa. A pesar de verse algo caricaturesco, tenía aquella apariencia antropomórfica que lo hacía un poco más gracioso, especialmente por vestir una camisa morada que aunque no desentonaba con su apariencia, si le daba un toque divertido a la misma.
>>Se llama Bun-Bun— aclaró Lincoln, mostrando un papel que tenía también entre sus manos—. Tal parece que esta marca de juguetes te vende los muñecos de felpa con un acta de nacimiento, tiene nombre y debí rellenar cosas como la fecha de nacimiento y el nombre de los padres. Cuando el chico de la tienda me dijo eso pensé que era algo estúpido, pero supongo que para un niño pequeño debe ser gracioso y entretenido hacer algo así. Así que, felicidades Lily, eres la orgullosa madre de Bun-Bun, un pequeño conejo de felpa.
Lily rio al escuchar como su hermano mayor también lo hacía.
>>Espero que te guste, no hay nada más que pueda darte— Lincoln comenzó a acariciar a su hermana menor mientras ella seguía explorando su nuevo amigo—. Este será mi primer regalo para ti, Lily, espero que lo cuides mucho, o al menos la mitad de lo que cuidas a ese enorme oso de felpa. No sé si eso funcione, pero sería genial que me recordaras gracias a Bun-Bun, aunque es obvio que eso no va a pasar, aún eres muy pequeña para tener recuerdos. Pero está bien así, este regalo es para que sepas que te quiero, Lily. Sin importar donde esté o a donde vaya, te quiero mucho y lamento no ser parte de tu vida, pero ya arruiné a muchas personas, no me gustaría que tú también entraras en esa lista.
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