Nuestro propio corazón no es confiable.
En muchas ocasiones podemos comprobar que hemos sido nuestros peores consejeros. Es que, nuestra perspectiva de la vida y de las personas que nos rodean se ven completamente distorsionadas por la influencia de nuestro corazón.
Lamentablemente en el momento no logramos darnos cuenta. Creemos hacer lo correcto, creemos que es noble nuestro actuar, justificamos nuestras reacciones y decisiones… pero al pasar el tiempo y sufrir las consecuencias de nuestras malas decisiones podemos comprobar que estábamos equivocados, aunque ya es demasiado tarde para volver atrás.
Somos víctimas de nuestro engañoso, perverso y cruel corazón.
La Biblia lo dice claramente en Jeremías 17:9 "Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso, ¿Quién lo conocerá?"
Si tuviéramos la sensatez por un momento de detener nuestro andar y reconocer esta gran verdad, reconocer que no sabemos, que no podemos controlar nuestros sentimientos, ni a nuestro corazón, entonces nos ahorraríamos tantas lágrimas y sufrimiento!
Pero voluntariamente preferimos seguir cegados y negar nuestra propia incapacidad de controlar aquello que amamos y protegemos como gran tesoro y es nuestro corazón.
¿Qué hacemos entonces? ¿Cuál es la solución?
Esta historia muestra que seguir los consejos del corazón puede parecer toda una aventura, pero solo seguir el consejo y la guía de Dios nos pone en un camino de paz y seguridad.
Al final la decisión siempre es tuya, de quien dirija tu vida dependerá cada decisión que tomes. ¿Será tu corazón? ¿O dejarás que Dios sea quien tome el control de tus decisiones?
Esto determinará el resto de tu vida.
"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón,
Porque de él mana la vida "Proverbios 4:23