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Chapter 4 - CORAZÓN POETA

Presionó la tecla enter.

El trabajo estaba enviado. Ya no había vuelta atrás.

Su selección de diez poemas se titulaba: Suspiros de un alma enamorada.

Luego de escribir, borrar y volver a escribir, por fin aquellos poemas habían quedado terminados.

Había completado sus datos en la página web, adjuntado el archivo y… listo.

Con aquel enter estaba formalmente inscripta en el concurso.

Debía compartir su alegría con alguien.

Tomó su celular y presionando un par de botones inició la llamada.

— Hola Nico, ¿en qué andas?

— Estaba viciando con la play, ¿y vos que haces?

— Te llamaba para contarte…

— ¿Qué pasa?... has estado muy misteriosa estos días…

— Es que… recién acabo de inscribirme en un concurso.

— ¿Un qué..?

— Un concurso de poesía.

— Ah! Menos mal!, pensé que era un concurso de belleza, ya me estaba preocupando!

— ¡Qué malo!, ¿a caso no crees que pueda participar en uno?

— Y si… participar… puede hacerlo cualquiera— respondió bromeando— ganar… bue!

— Dejemos eso de lado!, este concurso es de la universidad, debía presentar diez poemas temáticos…

— ¿De tus poemas…?

— Si por supuesto.

— ¿Y ya los presentaste?

— Si! Acabo de inscribirme.

— No puedo creerlo! — dijo enojado— dejaras que cualquiera lea tus poemas antes que yo!... hace años que te pido que me dejes leer algo de lo que escribes y ahora resulta que todo el mundo podrá leerlos antes que tu mejor amigo.

— Vamos Nico, eres el único que sabe lo del concurso, apenas me inscribí te llamé… por favor no te enojes!

— Recuerdo que prometiste que sería el primero en leer tus poemas… que cuando estuvieras preparada para compartirlos lo harías conmigo…

— ¿Cuándo dije eso?

— Fue en sexto grado! Me extraña que lo hayas olvidado.

— ¿De verdad te hice esa promesa?

— ¿A caso te he mentido alguna vez?

— Nunca… es que tengo muy mala memoria!!

— Ya está Abby… quizás le doy demasiada importancia a las promesas que nos hicimos cuando solo éramos unos niños… ya somos adultos y… está bien… las cosas cambian… aun nuestra amistad cambió…

— No digas eso, siempre seremos amigos, los mejores amigos!

— No lo sé… ya no compartimos tiempo como antes, casi no charlamos… supongo que es lo normal de la vida… crecemos, maduramos, cambiamos…

— Nico no hables así!

— Todo bien Abby... espero que te vaya bien en el concurso… me alegro por vos, de verdad — y luego de decir esto, cortó.

Ella se sintió mal.

Si algo caracterizaba a Nico, era que siempre decía lo que pensaba. Si algo no le gustaba no iba a dejarlo pasar.

Sentía que le había fallado.

Prendió su computadora y rápidamente le envió un mail con los archivos de sus poemas.

Un gran cartel de "Perdón" encabezaba aquella nota que pedía una sincera disculpa. Terminaba con un: "¡¡no te rías de mis poemas!! Espero pronto recibir tu comentario sobre ellos… "

Luego por whatsapp le aviso: — Revisa tu correo, todavía puedes ser el primero en leerlos!! Te quiero amigo!

Nico sin demorar abrió el correo desde su celular y sonrió al leer las palabras de Abby.

Se tiró en el sillón del living y comenzó a leer: "Suspiros de un alma enamorada"

Soneto 1:

Te pienso

Solo pienso, solo siento

Quizás es el sol o es el viento

La tarde acaricia mi alma

Como el rocío a las flores del huerto

Y te siento tan lejos, tan incierto…

Solo pienso, solo siento

Y un sentimiento se adueña del tiempo

Las horas no pasan, el día es eterno

Y te siento en un murmullo sereno

Quisiera poder abrazar tu recuerdo…

Solo siento, solo pienso

Una lágrima rosa mi cuerpo

Es nostalgia, dolor y deseo

Solo te anhela mi alma en sueños

Tus ojos, tu voz, eres mi todo…

Si te pienso, te siento a mi lado

Porque esclava soy de la distancia

Y el abismo me impide una caricia

Rebelde mi corazón no se resigna,

Te sentiré… mientras te piense...

Nicolás se quedó por unos instantes mirando aquellas letras.

Los versos, las palabras.

Realmente su amiga tenía mucho talento. Nunca lo había dudado. Aunque jamás le había dejado leer sus poemas, Abby le había escrito infinidad de cartas y tarjetas que aún conservaba en su armario y demostraban el maravilloso don que tenía para expresar en palabras aquellos sentimientos del alma.

En cambio él se sentía completamente inútil al escribir.

Siguió leyendo cada verso, cada prosa, todo tan cargado de emociones y sentimientos.

Un mensaje llegó al whatsapp.

— Ya los leíste???

Sonrió ante la impaciencia de su amiga.

— Tendrás que sufrir unos minutos más Abigail!, todavía estoy leyendo— se dijo a sí mismo sin contestar el mensaje. Y continuó tirado en el sillón leyendo:

Una caricia te espera

Se me va de los dedos una caricia al azar,

se me va de los dedos... en el viento, al pasar,

Una caricia que vaga sin destino ni más,

una caricia perdida ¿para quién será?

Es mi tacto un sentido que me atormentará

son mis manos que quieren poderte rosar.

Estás lejos, estás fuera no te puedo alcanzar

Y mi caricia perdida, rodará... rodará...

Si sientes mi presencia en tu soledad,

se estremece las ramas con tu suspirar,

si te rosan los dedos de una mano pequeña

que te toma y te deja, que se llega y se va.

Si no ves esa mano, ni la piel que te besa,

si es el aire quien teje la ilusión de amar,

amor tú que tienes como el cielo los ojos,

en el viento fundida, ¿me reconocerás?

He llegado a tu lado, después de vagar

mis manos extendidas te quieren abrazar

Pero dudo y tiemblo, me alejo y pierdo

Es mi caricia que tímida se niega a llegar.

Un nuevo mensaje hizo vibrar el teléfono.

Era ella nuevamente.

— Y??? No me hagas sufrir!!!!

Nico no pudo contener su risa. No podía creer lo impaciente que era su amiga. Le respondió:

— Estoy intentando leer!! Si me siguen interrumpiendo tus mensajes voy a demorar más!

No quiso adelantarle ningún comentario. Si bien estaba gratamente sorprendido por cada uno de aquellos bellos poemas. No conocía demasiado del tema, no era experto en poesía, pero cada una de aquellas palabras le había impactado su corazón de una manera especial.

— ¿En quién pensará cuando escribe estas cosas? — Se preguntó Nicolás.

Le faltaba el último poema. Se acomodó en el sillón y comenzó a leerlo. De golpe aquellas palabras, le pusieron en cierta manera incómodo. Leía y leía confirmando cada vez más sus sospechas.

Me conoces

No me conoce el gorrión que vuela,

ni la flor perfumada, ni el sol.

No me conoce el viento que juega

revoloteando a mí alrededor.

No me conoce al pasar el camino,

ni los árboles, ni las olas del mar.

No conocen, ni ven que he sufrido

en silencio el no poder amar.

No me conoce el sonido del viento,

ni la niebla densa del amanecer,

nadie conoce de mis sentimientos

las risas y lágrimas que oculta mi ser.

Nadie conoce mi grito en silencio

Ni lo que hay en mi interior

Tú eres quien siempre descubre

Detrás de una risa mi grande dolor.

No me conoce la gente que pasa

Ni aquellos cercanos de corazón

Aun no comprendo cómo lo haces

Sabes lo que siento, sin que diga yo.

Solo tú me conoces, ahora lo sé

No por lo que muestro en lo externo, en la piel

Es que miras a mis ojos y ya no podré

Negar que me conoces de la cabeza a los pies.

Nico se sintió confundido. ¿A caso este poema hablaba de él? ¿Realmente Abby sentía que él podía comprenderla de ese modo?

Se quedó pensativo.

Más allá de quién hablara el poema estaba bueno.

Todos los poemas eran muy hermosos.