Decidió para compartir su opinión, que lo mejor sería hablar personalmente con ella.
Tomó su celular y se montó en su bicicleta. Vivían a solo quince cuadras de distancia.
Una señal de mensaje sonó nuevamente.
Sabía que debía ser Abby, era cierto, él la conocía lo suficiente como para saber que aquellos minutos de espera serían el peor castigo... No se detuvo a atender hasta que llegó a la puerta de la casa.
Miró el whatsapp y había como 8 mensajes:
— Y????
— Quiero escuchar tu opinión!!!
— Por favor!!!!
— Nico atendeme!!!!
— (y caritas tristes)
Nico no pudo evitar reír y sacudir su cabeza.
Tocó el timbre de aquella gran casa amarilla que tantas veces había visitado. Los años de primario y secundario habían sido la excusa perfecta para reunirse a preparar trabajos en grupo, estudiar para las pruebas, completar carpetas, etc…
Cualquier pretexto era bueno para que pasaran tiempo juntos.
Pero desde que habían comenzado la universidad las cosas habían cambiado. Hacía meses que no visitaba la casa de su amiga.
Unos pasos corrieron rápidamente a abrir la puerta.
— Hola, ¿está Abby?— preguntó Nicolás
— Hola Nico, pasá, está en la cocina— respondió Paula, la hermana menor de Abby.
Caminó por aquel pasillo que unía el hall de entrada con la cocina. No pudo evitar recordar las veces que habían corrido por allí jugando a las atrapaditas, o carreritas.
Miró aquellas viejas fotos colgadas en la pared: el primer día de clases, el acto en que le entregaron la bandera a Abby, fotos de vacaciones familiares, y más allá en la pared, en un marco de colores había una foto especial en la que salían los dos: Abby y Nico abrazados.
Tendrían unos 10 años. Era para un cumple de ella.
Él estaba vestido de Woody y ella tenía un disfraz de Jessy la vaquerita, aquellos personajes de la película Toy Story que tanto les gustaba y que juntos habían visto en el cine.
No pudo evitar sonreír al ver aquella imagen. Esas caras pícaras de niños inocentes, unidos por una gran amistad ¡que rápido había pasado el tiempo!... cuanto daría por volver a aquellos años en que todo era tan sencillo, la sinceridad y simpleza de la niñez, que se pierde con el correr de los años, volviéndonos tan complejos e incomprensibles, tan pre juiciosos y egoístas.
Siguió sus pasos hasta la cocina.
Se detuvo en la entrada. Miró a Abigail que estaba de espaldas charlando con su madre.
Se apoyó con el hombro en el marco de la puerta y se quedó mirando aquella cocina donde tantas veces habían comido panchos y pizzas. Esa mesa donde habían recortado tantas revistas y completado guías de historia, ciudadanía y geografía.
Y el gran ventanal que daba al patio.
Ese lugar mágico, que tenía la capacidad de convertirse en el lejano Oeste para jugar a los cowboy o ser el espacio estelar y jugar a la guerra de las galaxias… o simplemente ser la cancha de futbol donde se jugaba la final del mundial.
Cada lugar de aquella casa tenía una historia, un recuerdo…
— Nico!— exclamó la mamá de Abby que se percató de su presencia— pasa, no te quedes allí parado.
— Hola, no quería interrumpirlas— dijo Nico a modo de disculpa.
— Viniste!!— grito Abby saltando de la banqueta del desayunador en donde estaba sentada— estaba esperando recibir tu mensaje!
— Pensé que sería mejor venir personalmente…
— Siempre eres bienvenido— agregó Claudia— últimamente no nos visitas tan seguido.
— Es cierto, las cosas han cambiado desde que comenzamos la facultad— comentó— Los estudios nos llevan demasiado tiempo y los dos estamos dedicados a nuestras carreras…
— Pero siempre hay tiempo para los amigos… ¿o no?— preguntó Claudia a su hija.
— Por supuesto que sí— respondió mientras se acercaba a Nico— Mamá… tenemos que hablar a solas… podrías…
— Ok, ya entendí! Mejor me voy a ver qué están haciendo tus hermanas… ustedes pueden charlar aquí… Me alegra que vinieras— dijo palmeando a Nico en el hombro y salió de la cocina.
—¿Quieres tomar algo? ¿Un jugo?
— Si por favor…
Nico se sentó en una banqueta alta que estaba mirando hacia la cocina.
— Me gusta el nuevo color de la pared— comentó Nicolás
— Uh… ya hace como tres meses que pintamos… ¿tanto hace que no venías?...
— Creo que desde abril…
Abby no lo había notado, realmente el tiempo había pasado volando. ¿Qué había pasado? ¿Por qué las cosas habían cambiado en estos últimos meses?... Prefirió no preguntar… era mejor cambiar de tema.
— ¿Y??? ¿Qué te parecieron mis poemas?
Nico se quedó en silencio unos segundos y respiró profundo.
Abby dejó los vasos con jugo sobre el desayunador y se sentó en la banqueta frente a él.
— No te gustaron!— afirmó desilusionada— debí imaginar que no eran tan buenos…
— Aun no he dicho nada…— respondió Nico sorprendido.
— Si! Pero conozco tu mirada… no quieres lastimarme y estás buscando las palabras que dirás!
— Porque las mujeres siempre suponen lo que vamos a decir!... me molesta que pongas palabras en mi boca que no he dicho… — dijo enojado— ¿Realmente quieres saber que pienso??
— Sí, eso estoy esperando.
Nico trató de calmarse. Cambió el tono de voz de exaltado a un poco más calmo y serio y dijo:
— Los poemas son muy buenos… nunca tuve dudas de que eres una gran escritora, y siempre te lo he dicho… me sorprendió la facilidad que tienes de expresar un simple sentimiento en palabras tan profundas… estoy seguro de que a los jueces les encantarán tus poemas y aunque ellos no valoraran tu trabajo… para mí, sin necesidad de leer ningún otro poema… ya ganaste!
Abby sonrió ante las bellas palabras de Nico.
— Lo dices porque eres mi amigo…
— Lo digo porque es la verdad… sabes que no te mentiría.
— ¿Los leíste a todos?
— Por supuesto… a la mayoría hasta dos veces.
— ¿Y cuál fue tu preferido?
— No se… El de la caricia es muy bueno… Todos son muy buenos… Abby ¿puedo preguntarte algo?
— Si claro.
— ¿En quién piensas cuando escribes esas cosas?
— Es difícil de responder… no siempre lo escribo pensando en alguien…
— Pero tienes que inspirar tus palabras en sentimientos reales y concretos ¿o no?
— A veces sí, pero un buen escritor sabe imaginar y plasmar aun sentimientos y experiencias que nunca ha vivido…
— ¿A caso no piensas en mi hermano cuando hablas de sueños y de amor?
— No quiero hablar de mis sentimientos hacia Thiago…. Ya discutimos por esto y no quiero volver a hacerlo.
— Yo tampoco quiero discutir… es solo una pregunta.
— Quizás si… pero no pienso solo en él.
— Pues no creo que le haga feliz saber que hay otros chicos en los cuales piensas para escribir poemas de amor.
— Nicolás, no quiero que terminemos peleando otra vez, yo fui clara con Thiago, solo estamos conociéndonos, aun no sé si él es la persona con la que quiero compartir el resto de mi vida, es solo un sentimiento confuso.
— Para él no hay nada confuso… está enamorado de vos, y con esta espera solo aumentas sus expectativas, cuando en realidad ni siquiera lo queres!!
— Eso no es cierto!
— Hace más de 10 años que te conozco, y puedo darme cuenta cuando estás enamorada de un chico, y sé que no estás enamorada de mi hermano! Ningún poema habla de él! No hay nada que ustedes dos tengan en común! No entiendo porque tenías que ilusionarlo y dejarlo a la espera de una respuesta que va a ser un no.
— ¿Cómo puedes saber que ningún poema habla de él?
— Porque los leí.
— Ya lo sé, pero cualquiera de esos poemas podría ser inspirado en mis sentimientos hacía él.
— Bueno… ¿Cuál?...
— Eh… ahora no lo recuerdo…
—Te lo dije! No lo quieres…
— No creas que tienes siempre la razón! No me conoces tanto como crees!
— ¿No?... Pues creo que "Me conoces" demuestra que sí.
Abby se quedó muda.
— ¿O a caso ese poema habla de otra persona?— preguntó Nicolás.
Ella se apoyó sobre el respaldo de la silla y respiró profundo, pasó sus manos sobre su frente y preguntó:
— ¿Qué nos pasa?... Nosotros nunca discutíamos… ¿Por qué ahora no podemos hablar sin terminar peleados? ¿Qué pasó con la amistad que teníamos?
Nico pensó unos segundos. Él mismo se había hecho esa pregunta miles de veces.
— Crecimos… Cambiamos — dijo con resignación— ya no tenemos 10 años…
— Lo sé!... pero no quiero perderte… ¿Por qué las cosas no pueden ser como antes?
— Es que… ya no eres la de antes… quizás no lo notas, pero has cambiado tanto… eres tan complicada, tan cambiante… que ya no te conozco… tu poema habla de un tiempo pasado… en donde sabía cómo era mi amiga y lo que pensaba… porque eras abierta y sincera conmigo, compartías todo y charlábamos de todo… no porque fuera adivino.
— ¿De verdad crees que he cambiado tanto?
— Abby, ya casi no me llamas, nunca tienes tiempo para que charlemos, y si estamos juntos nos quedamos en silencio o simplemente recordando tiempos pasados… no hablamos más de nuestros sueños y de las cosas que pensamos o sentimos.
Mientras Nico abría su corazón, ella iba comprendiendo que la realidad era así. Los dos habían cambiado.
Ya no eran los niños o adolescentes de unos años atrás.
— Lo siento, no me di cuenta. …Yo te sigo necesitando… sigo necesitando los concejos de mi mejor amigo…
— No me he ido a ninguna parte.
— Perdón, de verdad perdón… quiero que volvamos a ser los amigos que fuimos toda la vida— dijo Abby tomando las manos de Nico sobre la mesa.
— Siempre serás mi mejor amiga Abigail Torres, siempre serás mi mejor amiga.