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Chapter 2 - UN MUCHACHO LLAMADO PEDRO

El aeropuerto internacional de Madrid estaba lleno de gente.

La temporada de vacaciones estaba comenzando y la entrada de turistas era notoria en la ciudad. Los primeros días de calor y sol radiante invadían el aire madrileño.

Abigail caminaba arrastrando aquella gran maleta roja que había sido su compañera silenciosa desde hacía casi un año.

La pobre valija, estaba repleta!, nos solo de ropa y elementos personales, sino también de obsequios y recuerdos que había comprado para sus familiares y amigos durante su estadía.

Había sido una gran aventura aquel viaje.

Todo un año lejos de casa.

Por momentos aquellos meses habían transcurrido lenta y pausadamente, pero en otras ocasiones habían sido veloces semanas y días.

Se detuvo en una amplia sala de espera donde había muchas personas sentadas expectantes a ser llamadas para abordar sus vuelos.

Se dejó caer en un asiento y acomodó a su lado la maleta.

Pronto estaría en casa nuevamente.

Podría abrazar a sus padres y hermanas, sentir nuevamente el olor a la comida casera y disfrutar de esos lugares especiales de su barrio que tanto había extrañado.

Y su ciudad tan querida, con sus calles y plazas, las sierras y sus bellos paisajes. Añoraba tanto regresar a su país.

Mirar aquella valija le traía gratos recuerdos de la partida, las despedidas, los amigos... todo había quedado tan atrás.

El celular sonó en su bolsillo y rápidamente lo sacó para ver de quien era la llamada.

Era Pedro.

Dejó que sonara sin atender. No quería hablar con él. Estaba realmente enojada.

Una mezcla de rabia, fastidio y hasta tristeza le impedían atender aquel llamado. Su corazón estaba realmente lastimado.

Sin poder evitarlo, como un relámpago vino a su mente aquel día, más de un año atrás, cuando llegó a Madrid y le conoció, aquí en este mismo aeropuerto…

—Debes buscar al tío Dante apenas bajes del avión— le había dicho su madre entre otras miles de recomendaciones dadas antes de salir de viaje— por favor no hables con ningún desconocido, hay mucha gente mala en este mundo, prométeme que no hablaras con nadie desconocido.

Quizás la paranoia de su madre surgió después de ver películas como "Búsqueda Implacable" o "Trata de mujeres"…

Los últimos días habían sido agotadores, escuchar una y otra vez sus reiteradas recomendaciones.

El vuelo había sido tranquilo. Muchas personas viajaban en junio a Madrid, el clima cálido del verano atraía a los viajeros y las cercanas y hermosas playas del mediterráneo era el destino preferido para vacacionar.

Luego de una escala en Sao Pablo, el avión había tenido casi 11 hs de vuelo hasta el Aeropuerto Internacional de Madrid.

Sin un compañero de asiento, Abigail se había visto obligada a permanecer en silencio la mayor parte del vuelo.

Había podido leer un libro y ver una película antes de quedarse profundamente dormida.

Al bajar del avión sintió una extraña sensación.

Estaba en otro país y en otro continente, y por primera vez en su vida estaba sola. Un escalofrío le corrió por la espalda.

Sola! Sin su familia, sin nadie conocido… Estaba sola.

Recogió su valija roja, del sector de equipajes, y con su cartera colgando al hombro, la rosa medio marchita en su mano, arrastró aquella maleta caminando de un lado a otro.

Buscaba algún cartel que le indicara hacia donde ir… aquel aeropuerto era tan grande!

—Señorita, ¿está usted bien?— dijo un joven desconocido que llevaba tiempo observándola— pues… parece estar perdida.

Dudo en responder. Si su madre se enteraba que había hablado con extraños la mataría!. Pero aquel joven parecía ser un buen chico.

Tenía una simpática sonrisa y unos lindos ojos verdes, además de aquel acento español tan cargado de zetas y fraseos que le parecieron amigables y divertidos.

—Si necesita ayuda, puede confiar en mí, conozco este aeropuerto como la palma de mi mano— dijo sonriendo— he pasado gran parte de mi vida en estos extensos pasillos.

Ella seguía mirando para todos lados, casi ignorando las palabras de aquel muchacho y tratando de encontrar el sitio donde su tío la esperaría.

Aquel joven insistió:

—Si solo me dijera que busca, sería más sencillo brindarte mi ayuda. ¿Quizás la han dejado plantada?— dijo mirando la rosa en su mano.

Abby dudo por un instante y luego explicó:

—Mi tío iba a esperarme en el paseo de compras, pero no sé dónde queda, ¿podría usted indicarme como llegar?

El muchacho sonrió al escucharla hablar.

—No eres de aquí ¿verdad?...

—No… soy de Argentina

—Un gusto, yo soy Pedro, de aquí de Madrid, ¿tu nombre es…?

Ella se quedó en silencio. —Prefiero que solo me digas donde está el paseo de compras… no te conozco y no quiero problemas…

—Vale, vale, entiendo!, piensas que puedo ser un secuestrador en serie, o un terrorista—agregó riendo— ¿A caso tengo pinta de serlo?

—Uno nunca sabe���

—Ok señorita "de argentina", el paseo de compras está en el primer nivel, ahora estamos en el tercero, puedes bajar por aquellas escaleras mecánicas y luego debes buscar un pasillo que te llevará a los ascensores y de ahí busca…

Abby se mostraba desconcertada ante tantas indicaciones y aquel muchacho lo notó de inmediato.

— Si prefieres… puedo acompañarte hasta allí.

— Creo que será lo mejor o volveré a perderme.

— Sígueme, es por aquí— dijo Pedro y salió caminando.

Abby tomó su gran valija y caminó tratando de alcanzarlo.

— Espera!, no vayas tan de prisa…

— Ok te espero, ¿te dijo tu tío en cual negocio iba a esperarte?

— No, solo que nos encontráramos allí.

Bajaron por unas escaleras mecánicas y luego siguieron por un amplio pasillo.

— Este lugar es enorme!— exclamó Abby mientras miraba todo aquel recorrido.

— Y deberías conocer el aeropuerto de Dubái, es el más grande del mundo!— comentó Pedro— allí sí que te pierdes entre tanta gente y recorridos.

El joven se detuvo en un amplio salón lleno de negocios.

— Este es el paseo de compras, creo que tu tío vendrá por ti pronto.

— Muchas gracias, has sido muy amable.

— Ahora… ¿me dirás tu nombre?

— Lo siento…

— Vaya que eres misteriosa… Por lo menos dime la causa de tu viaje… ¿estás de vacaciones? ¿vienes por trabajo?

Abby sonrió pero no le respondió.

Pedro seguía insistiendo tratando de sacarle algún dato.

Mientras estaban conversando por el alto parlante del aeropuerto se escucho:

— Señorita Abigail Torres, se la solicita en mesa de informes, señorita Abigail Torres, presentarse en mesa de Informes, su tío la está esperando.

Pedro sonrió y Abby no pudo contener la risa.

— ¿Abigail? Bonito nombre— comentó— supongo que no sabes cómo llegar a la mesa de informes.

— No…

— Sígueme, te llevaré, y… déjame ayudarte con tu equipaje.

Nuevamente aquel simpático desconocido comenzó a caminar con rapidez hacía un extremo del pasillo llevando la gran valija.

— ¿Cuánto tiempo estarás en Madrid?...

— Por favor, Pedro… sin preguntas…

— ¿Y si quiero volver a verte?— insistió

— No es una buena idea…

— Solo dame una pista de cómo encontrarte

— Lo siento, no pareces un mal chico, pero realmente, no puedo.

— Vale!, es una pena, realmente me caes muy bien, Abigail de Argentina… Allí es la mesa de informes— dijo señalando el final de un amplio pasillo— fue un gusto conocerte, espero que volvamos a cruzar nuestros caminos, Madrid no es tan grande… y dicen que el mundo es un pañuelo, así que quizás me veas antes de lo que imaginas— y diciendo aquellas palabras se alejó de ella caminando lentamente y sin voltear.

Abby trató de seguirle con la vista mientras se mezclaba entre la gente y desaparecía. Su tío y primas estaban esperándola junto a la mesa de informes.

Pedro… así le había conocido, por casualidad en un aeropuerto… las vueltas de la vida!.

Pero en realidad el comienzo de toda esta aventura se remontaba a más de un año atrás, a comienzos de Septiembre del 2013.