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La Reencarnación del Invierno

Eru_Hokashi
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Synopsis
Kaito, un nerd fanático de la fantasía sin ambición ni propósito, es invocado a otro mundo en contra de su voluntad por los mellizos 'Novatravel', donde está ligado a las profecías del maná corrupto. En una encrucijada entre su destino y la posibilidad de encontrar una vida en paz, debe decidir si seguir el curso que le dicta la profecía o buscar una nueva oportunidad de existir sin la responsabilidad que le cargan. Atrapado entre su mente y las expectativas de los demas, Kaito luchará por encontrar su razón de ser.
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Chapter 1 - CAPÍTULO I “FANTASIA” [PARTE 1]

Cuando era niño, mis padres me contaban muchas historias, entre ellas había una en particular que me gustaba mucho. Trata de una leyenda que cuenta que hace tiempo, un joven dragón llamado Ryuga quería experimentar la vida humana convirtiéndose en uno, lo que lo llevó a tener buenas relaciones de amistad con estos e incluso se enamoró y dejó atrás su vida como dragón. Sin embargo, esto traería consecuencias ya que sus padres Ryu y Amaru, estarían confundidos creyendo que su hijo había sido engañado.

La ira de sus padres causaría caos y muerte en busca de recuperar a su hijo, pero Ryuga tomó medidas, incluso sabiendo que nunca podría derrotar a su padre. Él los enfrentó y los engañó, mató a su madre y selló a su padre para devolver la paz o, por lo menos, esto es lo que cuenta esta historia ficticia. 

I

 

Villa Nevada, 7:00 PM, 2007 

En una ciudad donde nunca dejaba de nevar estaba parado un niño, de unos 7 años, frente a una estatua. Éste miró y leyó curiosamente la escasa descripción que tenía la placa.

—¡Oh! Así que ésta es la estatua del primer héroe y dice… "Los liberaré cuando nos volvamos a ver, lo…", Mmm está incompleto ¿Y su nombre? no tiene...

Se acercó corriendo una niña de su misma edad, de ojos azules, pelo largo y rojo que al llegar cerca de él se resbaló y se le cayó un adorno en forma de un copo de nieve que llevaba en su cabello. Sin embargo, el niño evitó que ella se cayera, recogió el adorno y se lo devolvió diciendo:

—Deberías tener más cuidado, el piso está escarchado.

—Lo siento, gracias por recoger mi estrella nevada —dijo tímidamente la niña. 

—No te preocupes está bien, pero eso no es una estrella nevada, es un copo de nieve —respondió el chico con un tono desagradable.

—Pero a mí me gusta llamarle estrella nevada —dijo la niña con las mejillas infladas.

—Bueno, igual es una forma bonita de llamarla. Por cierto ¿cómo te llamas?

—Me llamo Scarlet y ¿tú? —respondió.

—Yo… Yo soy…

 

II

 

10 años después, Villa Nevada, 7:37 AM, 2017

En una habitación normal de un chico de 17 años se encontraba Kaito. Estudiante fanático de la fantasía a tal punto que podría ser molesto, claro que él estaba consciente de ello. Su pieza estaba llena de posters y figuras de anime, videojuegos e instrumentos y algunas novelas ligeras. Por supuesto, en las pantallas de su computador se proyectaba un videojuego MMORPG en el menú de inicio de sesión y una hermosa chica de anime en el otro monitor.

—Los cuentos de Hadas son realmente algo diferente —dijo mientras leía recostado sobre su cama un libro que tenía entre sus manos.

El muchacho medía 1.77 metros y pesaba 57 kilos, no era especialmente alto, pero si muy delgado, su piel era trigueña, tenía los ojos negros al igual que su largo pelo desflecado en puntas.

—"El origen del primer héroe…" Que buena historia —declaró mientras estiraba ambos brazos hacia el techo y añadió —estos cuentos si logran llevarme a otro mundo. 

Él mismo se describía como alguien físicamente débil, perezoso y excesivamente arrogante. O por lo menos él creía fervientemente en su autoevaluación.

—Bien ¿Ahora que hago? —se preguntó a sí mismo dejando el libro— tal vez podría leer otro.

El joven tenía una gran colección de cuentos fantásticos, entre ellos había un libro recopilatorio de cuentos de hadas que, especialmente, le fascinaba y que él tomó.

—Será éste… Te toca matar mi tiempo —dijo mirando el libro justo antes de que la alarma sonase.

Si había algo que destacar como un "logro" era el poder mantener buenas calificaciones sin la necesidad de asistir a clases.

Sin darse cuenta, tanto los 18 años como la universidad estaban más cerca de lo que creía y ni siquiera él se hacía una idea de su futuro. Esto era la prueba de que su autoevaluación era correcta, el muchacho carecía de cualquier tipo de ambición.

—Son las siete cuarenta, ¡Me quedé despierto toda la noche otra vez! —se dijo a sí mismo y pensó— ¿Por qué será que programo la alarma para que suene tan tarde?

El joven completamente despeinado se sentó sobre la cama mirando al techo después de haber apagado el despertador.

—Ahora la pregunta de cada mañana, estoy muy encima de la hora, así que, ¿voy a clases o no? —se preguntó así mismo cerrando los ojos y se respondió inmediatamente— no, hoy no… Ahora que lo pienso ¿Cuántos días seguidos llevaré así?

El joven igualmente se vistió, sin embargo, no para ir a clases.

—Creo que iré a comprar algo para comer mientras leo, de camino tal vez encuentre una motivación para volver a clases —dijo mirando la ventana donde se podía ver la nieve caer.

El chico bajó al primer piso de su casa para despedirse de su madre. Ella era joven, delgada, con el pelo castaño claro y largo, además muy bonita. El único parecido entre ambos, eran sus ojos.

—¿Ya te vas Kaito? —preguntó su mamá.

—Tal vez.

—¿Tal vez? —preguntó la madre confundida.

—Quiero decir sí, ya me voy.

—Vas a clases ¿no?

—Eso quise decir con tal vez —dijo sin dirigirle apenas la mirada y añadió— solo iré a comprar algo y estudiaré aquí en casa.

Ella se quedó mirando a su hijo con un claro sentimiento de preocupación. No obstante, él tenía un gran talento para provocar esos desvelos en su madre y no percibirlo.

—¿No vas a decir nada?

—¿Por qué no me dejas esa bufanda para lavarla? La usas todos los días —preguntó la madre estirando la mano para que se la entregase.

El joven se quedó callado un pequeño instante pensando: "podrías enojarte un poco conmigo".

—No, gracias. Recuerda que ya la lavaste ayer. Además, es mi favorita porque tú me la regalaste por eso no la dejo de usar. Ya te lo he dicho antes.

—¿Ayer? ¿En serio? No recuerdo, pero sí recuerdo que cuando eras pequeño la usabas para jugar al héroe junto a Scarlet —dijo ella riendo mientras tapaba su boca con una de sus manos.

—Sabes que me fascinan esas historias, pero no me gusta que me lo andes recordando siempre.

—No hay nada de malo en creer y seguir fantaseando.

—Lo sé.

—Deberías partir ya, ten cuidado en el camino, no te vayas a confiar.

—Siempre dices lo mismo, voy a estar bien, voy a estar bien —dijo con los ojos cerrados y la cabeza un poco inclinada a un lado.

—Siempre suenas con tanta seguridad, pero alguien que va a estar bien no dice dos veces "voy a estar bien".

—¿Me estas sermoneando? —preguntó el muchacho inclinando la cabeza al otro lado.

—Simplemente no quiero que te tropieces. Lo último que quiere una madre es ver a su hijo caer —respondió la madre imitando cómicamente los movimientos del hijo.

El actuar de la madre le sacaría una leve sonrisa a Kaito, lo que le dio un poco más de motivación y energía.

—Me voy —dijo el muchacho manteniendo la sonrisa y mirando a su madre a los ojos.

—Cuídate hijo.

Antes de salir el muchacho pensó "es cierto si voy a comprar voy a llevar mi mochila". Tomó la mochila que se encontraba cerca de la entrada, notó que estaba un tanto cargada.

Kaito salió de su casa e iba por el camino que siempre tomaba hacia el mercado y que también daba hacia la escuela. En el trayecto, gracias a su gran vista, desde lejos pudo ver a una ya crecida Scarlet que además era su compañera y, a pesar de lo lejos que estaba, pudo notar que de su cabello caía "la estrella nevada" que siempre llevaba desde que la conoció. El muchacho intentó llamar su atención, pero ella no se percató y continuó su camino. Llegó al lugar donde cayó el adorno y lo recogió.

—¡Que despistada que es! se la devolveré antes de que suene la campana. Pensar que somos amigos desde la infancia, pero apenas hablamos actualmente —dijo con un poco de nostalgia mirando la "estrella nevada" de Scarlet y se preguntó— ¿Si volviera a hablar con ella, podría ir a clases con normalidad?

Justo en ese momento, Kaito se percató que estaba parado frente a la estatua del llamado "héroe", aunque poco se sabe de quién fue o qué hizo. Muchos lo relacionaban con la leyenda del héroe dragón Ryuga. Sin embargo, él pensaba que no tenía ningún vínculo con esa historia. 

A Kaito siempre le surgieron estas dudas: ¿Por qué no hay registros de cuándo se esculpió esta estatua? o de, por lo menos, ¿quién la hizo?

A él le llamaba la atención su forma. Ésta mostraba a un joven arrodillado e irreconocible, debido al paso del tiempo, cargando a una joven como si fuera una princesa. Esta última tenía un adorno en el pelo que era la misma "estrella nevada" que llevaba Scarlet en su cabellera, ya que las vendían como un souvenir para los turistas. 

—Esta estatua es tan rara, parece tan natural y ahora que lo pienso nunca la he tocado, aunque no sé por qué lo haría —Kaito hablaba consigo mismo, mientras llevaba su mano hacia ella.

En el momento en que la tocó sintió una corriente que le dio un pequeño susto, pero sin darle mayor importancia, se fue corriendo a la escuela porque ya era bastante tarde.

 

III

 

El joven llegó hasta la entrada, segundos antes de que sonara la campana. Un tanto agitado y con la mirada en el suelo, ya que el dolor provocado por la corriente en su brazo izquierdo se haría más y más intenso "¿Por qué dolerá tanto?" se preguntaba. Aun así, seguía sin darle importancia, había otra cosa que priorizar.

El muchacho levantó la mirada y notó la gran cantidad de estudiantes que había, gente que el conocía y otros que nunca había visto, lo cual le generó cierto sentimiento.

—Es verdad… No es solo por Scarlet, aunque volviera a hablar con ella —Susurró el muchacho y prosiguió— hay mucho más que eso de fondo.

Su mirada se había convertido en resentimiento, odio, desprecio, ante todo lo que estaba delante de sus ojos.

—Este lugar está lleno de hipócritas —pensó con una gran ira en sus ojos.

En ese momento la mejor idea que tuvo fue simplemente irse, sin embargo, justo unos metros más adelante pudo visualizar el rojizo cabello de Scarlet y recordó a qué había ido.

—Es cierto… Su estrella…

Al sonar de las campanas, Kaito caminó instantáneamente para llamar la atención de Scarlet desde el portón de la escuela.

—Scar… —dijo sin poder terminar.

Al escuchar la voz del muchacho, la joven dio vuelta la mirada, sin alcanzar a girar completamente. Kaito no logró ver sus ojos porque estaban cubiertos por su cabellera y sólo consiguió ver los labios de la chica.

Entonces, el tiempo se detuvo, todos estaban estáticos, incluso él. Del sonido de la campana sólo quedaba el eco, parecía que Kaito era el único consciente de eso. Sin embargo, él solo podía mover los ojos, sentir la nieve caer sobre él y ver que los demás estaban inmóviles.

Tenía miedo, si no fuera porque estaba congelado seguro estaría sudando y su ansiedad iría en aumento al ver que todo se empezaba a oscurecer de a poco. Mientras eso ocurría el joven quedó impactado al ver que detrás de Scarlet había algo que parecía un espectro oscuro abrazándola. Aterrorizado e inundado por la desesperación, sintió como retumbaban los latidos de su corazón como si fuera a morir ¿Qué es esa cosa? Quiero que esto termine —pensó horrorizado.

De pronto, al mismo tiempo que cerraba sus ojos, las palpitaciones desaparecieron y lentamente mientras abría los ojos se dio cuenta que se encontraba en otro lugar, donde ya podía moverse. 

—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ¿y los demás? ¿Y Scarlet? —se preguntó Kaito confundido y agitado.

Sin embargo, al mirar a su alrededor sólo vio a dos desconocidos que no lograba distinguir.

—¿Cómo te sientes? —le preguntaron con preocupación los extraños. 

En ese preciso momento Kaito sintió que comenzaba a desmayarse. 

—¡Ey! ¡oye! ¿Estás bien? ¿Qué te sucede? —le preguntó una voz femenina...