—Realmente me cansé… ¡Creo que nunca me había movido tanto en mi vida! —comentó el perezoso joven recostándose en la cama.
En aquella pieza había una sola ventana por la que caía la luz de la noche, además de un par de velas sin encender y una chimenea que daba muy poca luz.
Ambas Katanas estaban posadas en un rincón de la habitación, él no sabía que tan peligroso podría ser llevar esas cosas por ahí como si nada.
—Creo que este es el momento indicado para hacer el contrato, pero… —dijo mientras se sentaba en la cama.
El joven se levantó, tomó la Katana azul y volvió a sentarse en la cama.
—¿Cómo hago un contrato? —dijo mientras miraba fijamente la espada y añadió— Ahora mismo no me siento diferente, incluso teniéndola en mi mano.
El muchacho pensó y pensó, hasta que finalmente se le ocurrió una idea tan clara como el agua, tan obvia que parece estúpido no haberla pensado con anterioridad.
—Si desenfundo la Katana, tal vez pase algo ¿no?
Con su mano derecha sostuvo firme la empuñadura y de a poco fue desvainando el sable en el cual se veía su reflejo, y tal y como él esperaba obtuvo una respuesta.
Sin desenvainarla por completo, a medias de hecho, su ojo derecho se tornó azul y perdió la movilidad de algunas partes de su cuerpo.
—No la desvaines más… Dime ¿Cuál es tu nombre? —dijo una voz femenina un tanto intensa que vino de la boca de el mismo Kaito.
El ser podía hablar a través del cuerpo del joven, pero el muchacho aún estaba consiente y sorprendentemente estaba calmado.
—Mi nombre es Kaito ¿y el tuyo?
—Yo no tengo nombre o para ser más exactos… No recuerdo haber tenido uno jamás.
—¿En serio? —preguntó Kaito con una mirada triste pensando "Que lástima".
—Para estar poseído pareces estar bastante tranquilo.
—No estoy seguro, pero en el momento en el que los tomé, sentí una gran calma, tal vez debido a mi bendición, aunque aún no sé cómo funciona —dijo con una sonrisa calmada.
—¿Si te dijera que soy un ser malvado y que tomaré tu cuerpo…?
—No te creería —respondió el muchacho sin dejar de terminar lo que iba a preguntar el ser proveniente de la Katana azul.
—Eres un buen muchacho —dijo el ser con una voz muy agradable y añadió—. Soy capaz de ver tu bendición; sin embargo, se ve inestable y borrosa, no soy capaz de comprenderla.
—Entiendo… Dime ¿Por qué soy capaz de portarte?
—¿Lo dices por la sangre de dragón? La verdad no lo sé, tú distas de ella.
—¿Me puedes hablar de ti?
—Soy una dragona, tal vez la última junto al que me acompañaba, no recuerdo nada, ni cuándo, ni cómo me sellaron, no recuerdo haber tenido hermanos, ni familia, ni hijos.
—Qué triste…
—No te compadezcas de mí, ya tengo miles de años. Alguien tan joven no debería preocuparse por alguien tan viejo.
La dragona le entregaba tal sentimiento de paz al muchacho, que no dudaba ni un poco de ella. Era un sentimiento nostálgico, parecido al de estar junto a su madre y por eso se atrevería a preguntar sin más.
—¿Me vas a proteger? —preguntó Kaito directamente.
—Eso si hacemos el contrato.
—¿Qué es lo que quieres a cambio?
—No esperaba un ofrecimiento, pero como ya lo dijiste… Permíteme vivir en el lado derecho de tu cuerpo y entrégame un nombre. A cambio te entregaré mi poder.
Hasta cierto punto Kaito sentía que ella no le estaba pidiendo nada a cambio, Aun así…
—De acuerdo…
—Recita conmigo.
El muchacho recordó la vieja historia que le contaban sus padres y junto a la dragona dieron un respiro al unísono y recitaron en silencio… De la boca del muchacho solo salieron palabras mudas, insonoras, en armonía con los susurros de la dragona para terminar dijo; "Tu nombre será Amaru".
Después de eso los ojos del muchacho habían vuelto a la normalidad, se podía mover tranquilamente y él no se percató que detrás de su cuello se había formado un tatuaje en forma de rombo. La Katana se había vuelto un pendiente en su oreja derecha y él pensó "Así es mucho más cómodo que llevar una Katana encima".
—Tengo que decir que se siente extraño saber que hay alguien más en mi cuerpo —dijo tocándose el pecho.
—Tienes que ser consiente que ahora eres poseedor de dos almas, la tuya y la mía —explicó la nombrada "Amaru" que ahora hablaba a través del pendiente y preguntó— Por cierto ¿De dónde proviene el nombre?
—Es de una vieja historia que me contaban mis padres, había un personaje que igualmente era una dragona llamada Amaru.
—Ya veo, un día podrías contarme esa historia.
—¡Para tu suerte aun la recuerdo!
Los dos se quedaron callados durante unos segundos hasta que el muchacho preguntó:
—Dime Amaru ¿Eres muy fuerte?
—Si tuviera que conjeturar, diría que por ahora soy el ser más poderoso. Sin embargo, me veo limitada porque para ser honesta tu cuerpo es muy débil, con mucha suerte podré usar una parte muy pequeña de mi poder original.
—Así que soy muy débil ¿no? —pensó el muchacho y preguntó— ¿Por qué "por ahora"?
—Eso cambiará si decides hacer el contrato con la otra Katana; pero, si quieres mi opinión…
Kaito se quedó callado hasta escuchar lo que diría la dragona, que al parecer pensaba con detenimiento lo que iba a decir.
—No hagas el contrato —declaró Amaru y prosiguió—. No estoy segura de quién es o qué intenciones tiene, pero durante nuestro sello pude sentir algunos flujos violentos de maná. No es común que el maná se desborde de esa manera.
—Por algo es un sello…
—No lo puedo decir con certeza, pero él… Es mucho más fuerte que yo. Si haces el contrato con él, no te prometo que vayas a volver a ser dueño de tu cuerpo.
—Qué tema tan complicado —dijo mirando el techo de madera de la habitación y añadió —. Sin embargo, ese sentimiento que tuve al tomarte, también lo tuve con él… Pero por ahora, no veo necesidad de hacer un contrato. ¡Voy a esperar!
El joven se recostó en la cama y cerró los ojos.
—Kaito, te tengo una última pregunta…
Justo en ese instante sonó un "Toc, Toc" y una voz que dijo:
—¿Kaito? Soy yo, Beatrice. ¿Puedo pasar?
—Adelante.
La joven abrió la puerta, ella estaba vestida con un camisón como pijama y con su cabello suelto, estaba sosteniendo un libro. La belleza de la joven destacaba gracias a la luz lunar.
Ella Observaba al joven recostado sobre la cama.
—Perdón por no haberte traído un pijama —dijo la melliza.
—Tranquila, ¡puedo dormir así! —exclamó Kaito levantando el pulgar.
La muchacha río y dijo:
—Como tengo dos hermanos, creo que puedo decir con seguridad que a los hombres les gusta hacerse los fuertes incluso con tonterías así.
—Puede que tengas razón —dijo el joven sentándose y dejando sus pies sobre el piso.
—¿Pudiste hacer el contrato?
—Sí, ahora tengo una dragona de mi lado.
—¿Qué tontería dices? ¿Hablas enserio? —preguntó Beatrice con una sonrisa y los ojos cerrados.
—Aunque parece que ahora se quedó callada… ¿Amaru? —intentó llamar la atención de Amaru moviendo el pendiente en su oreja.
—¡Ese pendiente es nuevo! —señaló la melliza.
—Sí, esta es la prueba de que todo salió bien, pero parece que ahora Amaru está descansando… —dijo Kaito y preguntó— Por cierto ¿Y ese libro?
—Este es un libro recopilatorio de cuentos. Fue un regalo de mi madre, lo llevaba en mi bolso.
—¿En serio? ¡Yo igual tenía un recopilatorio de cuentos fantásticos y también fue un regalo de mi madre!
La joven abrazó un poco más el libro y agachó la cabeza con una mirada nostálgica que Kaito logró apreciar.
—¿Sucede algo?
Ella simplemente movía la cabeza a ambos lados en señal de que todo estaba bien y dijo:
—En este libro, es donde está escrita tu profecía ¿Quieres leerlo?
—Yo les creo, creo que dicen la verdad —declaró el joven y añadió— Así que no es necesario.
—¡¿En serio?! ¡Eso me alegra! —dijo la chica muy contenta y retomando la seriedad de la situación añadió— igualmente déjame explicar a grandes rasgos tu profecía y las otras.
—¿Hay otras profecías?
—Sí, son cuatro en total, la profecía del Héroe, la profecía del Rey de escarcha, la profecía del asesino de héroes y la profecía desconocida.
—Cada una suena aterradora…
Ella empezó a mover paginas hasta detenerse.
—La profecía del héroe cuenta que un día alguien llegaría a protegernos de múltiples calamidades y a acabar con la magia corrupta.
Y otras hojas más adelante…
—La profecía del Rey de escarcha relata que alguien volverá entre los muertos, para tomar la corona y para así mediante una era de hielo eliminar el maná corrupto. Eso con sacrificios de por medio.
Un último cambio de página.
—La profecía del asesino de héroes, narra… Narra… N-n-na…
—¡No es necesario que lo digas se sobreentiende con el título! —exclamó Kaito y preguntó— ¿Y la última?
—La última no tiene relato, no se sabe nada de ella. Esta escrita en un idioma indescifrable.
—¿Podrías mostrarme la página?
—Desgraciadamente la hoja desapareció un día, repentinamente —declaró Beatrice.
—Que conveniente —dijo el muchacho echándose nuevamente sobre la cama.
La joven miró por la ventana y vio las estrellas que se reflejaban en sus ojos.
—Bueno Kaito, yo me voy a dormir —dijo acercándose a la puerta y añadió—. Cuando pueda te conseguiré un pijama.
—Que duermas bien.
La joven cerró la puerta y el muchacho miró al techo y dijo:
—Qué bueno… No se dio cuenta, en el momento en el que vi a los lejos su libro me di cuenta de que no entendía nada —declaró Kaito y exclamó— ¡¿Eso significa que soy analfabeto?!
—Eso fue bastante patético hijo mío.
—Así que volviste, espiar está mal —dijo y preguntó—. Qué raro creer en profecías de un recopilatorio de cuentos ¿no lo crees?
Amaru se quedó callada, prefirió no responder a esa pregunta y en cambio dijo:
—Kaito, te tengo que hacer una última pregunta. Una pregunta que decidirá algo importante.
El muchacho finalmente se acostó por completo, se quedó mirando al techo y dejó su cabeza sobre sus manos en la almohada.
—Kaito… ¿Valoras tu vida?
VIII
Al amanecer había dejado de nevar, el muchacho se encontraba frente a unos cultivos de la aldea, mientras la melliza se despedía de los habitantes del lugar, con reverencias y agradecimientos.
—Zanahorias… Cebollas… Lechugas… ¿Nabos? No veo trigo. Bueno supongo que no importa —susurró el joven mientras escuchaba unos pasos venir hacía él.
—Terminé de despedirme ¿vamos? —preguntó Beatrice un poco agitada.
—¡Adiós, vuelvan pronto! —se despidió Hanae a lo lejos.
Ambos jóvenes alzaron la mano en señal de despedida.
—Se levantó muy temprano para despedirse de ti, que niña tan adorable —dijo Beatrice.
—Mmm —respondió únicamente el joven.
Mientras se alejaban más y más de la aldea, Kaito empezó a sentir algo, una extraña y un tanto desagradable sensación de agobio. Parecía ser su bendición "Déjà vu". Sentía como si le estuviera advirtiendo algo.
—¿Qué fue eso? Sentí como si… como si esto… —Pensó Kaito mirando a todos lados.
—Kaito, ¿sucede algo? Te noto extraño, ¿qué te pasa? —preguntó Beatrice, preocupada.
—No, no pasa nada. Sólo tuve una extraña sensación, pero no importa. ¡Sigamos! —dijo mientras continuaban su rumbo y pensó —. Como si lo hubiera vivido antes…
Y no le dio más importancia a su…
"DÉJÁ VU"