I
La mañana de la invocación del "Héroe"
Beatrice estaba sentada frente a un hermoso espejo, en lo parecía ser su habitación, vestida con camisón, sin maquillarse y cepillándose el pelo, con la ventana abierta y el viento moviendo unas bellas cortinas, todo se veía digno de una joven noble. A sus espaldas, mientras ella se arreglaba, había una sirvienta, ordenando el dormitorio de su ama.
—¡Clara! Muchas gracias por la ayuda —le dijo Beatrice a la criada.
La joven era de una estatura similar a Beatrice, probablemente media unos centímetros más que ella, de aspecto simple. Tenía el cabello verde oscuro, no demasiado largo y unos bellos ojos color ámbar. Su rostro y expresión mostraban, a diferencia de su ama, madurez, tal vez por su mirada tan calmada.
—No se preocupe señorita, recuerde que es mi deber —declaró Clara con un tono muy formal y respetuoso ante Beatrice.
La actitud de la criada demostraba que conocía cuál era su papel en el hogar de la Melliza.
—Mi madre me enseñó a agradecer a las personas, eso es todo.
—Lo sé, señorita —dijo Clara— Por cierto, ya dejé lista su ropa para el día de hoy… ¿Necesita que la peine?
—¡Hoy voy a arreglarme el cabello yo misma, no te preocupes!
La forma de actuar de Beatrice reflejaba que la criada presente en la habitación hacia más por ella de lo que se veía a simple vista.
—La veo muy motivada hoy, incluso va a hacer algo por su propia cuenta… Como ha crecido —comentó descaradamente la criada.
—¡Oye! ¡Ese fue un comentario innecesario! ¡Además tenemos la misma edad! —exclamó Beatrice un tanto molesta y con el ceño fruncido.
Y aunque era cierto que tenían la misma edad, eso le jugaba en contra, Clara era mucho más responsable a simple vista que la doncella de cabellos rubios.
—No lo decía para molestarla señorita, al contrario, eso me alegra… Perdóneme.
—¡Ay…! Tampoco te tienes que poner tan seria, yo sí te estaba molestando —se quejó Beatrice y luego de una pausa, prosiguió— Hoy junto a Ross, vamos a cumplir el sueño de mi madre… ¡Estoy muy emocionada!
La joven sonreía apasionada, como si estuviera profundamente agradecida con la vida, por haberla llevado hasta ese particular día.
—Me pregunto cómo será... El héroe… ¡Probablemente sea alguien como mi hermano! —comentó mientras se arreglaba el pelo.
—Mi intuición…
—¿Ah?
—Mi intuición me dice que va a hacer alguien más parecido a usted, señorita.
—¿En serio? ¿Tú dices…? No sé… No sé, sí, me podría llevar bien con alguien como yo —susurró Beatrice y exclamó al ver su reflejo— ¡Ah! ¡Me quedó mal! ¡Mi pelo se volvió a enredar!
La sirvienta suspiró y dijo:
—La verdad… Sería muy preocupante que fuera alguien como usted.
Clara se acercó a su ama, la cual estaba apenada, tomó el cepillo y empezó a desenredarle el desastre que había dejado.
—Ni las coletas es capaz de hacerse… Pero realmente me alegra que lo intente.
—¡Mmm! ¡Es culpa de ustedes por mal acostumbrarme! —se quejó Beatrice apartando la mirada.
—Puede que tenga razón —le respondió Clara con una ligera risa.
Beatrice aún con la mirada apartada, sonrió con un gesto un tanto nostálgico y dijo:
—Me pregunto si ¿Estará bien hacer algo prohibido… para cumplir el sueño de mamá…? Yo…
—¡Está hablando demasiado! Arréglese para que pueda irse. Seguro que el señor Ross la está esperando impaciente.
La criada le estiró las mejillas a la melliza como si fuera un bebé. Beatrice con el rostro estirado, intentaba hablar, pero no se le entendía nada. Posteriormente logró liberarse.
—¡Ay! ¡Sí, lo se! ¡No me molestes! —Beatrice se levantó de su silla contenta y riendo, hasta llegar al balcón.
Asomada y viendo el bello paisaje, el viento empezó a mover su cabello, se dio la vuelta con las manos posadas en su espalda y dijo:
—¡Seguro todo saldrá bien!
II
Presente
Beatrice se encontraba frente a Kaito. Ella sorprendida al ver que se había despertado luego de haber estado inconsciente una semana completa, le tembló la voz al decir:
—Kaito… Despertaste
Con un rostro que mostraba una gran preocupación, ella a duras penas logró contener las lágrimas.
—Ah… Sí… ¿Esto? ¿Estás bien?
—El héroe del que tanto relataba nuestra madre, se está preocupando por alguien más, en lugar de sí mismo, a pesar de lo que le pasó —pensó mirando el brazo izquierdo del joven que tenía frente a ella y dijo en voz alta— ¡Yo, estoy bien! ¡Pero tú llevas una semana inconsciente! ¡Deberías preocuparte más por tu estado!
—Ah… Perdón.
—¡No te disculpes!
La melliza se acercó un poco más al joven.
—¿Realmente llevo una semana así?
—Sí, Ross pidió, que cuando te sientas mejor, vayas directamente con Alisse. Ella fue quien te sanó y se encargó de tu brazo…
—Antes de eso ¿Y Hanae?
El joven se rascó la cabeza, con su mano izquierda, al contacto, se sintió raro, casi como si se golpease, lo que lo inquieto un poco.
—Ella ha estado peor que nadie… Sin embargo, últimamente ha estado un poco mejor —dijo susurrando.
—¿Cómo?
—¡Nada! Mejor… Dejémosla descansar por el momento.
El muchacho miró al suelo, preocupado y triste.
—El hombre, que me quitó el brazo me dijo… Me dijo, que ellos llegaron ahí, por culpa de mi maldición.
Beatrice en ese instante abrió los ojos un tanto impactada por lo que dijo el muchacho.
—Yo…
—¡Kaito! —exclamó Beatrice interrumpiendo al joven— No te vayas a culpar… Por favor.
A pesar de lo que dijo la joven, él no podía evitar sentir una gran culpa. Él, la nieve, que todos murieran y que Hanae haya quedado sola; sentía que era su responsabilidad.
—Y… Y si te vas a culpar, entonces parte de la carga también es mía —declaró la joven bajando su mirada.
El joven suspiró y preguntó:
—¿Dónde está Alisse? Tengo que agradecerle.
La joven levantó la mirada, sus ojos habían recuperado un poco de brillo y dijo con una sonrisa:
—Está justo en este pasillo, cuando estés mejor te llevaré.
—Entonces iré ahora mismo.
—Está bien, pero antes… ¡Creo que deberías bañarte…!
—¿En serio?
—Sí, en serio.
—¡Ah!
III
—¡Justo en esta habitación se encuentra Alisse! —exclamó la melliza.
Ambos muchachos se encontraban en el mismo pasillo, frente a una puerta que dirigía a una de las innumerables habitaciones, luego de que el joven se diese un baño.
—¡La bañera era muy grande! —pensó el muchacho, mirando el techo.
La extravagancia de la nobleza le había ayudado a calmar, aunque fuese un poco sus pensamientos.
—¡Bueno! ¡llegados aquí…!
Beatrice posó sus manos sobre su cintura, respiró fuerte, y con gran velocidad dijo:
—¡Suerte! ¡Que te vaya bien! ¡Ojalá te lleves bien con ella!
—¡Espera! ¡¿Por qué te vas?! —preguntó exaltado el muchacho mientras rápidamente se iba alejando la joven.
—¡A Alisse, no le gusta que haya mucha gente en su habitación! ¡Por eso, luego nos vemos! ¡Y ni se te ocurra preguntarle por su apellido! ¡Adiós! —dijo alzando la mano en señal de despedida.
—Se fue… Luego de todo lo que dijo.
Se dio un respiró y sosteniendo la manija de la puerta, Kaito sin ningún permiso previo abrió y lo primero que vería sería una pequeña doncella sentada en un suelo bastante desordenado. Era una chica joven, que aparentaba unos 16 años. Tenía la tez blanca; los ojos con heterocronía de iris, el derecho rojo y el izquierdo morado, ambos con exóticos símbolos; un largo cabello plateado que le llegaba a las rodillas, bajita, delgada, con poco busto y muy bonita. Atrapado por la belleza de la doncella el muchacho reaccionó sin pensar muy bien sus palabras.
—No puede ser humana —dijo un tanto susurrante, a pesar de eso la doncella lo escuchó.
—Suena como un comentario bastante ofensivo, para tu suerte conmigo no aplica —respondió ante las palabras imprudentes de Kaito mientras se levantaba— Además la gente educada no abre una puerta sin antes tocar…
Ella empezó a caminar hasta la puerta, mientras se arreglaba la falda y cerró la puerta, a pesar de que se lo pudo pedir a Kaito que estaba más cerca.
Si bien ella destacaba por su cuidadoso aspecto, su habitación era un completo desastre, tanto que ni siquiera cuando él era un crio había dejado su habitación hecha tal catástrofe. Había tazas de té sobre el suelo, libros por doquier, tanto cerrados como abiertos, otros colgando de una mesita que había por ahí y sus zapatos tirados en el suelo.
—Perdón no quise… —dijo mientras ella volvía a su sitio.
—Te acabo de decir que no aplica conmigo tu comentario ¿no? Lo único que me molesto fue que abrieses la puerta sin permiso.
—Alisse… ¿Cierto?
—Sí, soy yo… Puedo notar que no sabes tratar con personas.
Kaito no respondió nada ante un hecho tan obvio, aunque no pudo evitar pensar que probablemente ella llegó a esa conclusión porque tampoco sabe tratar a las personas.
—Eres igual de irritante que Ross, solo que mal educado —declaró Alisse con un tono bien antipático.
—Nunca pensé que me compararían con él, alguna vez.
—No hay nada de bueno en un niño que oculta sus berrinches, claramente el valora a su familia, pero no así mismo.
—Que declaración tan intensa. A pesar de eso Ross parece confiar mucho en ti.
—No tiene muchas mejores opciones… En esta mansión, por lo menos.
Kaito empezó a vagar por la habitación mirando las estanterías llenas de libros, una gran colección de ellos.
—Dime ¿Es muy molesto soportar ese brazo?
—Justamente venía a agradecerte por el brazo, me dijeron que tú me sanaste las heridas y me hiciste esto. La verdad me sorprende lo bien que se siente ¡Es una maravilla!
Eso fue lo que expresó, pero tampoco era algo que le alegraba como tal…
—No te desgastes en agradecerme, es mi trabajo y déjame decirte que tuviste mucha suerte —dijo Alisse.
—¡Igualmente te lo agradezco! Espera ¿suerte? ¿Por haber sobrevivido dices?
—Sí, a pesar de que llegaste en un estado deplorable, tuve el tiempo suficiente para sanarte sin recurrir a magia prohibida.
—¿Magia prohibida?
—Sí, magia prohibida o brujería, como quieras llamarle.
El muchacho no pudo evitar pensar: "¿Será igual a la brujería de los videojuegos?" y para aclarar su curiosidad preguntó:
—¿En qué consiste?
—Es un método de sanación que podría hasta haberte regenerado el brazo, pero al ser, como dije anteriormente, prohibida, esta tiene un costo.
—¿Eres una bruja?
Tal vez era una pregunta que Kaito debió haber pensado dos veces. Al fin y al cabo, a diferencia de la época moderna, en lo que uno consideraría una época medieval llamar "bruja" a alguien podría llegar a ser ofensivo.
—Usar brujería no te define como bruja ¿Qué han hecho esos dos niños tontos? ¿Acaso no te han enseñado nada de cultura?
El muchacho supuso que esos "dos niños tontos" eran Beatrice y Ross. Aun así, Kaito no hizo ni un comentario, claramente carecía del conocimiento suficiente para entablar conversaciones más complicadas, solo se podía limitar a escuchar y aprender por el momento.
—¿Qué clase de costo implica el uso de la brujería?
—Por lo general cuando se recurre a ese tipo de magia, es porque el paciente está en estado extremadamente crítico. Además, ésta genera efectos secundarios, ya que normalmente la gente suele perder, a cambio de sanarse, parte de su maná de manera permanente; aunque bueno depende de la gravedad y en tu caso podrías haber recuperado el brazo, pero perdido la vista o algún otro sentido —explicó Alisse con un libro abierto entre sus manos.
—¿Si eso no era "extremadamente grave" que sí lo será en este mundo? —pensó el muchacho observando el alejado techo de la habitación y dijo— Ah… Ya veo.
—Así que como antes insistías tanto con agradecerme, déjame decirte que ¡me costó muuuucho conseguir a alguien que hiciera ese brazo! Por lo tanto, una manera de premiar mi esfuerzo sería retirándote de mi habitación.
—Ahora que lo pienso no he hablado con Amaru —dijo el joven.
—¿Acaso estas ignorando lo que te dije?
—¡No! ¡Perdón por eso! ¡Ya me voy!
Kaito se dio la vuelta con la intención de irse, justo cuando Alisse lo detiene diciendo:
—¡Espera! ¡Acabo de recordar!
—¿Qué cosa?
—La niña, mitad bestia.
—¿Te refieres a Hanae?
—Sí… Ella está muy apegada a ti y Beatrice, por alguna razón…
—¿De verdad? —preguntó y pensó— ¿Entonces Hanae no sabe que todo ocurrió por mi maldición?
—Por eso me veo obligada a contarte, que ella ha ido mejorando aterradoramente su estado de ánimo, durante esta semana.
—¿Eso no es bueno?
—No diría lo mismo, cada vez que duerme, está de mejor ánimo. Eso porque fue bendecida durante esa noche, por el mundo de los sueños, probablemente producto de una anomalía.
—Insisto ¿Eso no es bueno? Sobre todo, si es una bendición.
—¡Te estoy diciendo que no! Cada vez que ella sueña, probablemente se inunda de sueños hermosos y esperanzadores ¡Y para que sepas, yo no estoy de acuerdo con que las bendiciones y las maldiciones estén categorizadas!
La pequeña dama de cabellos plateados no ocultaba su claro disgusto por las bendiciones. Cosa que dejó confundido al muchacho.
—Ya he visto casos así, estoy segura de que lentamente niña irá perdiendo el sentimiento del miedo… O tal vez, algo peor…
—Creo que no logro entenderte…
La muchacha suspiró y tomó otro de sus libros, lo abrió y se puso a mover hojas.
—Eres como una picadura en un dedo —declaró con un tono suave Alisse— Por último, estoy segura de que la niña rubia no te lo comentó, pero en esta mansión, los únicos que conocemos tus "bendiciones" Somos, los mellizos y yo, como mucho Ross le habrá contado a Naomi.
—Naomi… Un nombre que no he parado de escuchar —pensó el muchacho.
—¡No te quedes ahí parado!
—¡Perdón, perdón! ¡Ya me voy!
—¡Y si vas a volver que sea por algo importante!
El muchacho finalmente ya en el pasillo cerró la puerta de la que, en su cabeza, era su "Nueva amiga" Alisse.
—Creo que vendré a molestarla de nuevo más tarde…
"El término "bruja", "mago maléfico" o "mago Hereje", títulos concedidos a aquellos hechiceros que van en contra de los principios de la magia. Pertenecientes a un porcentaje mínimo de la población mundial. Sin embargo, al cabo del tiempo este término se fue asociando igualmente al uso poco Ético y moral de la magia, naciendo así un subconjunto de hechizos y contratos, conocidos como "Magia prohibida" o "Brujería".