III
Kaito estaba en su habitación, una diferente a la que había despertado. La pequeña semihumana dormía con los brazos estirados sobre la cama y él estaba sentado en una silla.
—En este lugar hay más de un problema…
Eso, aunque sonaba muy fuera de lugar teniendo en cuenta que lo habían recibido, era una conclusión que no podría evitar, todos los pensamientos y problemas que el presentía eran avisos de su "Deja Vu".
—Aún no sé cómo interpretar mi bendición.
Kaito no paraba de ver sus manos y moverlas sin motivo aparente.
—¡Es verdad! ¡¿Amaru?! —preguntó tomando su pendiente derecho.
—¿Sí? —contestó la dragona.
—Así que seguías aquí… —dijo aliviado al escuchar su voz.
—Es difícil que nos puedan separar después de hacer el contrato.
—¿Entonces por qué no hablaste?
—No tengo especial interés en hablar con otros humanos, descontándote claro.
No le extrañaba para nada la declaración de Amaru, después de todo era una dragona, sería más inusual que sí le importasen las actividades de los "mortales".
—Amaru ¿Qué paso después de desmayarme?
—El muchacho rubio te salvó la vida, por suerte, Ryu y yo hicimos el tiempo necesario para que llegase. Y durante la semana no ocurrió nada especial.
—¿Ryu? ¡Cierto que hice un segundo contrato!
El joven empezó a tambalear el pendiente izquierdo sin parar.
—¿Ryu? ¿Estás ahí?
El joven, no recibió ni una sola respuesta.
—Ryu no suele hablar, con mucha suerte me ha dirigido la palabra un par de veces. Sin embargo, dijo que te protegería sin dudar.
—Qué Dragón tan poco cooperativo…
Él se levantó y se acercó a una de las ventanas de la habitación y posó su mano sobre el cristal. Estaba nevando.
—Amaru… Solo puedo confiar en ti, yo no logro comprender del todo mi bendición, a la única conclusión que he podido llegar, es que o me avisa sobre peligro próximo, o tal vez me da un aviso previo sobre puntos inflexivos, creo que lo último es más preciso. Es la habilidad perfecta para un perdedor como yo, sin poder mágico.
Su deducción se basaba simplemente en dos hechos ocurridos, el primero fue haber tomado a Ryu y Amaru de manera inconsciente y la segunda, el momento posterior a haberse ido de la aldea Calay, horas antes de que ocurriera la desgracia de aquella noche.
—¿Puntos inflexivos?
—Quiero decir que me indica cuando viene una situación importante. Pero también… Siento otras cosas… cosas de la gente, aunque parece más un efecto secundario ¿Tal vez?, es como si quisiera que estuviera constantemente alerta ¿No se supone que mi bendición está para ayudarme?
La nevazón era cada vez más contundente.
—Me gustaría poder responderte, pero las bendiciones están fuera de mis conocimientos.
—¿Qué debería hacer?
—Tal vez te estás metiendo en temas que no te conciernen. A mi parecer tu bendición consiste solo en presentimientos.
—¿Solo son presentimientos?
La nevazón era tan densa que ya no podía ver nada a través del cristal.
En ese momento alguien abrió la puerta, era Beatrice que finalmente había llegado. Ella escondía algo atrás de su espalda.
—¿Kaito? ¿Sucede algo?
—No… ¿Por qué preguntas?
—No… Por nada —dijo le melliza mientras miraba la gran cantidad de nieve que caía afuera.
Ella estaba preocupada por el muchacho, tal vez él lo olvidó, pero la chica aun recordaba, que la nieve era una señal muy directa de las emociones de Kaito.
—Me pregunto ¿Qué verá en sus sueños? —preguntó Beatrice mirando a Hanae que estaba felizmente dormida.
—También me he preguntado lo mismo.
La melliza empezó a caminar, haciendo que sus pasos se escuchasen fuerte contra el piso.
—¿Sabes? Cuando llegaste, se podría decir que no venías solo… Kaito —comentó Beatrice repentinamente.
—¿Qué quieres decir?
—Realmente espero que te alegre la sorpresa… Cuando llegaste lo sostenías con mucha fuerza —dijo Beatrice mostrando de apoco sus manos—. Esto es tuyo, perdón por no entregártelo antes.
El joven estaba realmente sorprendido por "Eso", que se encontraba posado sobre las manos de la melliza.
Era aquello que lo conectaría emocionalmente con su mundo, aquello con lo que podría recordar de donde provenía.
—Beatrice… —dijo Kaito con una voz temblorosa bajando la mirada—. Gracias, realmente, nunca pensé que algo así me alegraría el día.
De fondo, aunque ninguno de los dos lo notó, la nieve se había calmado un poco.
—¡Muchas gracias! —comentó Kaito tomando lo que Beatrice le había traído y entregándole una bella sonrisa.
—No hay de qué —dijo Beatrice cerrando los ojos con una sonrisa calmada.
—Tal vez, estaba equivocado, esto de aquí, era otra razón para quedarme en mi mundo —pensó el joven.
Kaito no paraba de mirar con melancolía, la "Estrella nevada" de Scarlett.
—¿Qué sucede? —preguntó Hanae adormecida.
—¡Mira Hanae la estrella nevada!
—¿Estrella…? —preguntó Beatrice.
—¿Nevada? —preguntó Hanae.
—¿Eso no es un copo de nieve? —preguntó Beatrice.
—Ah… Sí, tienes razón —dijo Kaito empezando a reír de apoco.
Y con cada carcajada, las dos muchachas se iban contagiando con la risa del joven.
IV
—Creo que no debería preocuparme tanto… Todos parecen buenas personas.
El joven iba caminando por los pasillos de la mansión.
—Tenía ganas de tomarme un té… Pero, creo que me perdí.
El joven estaba en busca de la cocina, sin embargo, claramente subestimó el gran tamaño de la residencia en la que se encontraba.
Justo en ese momento, se percató de que frente a él venía caminando a un paso suave "Rin", su sirvienta.
—Oh… ¡¡Rin!! ¿Todo bien? —la saludó con energía.
Kaito estaba intentando ser muy amable con ella debido a que le preocupaba, ya que era una de las pocas personas que su "Déjà vu" le transmitía una sensación incomoda.
Él se le acercó rápidamente.
—Señor ¿Se le ofrece algo?
—Bueno, iba caminando en busca de té, pero me perdí —comentó Kaito con algo de gracia, aunque no recibió ni una reacción de la criada.
—Yo le puedo llevar el té a su habitación y si necesita uno de estos días le acompaño a recorrer la mansión.
—¿En serio? —preguntó Kaito.
—Sí, es mi trabajo, por favor, espere en su habitación, mientras preparo todo. Ah, pero ya es casi la hora de la cena ¿Y si mejor espera?
—Ah, ¡está bien! Mejor esperaré. Por cierto… No necesitas ser tan formal conmigo.
solo dime Kaito —le pidió con una sonrisa, rascándose la cabeza.
—Me temo que no puedo cumplir su petición, Amo Kaito. No es fácil acostumbrarse a eso —dijo inconmovible.
—Bueno… con el tiempo te acostumbrarás —dijo acercando su brazo artificial hacia ella.
En ese instante, la joven abrió los ojos más que nunca, se alejó, apartó con gran fuerza el brazo del joven y gritó:
—¡ALEJE ESO DE MI!
La criada se cubrió con sus manos, muy asustada. El joven no podía comprender que estaba pasando.
—¡Discúlpame, Rin! ¿Hice algo malo? —preguntó Kaito con preocupación.
Ella se dio cuenta de su error y volvió a recuperar levemente la compostura.
—N-nada señor, es mi culpa, perdóneme y si me disculpa iré a preparar la cena —dijo mientras se retiraba rápidamente con la cabeza gacha.
—Ah… bueno, gracias —dijo Kaito confundido, mirando su brazo artificial.
V
El joven se encontraba en el comedor junto al resto de la mansión, descontando nuevamente a Ross y Alisse.
Henry se estaba sentado en la silla principal de la mesa, con Hazard y Naomi parados a su espalda, Beatrice estaba al lado izquierdo de la mesa con Clara a su lado, Kaito se sentó junto a ella y Rin se situó detrás de él. Hanae estaba sentada a su lado derecho y finalmente, Elisa se encontraba en el otro extremo de la mesa.
—Elisa, parece que Alisse de nuevo no bajará ¿podrías llevarle su cena? —le pidió Henry.
—Enseguida.
La criada empezó a juntar todos los cubiertos y la comida en una bandeja y se retiró.
—Dime Kaito… ¿No has tenido problemas en tu primer día? —preguntó Henry.
—Bueno, ¡he estado perdiéndome todo el día en la mansión! ¡Es demasiado grande!
—¡No te quiero imaginar en el castillo de la capital! —dijo con una sonrisa Henry.
A Kaito se le contagió la sonrisa del hermano mayor, pero un tanto forzada.
—Este comedor también me parece gigantesco… Y no puedo evitar pensar que hay muchos cubiertos y no sé cuáles tengo que usar…
—Señor… Tiene que usar ese —le señalo Rin.
El joven tomó el cubierto.
—Sí, no pareces el tipo de persona ¡Que sepa de modales!
—¡Kaituh, es muy gracioso! ¿Naa? —exclamó repentinamente Clara.
—¿Naa?
—¡Clara! ¡Tus modales! ¡Y se te salió el acento! —retó Beatrice a su criada.
La sirvienta reaccionó y volvió a recuperar su postura.
—Perdóneme señorita —dijo de forma extremadamente formal, lo que al muchacho le pareció sorprendente.
—¡Qué manera de retomar su papel!
—Tranquila Clara ¡A todos nos parece adorable tu acento de Griveria! —declaró Henry.
—¿Griveria? —preguntó confundido el joven.
—Griveria es una ciudad costera, en el país de Alaria —explicó Henry.
—Parece que hay muchas cosas que tengo que aprender… Esto de venir de otro mundo es más difícil de lo que creía.
El joven al comentar eso se ganó las miradas de todo el salón, lo cual lo inquietó.
—¿Otro mundo? —preguntó Hazard— Se me había olvidado.
—Con tantas cosas que han pasado ¡Se nos había olvidado que vienes de otro mundo! —declaró Henry.
—Por un momento creí que nadie sabía.
—Disculpe señor ¿Cómo es su mundo? —preguntó curiosa Rin.
Él se puso contento al ver que se había ganado el interés de todos y sobre todo de Rin.
—Su mundo es un lugar sin magia, solo hay humanos y animales, es un mundo más pacífico que acá por lo que me contó —dijo Beatrice.
—Bueno sí, evidentemente tenemos nuestros problemas, pero en términos generales es un mundo tranquilo, aunque no faltan los conflictos. En nuestro mundo no podemos hacer las cosas que hacen ustedes, como lanzar rayos, fuego o… hacer manos artificiales tan avanzadas como ésta —explicó Kaito levantando su mano izquierda.
Claro el joven contaba todo eso bajo su experiencia como un aislado social encerrado en su habitación.
—Debe ser un lugar bastante bueno —dijo Rin y preguntó—. Disculpe si es una pregunta repentina, pero ¿cómo perdió su brazo?
Al parecer no le habían contado a la joven.
—Ah, bueno… Fue intentando salvar a Hanae de ese lunático, aunque la verdad casi muero. Si no fuera por Ross no estaría aquí.
—Mmm ya veo —dijo Rin.
—Te tengo que agradecer por lo de esa noche, aunque fue un resultado desafortunado, diste tu mayor esfuerzo para salvar a la niña.
—¡Me llamo Hanae! —se quejó la pequeña con la boca manchada de comida.
Rin le limpió la boca con una servilleta.
—¡Sí, perdón Hanae! —contestó Henry con una sonrisa.
—Ja ja, no es como que realmente haya hecho algo ¡La verdad! —dijo y, enseguida pensó— En realidad Ryu y Amaru hicieron todo.
El joven se percató que la sirvienta de cabellos rojos que se encontraba detrás de Henry no paraba de mirarlo fijamente.
—¿Qué sucede? ¿Naomi, cierto? —preguntó el joven.
—Sí, Naomi es mi nombre. Si me lo permite señor, antes dijo que había escuchado sobre mí ¿Qué cosas le contaron? —preguntó la criada moviendo su mirada durante un instante hacia Beatrice quien se puso nerviosa.
—Pues… Tengo entendido que eres asombrosa, aunque no sé muy bien por qué —declaró el joven rascándose una mejilla con su dedo.
—Ya veo…
—Aunque no lo pueda parecer, Naomi es la persona más fuerte de la mansión —declaró Hazard.
—¡¿En serio?! ¿Y qué tipo de magia usas?
—Uso magia de fuego, señor.
—¿Magia de fuego? ¿Es magia de herencia igual cómo la de Ross?
—¿No se lo han explicado? —preguntó Naomi.
—¿Qué cosa?
Inmediatamente todo el personal dirigió su mirada hacia Beatrice.
—¡No, no se lo explicamos! —exclamó exaltada Beatrice—. ¡Ahora es el momento para explicártelo, Kaito!
—¿El personaje de las explicaciones no es Alisse? —pensó Kaito, comparando su situación con un "Anime".
—¡Intentaré ser breve, la magia se desarrolla durante la etapa infantil, magia de herencia, única y elemental! —explicó Naomi— Las magias elementales se componen de los cuatro elementos de la Diosa Aelia: fuego, rayo, viento y luz; y los cuatro de la Diosa Neoma: agua, tierra, oscuridad y hielo.
—Para usar uno de los elementos se deben comprender las propiedades de estos, y solo se puede tener uno, aunque existen algunas excepciones —declaró Naomi— Yo soy fuego, Ross es rayo.
—¿Y de qué depende desarrollar una magia u otra? —preguntó curioso el muchacho.
Detrás del joven, sin que este se diera cuenta, Rin había apretado fuerte sus manos.
—Durante la infancia, el maná es más susceptible a comprender ciertas naturalezas o comportamientos… En términos simples… Depende de la experiencia vivida —explicó Naomi mirando de lleno, con sus ojos carmesíes, al joven.
Dicha mirada se sintió tan penetrante, como si al joven le llegase directo al corazón, como un cuchillo… Que tal vez la joven estaba intentando decirle algo.
—Por cierto, Kaito —dijo Henry con sus codos posados sobre la mesa y dirigiéndole la mirada— no creo que sepas esto, pero tú eres un caso muy inusual…
—¿Ah? ¿Por qué?
—Primero que nada, eres capaz de controlar dos magias elementales —declaró Henry— y segundo una de esas magias es de escarcha…
—¿La escarcha tiene algo diferente? —preguntó el joven mientras intentaba seguir comiendo.
—Bueno existe el rumor de que solo los No-muertos y los Dragones podían usar esa magia y tal parece podemos confirmar que lo segundo no era tan solo cuentos —comentó Henry sin dejar de mirar directamente el muchacho.
—Ha habido rumores en la capital sobre alguien que puede usar magia de hielo… —dijo Rin pensativa.
—La segunda profecía del Rey de Escarcha y los muertos, dice que un día volverá de la muerte alguien que controlará las almas en pena y congelará el mundo para así acabar con la magia corrupta, y concederles a aquellos que murieron con lamentos un descanso lleno de paz, pero no se sabe mucho más —explicó Henry.
—¡Achís! —estornudó Clara— ¡Perdón! ¡hace mucho frío!
La criada se abrazó a sí misma, parecía que se moriría del frío.
Afuera seguía nevando.
—Es cierto… —dijo Rin temblando del frío.
—No me había dado cuenta —pensó el joven mirando por la ventana.
—Quiero dormir… —dijo Hanae con la cabeza gacha y triste.
Ella estaba tomando la manga del joven.
—Después de todo, ella no está del todo bien —pensó el joven.
—Supongo que ya es hora de dormir —dijo Henry.
—Yo me encargaré de la mesa —dijo Hazard.
—Sí, te lo agradezco.
Rin estaba ayudando a Hanae a pararse, ya que estaba media dormida y se la llevó de la mano hasta su habitación.
¿Qué hago? —pensó Kaito.