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Chapter 9 - “DOMINACIÓN DIESTRO Y SINIESTRO” [PARTE 2]

V

 

Las llamas frente al joven brillaban y se reflejaban en sus ojos, como también, la casas, los cuerpos quedamos y apuñalados, y no solo fallecidos, gente desesperada porque estaban al borde de la muerte.

—Pensándolo bien qué bueno que vinimos, no pareciera que el que hizo esto quiera rematar a la gente… Yo lo haré —pensó Amaru.

Detrás del muchacho se encontraba Beatrice hecha hielo del impacto y sudando. De la nada ella detrás del joven sin que este se diera cuenta se puso a vomitar.

—¿Qué es esto? —preguntó el muchacho— ¡¿Qué mierda es esto?!

El escenario que tenía delante era demasiado impactante para él, más de una vez se cuestionó: ¿Qué haría en situaciones similares a esta? Pero la realidad siempre le gana a la imaginación…

—¡Kaito mentalízate…! —dijo Amaru.

—¿Ah?

—Veo a través de tus ojos y hay una niña ilesa.

Aquella niña era Hanae, pero manchada, tanto en sangre como en suciedad.

Los dos muchachos no se lo cuestionaron y simplemente fueron directo hacia ella.

—¡Hanae! —dijo Beatrice abrazando a la niña.

La niña no paraba de llorar y decir "Mamá, mamá", ella estaba escondida, por eso estaba sin daños aparentemente.

El joven intento analizar la situación y pudo notar que los causantes de tal desastre eran hombres encapuchados e Inracanis probablemente corruptos.

—¿Amaru que hacemos?

—Toma a la niña y… —explicaba Amaru

—Kaito… —dijo Beatrice impactada.

—¿Ah?

Él se había paralizado al igual que ambas chicas, al notar que había alguien detrás del muchacho.

—Que desolador… ¿Qué hacen dos jóvenes aquí? —preguntó mientras caminaba hacia Beatrice— Ropa de la nobleza y ese símbolo característico… Novatravel, pero no tienes nada de maná ¿Eres una impostora o un error?

El hombre que hablaba con un tono poético y alocado emanaba intensiones oscuras, tenía una mirada agotada, era alto, como de 1.90 metros, de pelo gris y ojos morados bien oscuros y una gran capa negra.

—La niña que sostienes tiene una gran cantidad de maná para ser semihumana —dijo mientras acercaba su mano a Hanae, pero de un golpe en seco Beatrice lo apartó— ¿Eso fue valentía o imprudencia? Pero ustedes dos no son lo que estoy buscando.

—¿Buscar?

Kaito apoyó su pie sobre la nieve, y con firmeza se levantó armándose de valor.

—¿Por qué, por qué hacer todo esto sólo para encontrar algo?

—Tú… —dijo y se acercó rápidamente hacia Kaito tomándolo de su mentón y frente a frente le susurró— Tú hueles igual a esta nieve.

—¡¿Ah?! —preguntó Kaito, horrorizado.

La impactante velocidad del hombre, como sus palabras dejaron pasmado al muchacho.

—Pero no quieres que la niña bestia lo sepa ¿no? —le balbució al oído.

Entre desastres, bestias, lágrimas y lágrimas, Hanae era incapaz de escuchar nada de lo que hablaban.

—Desolador, no te has dado cuenta… ¡Qué lástima! —dijo el hombre de la capa oscura— Puedo ver tu bendición y tu maldición… ¡Gracias a este gran poder que me concedió la voz! ¡El maná de Laplace!

En la cintura de Kaito, por alguna razón después de que el hombre dijera eso, la Katana roja empezó a temblar, pero solo durante un instante. Cosa de la que el muchacho no se percató.

—¿La voz? ¿Qué dices? ¿Y eso que tiene que ver? ¡Desgraciado!

—¡La voz! ¡La voz es mi amo y mi señor! ¡Aquel que me guía! —dijo el lunático de forma exaltante— Pobre alma desesperada… Te daré la oportunidad de pelear o morir.

—Amaru…

—Estoy lista, solo di las palabras.

El hombre se dio vuelta sorprendido y pensó: ¿Qué fue esa voz?

El muchacho tocó el pendiente en su oreja derecha, el tatuaje derecho empezó a brillar en un azul escarcha y recitó:

—Cambio de alma… ¡Dominación Diestro!

La nieve empezó a rodear al muchacho, el viento movía el cabello de Beatrice y Hanae, como también la capa del hombre. Cuando la ventisca termino Kaito tenía los ojos cerrados, la Katana azul entre sus manos y el tatuaje detrás de su cuello había crecido un poco. De apoco fue abriendo los párpados, dejando ver unos ojos azules muy brillantes. Aquella persona que parada ahí ya no era él, si no Amaru.

—Ya no eres el muchacho… Dime ¿Quién eres?

—Parece que me gané su interés, tal vez sea mejor opción ganar tiempo conversando, pero no quiero responder nada que pueda poner en peligro a Kaito —pensó Amaru y respondió— Yo no tengo nombre.

Dicha respuesta, a estas alturas, ya se podría considerar una mentira.

La dragona empezó a desenvainar su Katana, dejo la vaina en el suelo e igualmente enterró la Katana Roja.

—Cuánto maná… ¿Eres un espíritu?

El hombre que no paraba de hacer preguntas no recibió ni una respuesta de Amaru.

—Veo que no dirás nada. Bueno en agradecimiento por responder mi primera pregunta te diré mi nombre.

Aquel hombre empezó a alejarse dándole la espalda a Amaru y pasos después volvió a mirarla con los brazos alzados.

—¡Mi nombre es Cervantes! ¡Seguidor caído de las diosas! ¡Fiel discípulo de la voz! —bajó los brazos y dijo— o así me dicen.

Amaru no respondía a ninguna actuación de Cervantes, que claramente le faltaba un tornillo, entre toda su función, ella aprovechaba de analizar la situación.

—Antes de acabar contigo déjame mostrarte algo, espíritu desconocido— frente a la mano de Cervantes se generó algo que parecía ser un portal oscuro y podrido— Esta magia de herencia se llama "Bolsillo Abismal" Es otro tipo de magia dimensional. Mucho más débil que la magia de la familia Novatravel, solo servía para guardar un objeto, pero… Con este maná ya no solo es eso…

Del portal oscuro comenzó a salir un Inracanis corrupto y más bestias alrededor.

—¡Ahora es la copia perfecta, de la magia de la bruja de las pesadillas! ¡Incluso mejor que eso!

La dragona suspiró y dijo:

—Me estoy hartando…

—¿Ah?

—Te voy a matar —dijo e hizo un gesto con las manos como un símbolo y recitó— Apertura del maná de Neoma ¡Escarcha!

Alrededor de Amaru se generaron varios carámbanos, púas de hielo, más grande que un dedo. Ella adoptó una postura de combate.

—No tengo recuerdos de mi pasado antes de ser sellada, o algunos de ellos, pero si recuerdo este tipo de hombres, él no nos matara al instante… Aprovecharé esta oportunidad.

—¡Magia de Escarcha! ¡Nunca había visto magia de Escarcha! ¡Estoy conmovido! ¡Gracias voz por otorgarme esta oportunidad! Es realmente fascinante…

Amaru se lanzó contra Cervantes con intención de apuñarlo directamente, pero uno de sus sirvientes hizo de escudo, enterrando así la espada en el súbdito de Cervantes.

La dragona lo cortó a la mitad, despidiendo una gran cantidad de sangre, luego se alejó dando un gran salto hacia atrás, mientras tiraba varios carámbanos a diferentes objetivos, como a Cervantes que los bloqueaba, súbditos que caían fácilmente y también personas del pueblo moribundas rogando por sus muertes.

—Eres un espíritu bondadoso, mientras intentas acabar con mi vida, acabas con el sufrimiento de…

—¡Cállate! —gritó Amaru— No quiero que sigas hablando.

La dragona de hielo no deseaba que Kaito, escuchase lo que ella estaba haciendo con su cuerpo.

—Si tan solo Kaito, hubiera respondido mi pregunta esto sería diferente… No, no puedo lamentarme, soy una dragona, aunque no pueda emplear todo mi poder… ¡Soy más fuerte!

—Ven aquí espíritu invernal —provocó Cervantes.

Amaru dio un paso sobre la nieve como si estuviera a punto de lanzarse con todo nuevamente, pero se detuvo y miró la Katana roja. Ella empuño la espada y la lanzó cerca de Cervantes.

—¿Ah? ¿Por qué lanzas tu arma? —preguntó el hombre lunático.

—No pierdo nada intentando esto —pensó Amaru y luego dijo en voz alta— Se me resbaló de la mano.

Dos de los súbditos de Cervantes se acercaron a la Katana, de apoco como si les costase caminar, uno de ellos tomo la empuñadura y el otro la Vaina.

En ese momento aquel que tomó la empuñadora empezó a arder, hasta morir, el de la Vaina estaba intacto, pero se alejó asustado y luego recibió un carámbano directo en la cabeza.

—Así que el castigo sigue aplicando, pero solo si tienes la intención de empuñarla —pensó Amaru que no dejaba de estar atenta y en postura de combate.

—¿Un Artefacto legendario? —preguntó Cervantes— Espíritu Invernal…

Detrás de Cervantes empezaron a generarse varios "Bolsillos Abismales" de los cuales salieron más súbditos, como Inracanis y bestias más grandes.

—Qué problema… —dijo con una gota de sudor Amaru y una sonrisa que no deseaba tener en el rostro— Él está controlando a todos sus seguidores, como las bestias, ninguna a dicho una palabra, además de sus comportamientos titubeantes, probablemente están bajo una clase de control mental, pero incluso sabiendo eso, me encuentro en un dilema… Sí lo mato, acabaré con el problema principal, pero todos sus seguidores quedaran libres, eso podría llegar a ser más peligroso. Por otro lado, si acabo primero con todos los seguidores, no tendré la energía suficiente para matar a ese tipo.

Amaru bajó la espada, cerró los ojos, dio un suspiro y pensó:

—¡No sé por qué sigo dudando! ¡El plan principal es hacer tiempo!

Finalmente, Amaru empezó su segundo ataque, acabando con varios en el camino entre Cervantes y ella.

—¡Planea cubrirse con todos sus seguidores!

Amaru en el camino, mientras seguía acabando con aquellos que deseaban la muerte, como sus enemigos, enterró su espada en el corazón de un "Inracanis" y pensó: "Perdóname".

—Este hechizo usa poco maná, espero que no le afecte a Kaito…—dijo la dragona levantándose— ¡Cortina de nieve!

Todo el lugar se inundó en nevisca, aprovechando la nevazón que ya había, más la nieve ya caída, ya no se podía ver nada. Solo ella era capaz de ver con sus ojos azules.

Cervantes se veía tranquilo a pesar de no ver nada. Amaru se acercó a gran velocidad, con la intención de cortarle la mano, pero en el momento en que su espada choco contra la muñeca del maniático sonó un "ding".

—No fue un mal intento… No quisiste cortarme la cabeza para que mis seguidores, no se liberasen, sabia decisión se nota que tienes experiencia —dijo Cervantes apartando la mirada hacia Beatrice y Hanae que estaban rodeadas de Monstruos.

—¡Maldición! —exclamó Amaru que a gran velocidad ya se encontraba ahí y había acabado con cada enemigo alrededor de las jóvenes.

—¡Tiene una gran velocidad! —pensó emocionado Cervantes— ¿Por qué no es capaz de matarme?

—¡Ustedes dos son un verdadera molestia, solo pueden estorbar! —gritó Amaru molesta, mirando a ambas jóvenes.

Hanae seguía impactada, dichas palabras ya no podían hacer ruido en su corazón, pero para Beatrice no era lo mismo, fue un golpe fuerte y doloroso. Aunque sabía que no era Kaito, ver una mirada tan llena de ira, hizo que le salieran unas lágrimas de forma inconsciente.

—¡No seas así con las niñas! —exclamó sonriente Cervantes.

La dragona ya estaba exhausta, apenas se podía mantener parada.

—Solo un poco más —dijo alzando la mano generando un carámbano que caería al suelo— ¿Eh?

Los ojos de Kaito habían vuelto a la normalidad… El tiempo de Amaru se había acabado.

—El espíritu ya se fue —dijo Cervantes que ya estaba frente el muchacho— que mal por ti.

Cervantes tomó del cuello a Kaito y lo levantó.

—¡Kaito! —gritó Beatrice.

El hombre miró a Beatrice un instante y dijo:

—¿Kaito? ¿Así te llamas?

Él no podía responder, debido a que su manó le impedía respirar.

—Que mal por ti, Kaito —dijo Cervantes lanzado muy lejos al muchacho en dirección de la Katana roja— Te voy a contar Kaito.

Cervantes caminaba hacia el muchacho, cada pasó que daba se marcaba fuerte en la gran cantidad de nieve ensangrentada que se iba acumulando, además la nevazón iba empeorando.

—Tu eres el causante de todo esto… Kaito, el olor de la nieve.

—Cof, cof… No te entiendo —dijo Kaito a duras penas, pero molesto.

—Te relataré lo que predijo nuestro señor ¡la voz! Para esta gran noche: "Un día de estos caminarás bajo un cielo que no debe cambiar, pero ese mismo día en éste nevará, esa es la señal. Muchas vidas serán sacrificadas para así esa revelación encontrar" —citó el hombre —¡Esa señal es la nieve que trajo tu maldición!

—¡¿Qué?!

El muchacho empezó a sudar más y más, respirando de manera inconsistente, empezó a vomitar y pensó: —¿Es mi culpa? ¿No, cierto? No… Espera ¡Si lo es… ¡Si lo es!

Cervantes ya delante de él lo miró como una persona que mira sobre el hombro a los demás.

—Veo que ya lo procesaste…

Pateo Cervantes a Kaito.

—¡ESO SIGNIFICA UNA COSA! ¡QUE EL CULPABLE ERES TÚ! ¡Y SOLO TÚ! ¡INPRUDENTE! ¡INSIGNIFCANTE! —dijo Cervantes golpeando y pateando a Kaito sin parar— ¡Y DEBIDO A TU ARROGANCIA! ¡TÚ IGUAL MORIRÁS! ¿CREÍSTE QUE PODRÍAS HACER ALGO, ¿NO? ¿CREÍSTE QUE TODO SALDRÍA BIEN? Y ACASO… ¿creíste que no pensaría en ellas?

Dijo moviendo a la fuerza el rostro de Kaito para que se diera cuenta que tenía a Beatrice y Hanae de rehenes.

—Beatrice… ¡no! ¡Beatrice! ¡Hanae! —gritó Kaito.

—¡Kaito! —gritó la melliza.

La pequeña Hanae abrió los ojos miró al muchacho y pensó: "¿Hermano?"

En ese instante Hanae del miedo se desmayó de inmediato

El muchacho se apartó de Cervantes, desesperado volvió a levantarse y gritando se acercó para acertarle un puño que fallaría. Luego el muchacho alzó la mano, recordó como peleaba Amaru y empezó a generarse un carámbano de hielo, que caería al suelo inútilmente.

—¿Usaste magia? ¡¿Usaste magia sin la apertura?! Eres maravilloso, a pesar de ser débil, a pesar de no haber entrenado, de no haber hecho ¡NADA! LA VIDA TE ADORA, LAS DIOSAS TE ADORAN, LA MAGIA TE ADORA, ¡DEFITIVAMENTE ERES TÚ EL ELEGIDO DE LA MAGIA! ¡¿PERO SABES QUE?! ¡EL DESTINO TE ODIA! —gritó Cervantes.

El movimiento del brazo derecho de Cervantes fue tan rápido, que nadie dijo una palabra hasta que… El antebrazo izquierdo de Kaito había caído al suelo…