IV
"Se dice que él héroe había hecho el mayor de los sacrificios, se dice que él sufrió el peor de los finales, la peor de las vidas, con tal de salvar a todos de un mal mayor a su sufrimiento ¿pero y si todo eso realmente fuera falso? Al fin y al cabo, las historias cambian con el tiempo" -Recopilatorio de relatos y cuentos cortos de Kaito.
El muchacho despertó con la vista borrosa, en un lugar desconocido. Al ver más claramente a su alrededor, notó que estaba en una pequeña cabaña con tan solo la cama en que se encontraba y nada más. Luego, vio a dos jóvenes que lo estaban cuidando y éstos se percataron que había vuelto en sí.
—¡Oh, ya despertaste! ¿Cómo te sientes ahora? —preguntó una joven.
La joven parada frente a él era delgada, de ojos azules y cabello rubio. Llevaba una falda negra con una blusa blanca y un manto amarillo que hacía juego con un colgante del mismo tono. Usaba medias blancas y zapatos negros, además de un bolso café y sobre sus manos sostenía la bufanda blanca de Kaito, sin saber lo importante que ésta era para él.
—Mmm bien, mejor…. Eh, disculpa ¿podrías entregarme mi bufanda? Y ¿Me podrían decir quiénes son ustedes? —preguntó Kaito, confundido.
—Yo soy Beatrice y este es mi hermano mayor y mellizo Ross. ¡Un gusto! —se presentó amablemente.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Ross.
El mellizo era un joven alto, de pelo rubio desflecado, aunque más ordenado que el de Kaito, de ojos azules como su hermana. Llevaba el mismo collar que Beatrice. Destacaba una capa amarilla que llevaba sobre una vestimenta blanca con cinturón y zapatos negros.
—Kaito, yo me llamo Kaito, un gusto, supongo… Mmm ¿dónde estoy? —respondió y preguntó a la vez.
—Que nombre más raro, se parece al de un semihumano, y tu ropa es igualmente peculiar —dijo la muchacha.
—Ciertamente nunca había escuchado un nombre así, aunque eso debería confirmarlo —comentó Ross.
—¿Semihumano? —preguntó susurrante Kaito, después de todo era una palabra con la cual él estaba familiarizado y prosiguió— ¿no me van a decir que sucede?
Ambos hermanos se miraron mutuamente, pero pronto Beatrice dirigió su mirada hacia Kaito.
—Seré directa… Dicho en palabras simples, fuiste invocado a otro mundo… Por nosotros —confesó Beatrice con los ojos cerrados y un tanto sonriente.
—¡Espera! ¿Qué? ¿Cómo que otro mundo? ¿Es una broma? No por supuesto que tiene que ser una broma —preguntó incrédulo con una risa frenética.
—Hablo en serio —respondió la chica honestamente y sin titubeo con una mirada sincera y prosiguió— Ahora te encuentras en el "Bosque Naciente" cerca del reino de Neveral.
El muchacho se paró rápidamente de la cama directo hacia la puerta tomando la manilla y dudando por un instante si abrir o no, finalmente se decidió a salir y lo primero que vio fue un bosque nevado.
—¿Es enserio? —preguntó mientras veía a un conejo blanco de ojos de un azul fantástico y profundo pasar a metros frente a él.
—Un conejo de las nieves —dijo Beatrice y añadió—dicen que ver a uno solo, es una buena señal.
A pesar de escuchar tal locura, no lo dudó, al ver tal paisaje y al ir recordando que recién se encontraba en su escuela y había visto un tenebroso espectro detrás de Scarlet, estaba seguro de que no era un sueño.
—Es difícil de creer, pero ahora que lo dices…
—Pareces tener bastante energía, pero al mismo tiempo se te ve agitado —comentó Ross.
—¿Agitado…? ¡Ah! —preguntó Kaito justo cuando un fuerte dolor de cabeza hizo que se arrodillase.
—¡¿Estás bien?! —exclamó Beatrice preocupada por el muchacho.
—Estoy bien, no debí levantarme tan repentinamente.
Kaito en los suelos se quedó mirando fijamente la nieve que lo rodeaba y pensó, mientras mantenía las manos en el suelo, "Es igual que allá, a pesar de toda esta nieve, no tengo frío, de hecho, estoy seguro de que es la misma nieve".
—¿Y por qué me trajeron aquí?
—Se te invocó para que cumplas con una profecía —dijo Ross cerrando los ojos.
—¿Una profecía?
—Sí, una de las cuatro para acabar con la magia corrupta —dijo el muchacho rubio y prosiguió— sé que debes tener muchas preguntas, así como dudas, sin embargo, prefiero hablarte de tu situación actual.
Ross se quedó mirando al muchacho invocado que aún seguía en el suelo, sin poder pararse.
—Más tarde Beatrice te hablará de las profecías, por ahora eso puede esperar.
—¿Y qué es tan importante? —preguntó Kaito finalmente en pie.
—En este mundo la magia lo es todo, la magia predomina sobre cualquier cosa, sin embargo —dijo añadiendo un poco de suspenso y finalizó— Tú no posees ni una pizca de magia.
—La verdad no me sorprende viniendo de un mundo sin magia.
—¿Un mundo sin magia? Pensé que te molestaría que lo mencionásemos —confesó Beatrice con ambas manos en la espalda.
—No me molesta, aunque no puedo negar que es un poco decepcionante.
Dicha desilusión tenía sentido, después de todo el uso de la magia irónicamente es la fantasía de todo joven adolescente, especialmente en fanáticos como él.
—Ah… ¡Bueno no te preocupes, porque yo tampoco tengo magia! —confesó sonriendo y señalándose a sí misma con el dedo.
—¿No tienes?
—Sin embargo, tu situación es diferente a la de mi hermana —dijo Ross posando una mano sobre el hombro izquierdo de Kaito.
—¿Qué quieres decir?
—Mi hermana no fue invocada para cumplir un objetivo, tu carencia es más significativa, no solo eso, se nota que eres débil y holgazán solo mirándote —comentó Ross de forma altiva y muy directa, aunque su deducción era correcta y Kaito estaba más que consciente de ese hecho.
—Que lo digas con ese tono me molesta un poco.
—¡Escucha con atención! Esto que te voy a preguntar es realmente importante.
Generando un momento tenso, el muchacho de otro mundo miró al mellizo directamente a los ojos, la hermana se paró al lado de su hermano y en ese instante lo único que se podía escuchar eran los leves soplidos del viento, y la caída de la nieve que se acumulaba sobre las hojas de los árboles.
—Tienes dos opciones o te quedas con nosotros o te quedas solo ¿Qué harás? —preguntó Ross.
A pesar de la pregunta, Kaito no se veía tan sorprendido, tal vez porque se lo esperaba o quizás porque la respuesta era obvia. Sin embargo, la mente del muchacho se inundaría de un pensamiento mientras movía la nieve con sus pies: "Una pregunta necesaria, con una respuesta obvia ¿Por qué elegiría quedarme solo, en un mundo que no conozco? Además ¿Cómo podría volver? O más bien ¿Por qué volvería? Aunque haya sido invocado en contra de mi voluntad o, aunque no quiera quedarme ¿Hay algo que me ate a mi hogar? La única respuesta a esa pregunta sería "mi madre". Sin embargo, solo podría limitarme a averiguar, no… directamente no sé cómo puedo volver, entonces…"
—Me quedo con ustedes...