II
Los tres jóvenes iban recorriendo por una vía de adoquines. El muchacho de otro mundo caminaba pensativo detrás de los mellizos. Por otro lado, Beatrice estaba aún fresca y a Ross se le veía ligeramente agotado.
—¿Qué fue lo que pasó hace un rato? Por un instante estoy seguro de que perdí el control de mis actos —pensó Kaito.
Mientras el chico ordenaba sus ideas iba igualmente disfrutando del paisaje, de los árboles, las enormes montañas que se veían a lo lejos y el río que parecía no tener fin.
—No sé para qué me lo cuestiono tanto, estoy seguro de que fue un "Deja Vu", pero fue mucho más intenso que nunca ¿Acaso "Deja Vu" me hace vivir eventos obligatorios? —pensó y añadió relajándose— Bueno ya averiguaré más tarde cómo funciona.
Una deducción un tanto apresurada, por parte del joven, pero si digna de su forma de pensar. Después de todo en su vida pasada se la pasaba fantaseando, eso sumado a leer novelas ligeras y ver anime…
—¿Dijiste algo? —preguntó Beatrice dando vuelta la mirada.
—Perdón, solo pensaba en voz alta.
—Kaito, tienes que saber que yo no sé mucho más sobre esas Katanas que portas. Es difícil saber cómo funciona algo que no puedes usar —comentó el mellizo sin dar vuelta la mirada.
—¿Y no tienes ni una pista? Para no ir a tientas.
—Esto es más un mito, no tengo forma de comprobarlo, además de suposiciones. Se dice que esas Katanas tienen sellados a los últimos dos dragones, tal vez y solo tal vez tengas que hacer un contrato con ellas.
—Ya veo… —dijo Kaito mirando las Katanas en su cintura.
—Es solo una suposición, además nunca he hecho un contrato con alguien y menos con algo sellado.
—¿Y cómo funciona ese contrato?
—Solo ofréceles algo a cambio o lo que te pidan para que te entreguen su poder.
—Entiendo.
—Y recuerda tener contacto con la Katana para hacer el contrato y por último…
—¿Por último?
— Es solo mi intuición, pero comienza por la Katana azul.
—Qué raro que tú te dejes llevar por tu intuición —dijo Beatrice mirando a su hermano.
—Supongo que lo es —dijo Ross mirando hacia atrás la Katana roja en la cintura de Kaito.
Luego de un rato el muchacho trigueño se percató que donde estaban no nevaba aún, lo que lo llevó a preguntar:
—Ahora que lo pienso ¿dónde estamos?
—Al norte de Neveral, cercanos al Archipiélago de Sangre, pero lo suficientemente lejos para no correr peligro —declaró Ross.
—¿Es un lugar peligroso?
—Sí, lo es —respondió el mellizo.
—Por cierto, ahora mismo nos dirigimos a la Aldea Calay y de ahí iremos directo a nuestra residencia —explicó Beatrice apuntando hacia el Sur, mientras miraba al muchacho.
Durante la chachara de su hermana, Ross se había quedado parado al ver que un pájaro azul y transparente, que parecía tener constelaciones en el interior, se posaba en su hombro.
—¡Wow!¡¿Qué es eso?! —exclamó sorprendido Kaito sin poder quitarle los ojos de encima al ave.
—Es un espíritu —respondió Beatrice y añadió— hace tiempo que no veía uno ¿acaso es un mensaje?
—Sí, eso parece —dijo mientras miraba como el pájaro se desvaneció sobre su hombro.
El mellizo se quedó mirando la palma de su mano como si estuviera en medio de una discusión interna hasta que finalmente dijo:
—¡Cambio de planes! Era un mensaje de la capital, los enviaré directo a la mansión —dijo mientras alzaba su mano para abrir un portal.
—Ah… —dijo únicamente Kaito.
—¡No, no, no! —exclamó exaltada Beatrice bajando el brazo de su hermano y añadió— por favor, sabes que nunca tengo la oportunidad de salir.
—Pero Beatrice, es peligroso y no creo tener tiempo para avisarle a alguien en la mansión que venga a escoltarlos.
—¡Cada vez que salgo es contigo, Clara o Naomi! ¡Tengo la misma edad que tú! —reclamó la melliza y prosiguió con la cabeza baja— Ya estoy bastante grande para cuidarme sola.
—Podrías darle una oportunidad al mundo —dijo Kaito mirando al mellizo e intentando decir que todo iba a estar bien.
Ross miró al joven con el ceño fruncido.
—Lo siento… No volveré a decir ninguna estupidez —respondió Kaito ante esa mirada haciendo un gesto de perdón con sus manos como si rogase por su vida.
El joven de los ojos azules miró al cielo y respiró profundo, para terminar con un suspiro en señal de rendición.
—Está bien… Kaito esta será tu primera tarea, escolta a mi hermana a la mansión —ordenó Ross.
—¡Espera! ¡¿no debería ser al revés? —preguntó Beatrice confundida y levantando las manos.
—¡Como ordene! —respondió Kaito poniendo su mano en la frente, al igual que un soldado que acepta su misión.
—No debería haber peligro, como mucho algunas bestias débiles. De todos modos, has rápido tu contrato —explicó Ross y luego señaló a Beatrice— Ni se te ocurra ir al Archipiélago de Sangre y tampoco vayas diciendo por ahí que él es un invocado o un héroe como si nada.
—¡Aunque estemos más cerca, sigue estando a kilómetros de aquí! ¿no? Y no, no pensaba decir nada… ¡Tal vez, creo, puede ser! —se excusó Beatrice empuñando las manos con los ojos cerrados.
—Creo que mejor debería llevarlos a la mansión —dijo el mellizo desconfiado de ellos.
—No, no… Vamos a estar bien, tú ve tranquilo —dijo Beatrice.
—¡Está bien, está bien! —respondió cansado y prosiguió —Volveré tan pronto termine, si llego a tardarme espérenme en el árbol Somnio un poco más allá de la aldea.
Alzó nuevamente el brazo, abrió un portal y a centímetros de entrar se detuvo.
—¡Ah! Y un último consejo… Al hacer un contrato, mientras más estes dispuesto a ceder más recibirás a cambio… —explicó señalando las Katanas, pero como el joven parecía incrédulo ante las palabras de Ross, añadió— Kaito, no me falles.
"No me agrada…" Eso pensó el muchacho luego de escuchar las palabras del mellizo, pero ese desagrado no es por él sino porque "No me gusta sentirme obligado a hacer cosas", continuó con sus reflexiones.
—Bueno, luego nos vemos —dijo Ross entrando al portal.
—¡Que te vaya bien hermano! —se despidió Beatrice, mientras Kaito solo movía su mano en señal de despedida con cierta preocupación.
Una vez se cerró el portal el muchacho bajo la mano y preguntó:
—¿Realmente vamos a estar bien?
—¡Sí! ¡No te preocupes, vamos a la Aldea antes del anochecer! —exclamó emocionada Beatrice.
El muchacho sonrió ante el entusiasmo de la joven y ambos dieron la vuelta continuando su camino.
III
Los jóvenes caminaban, mientras los tranquilos vientos de Neveral movían las flores y los pastos del lugar, las pisadas de la joven destacaban con claridad su nerviosismo, además de una sonrisa tensa que no podía ocultar.
—¿Te sucede algo? —preguntó Kaito.
—Es la primera vez que estoy fuera de la mansión sin mi hermano o una de las criadas, incluso en la capital me acompañan, así que digamos que estoy un poco nerviosa —dijo vacilando un poco y con las manos temblorosas.
—¿Un poco nerviosa? ¡Claramente estás que te desmayas!
—Es que no estoy acostumbrada a esto…
—Tu hermano te sobreprotege mucho… Y a mí me trata muy mal —dijo triste.
En ese instante Beatrice recuperó la calma.
—Créeme que tiene sus razones, más que justificadas, para sobreprotegerme. —dijo con una sonrisa triste mirando al suelo y añadió— Además las criadas también cuidan excesivamente de mí.
El muchacho la miró y optó por no preguntar nada.
—En cuanto a ti, no te preocupes, es así con todos, es insensible, no sabe tratar a nadie, pero es una gran persona —afirmó sonriéndole.
El joven le devolvió la sonrisa y le preguntó:
—Oye y ¿hay más gente en la mansión?
—¡Sí! ¡vas a conocer a mucha gente! —exclamó con los brazos abiertos y prosiguió— Hay cuatro criadas, un mayordomo, aunque ya está un poco mayor. También, la maga que te mencionamos hace un rato y nuestro hermano mayor.
—Son bastantes personas…
—¡Y la mansión es enorme! Yo que he vivido ahí toda mi vida y aun no sé cuántas habitaciones hay —explicó contenta y luego dijo, como si se le hubiese prendido el foco— ¡Ya sé! ¡Podrías contarme algo de tu mundo!
El muchacho sonrió con soberbia como si hubiera esperado todo el tiempo este momento.
—Tienes que estar atenta porque lo que te voy a contar en mi mundo es confidencial —dijo el muchacho.
La joven lo observaba con un brillo en sus ojos, dejando en claro su grado de inocencia.
—En mi mundo existe un dispositivo mágico llamado… ¡Celular! —declaró el joven a lo que la chica reaccionó emocionada y continuó— ¡además se llevaban a cabo batallas épicas en un coliseo mejor conocido como "Estadio de fútbol"!
—¡¿Estadio de fútbol?! ¿No dijiste que en tu mundo no había magia?
Y así siguieron en su travesía hacia la aldea con una conversación llena de exageraciones y patrañas de Kaito.