I
El muchacho se quedó quieto detrás de ambos hermanos. Ross estaba de brazos cruzados y con una mirada altiva observaba el salón, mientras su hermana mantenía sus manos entrelazadas en la espalda.
—No es que no quiera portar una de estas armas, pero siento que es mucha responsabilidad.
—Irónicamente fuiste invocado para una "gran responsabilidad" —declaró Ross con un suspiro y cerrando los ojos un tanto decepcionado.
—¡Pero si aún no me han explicado bien porqué estoy aquí! —exclamó exaltado, se dio una pausa y preguntó un tanto más calmo— ¿Y cuál de todas tengo que tomar?
El muchacho miró a todas partes y pensó "Ojalá no sea algo muy pesado". Eso, porque había cosas que por muy atrayentes que fueran, no eran de su gusto o eran demasiado tediosas, como espadones o hachas y mazos de gran tamaño. Además, a su debilucho aspecto no le favorecía para nada.
—Será tarea difícil que puedas cumplir con las condiciones que imponen las armas —dijo la melliza y prosiguió con entusiasmo— ¡Ojalá tengamos suerte!
—Aun no entiendo eso de las condiciones… ¿Por qué suerte?
—Sucede que… —trató de explicar la melliza.
—Espera Beatrice, antes de dar cualquier explicación. Kaito ¿Ves esa espada negra que está allá? —dijo Ross
—¿La que parece emanar escarcha?
—Esa misma, ve a empuñarla.
—Está bien…
En ese instante, sin que Kaito se percatara, Beatrice se alteró un poco y con el rostro lleno de dudas, tuvo que ocultar su nerviosismo luego de que su hermano le pidiera eso al muchacho.
El joven empezó a caminar lentamente hacia la espada y pensó "¿Esta es la típica espada maldita de los videojuegos que uno nunca debe tomar, no?". Finalmente, parado frente a ella sintió un escalofrío durante un instante; sin embargo, no fue razón para preocuparse y de a poco fue acercando su mano a la empuñadura.
Al mellizo le corría una gota de sudor por la frente, puso la mirada seria y concentrado en la situación, bajó su brazo derecho relajándolo y luego tensando los dedos como si estuviera a punto de atacar.
Kaito, a centímetros de tomar la espada, sintió voces como gritos viniendo de la misma espada, en ese instante toda la concentración del joven se focalizó en la espada al escuchar cosas como "ayuda", "sácame de aquí", "libérame" o "acaba con mi vida" en ese instante se le contrajeron las pupilas, se le pusieron los pelos de punta, el escalofrío volvió más intenso y dio un gran salto hacia atrás como si de un animal en alerta se tratase.
El mismo instinto hizo que el cuerpo del muchacho se pusiera atento al peligro que conllevaba acercarse a "esa cosa", inundándolo en miedo.
—¡Kaito! —exclamó Ross posando su mano sobre la cabeza del muchacho haciendo que volviera en sí— sé que debió ser intenso, pero necesito que te calmes.
—Tranquilo, ya estoy bien, ni siquiera recuerdo que pasó durante ese instante, solo sé que tuve miedo —declaró el muchacho tembloroso mientras miraba sus manos.
—Perdón por eso, necesitaba estar seguro de algo —declaró Ross.
Por otro lado, la hermana ya tranquila dio un suspiro de alivio ante la situación.
—Creo que esta vez te pasaste Ross —dijo Beatrice mirándolo molesta— ¡No era necesario pedirle eso!
El mellizo solo se quedó mirando a su hermana sin respuesta, a lo que el joven invocado reaccionó.
—¿Podrían darme una explicación de una vez por todas? Realmente estoy muy perdido.
El joven de los ojos azules dio un suspiro y retomó la situación.
—Ya te dije que estos artefactos son únicos ¿no? —preguntó Ross y recibiendo una respuesta afirmativa de Kaito, prosiguió —Sin embargo, casi nadie es capaz de portar uno de estos objetos, debido a esas mismas condiciones.
—Lo que quiere decir mi hermano es que todos los artefactos, libros, armas y reliquias que ves aquí piden como requisito cumplir con una condición, y todas tienen una diferente. El problema viene cuando uno no cumple con tal requisito.
—¿Qué sucede cuando no se cumple? —preguntó aún agitado.
Beatrice miró al muchacho con una sonrisa como de lástima y dijo:
—Castigo
—¿Castigo?
—Dolor físico, mental, quemaduras, pérdida de la visión, hasta la misma muerte —declaró Ross.
—¿Así que eso fue lo que sentí? —preguntó mirando nuevamente sus palmas y se corrigió— No, más bien fue lo que pude haber sentido.
El muchacho cerró los ojos e intentó calmar su cuerpo y su corazón, y dijo:
—¿No les pareció un tanto peligroso?
—Sí… Pero ¡No te preocupes nosotros sabemos qué armas no tienes que tomar! Creo… —expresó insegura Beatrice.
—¡Eso no me tranquiliza! —exclamó el muchacho levemente molesto; sin embargo, sabía que enojarse no lo llevaría a nada.
—El arma que intentaste empuñar se le conoce como la "desesperación de los muertos", su condición consiste en ser un muerto en vida, aunque los no-muertos no son más que una leyenda— explicó Ross.
—Diría que estoy bastante vivo.
—Escucha atento, aquí es cuando te explicaré una de las cosas más importantes de este mundo. Hay un dicho que dice "Nadie, jamás, será capaz de comprender la magia en su totalidad".
—¿Cómo? —preguntó Kaito confundido.
—Aunque suena como una excusa para cubrirnos de nuestra incapacidad para comprender la magia, lo cierto es que en la historia ha habido magos que han alcanzado niveles inimaginables. Sin embargo, ni ellos han alcanzado en su totalidad dicha comprensión. Desde luego, ha habido casos donde ciertos comportamientos no han tenido explicación, y luego llega alguien con la respuesta, lo malo de esto es lo conservadora que es el mundo de la magia, por eso hay magos que esconden secretos que ellos han descubierto, ya sea por egoísmo o por miedo a ser ejecutados por "herejes".
—Estoy empezando a creer que este lugar es extremadamente peligroso, también la magia.
—A la magia le gusta castigar…
—Lo haces sonar como si la magia tuviera voluntad propia —dijo Kaito.
—Hasta cierto punto así es —declaró Ross con los ojos cerrados.
Durante un instante los tres guardaron silencio, pensativos, hasta que el mellizo rompió el hielo, siendo finalmente sincero con lo que en realidad significaba estar ahí y declaró:
—En este mundo nunca sabes quién podrá estar en tu contra: Demonios, bestias, asesinos, reinos enemigos, aliados, brujas, incluso tus compañeros, hasta la misma magia podría estar en tu contra…
—¡¿Este lugar no es demasiado peligroso?!
—¡NO ES TAN PELIGROSO! —gritó Beatrice, quien reaccionó tapándose la boca y llamando la atención de ambos muchachos, para enseguida proseguir un tanto cohibida— Perdón, es que llevaba tanto tiempo sin hablar que quería decir algo.
En ese instante Kaito volteó la mirada y tapó su cara aguantando la risa. El muchacho no esperaba una reacción así de la melliza, lo que calmó su corazón.
—A pesar de la realidad que has tenido que vivir, ves las cosas de una forma muy optimista Beatrice— declaró Ross.
—¡Y tú eres demasiado negativo! —exclamó la melliza.
—Disculpen, creo que no podremos avanzar así —dijo Kaito reintegrándose en la conversación.
Aunque el cambio de atmósfera lo había aliviado un poco, aun así, tuvo en cuenta las palabras de los mellizos. ¿Qué tenía más sentido? ¿La realidad del joven o la inocencia de la chica? A pesar de todo, prefirió esperar antes de concluir cualquier cosa.
—Es cierto, no podemos quedarnos más tiempo aquí, tenemos que volver a Neveral —dijo Ross.
—¿Volver? ¿Estamos en otro país?
—La verdad no sabría responder. El salón sagrado está oculto, solo se puede entrar a través de portales, nadie conoce su ubicación, podría estar en cualquier parte de este mundo.
—Los Novatravel hemos estado a cargo de este salón por generaciones —declaró Beatrice mirando a Kaito— después de todo contiene armas extremadamente peligrosas.
—Mejor que nadie se entere dónde está— dijo el muchacho trigueño volviendo a mirar a la "Desesperación de los muertos".
—Retomemos lo que empezamos —dijo Ross dándole un empujón a Kaito que lo movió hacia adelante y añadió— "El Iratus Mare es demasiado peligroso para navegar"
El muchacho lo escuchó, pero se quedó confundido mirándolo.
—Quise decir que se me está agotando la paciencia.
—Creo que podríamos darte a conocer algunos artefactos, tal vez encuentres alguno que puedas usar.
—Adelante, te escucho —le cedió la palabra a Beatrice.
—Tal vez podrías intentar con el arco de los elfos, o el emperador del trueno o con la lanza de los dioses o… Tal vez —explicó Beatrice entusiasmada hasta que se dio vuelta y miró a ambos muchachos decepcionados.
—Beatrice ¿Qué le viste de elfo? —preguntó Ross.
—Diría que soy bastante humano.
—¡Pensé que tal vez como viene de otro mundo podría ser otro tipo de elfo! ¡Perdón! —exclamó Beatrice con las manos empuñadas.
—Además, la lanza de los dioses es más peligrosa que la misma desesperación de los muertos.
—Ojalá estuviera aquí la espada de juguete —declaró Beatrice triste y con la cabeza agachada y brazos colgando.
—Tampoco es un niño.
—Da igual cual sea ¿no? —preguntó Kaito sin ser escuchado.
Mientras los mellizos seguían discutiendo el muchacho de otro mundo empezó a caminar por el salón viendo cada arma y pensó "Supongo que no importa, mientras no las toque". El joven caminó mirando cada artefacto, libros, anillos, espadas, hasta cosas que no tenía idea qué eran.
Mientras él seguía observando, durante un instante sin darse cuenta, sus ojos se apagaron, como si se le hubiera extinto todo rastro de voluntad y aunque no estaba consciente de sus acciones, su alma se percató. Esto es lo que se le conoce como "Deja Vu". Su mirada se clavó ante dos Katanas similares entre sí, una roja y la otra azul. Cada una tenía un colgante con el rostro de un dragón en el borde de la empuñadura. Su cuerpo sin dudar las tomó sin saber su condición o castigo. Sin embargo, al tocarlas sintió dos presencias imponentes. Y tan pronto terminó recobró por completo la conciencia.
—¡¿Qué haces Kaito?! —reaccionó espantada Beatrice.
—Espera Beatrice —ordenó Ross deteniendo a su hermana mientras sostenía su hombro y pensó serio— ¿Qué fue eso? Sé que me distraje, pero estoy seguro de que, durante un instante, perdí completamente su presencia.
El muchacho se dio la vuelta mirando a los hermanos, sin embargo, él ya no estaba temblando, ni lleno de miedo.
—¿Kaito? —preguntó Beatrice preocupada.
—¿Sientes algo raro? —preguntó el mellizo
—Hace tiempo que no me sentía tan… Tranquilo —declaró el muchacho tocando su pecho con su mano izquierda.
—¡Qué bueno! No siento indicios de hostilidad o peligro y sigue siendo la misma persona; sin embargo —pensó Ross y preguntó— ¿Cómo es posible que puedas blandir las Katanas de los dragones gemelos?
—Eh, es verdad, no deberías ser capaz de portarlas… —dijo Beatrice suavizando su voz.
—¿Cuál es la condición para portarlas?
—Poseer sangre de dragón, pero estoy seguro de que tú no la tienes —dijo Ross y pensó— ¿Acaso, Alisse se equivocó cuando lo revisó? No, no lo creo.
—¡Qué extraño!… —dijo la melliza.
—¿En tu mundo hay dragones?
—No, en mi mundo los dragones solo son un mito.
—Ya veo… En nuestro mundo los dragones se extinguieron hace mucho tiempo.
El mellizo se quedó pensativo y confundido, estaba más exaltado que de costumbre, aparentemente era un suceso increíble. Sin embargo, vio tanto a su hermana como al joven tan preocupados que decidió actuar.
—Mejor vámonos, no quiero estar más tiempo aquí.
"Uno de los antepasados «Novatravel» encontró un lugar perfecto para proteger las reliquias legendarias; sin embargo, uno de sus hijos lo traicionó y él se vio obligado a segar la vida del hijo para ocultar de los ojos del mundo al peligroso lugar conocido como «El salón sagrado»" -Recopilatorio de relatos y cuentos cortos de Beatrice.