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El Apóstol de la Oscuridad | Vol. I | [En Proceso]

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Synopsis
Cuida, niño, que no todo lo que ves es lo que realmente aparenta. Cuida, niño. ¡Qué perspicaz! Tu casa ya no es tu casa, sino una trampa a reloj. Cuida, niño, que en la familia hay un objetivo tan valioso como el oro y tan repudiado por él como el excremento. ¡Ay de ustedes!, que tendrán que abandonarlo todo, que tendrán que marchar hacia un rumbo más allá de lo lejano, así que caminen, ¡caminen sin parar! ¡Ay de ustedes!, muchachos, que la naturaleza se interpone en su camino. No quieras pasarte de listo, pues a la naturaleza le gusta jugar sucio. ¡Ay de ustedes! No vaya a ser que uno perezca en el camino, y tan cerca del principio. Recuerda, a la naturaleza le gusta jugar sucio. Cuida las espaldas, porque él irá tras ustedes, sello por sello, para aplacar un viejo rencor... Cuida las espaldas. No te sientes por mucho tiempo, que sus huestes avanzan rápido como flores en una tierra muerta, no sería bueno ser atrapado. No queremos volver a casa. Cuida a tu familia, porque a los ojos del destino: son nada. ¿Sueños? ¿Qué sueños?
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Chapter 1 - ¡ Ì R G E N E G Ù N D E R Z O N !

"¡Oh, grandes soldados del naciente Reino de Gùnderzon! He de aclarar que, en esta ocasión tan especial, me levanto para emitir mis palabras y alzar mi embravecido corazón no hacia ustedes concretamente, sino hacia las futuras generaciones que regenten sobre estas vastas y fértiles tierras; un mensaje perpetuo que quede para ellos, pues, ¿quiénes sino nosotros para dejar el gran legado a la eternidad? ¿Quiénes sino ellos serán los que preserven este mensaje para sus hijos, y ellos para sus hijos? Nosotros, como hombres que hemos derramado hasta la última gota de su sangre, hombres que han puesto cara a todo tipo de tribulaciones, hemos, y así será, de ser sus guías ancestrales en la larga senda que espera a nuestro emergente Reino. Es por estas razones que, muy necesariamente, decidí dedicarles unas palabras a quiénes aún no han respirado el aire gunderzano.

¡Futuros hombres de Gùnderzon: llamo a toda su atención!

Desde el mero inicio de nuestro camino como pueblo, hemos escrito sobre el libro de la historia con la pluma forjada a partir de la confección de la sangre, sudor y lágrimas de quienes tuvieron y tienen el valor de erguirse y luchar en aras de la independencia definitiva. Durante el bravo pasar de los siglos, nacimos, vivimos y morimos bajo los pies de los gigantes, en otros casos, solo nacimos y morimos, y en otros, ninguno. Pasamos nuestras vidas absorbidos en el terror que nos infundían esas majestuosas siluetas, acercándose desde el horizonte, arrasando con todo en su inexorable andar; ¡nada ni nadie osaría enfrentarlos! Aún más doloroso: éramos un pueblo separado, desunido; más preocupados por aniquilarnos mutuamente día tras día por la más estúpida e insignificante de las razones, vulnerables y torpes en mente y espíritu ante esas calamidades vivientes. Por momentos, parecía que sería el propio gunderzano quien acabe con el gunderzano.

¡Bendito sea el día en que decidí ponerle punto final a este asunto!

¡Bendito el día en el que los justos fraguamos un lazo común en pos de la paz y bienestar de nuestra gente: rezo por sus almas cada día que recoge mi vida, fieles camaradas!

Por primera vez abrimos los ojos y los oídos; nos vimos a las caras y nos escuchamos; dejamos de lado nuestras diferencias, las impuras ambiciones, nuestra codicia, nuestra sed de poder. Logramos lo que nadie creyó que podríamos, pero que todo pueblo necesita para existir:¡unirnos, todos nosotros, como hermanos! En cuestión de años, en función a nuestra cooperación, desarrollamos de manera efectiva y eficaz nuestra maquinaria, nuestra infraestructura, nuestra economía, nuestro todo. Los corazones y deseos de libertad de millones se fundieron en uno solo para luego dar inicio al camino que nos llevó hasta el día de hoy, que estamos cada vez más cerca de consumar nuestra tan ansiada independencia, aquella meta que parecía imposible de lograr hacía apenas veintiocho años, que empezó la Campaña Emancipadora.

¿Quién diría, oh, futuros, que bestias milenarias, gigantescas encarnaciones del caos podrían ser sometidas a nuestros pies? ¡Observen lo que hemos logrado! No dejo huir la memoria de todas las almas lunares que se inmortalizaron en el campo de batalla; a mis leales amigos: el General Huböndelf y el General Kraffen, quienes excedieron más allá su deber, sacrificando sus vidas por la gran causa. A ellos y a todos los que han caído y los que caerán los traigo y traeré conmigo hasta que yo también abandone este plano existencial. Así han de hacerlo ustedes también, tómenlo como mi mandato eterno: sepan de dónde, de quiénes y gracias a quiénes están donde están, que sus hijos sepan quienes fuimos, y a su vez, que los hijos de sus hijos puedan ver hacia atrás con nitidez y orgullo nuestra sufrida historia, pues el día que olviden a los que hoy murieron, en vano habrá sido todo lo demás. En vano habrá sido el nacer de nuestro Gùnderzon. De no ser así, entonces, estarán cumpliendo con mi voluntad.

Soldados: ¡mis eternos amigos de espada, les suplico!

Instruyámonos hoy correctamente para que mañana, las futuras generaciones gunderzanas puedan tener la enseñanza y experiencia del lejano pasado; que actúen en conjunto en pos de la paz y bienestar de nuestro bellísimo Reino, y que, a su vez, mantenga la armonía para así lograr la prosperidad por miles de años. Que sepan siempre que el verdadero poder solo se consigue no con ruptura, sino con unión. No con calumnias, sino con la verdad. No con necedad, sino con astucia. No con egoísmo, sino con empatía. No batallando contra nosotros, sino contra aquel que atenta contra lo que es nuestro. De ser así, habrán cumplido con la voluntad de todos nosotros, pues no hay mayor esperanza para nuestros dañados corazones y para Gùnderzon que el futuro y quienes lo acompañarán. ¡Mil años de infortunios a quien ose mancillar la memoria de los padres fundadores!

Por todo ello: insto a las generaciones por nacer de Gùnderzon a no luchar entre sí por malentendidos banales, como hemos hecho nosotros durante tanto tiempo. Llamo a la conciencia y disposición perpetua a la diplomacia. ¡Hijos del Reino: la guerra es la raíz de todo mal, el colmo de la paz y símbolo del fracaso y tormento del pueblo! Juren jamás caer en conflicto entre ustedes, pues el día que lo hagan: ¡será el inicio de su final! Sepan, también, que quien tenga el descaro de marchar por nuestras tierras, de navegar por nuestros océanos y obliterar a nuestra gente, ¡recaerá sobre ellos todo el peso de su ira!, llamo a que el pueblo gunderzano nunca se deje ser sometido por unos extranjeros, sino por el contrario: unirnos a ellos también, mantenernos todos como una gran familia. De ser así, habrán logrado tener éxito como Reino y como personas.

Dicho sea, que si este mensaje sobrevive al cruel tiempo hasta llegar a ustedes: querrá decir entonces que nuestra purga por el Reino finalmente se habrá concretado. Y, además, si lo que aquí he dicho se convierte en la base de nuestro futuro, y del futuro de ustedes: querrá decir entonces que hemos logrado ser un pueblo de verdad.

Nunca lo olviden: ¡quiénes cumplan con todas estas voluntades, se recompensarán a sí mismos con una eternidad bañados en la gloria!

¡Larga vida a los protectores de Gùnderzon!

¡Larga vida a los hijos de Gùnderzon!"

—Último discurso del Padre Fundador Ferguson, en el día 8 de òbber del año 560 de la Primera Era.