El tiempo pareció detenerse.
Desperté recostado en el suelo, en medio de un vasto bosque verde, envuelto en la frescura de la primavera.
Pero eso no era lo más impactante.
Frente a mí, una figura destacaba entre la vegetación.
Era una joven radiante y serena, que se movía como un susurro de la naturaleza misma.
Llevaba un vestido largo blanco con detalles de hojas verdes, y un corsé marrón ajustado al frente con cordones, que le daba un aire natural y elegante.
Su cabello, adornado con delicadas trenzas y una pequeña hoja verde, ondeaba suavemente al viento.
Los primeros rayos de sol se filtraban a través de las copas de los árboles, iluminando su larga cabellera verde, que parecía armonizar en cada movimiento con el bosque que la rodeaba.
Sentía algo más que el viento a mi alrededor, algo casi mágico en el aire, una quietud que parecía preservar aquella escena como si fuera un secreto.
Ella caminaba hacia mí con una elegancia que jamás había presenciado.
Cada paso llenaba el espacio de paz.
Sus ojos, claros y profundos, parecían reflejar la inmensidad del bosque.
"¿Acaso estoy soñando? ¿Esa chica es una elfa?" me pregunté, con el corazón latiéndome con fuerza, impactado por su belleza.
La joven me sonrió, una sonrisa suave y natural, y en ese instante, el bosque pareció respirar con más calma.
"¿Quién... quién es ella?", me pregunté, atrapado en la mirada de aquella elfa que parecía encarnar toda la belleza y pureza del bosque.
Cuando se acercó lo suficiente, un aroma fresco me envolvió, como el de un jazmín en plena floración, llenando el aire a su alrededor.
La sencillez de su presencia y la gracia que irradiaba hicieron que, aunque solo fuera por un segundo, olvidara que estaba perdido en aquel lugar desconocido.
—Bienvenido, viajero. Te estaba esperando. —Su voz era suave, serena y cálida—. Soy Yuna, mucho gusto.
Yo seguía ahí, mudo, sin poder apartar la vista de ella. Su belleza me había dejado sin aliento.
Si todo esto era un sueño definitivamente no quería despertar.
En ese momento no lo sabía, pero este encuentro, sería el inicio de la aventura más grande que se hubiese imaginado.