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Chapter 3 - Capítulo 1: Un Nuevo Mundo Entre Mangas. (Parte 2)

Parte 2

Este lugar, esta situación... todo parecía demasiado grande, demasiado irreal. Y sin embargo, aquí estaba.

Esto definitivamente no es un juego ni un sueño. Mis pensamientos seguían corriendo sin control cuando un crujido en el suelo me obligó a detenerme en seco.

Los dos nos giramos al mismo tiempo, nuestros ojos se centraron en los arbustos frente a nosotros. Algo se movía entre las ramas, empujándolas con movimientos torpes.

Lo que emergió de allí me hizo dar un paso atrás instintivamente.

Era una criatura grotesca, pequeña pero intimidante, con piel grisácea y ojos brillantes que parecían reflejar el hambre.

Lo había visto antes... o algo parecido, en los mangas que solía leer. Pero ahora, enfrentarlo cara a cara no tenía nada de divertido.

—¿Qué es eso? —pregunté, mi voz traicionando el nerviosismo mientras mi corazón latía con fuerza.

—Un goblin —respondió ella con serenidad. —Criaturas molestas, pero peligrosas en grupos.

El goblin soltó un gruñido bajo, mostrando dientes afilados. Se movía lentamente, pero sus ojos se fijaron en nosotros con una intención clara.

Antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, Yuna cerró los ojos y extendió su mano derecha.

El aire a su alrededor pareció cambiar. Una suave ráfaga de viento rodeó su figura mientras pronunciaba unas palabras con firmeza.

—¡Materialize!

En el aire frente a ella, un destello de luz verde brotó, iluminando el entorno.

Del destello, un arco comenzó a tomar forma, como si la naturaleza misma respondiera a su llamado.

Era una obra de arte. Su estructura alargada, parecía hecha de platino, con finas líneas grabadas que se movían como remolinos de viento, danzando eternamente en su superficie.

Un cristal pequeño, incrustado en el centro, emitía una luz suave y cálida. El arco no era solo un arma, era una extensión de su esencia.

Lo sostuvo con firmeza, y en sus ojos brilló una confianza que contrastaba completamente con mi temor.

Yuna tensó la cuerda del arco con precisión impecable, como si el tiempo se ralentizara a su alrededor.

El goblin gruñó de nuevo, dando un paso hacia nosotros, y aunque mi instinto me pedía correr, algo me dijo que debía quedarme.

No tenía idea de lo que iba a pasar, pero una cosa era clara, Yuna estaba preparada.

—¡Magic Arrow!

De sus dedos surgió una flecha de luz, hecha de pura energía condensada, que brillaba en un suave tono verde azulado.

Con un movimiento, soltó la cuerda del arco.

La flecha salió disparada como una ráfaga de viento, un proyectil perfecto que parecía bailar en el aire mientras cortaba el espacio entre nosotros y el goblin.

El impacto fue inmediato. La flecha se incrustó en el centro del pecho de la criatura, liberando un destello de luz que iluminó el entorno por un breve instante.

El goblin apenas tuvo tiempo de emitir un gruñido antes de desintegrarse, convirtiéndose en una nube de polvo brillante que flotó en el aire antes de desaparecer por completo.

—Espero encuentres la paz —murmuró Yuna, bajando su arco con la misma serenidad con la que lo había invocado. No parecía sorprendida ni nerviosa; solo lista para lo que pudiera venir.

Esto es real. La magia es real... El miedo y la incredulidad luchaban por apoderarse de mí mientras observaba la escena, tratando de asimilar lo que acababa de presenciar.

Un fuerte crujido rompió el silencio a nuestra derecha. Mi cuerpo se tensó instintivamente.

Dos goblins más emergieron de entre los árboles, moviéndose con rapidez hacia nosotros, sus gruñidos llenando el aire con una amenaza tangible.

—Parece que aún quedan algunos más —dijo Yuna, su tono tranquilo pero enfocado.

Sin dudar, tensó la cuerda de su arco nuevamente, invocando flechas de viento que volaron con precisión implacable. Los proyectiles atravesaron a las criaturas antes de que pudieran acercarse demasiado, desintegrándolas en el aire con destellos de luz.

Antes de que pudiéramos relajarnos, un tercer goblin apareció de repente desde un arbusto cercano, lanzándose hacia ella desde un punto ciego.

Mi corazón dio un salto en mi pecho.

—¡¡¡Yuna, cuidado!!! —grité, con mi voz resonando más fuerte de lo que esperaba.

Sin pensar, mi cuerpo se movió por puro instinto.

Antes de darme cuenta, ya me había lanzado frente a Yuna, interponiéndome entre ella y el goblin que se abalanzaba hacia nosotros.

No entendía del todo lo que me impulsaba a hacerlo, pero algo era seguro, no podía quedarme atrás.

El goblin gruñó, alzando sus garras hacia mí con un movimiento rápido y agresivo.

¡Cuidado! Mi mente gritaba mientras mis músculos actuaban por reflejo. Me agaché justo a tiempo, sintiendo el aire cortado por sus garras sobre mi cabeza.

Recuerdos vagos de clases de defensa personal emergieron en mi mente como un eco distante. Mi cuerpo reaccionó antes de que pudiera pensarlo.

El goblin lanzó sus garras hacia mí, pero en lugar de retroceder, di un paso al frente, girando mi cuerpo hacia un lado. Con un movimiento rápido, atrapé su brazo con ambas manos, sintiendo su peso desequilibrarse por la fuerza de su propio ataque.

Aprovechando el envión de su impulso, tiré de su brazo hacia adelante mientras giraba mi cadera, haciendo que el monstruo perdiera el equilibrio.

—¡Hyaah!

El goblin voló sobre mi hombro y cayó pesadamente al suelo, rodando sobre sí mismo mientras gruñía de dolor.

—¡Ahora! —grité sin darme cuenta.

No hizo falta que lo repitiera. Yuna ya había tensado la cuerda de su arco. En un abrir y cerrar de ojos, una flecha mágica atravesó al goblin, desintegrándolo en un destello de luz.

El silencio volvió al bosque, pero mi respiración seguía desbocada. Mi pecho subía y bajaba mientras intentaba asimilar lo que acababa de pasar.

¿Acabo de... hacer eso? Hace años que no combatía, pensé, incrédulo ante mi propio cuerpo.

—¿Esto realmente me está pasando? —murmuré, mi voz apenas era un susurro entre jadeos.

Sentí la mirada de Yuna sobre mí, cálida pero inquisitiva. Cuando levanté la cabeza, vi algo que no esperaba: una mezcla de sorpresa y admiración en sus ojos.

—Veo que tienes un fuerte espíritu de superación —dijo finalmente, con una leve sonrisa que suavizó su expresión—. Este mundo es peligroso, pero parece que no te dejas intimidar tan fácilmente.

Su tono era amable, pero su comentario me hizo dudar. ¿De verdad no me intimido?

Todo en este mundo me resultaba extraño, abrumador. Pero en ese momento, solo sabía que no podía quedarme quieto mientras algo nos atacaba.

Antes de que pudiera responder, algo cambió en el aire.

Un destello brillante apareció frente a mí, cortando mis pensamientos de golpe.

—¿Qué...?

Ante mis ojos, un panel virtual flotante se desplegó, iluminando el bosque con un resplandor artificial que contrastaba con su entorno natural.

El suelo bajo mis pies comenzó a brillar con símbolos que parecían sacados directamente de un videojuego.

—¿Qué demonios es esto? —pensé, mi mente incapaz de procesar lo que veía.

El panel parecía vibrar con energía, sus letras y números flotando como si fueran parte de un sistema que no debería existir aquí.

Esto... es un drop. ¿Acaso es un juego?

En el panel flotante frente a mí, las palabras brillaban con un resplandor tenue, pero imposible de ignorar:

SUBIDA DE NIVEL +1 (NUEVO NIVEL 2) - DROP OBTENIDO: Pieza de Bronce x1

Me quedé inmóvil, incapaz de apartar la vista de esas líneas de texto que parecían flotar en el aire. Era como si estuviera dentro de un RPG, pero... no podía ser real, ¿o sí?

Una cálida oleada de energía recorrió mi cuerpo, llenando mi pecho con una sensación de vitalidad renovada.

¿Esto es real?... El diseño del panel, la notificación flotante... era demasiado familiar.

—¿Es... como un RPG? —pregunté, sin poder contener mi sorpresa, mientras mi mente intentaba conectar lo imposible. Un sistema de niveles y habilidades en este mundo. ¿Era un juego? ¿O esto era realmente parte de las reglas de Celestaris?

Yuna me miró, sus ojos verdes reflejaban tanto curiosidad como desconcierto.

—¿RPG? —repitió frunciendo levemente el ceño—. No sé de qué hablas.

Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran.

—A medida que enfrentes desafíos y derrotes enemigos, te haces más fuerte y aprendes nuevas habilidades. Algunos de ellos dejan objetos como recompensas, pero no te confíes. Cada batalla puede ser la última, sin importar cuán fuerte seas.

Las palabras de Yuna cayeron sobre mí como un balde de agua fría. Este no era un juego, aquí no había puntos de reinicio o segundas oportunidades.

Por un momento, mis pensamientos intentaron racionalizar lo que estaba pasando. Esa interfaz, esas palabras... eran familiares, pero este era su mundo y aquí las consecuencias eran reales.

Aun así, la idea de ganar experiencia, habilidades y objetos me resultaba tan familiar que no podía ignorarla.

Miré el panel con incredulidad, sus líneas brillantes y números flotando frente a mis ojos.

Por un instante, pensé que estaba alucinando, pero la claridad de las palabras y la calidez que recorría mi cuerpo me decían lo contrario.

Antes de que pudiera procesar lo que significaba, el panel se desvaneció en un suave destello, dejando solo el murmullo del bosque.

Una energía cálida recorría mis venas, llenándome de una fuerza que nunca había conocido.

Era como si, en este mundo, tuviera la oportunidad de alcanzar algo más. Algo que en mi viejo mundo siempre me había sido negado.

—Entonces... si continúo luchando, podré hacerme más fuerte —murmuré, dejando que mis pensamientos tomaran forma en voz alta.

—Así es. Pero recuerda, mientras más poder obtienes, mayor es la responsabilidad que viene con él.

Sus palabras resonaron profundamente, como una advertencia que no debía ignorar, pero también como una promesa de algo más grande.

Tal vez, en este nuevo mundo, tenía la oportunidad de convertirme en alguien diferente. Tal vez, aquí... podría encontrar una verdadera segunda oportunidad.

—Entonces, ¿qué sigue? —pregunté finalmente, mi mirada fija en el horizonte desconocido que se extendía frente a nosotros.

Yuna se quedó pensativa por un instante, la luz de la luna que comenzaba a aparecer entre las copas de los árboles iluminando sus rasgos.

—Deberíamos dirigirnos a mi aldea. Mi padre es el líder de nuestra tribu. Imagino que sabrá qué hacer y entender más sobre tu papel en este mundo.

Nuestros ojos se encontraron. En su mirada percibí algo que no esperaba, sinceridad.

No tenía muchas opciones y su propuesta tenía todo el sentido. Este mundo era completamente desconocido para mí, pero algo en ella me decía que podía confiar por completo.

—Bien... confío en ti, Yuna —dije, esbozando una sonrisa nerviosa—. Desde este momento, quedo a tu cargo. Te seguiré a donde sea.

Ella me devolvió una sonrisa suave, pero cuando la luz plateada de la luna comenzó a bañarnos, su expresión cambió ligeramente. Se volvió más seria, como si algo invisible pesara sobre ella.

—Parece que la noche está cerca —murmuró, mirando hacia el cielo que se oscurecía rápidamente—.

—Sería mejor montar un campamento aquí. El camino de regreso a la aldea es largo, y no quiero arriesgarnos a continuar en la oscuridad. Los monstruos son más peligrosos por la noche —añadió, extendiendo sus manos con suavidad.

—¡Tempest Veil!

El aire a su alrededor comenzó a moverse, formando un remolino que se expandió rápidamente en una especie de domo protector.

—Esto nos protegerá mientras descansamos.

Asentí, sintiendo cómo el cansancio del día comenzaba a hacerse notar. También estaba hambriento, y la idea de una pausa me pareció lo más sensato.

Mientras preparábamos el campamento, intenté ser útil, pero mis manos torpes apenas lograron apilar unas ramas para la fogata.

Yuna, con la misma calma que parecía rodearla en todo momento, simplemente sonrió mientras ajustaba mis intentos desastrosos.

—Es la primera vez que montas un campamento, ¿verdad? —preguntó, con voz cálida mientras sus ojos se posaban brevemente en mi improvisado montón de ramas.

—¿Tan obvio? —respondí, sintiendo cómo el calor me subía al rostro.

—No te preocupes, todos empiezan en algún lugar —dijo Yuna, su tono reconfortante mientras volvía a organizar las ramas.

Seguí sus indicaciones. Tras varios intentos fallidos, logré finalmente encender una chispa con el pedernal. Las llamas brotaron lentamente, iluminando el campamento con un brillo cálido que danzaba entre las sombras de los árboles.

El crujir de las ramas y el suave murmullo del bosque llenaban el aire, un recordatorio constante de lo lejos que estaba de todo lo que conocía. Entonces, un sonido inconfundible rompió la calma, mi estómago gruñó.

—Parece que alguien tiene hambre —comentó Yuna con una leve sonrisa.

—Creo que me vendría bien algo de comida... y dormir un poco.

Yuna asintió y sacó un pequeño paquete envuelto en hojas de su bolso.

—Es sencillo, pero servirá —comentó, pasándome una ración de lo que parecía pan y una manzana.

Tomé el paquete, agradecido, y comí en silencio. Los sabores eran distintos, casi desconocidos, pero extrañamente reconfortantes. 

La luna brillaba intensamente en el cielo, bañando el bosque con un resplandor plateado que parecía envolvernos.

Pronto, el calor reconfortante de la fogata nos envolvió. Yuna se sentó frente al fuego.

—Mañana nos dirigiremos a la aldea —dijo con voz tranquila pero firme—. Pero por ahora, descansemos. Tenemos un largo camino por delante.

Me recosté sobre la hierba, dejando que la frescura del suelo me envolviera. El aroma del bosque, el crujir de las hojas, el brillo distante de las estrellas... Todo parecía increíblemente vasto y, al mismo tiempo, lleno de posibilidades.