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Seth Lennox, el mensajero de la Destrucción

🇦🇷MrSad_UwU
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Synopsis
El joven estudiante de bachillerato, Seth Lennox, luego de ser atacado por sujetos extraños y huir con la ayuda de su padre y protector, Thomas Blueblitz, empieza la búsqueda de su verdadera naturaleza. Con ayuda de Tom, se irán adentrando en el mundo de lo sobrenatural y sus miedos más profundos los acecharán constantemente. Los misterios rondan cerca, los monstruos esperan, el cielo demanda sangre y lo que es Seth, nadie sabe.
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Chapter 1 - Capítulo I: Informantes desaparecidos.

Primer arco: Cuando se cierran los ojos.

Ya llegué —anunció el joven—. Te lo diré por última vez, si no vas a pasar por mí, avísame una hora antes de que salga del Instituto, no cuando ya cerraron todas las aulas —renegó, acomodando su abrigo en el perchero de la entrada. Caminó hasta la sala y se extrañó al no ver a su cuidador. Siempre avisaba cuando tenía que salir de imprevisto.

Notó algo inusual: la calefacción estaba encendida, lo que le pareció mucho más extraño de lo que debería ser para una fría tarde de invierno. Con un suspiro de alivio, se quitó los guantes y las botas, sintiendo cómo el calor gradualmente comenzaba a penetrar sus entumecidos dedos y pies. Siempre había detestado el invierno en Nueva York, con sus vientos cortantes y la sensación de que el frío se colaba hasta los huesos.

Con menos ropa invernal, se aventuró hacia la cocina, que se encontraba en la penumbra. A medida que se acercaba, notó la suave luz anaranjada que emanaba de la estufa. Se aproximó con cautela y pudo ver el brillo tenue de la llama azul que danzaba en la perilla de control de la estufa. La temperatura en la cocina era agradable y acogedora en comparación con el gélido exterior.

En el centro de la cocina, una olla de hierro fundido descansaba sobre la hornilla encendida. Observó con detenimiento y notó que el contenido de la olla permanecía inmóvil, sin un solo burbujeo o movimiento. Aunque la situación podría haber sido motivo de preocupación, la quietud del contenido le dio cierto grado de tranquilidad. Al fin y al cabo, recordaba la antigua regla de cocina de su padre: Si no se mueve, no pasa nada. La aparente calma en la olla contrastaba con la agitación que sentía en su interior mientras intentaba comprender la extraña situación.

De repente, en medio de la cocina inundada por el aroma del estofado y su dilema interno, el chico escuchó el sonido distintivo del panel numérico de la entrada. El sonido era nítido y resonante en la tranquilidad de la casa. Un escalofrío de sorpresa y preocupación recorrió su espalda mientras se daba cuenta de que alguien estaba afuera y conocía la clave de acceso, ya que la puerta se abrió con un suave chasquido.

Sin perder tiempo, se apresuró a salir de la cocina y se dirigió hacia la entrada. Al abrir la puerta, se encontró con la figura de su cuidador, quien estaba de pie en el umbral.

—Tom —murmuró el chico—. ¿Dónde andabas? Muero de hambre y casi de frío porque no fuiste a recogerme —le reclamó al hombre rubio parado en la entrada.

—¿Ya era hora de recogerte? Discúlpame, tuve una emergencia —lamentó Tom, observando el reloj de su muñeca—. Sí, es muy tarde. Lo siento mucho, hijo. Últimamente, he tenido demasiado de qué encargarme. En serio, no es una excusa, simplemente lo lamento —expresó y acomodó su abrigo, botas y guantes.

—Está bien, no importa igual. ¿Pero qué es lo que te tiene tan ocupado? —Quiso saber el muchacho pelirrojo. Siguió a Tom por todo su recorrido. Siempre era así, después de todo, Thomas Blueblitz era su padre. Adoptivo, claro, pero su padre al fin. Se preocupaba por él.

Thomas Blueblitz, era una figura enigmática. A simple vista, parecía un individuo común y corriente, con una estatura promedio de un metro ochenta, una tez morena que denotaba una exposición moderada al sol, cabellos rubios que caían de manera ordenada y ojos de un azul profundo que parecían ocultar secretos insondables. Vestía con sobriedad y elegancia, y su apariencia tranquila a menudo lo hacía pasar desapercibido en la multitud.

Sin embargo, bajo esa fachada aparentemente normal, Thomas Blueblitz guardaba un conocimiento singular y extraordinario.

—Hay unos problemas con los informantes de una ciudad cercana; han estado desapareciendo sin más y, sinceramente, me preocupa —explicó el rubio y caminó presuroso a sacar la olla del fuego.

—¿Tu amigo no te ayuda? —inquirió el chico, acomodándose en una de las sillas del comedor. La cocina se podía observar desde allí y era fácil de conversar porque, aunque la ciudad era ruidosa, las paredes estaban insonorizadas, excepto las de su habitación.

—Bueno, físicamente no. También tiene un problema similar en su ciudad. Algo está pasando, pero no logramos saber qué —respondió Thomas, deambulando de un lado a otro en la cocina—. Cambiando de tema, ¿cómo te fue un el colegio? Dijiste que tenías examen. —El chico, Seth, giró su cabeza y miró a su padre.

—El colegio estuvo tranquilo, quiero decir, no pasó nada fuera de lo común. Excepto por una chica de otro curso que actuaba de manera extraña a mi alrededor —comentó el muchacho y se encogió de hombros—. En cuanto al examen, bueno, me fue bien. Obtuve una puntuación de ochenta sobre cien.

—Eso está bien, me alegro por ti —felicitó el rubio, sonriéndole de manera agradable, como siempre.

La sala cayó en un silencio que resultaba ser un bálsamo de tranquilidad y confort. El ambiente estaba impregnado de una sensación hogareña, donde la calidez del hogar se manifestaba en cada rincón. La luz suave y tenue de las lámparas de mesa bañaba la habitación, creando una atmósfera acogedora que invitaba a relajarse y disfrutar de la compañía.

Seth esperaba ansiosamente la comida que estaba por llegar. La anticipación se reflejaba en su rostro, y sus ojos brillaban con la alegría de varias razones. En primer lugar, estaba contento por sus calificaciones sobresalientes en el colegio, un logro que llenaba de orgullo tanto a él como a su cuidador, Thomas.

Sin embargo, había otra razón que hacía que la sonrisa de Seth fuera aún más radiante: la promesa de un día en el parque de diversiones con Thomas. Aunque algunos podrían preguntarse por qué Seth no optaba por ir con sus amigos, la respuesta era simple pero significativa. Para él, la compañía de su cuidador y amigo era incomparable. No se trataba de que sus compañeros de colegio fueran malos o indeseables, sino de que Seth valoraba la conexión especial que tenía con Thomas. Había aprendido a apreciar esos momentos juntos, compartiendo risas, aventuras y recuerdos que iban más allá de la diversión superficial. No conocía a sus padres biológicos, así que, apreciaba la atención y el cariño de Thomas, pese a todo.