Thomas llegó a la cafetería y realizó su pedido con la mirada fija en su objetivo: un café y una chocolatada. Mientras la mujer preparaba los pedidos, comenzó a entablar una conversación amigable con el rubio, quien, por su parte, estaba más interesado en recibir su bebida que en socializar. La mujer, atractiva y de trato amable, tenía una estatura considerable, cabellos negros y ojos azules que denotaban serenidad. Sus rasgos eran delicados, y ocasionalmente, durante la charla, acariciaba los brazos de Thomas.
A pesar de la atención recibida, Thomas solo esperaba recibir su café y salir de allí. No tenía la intención de entablar conversación con nadie, a menos que fuera estrictamente necesario. Su enfoque estaba en garantizar la seguridad de Seth, encontrar un refugio adecuado y descubrir la verdad detrás de los eventos extraños que estaban sucediendo. Thomas resopló, lo que hizo que la mujer lo mirara con cierta incomodidad antes de alejarse para preparar los pedidos.
—Estarán enseguida.
Tom asintió con gratitud, agradeciendo el gesto con una inclinación de cabeza. La espera se hizo sentir en la atmósfera cargada de misterio. Mientras aguardaba, sacó su teléfono con destreza, la pantalla iluminándose en el ambiente semioscuro.
Necesitaba la ayuda de su amigo Richy, un mago de clase SS+ conocido por devorar libros y ser una auténtica rata de biblioteca. La red de conexiones de Richy con criaturas de todo tipo era legendaria: lobos, vampiros, lamias e incluso demonios. La capacidad de obtener información en un abrir y cerrar de ojos lo convertía en un aliado invaluable en el mundo sobrenatural.
Thomas y Richy se habían conocido en circunstancias poco convencionales durante uno de los trabajos de eliminación de Thomas. Un encuentro que estuvo al borde de una lucha mortal, alimentada por la rivalidad entre sus clanes. Sin embargo, después de la Guerra de Heaven Grove, la necesidad de compañía y la soledad compartida los habían llevado a forjar una amistad duradera.
Marcó el número de Richy con determinación y apoyó el teléfono contra su oído, esperando impaciente a que su amigo atendiera la llamada. La conexión entre ambos magos estaba llena de una complicidad que solo aquellos que han enfrentado las sombras juntos podrían entender.
Finalmente, la voz de Richy resonó al otro lado de la línea, con una mezcla de indignación y molestia.
—¡Imbécil, ¿pretendes matarme de un susto?! Es increíble que luego de casi medio mes, tuvieras la amabilidad de contactarme. Te llamé ciento de veces, ¿es divertido jugar así, maldito bastardo? —gruñó con su característica voz grave y rasposa, revelando la profunda ofensa que sentía por la aparente falta de comunicación.
Tom, consciente de su descuido, respondió con una sonrisa torcida Se recargó sobre el mostrador, preparándose para recibir los regaños de su amigo.
—Me darás explicaciones después, traidor. Ahora tengo algo que contarte —continuó Richy, imponiendo su autoridad con tono serio—. Según mi informante, el Pozo anda buscado a Seth Lennox. Sí, al mocoso que proteges. Aunque no es nada seguro, quiero decir, hay rumores y el nombre de tu adorado protegido, pero no conozco los detalles —dijo con enojo el hombre al otro lado, revelando la gravedad de la situación.
Thomas se enderezó, sintiendo el peso de la información. Saber que estaban tras el pelirrojo era un alivio, pero la incertidumbre de los motivos aún le carcomía.
—Otra cosa, todo este asunto tiene que ver con las desapariciones de informantes; buscaban información acerca de tu pequeño bastardo y fueron directamente con aquellos a los que podían sacarle algo acerca de ti o el paradero de ese engendro. Junto a Molly encontramos a los informantes al norte de Kansas, te aseguro que no fue una bonita vista —añadió Richy con solemnidad, transmitiendo la crudeza de la realidad que enfrentaban. La conexión entre ellos se volvía más vital con cada palabra compartida, sellando un pacto de lealtad en un mundo donde la traición acechaba en cada sombra.
La noticia de la búsqueda de Seth Lennox por parte del Pozo dejó a Thomas con un nudo en el estómago. El Pozo era conocido por ser un nido de actividad ilegal, un punto de encuentro para criaturas de todo tipo, desde seres místicos hasta mercenarios sin escrúpulos. Allí, los límites de lo permitido se desvanecían, y la línea entre lo legal e ilegal se tornaba borrosa.
Masculló entre dientes, dejando escapar su frustración:
—Maldición, ¿qué demonios está sucediendo tan repentinamente? Esto seguramente estaba planeado desde hace tiempo.
El rubio se sumió en sus pensamientos, evaluando las implicaciones de la situación. Observó el local a su alrededor, dejándose envolver por el acogedor aroma a café recién hecho que flotaba en el aire.
—Bien… Es un comienzo —comentó, tratando de encontrar un atisbo de calma en medio del caos que se avecinaba. Sin embargo, la gravedad de la situación no le permitía descansar. Volvió su atención al teléfono y continuó la conversación con su amigo mago: —Ah, sí. Otra cosa, Richy, mira si puedes averiguar algo sobre criaturas sin aura o con una imposible de ver y sentir.
Una pausa se intercaló en la llamada, seguida por risotadas provenientes del otro lado de la línea. Thomas arrugó la nariz ante la inoportuna hilaridad, esperando a que Richy se callara.
—Sí, sé que suena estúpido, pero es la única pista que tengo. Esas cosas nos atacaron y los sellos son completamente inútiles con ellos. Además, en ningún momento pude descifrar qué cosas eran —protestó con obviedad el rubio, revelando la desconcertante naturaleza de la amenaza que enfrentaban.
La risa de Richy finalmente se apaciguó, y su tono se volvió más serio al abordar la solicitud de su amigo.
—Bien, bien. Escucha, no conozco criaturas con esa capacidad de ocultamiento, al menos no la necesaria para ocultarse de ti. Pero sí que existe un encantamiento profano capaz de ocultar el aura de cualquier criatura. Es poderoso y fácilmente bloquearía tu sensible sentido. Aunque es pura nigromancia. Si no es magia negra, entonces, me temo que estás senil. Así que, criaturas sin aura o con una imposible de ver y sentir, ¿eh? Interesante. Déjame revisar mis fuentes, Tom. Si hay algo sobre esas cosas, lo encontraré.
La llamada terminó abruptamente, dejando a Thomas con un sentimiento de inquietud. Guardó el teléfono con determinación y recogió su pedido que ya estaba listo. Agradeció con un gesto de cabeza al dueño del local, el aroma del café recién preparado acompañándolo mientras caminaba hacia la entrada.
Justo cuando se disponía a salir, la puerta se abrió de par en par, revelando a un hombre imponente. Con una estatura de al menos uno ochenta, grandes brazos y un cuerpo ejercitado, emanaba una presencia que no pasaba desapercibida. La entrada dejó entrever la silueta del hombre, un contraste a la luz tenue del local, resaltando su figura robusta.
Thomas, sin inmutarse, lo examinó con la agudeza de alguien acostumbrado a enfrentarse a lo sobrenatural. La tensión flotaba en el aire mientras el hombre desconocido y el rubio intercambiaban miradas, cada uno evaluando al otro en un silencio cargado de expectación.