—Sí, por eso estoy aquí. Eres joven y tus emociones son más fuertes. Pueden descontrolarse con mayor facilidad. ¿La pesadilla intentó lastimarte? —La voz de Thomas era tranquila y relajada. Seth logró relajarse debido a eso.
—No, no intentó lastimarme, pero alguien me llamaba. Es como siempre, pero ahora había algo extraño. Sentí que estaba conmigo, aquí y me asusté —dijo Seth, quitándose las sábanas de encima.
—Ha sido una pesadilla y sabes que no dejaré que te lastimen. Es bueno tener miedo, Seth, pero no vivas con ello… —murmuró Thomas y se puso de pie—. ¿Qué quieres de desayunar?
—Chocolate y medialunas —respondió el pelirrojo, saltando de la cama para dirigirse al baño. Debía ducharse antes de ir a la escuela.
Seth, con una expresión de clara desgana, pensó para sí mismo: Si tengo que tomar café de nuevo, me suicidaré. Sus pies tocaron el frío suelo de la habitación antes de que se deslizaran detrás de una puerta achocolatada que conducía a un pequeño, pero ordenado baño con tonos blancos predominantes.
Sin perder tiempo, Seth se deshizo de sus prendas de vestir: una remera blanca desgastada y unos shorts negros que usaba para dormir, dejándolos caer en una cesta designada para la ropa sucia. Sus ojos se posaron momentáneamente en su marca de nacimiento, un león bien formado que se destacaba en su piel. Bufó con un deje de molestia antes de quitarse también la ropa interior.
Con una actitud que denotaba resignación, Seth se adentró bajo el chorro de agua caliente que brotaba de la ducha. La sensación del agua tibia recorriendo su piel tenía un efecto relajante que al menos le brindaba cierto alivio a su estado de ánimo matutino. Mientras el agua caía sobre él, su mente divagaba, y su expresión pasó de la irritación inicial a un estado de contemplación más tranquila, aunque todavía lejos de la alegría. La marca de nacimiento en su piel se volvió solo una de las muchas cosas en las que pensó mientras el agua lo envolvía, creando un breve respiro en la rutina diaria.
Mientras el agua caliente seguía cayendo sobre él, Seth no pudo evitar rememorar con emoción la salida de la tarde anterior. Había visitado el parque de diversiones en compañía de su padre, y los recuerdos de las risas, la diversión y los momentos especiales compartidos inundaron su mente sin previo aviso. La sonrisa asomó tímidamente en sus labios antes de que pudiera evitarlo, recordándole lo feliz que había sido en aquellos momentos junto a su protector.
Sin embargo, ese cálido recuerdo fue interrumpido bruscamente por un inesperado y angustiante sueño que había experimentado la noche anterior. No era la primera vez que este tipo de sueños lo atormentaba, pero esta vez fue diferente. Seth realmente había percibido la presencia de alguien más dentro de esa fantasía, como si otra entidad se hubiera infiltrado en sus pensamientos.
Un escalofrío indeseado comenzó a recorrer su cuerpo, haciéndolo temblar involuntariamente bajo el chorro constante de agua tibia. Sus pensamientos se volvieron turbios mientras intentaba comprender la extraña sensación de intrusión en su mente. La emoción positiva que había sentido momentos antes se desvaneció rápidamente, reemplazada por la incertidumbre y una sensación de vulnerabilidad. En ese momento, Seth se sentía más desprotegido de lo que hubiera deseado, y el agua que caía sobre él no era suficiente para disipar la inquietante presencia que había experimentado en su sueño.
—Mierda… —masculló el pelirrojo.
(…)
Thomas silbaba una canción serena, llenando la cocina con una melodía tranquila y agradable mientras vertía con destreza el chocolate caliente en una taza de porcelana finamente decorada. A su lado, colocó un surtido de medialunas y panecillos dulces, creando un pequeño banquete matutino que prometía ser un placer para los sentidos.
Thomas sabía que era afortunado por muchas razones. Criar a un niño humano siendo un mago de clan había resultado ser un desafío inesperado, ya que no había vivido entre humanos durante la mayor parte de su vida. La guerra y el nacimiento de Seth lo habían obligado a sumergirse en el mundo de los humanos, aprendiendo sus costumbres y adaptándose a su estilo de vida. Sin embargo, esa experiencia también había traído consigo un profundo vínculo entre él y Seth, un lazo que valoraba más allá de cualquier desafío.
A pesar de las dificultades, ser un mago de clan también tenía sus ventajas. La magia que fluía a través de sus venas le otorgaba habilidades excepcionales, y aunque había renunciado a muchas de las comodidades de su antigua vida, nunca le faltaba ni le faltaría la moneda que utilizaban los humanos. Era consciente de su buena fortuna en ese sentido.
De repente, un escalofrío recorrió la espalda de Thomas mientras sentía un miedo palpable y abrumador que se apoderaba de la atmósfera. Las emociones que emanaban de Seth eran tan intensas que resultaban inconfundibles, un aroma emocional característico que, en ese momento, se mezclaba con notas de canela y limón, creando una mezcla de fragancias ajena y, de alguna manera, extrañamente destructiva.
La tensión en la habitación aumentó cuando Thomas escuchó el sonido apresurado de alguien bajando las escaleras. Giró bruscamente hacia la fuente del sonido y se encontró con la figura de su protegido e hijo, Seth. La expresión en el rostro del joven estaba marcada por el terror y el pánico, sus ojos dorados brillaban con una angustia profunda y sus labios temblaban mientras luchaba por encontrar palabras que expresaran lo que sentía.
—Siento que algo malo va a pasar. ¿Tienes que salir hoy? —preguntó agitado el pelirrojo, pero luego tomó asiento cuando Thomas le hizo una seña.
—Sí, debo ir a ver a Richy. El problema de los informantes es grande, pero no te preocupes, regresaré para la cena. Además, hoy tienes clases hasta las seis… —hablaba Thomas y caminó hasta la mesa del comedor para dejarle el desayuno a Seth.
—Incluso así…
—No me pasará nada y lo sabes, ¿no?
—Sí, porque eres un mago de clan y bla, bla. No importa qué tan buen soldado seas o que tan inteligente, esto que siento es muy fuerte —dijo Seth, llenándose la boca con una medialuna. Con suavidad bebió un poco de chocolatada y observó detenidamente los ojos zafiros de su padre.
Para Seth, Thomas representaba la figura paterna que nunca había tenido en su vida. Desde que era apenas un niño, Thomas había sido su protector y guía, llenando el vacío que la ausencia de su padre biológico había dejado. El pelirrojo admiraba y respetaba profundamente a Thomas, considerándolo no solo como un cuidador, sino también como un verdadero mentor y modelo a seguir.
Seth suspiró resignado. Estaba asustado.