Thomas era una figura enigmática y única en muchos aspectos. Era como un soldado retirado que había dejado atrás un pasado lleno de batallas y conflictos, pero cuyos instintos y habilidades seguían intactos. Había enfrentado situaciones extraordinarias y conocía de cerca la existencia de cosas sobrenaturales que iban más allá de la comprensión de la mayoría. Era un mago con habilidades inusuales, un soldado experimentado y un estratega formidable.
Lo que destacaba aún más era su inteligencia superior, una mente que funcionaba a niveles que podían hacer temblar a cualquiera. Thomas poseía un conocimiento profundo tanto del mundo de los humanos como de los aspectos más oscuros y misteriosos de la magia y la realidad. Su astucia y habilidades estratégicas eran insuperables, y su determinación inquebrantable lo convertía en una fuerza a tener en cuenta.
Esta combinación de habilidades y características hacía de Thomas una figura poderosa y enigmática en la vida de Seth, alguien que no solo lo cuidaba y protegía, sino que también lo educaba y lo guiaba en el camino hacia la madurez. Seth sabía que tenía un protector formidable en su cuidador y mentor, y su admiración por él solo crecía con el tiempo. Para Seth, Thomas era mucho más que un padre sustituto; era un verdadero héroe en su vida, alguien a quien siempre miraría con profundo respeto y gratitud.
Seth había absorbido las historias que Thomas le contaba a lo largo de los años, algunas de ellas como cuentos antes de dormir, y otras como enseñanzas para orientar su camino por la vida. A través de estas narrativas, había adquirido una comprensión más profunda del mundo y de la magia que lo rodeaba. Las palabras de Thomas eran como piedras angulares en la construcción de su conocimiento y su identidad.
Sin embargo, más allá de las historias y las lecciones, Seth tenía una convicción incuestionable: su protector, Thomas, era una figura verdaderamente increíble. A través de las experiencias compartidas y la vida cotidiana, había llegado a apreciar la magnitud de las habilidades, la inteligencia y la fortaleza de Thomas. Para Seth, su cuidador era mucho más que un mero narrador de historias; era un ser excepcional que había dejado una huella indeleble en su corazón y su mente.
Cuando Seth y Thomas salieron al jardín delantero, Seth, con su característico desgano matutino, se detuvo por un momento para admirar el lugar. A pesar del frío del invierno, el jardín aún conservaba una belleza especial, con sus flores sin florecer que esperaban pacientemente la llegada de la primavera. El viento invernal acarició su rostro mientras se adentraba entre las plantas.
Para sorpresa del pelirrojo, en medio de ese paisaje invernal, una mariposa de alas rojas excepcionalmente grandes se posó con delicadeza en la nariz respingada de Seth. Este, sorprendido por la inusual visita, se quedó inmóvil para evitar asustar a la hermosa criatura. Sin embargo, en un giro extraño y misterioso, la mariposa comenzó a transformarse en diminutas partículas rojizas, justo frente a sus ojos. Antes de que pudiera reaccionar, Seth inhaló accidentalmente esas partículas mientras estornudaba dos veces, tratando de liberar su nariz.
Un horrible dolor de cabeza asaltó a Seth, como si mil agujas punzantes se clavaran profundamente en su cerebro. La intensidad del dolor fue tan abrumadora que lo obligó a arrodillarse y a agarrar su rostro con ambas manos, mientras trataba de proteger sus oídos de un sonido atormentador que perforaba sus tímpanos.
Thomas, que inicialmente no había prestado atención al comportamiento de Seth, se dio cuenta de la angustia del joven cuando lo vio encogido sobre sí mismo, sufriendo visiblemente.
El rubio intentó hablar con exasperación, tratando de comunicar algo importante al pelirrojo, pero cada palabra que salía de su boca parecía embotellada, ahogada en el intenso tañido que lo torturaba con una intensidad abrumadora. La voz de Thomas quedaba relegada a un segundo plano, completamente eclipsada por el sonido ensordecedor que lo rodeaba y que inundaba su mente con odio y desesperación.
Seth, en un intento de entender lo que estaba sucediendo, tocó sus orejas con gesto preocupado, buscando señales de sangre o alguna herida que pudiera explicar el dolor y la confusión que estaba experimentando. Sus dedos se deslizaron sobre su piel en busca de cualquier indicio de lesión, pero no encontraron nada visible.
Finalmente, cuando el sonido infernal cesó abruptamente, Seth pudo escuchar los gritos de preocupación de Tom que, hasta ese momento, habían estado completamente silenciados por la cacofonía ensordecedora. Los gritos de su protector resonaron en sus oídos como una llamada desesperada, y Seth finalmente se dio cuenta de la gravedad de la situación.
—¡Seth, hijo! —llamó vigoroso el hombre mientras lo agitaba. El chico posó su vista en el mayor y dejó de tocar su oreja. Ambos se miraron en busca de respuestas, pero ninguno podía darlas.
—Un… una mariposa… —balbuceó Seth y Tom ladeó su cabeza mostrando su incomprensión. Seth se tocó la nariz buscando rastros del polvo que le causó dolor hace unos segundos—. Una mariposa se hizo polvo, justo aquí —expresó aturdido el pelirrojo. Thomas entendió y su entrecejo se frunció inesperadamente.
Tom comprendía la conexión de Seth con las entidades sobrenaturales; era una conexión excepcionalmente fuerte y profunda, distinta a la suya propia. Seth tenía la capacidad de ver, oír y sentir cosas que, en el contexto convencional, se consideraban "sobrenaturales". Esta habilidad le permitía percibir un mundo invisible para la mayoría de las personas, un reino de misterio y maravilla que coexistía con la realidad cotidiana.
Lo que resultaba aún más impresionante era que, a pesar de esta conexión con lo sobrenatural, ninguna de estas entidades se atrevía a lastimar o atacar a Seth. Existía una razón poderosa para ello: Thomas Blueblitz, un mago de clan y un polifacético. El poder y la influencia de Tom eran como un escudo impenetrable que ahuyentaba a las entidades indeseadas, protegiendo a Seth de amenazas invisibles y peligrosas.
Sin embargo, algo o alguien había aparecido en escena, algo que desafiaba la lógica y las reglas que Tom conocía. Aparentemente, esta nueva entidad no se veía afectada por el poder de Tom o, al menos, eso era lo que parecía.
—¿Roja? —Thomas arqueó una ceja. Conocía su significado—. La barrera debe estar dañada —murmuró para sí mismo y Seth lo miró de reojo—. No es problema, son mariposas mensajeras, pero sigue siendo preocupante.
Thomas se volteó y sus ojos se encontraron con un paisaje sorprendente. Sus queridas flores, que normalmente llenaban el jardín con su belleza y color, ahora estaban cubiertas por una capa de fría nieve de invierno. La nieve, blanca e impecable, había transformado completamente el aspecto del jardín, creando un contraste sorprendente con la vegetación que solía dominar el espacio.
Con un vistazo rápido alrededor, Thomas se dio cuenta de que había estado nevando durante un período de tiempo considerable. Aunque estaba desconcertado por no haber notado antes el cambio en el clima, ahora no había duda de que el invierno se había establecido con fuerza en su entorno.
—La nevada se adelantó este año…
Thomas observó que Seth ya se había acomodado en el interior del automóvil. Era evidente que el joven no era precisamente un amigo del invierno y estaba ansioso por escapar del frío. Siguiendo el ejemplo de Seth, Thomas se apresuró a entrar en el vehículo, ocupando el asiento del conductor. Una vez acomodado, se abrochó el cinturón de seguridad y encendió el motor.
Su destino era claro: la escuela de Seth.