Chereads / Seth Lennox, el mensajero de la Destrucción / Chapter 5 - Capitulo V: Miedo profundo.

Chapter 5 - Capitulo V: Miedo profundo.

Seth se encontraba en su clase de Filosofía, una materia que no se le daba muy bien y que, para él, a menudo resultaba desafiante. La Filosofía y la Literatura no eran precisamente sus asignaturas preferidas; en cambio, encontraba más afinidad y comodidad en las Matemáticas y las clases de Química, especialmente cuando tenía la oportunidad de aprender de la amable y divertida profesora Summer. A pesar de sus preferencias, Seth mantenía un desempeño destacado en sus estudios, manteniendo consistentemente el tercer puesto en los exámenes y demostrando ser un buen estudiante.

A pesar de su éxito académico, Seth se consideraba a sí mismo como alguien asocial y un tanto inadaptado. Pese a tener varios amigos, Seth solía sentirse más cómodo en su propio mundo interior. No siempre encajaba perfectamente en los grupos sociales, lo que lo hacía sentirse un poco fuera de lugar en ocasiones. Aunque teniendo esta percepción, su habilidad para mantener relaciones y su capacidad para ayudar a sus amigos cuando lo necesitaban eran cualidades que valoraban y apreciaban quienes lo rodeaban.

—Seth, préstame tus apuntes, por favor —le suplicó Carter, su compañero de asiento. Seth era bastante cercano a Carter, pero el chico se destacaba por ser especialmente escurridizo cuando se trataba de asistir a las clases. Con frecuencia, Carter no se presentaba a las lecciones, y cuando lo hacía, tenía la costumbre de quedarse dormido en medio de ellas. En otras ocasiones, prefería pasar su tiempo jugando o distrayendo a sus compañeros en lugar de prestar atención a las materias.

—No —respondió.

—¡Ay, por favor! —imploró el muchacho—. Hermano, te chupo el pito si es necesario, pero los exámenes se acercan y no sé nada.

—¿Qué estás diciendo? —inquirió el pelirrojo con una mueca de desagrado en su rostro.

Seth mantenía su mirada fija en la pizarra, con los pies moviéndose con serenidad y sus manos dibujando garabatos inconexos en su cuaderno. Mientras intentaba concentrarse en la lección, su mente divagaba hacia la nieve que caía afuera y la nostalgia por el verano lo invadía. Extrañaba las cálidas estaciones y los productos en oferta del supermercado al que solía ir una vez a la semana en compañía de Tom.

De repente, un escalofrío recorrió su columna vertebral y se extendió por todo su cuerpo, erizando cada uno de sus vellos. Seth se sintió intensamente observado, como si alguien lo estuviera analizando y juzgando en cuestión de segundos. La sensación de malestar creció en su interior, causándole náuseas que pudo controlar solo hasta cierto punto. Finalmente, solicitó permiso para ir al baño, y este le fue concedido. Salió corriendo de la sala de clases y llegó a los baños, donde vació su estómago mientras la inquietante sensación lo seguía acosando.

Una vez que logró controlar sus náuseas, se puso de pie y se acercó al lavabo para lavarse el rostro. Al levantar la cabeza y mirarse en el espejo, se encontró con una visión desconcertante: el reflejo en el espejo ya no era el suyo. En cambio, se veía a sí mismo como un individuo alto y pelinegro, con ojos pequeños y enrojecidos, vestido con una tétrica túnica. La imagen que lo observaba desde el espejo era tan inquietante como inexplicable, y Seth se encontraba atrapado.

—Seth Lennox, vendrás con nosotros —articuló el desconocido con voz firme, pero tenebrosa. Cada sílaba era arrastrada y el chico no pudo evitar sentirse aterrado por el siseo constante.

Seth giró rápidamente en busca de una respuesta, pero el misterioso individuo que había visto en el espejo había desaparecido sin dejar rastro. Parpadeó una vez, sus pestañas coloradas temblaron con incredulidad, y en un abrir y cerrar de ojos, su entorno se transformó drásticamente. La sensación de estar a la intemperie le hizo sentir frío de inmediato; sus manos se congelaron en cuestión de segundos, y sus mejillas adquirieron un tono rojizo por el impacto del frío. La oscuridad lo rodeaba, indicándole que era de noche, y la nieve caía copiosamente, cubriendo el suelo con un manto blanco.

Seth se encontraba en medio de un bosque nevado, con la temperatura mucho más baja de lo que su uniforme de colegio podría soportar. Se giró en un intento de entrar en calor y observó su entorno con creciente asombro y preocupación. La nieve crujía bajo sus pies mientras caminaba con cuidado, tratando de evitar resbalar en la superficie helada. La sensación de desorientación lo abrumaba por completo.

Finalmente, sus ojos se posaron en las luces rojizas que se distinguían a lo lejos en medio del bosque. A medida que se acercaba, notó que el misterioso individuo que había aparecido en el espejo estaba allí, sonriéndole desde la distancia, al lado de un árbol. La sonrisa en el rostro del desconocido parecía cargada de secretos y enigmas, lo que solo aumentaba la confusión y el temor de Seth en esta situación inexplicable.

—¿D-dónde estoy?

Seth tiritó violentamente mientras el frío lo envolvía por completo. El miedo empezaba a apoderarse de él y una sensación de pánico se apoderó de su mente cuando, de manera súbita, otros pares de ojos rojos comenzaron a aparecer a su alrededor. Uno tras otro, surgieron de la oscuridad, como destellos inquietantes en medio del bosque cubierto de nieve.

A medida que más y más figuras se revelaban en la penumbra, Seth se encontró rodeado por al menos veinte individuos, todos con esos ojos inquietantes y enrojecidos que lo observaban fijamente. La anticipación del pelirrojo se convirtió en desesperación, y sus latidos resonaron con fuerza en sus oídos, ahogando cualquier otro sonido. Su respiración se volvió rápida y superficial, y sus ojos mostraron un terror que no podía ocultar.

Atrapado en medio de este círculo ominoso de desconocidos con ojos rojos, Seth experimentó una oleada de terror paralizante. La situación era completamente inexplicable y amenazante, y la incertidumbre sobre quiénes eran estos individuos y qué querían de él lo atormentaba. Su mente luchaba por encontrar una explicación o una vía de escape en medio de esta pesadilla en la que se había visto envuelto.