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Ojos de mar

Kentana91
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Synopsis
¿La vida de una chica es marginalmente manejada por el destino y todo puede deberse al barranco por el cual cae su país? ¡No! - Se dijo Amelia entre dientes. Me niego a culparlos a todos de amarlo. Me niego a culpar a mi inocente positivismo. Me niego a sentir que una traición puede traer tantas consecuencias. Esta isla del Caribe no tiene ya el mismo ron, ni el mismo sabor a caña, luego de probar sus besos. Conocí algo más que el amor, conocí una libertad perturbadora, que me hace incapaz de usar mi razocinio. Sin sus besos soy incapaz de probar bocado y sin sus caricias ya el insomnio me embrutece. ¿Pero que es esto?- se dijo Amelia- ¿Por qué sigo escribiendo tonterías y no lanzo este amor por la ventana? Edward, Elio, Elton o Emilio ¿Es mi indecisión la culpable acaso? Luego de pasarme la vida soñando finalmente tenía un trabajo. Nada que ver con lo que había soñado, pero era un trabajo digno. Podía ayudar a mi madre y guardar para el incierto futuro. Mi novio, era un cable a tierra. Guapo y atento, me sentía dichosa. Luego la inconformidad me hizo llegar a mi trabajo:Una empresa internacional de intérpretes. Todo iba bien hasta que un alto ejecutivo me eligió para ir a Japón y trabajar de intérprete por un tiempo. No me pude negar, pero mi vida cambió tanto que no sabía cómo manejar mi destino. Japón era un país tan distinto a todo lo que hasta ahora conocía. No sabría para quién trabajaría hasta llegar a mi destino. Lo más intrigante es que en mi currículum decía nivel básico de japonés. No era apta para ese trabajo y así todo fui elegida. No era apta para ese trabajo, pero fui prepotente y decidí ir a lo desconocido.
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Chapter 1 - Capítulo 1. ¿Cómo saberlo?

El teléfono sonó y Amelia lo abrió entre dormida. Ya era casi la hora de salir de casa y aún estaba entre dormida y despierta.

Se sentó en la cama confundida, tratando de recordar sobre lo ocurrido la noche anterior, tratando de reponerse después de dormir pocas horas.

Miró nuevamente el teléfono. Su amiga Ariel la invitaba a la playa. Tenía que trabajar ese día pero no podía dejar ir a su amiga a su sitio favorito.

Así que se apresuró a tomar su bikini y se lo puso debajo del traje de sastre negro que usaría ese día.

Después de una larga reunión, se apresuró a encontrarse a su amiga en el gigante azul.

Amelia era una chica alta, delicada y amable, pero muy inteligente.¿Cómo saber que ese día no solo encontraría a su amiga en el mar?

¿Cómo saber que ese día cambiaría su vida para siempre?

Sus rizos bailaban con el viento. Su sonrisa era amplia, apenas tenía 25 años pero tenía claro lo que quería en su vida: seguir siendo independiente, estudiar y viajar el mundo entero.

Su amiga la esperaba en una casa justo frente al mar, con dos chicos. Uno de ellos, alto, delgado, con sonrisa angelical, esbelto, atlético, con voz seductora y firme.

Amelia sintió cómo sus labios rojos se entreabrieron en una sonrisa involuntaria y no pudo evitar sentirse hipnotizada.

Intercambiaron unas palabras, y también sus números.

El chico era un tanto demasiado directo y le dijo mirándola a los ojos: eres mi tipo, vayamos a nadar.

Amelia sintió como su mano llegó a la mejilla de Edward sin poder contenerse. Su mano llegó a los pronunciados pómulos y luego a sus labios.

Justo antes de tocar la boca de Edward, Ariel tosió desesperadamente en un intento por hacer a su amiga regresar a la realidad.

A pesar de su astucia para los negocios, la chica no era ducha en el arte de amar. No había tenido mucho tiempo, pues era amante a los libros y a soñar. Entre sus aficiones, estaba escribir, aspiraba a ganar premios y hacer a su madre orgullosa. Quería tener la dicha de llevar a su madre al lanzamiento de sus primeros libros.

La voz de la mesera la sacó de sus pensamientos:

Señorita.¿Algo para beber?

Pide lo que quieras, cariño. Dijo Edward con una sonrisa de ensueño.

Agua gaseada, por favor. Dijo la chica mientras se percataba de que parecía que había estado ensimismada por demasiado tiempo, perdida en sus pensamientos.

Luego recordó que estaba en la playa y que debía irse porque su novio la esperaba en casa.

Edward se apresuró a cortarle el paso, al percibir sus intenciones de huída.

Entonces ¿cómo quedamos, linda?

Yo te escribo, le dijo Amelia sin poder mirarlo a los ojos. Este chico, será muy guapo, pero yo tengo que irme de aquí.

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