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Chapter 6 - Capítulo 6. Osaka

En Namba nos instalamos en un business hotel. Era una habitación realmente pequeña pero muy cómoda. Me di un baño y nos fuimos a caminar por un bulevar muy interesante. En esa prefectura las personas me parecían un poco más relajadas. No vestían de manera tan sofisticada y/o extravagante como en Tokío.

Una chica llamada Nori nos guió por la ciudad, su inglés era más casual. Después supe que adoraba viajar a mi país y que hablaba un poco de español también.

Me preguntaron si me gustaban los tacos y les dije que una vez los había probado. No se me ocurrió que se referían a los pulpos. Es que esos moluscos se llaman tako en japonés. Fue una confusión que nos robó varias carcajadas y amenizó la noche. Resulta que comí tako yaki, es una bola de harina con trozos de pulpo, huevo, un tipo de cebolla, sal, agua, leche y polvo de algas. En mi país se le diría croquetas. Lo que me encantó y me gustará siempre es que usan polvo de bonito en muchas comidas.

Casi todos los platos llevaban una salsa diferente, y yo una tercermundista, me sentía agobiada pero feliz. Comer con palillos me costó solo al principio. Soy de buen comer y no quería ser menos. Así que practiqué muchísimo. Es una costumbre japonesa elogiar a los extranjeros por su forma de hablar el idioma y por su manera de usar los palillos. Así que con cada elogio, me sentía abrazada tan lejos de mi tierra.

Me abraza por detrás, primero me besa el pelo, luego la nuca, con una mano me sube la falda con la otra me aprieta contra su cuerpo. Comienzo a jadear de deseo, escapo un grito y me despierto en medio de la noche desorientada y sedienta. Desde que llegué no he sabido nada de mi chico y no le he escrito.

¿Estará bien?

Me despierta la alarma de mi teléfono. Este segundo día será un poco ocupado. Seré modelo de kimono para ellos. Mi piel color caramelo hará una buena combinación con los colores de un hermoso kimono. Será una larga sesión de fotos.

Al principio cuando supe que iba a modelar con kimono, me sentí confundida. Me han sacado de mi país para ser intérprete de alguien que ni siquiera he visto. ¿Será una trampa todo? ¿Cómo le pides a alguien que haga un trabajo que nunca ha hecho cuando la contrataste para algo más? Es una locura todo esto.

Llegamos a un estudio, Nori me maquilló mientras su amiga me pidió que me pusiera un ropón blanco después me puso especie de un cinturón de tela y encima un kimono hermoso de flores, hojas, figuras geométricas, tenía colores hermosos. Azul, dorado verde y rojo. El cinturón, que después supe que se llama obi, era dorado y hermoso. Me recogió mis crespos hacia arriba y me los adornó con varias flores. Me sentía bella. Según el rostro del fotógrafo y su entusiasmo supe que no era sólo idea mía. Estaba hermosa, modestia y aparte.

Me hicieron muchísimas fotos. El estudio era grande y a pesar de ser alta, me veía un tanto pequeña, pero esbelta. Me encantaron.

Para cenar probé otra delicia japonesa llamada okonomiyaki. Okonomi, según me dijo Nori, significa lo que te gusta y yaki es freír. Así que nos sentamos en una mesa que tenía una plancha para freír. Vertimos la mezcla cuando la plancha estuvo caliente y la despegamos con una espátula de cocina. La salsa de Okonomiyaki me pareció sumamente dulce y exquisita.

Me recordaba a los labios carnosos de Edward. ¿Qué sería de él? Creo que era mitad asiático.¿Y si fuera mitad japonés?¿Y si estuviera ahora mismo aquí conmigo?¿Qué sucedía conmigo? ¿Cómo una salsa podría recordarme el sabor de algo que no había probado?

¿Cómo unos instantes con alguien pueden hacerte desear pasar más tiempo con una persona?¿Cómo mi relación con Elio estaba sucumbiendo?¿Qué hacía yo al otro lado del mundo tratando de mejorar, de crecer si aún mi corazón era tan inmaduro que deseaba partirse en dos y amar a dos?¿Estaría huyendo? ¿Será que la monotonía y lo perfecto me hacían querer comportarme como una cualquiera con un desconocido? ¿Desear a alguien me hacía una cualquiera?

————— ——- Ella (Por Edward)

Llegué a Osaka. Amelia estaría en una sesión de fotos promocionales de mi empresa.

¿A qué se debía mi obsesión por esta chiquilla?¿ Será que soy masoquista? ¿Será que me gusta lo prohibido? Le había prometido a mi padre trabajar en cuanto a mi español y no pude hacerlo. Me fasciné por la música tradicional de ese país, estudié los tambores batá con esmero. Me hice amigo de muchos y aprendí de su religión. Me sentía uno de ellos. Muchas latinas me sorprendieron, pero ninguna me había hecho perder la cordura como ella.

Despierto de mi ensueño cuando llego a las afueras del restaurante donde está ella. Nori me informó que todo iba bien, que ella estaba feliz y que había cooperado muy bien con el fotógrafo durante la sesión.

Me quedé a una distancia prudencial. Estaba sentada de espaldas a mí con un vestido de verano de un color parecido al rosado. Nada escotado pero yo me la sabía de memoria. Podía tocarla con los ojos cerrados y sabría que era ella. Con esos dos kilos demás que la hacían perfecta. Estaba mirando un vaso de cristal vacío, se veía pensativa. Suspiró y me pareció ver una lágrima caer por su rostro.

Me sentí inútil, como un fantasma que le robaron el corazón. Me sentí impotente, como si los pies me pesaran tanto que no pudiera ir a su encuentro.

De pronto, alguien se sienta a mi lado. Era Mina.

- Hola señor Yamamoto. ¿Se le ofrece algo?

Claro que no deseo nada. ¡Déjame en paz!¿No ves que quiero estar viendo su espalda por siempre? Soy un cobarde incapaz de planear algo menos macabro. Si no fuera porque me acabo de inventar mi pequeña empresa diría que la he traído prácticamente secuestrada.

- Le pregunté que si necesita algo, señor.

-No, Mina. Por favor retírate. Es muy tarde y la señorita parece que ha bebido de más.

- La señorita no ha bebido señor.

- Pues, mañana iremos a Nara. Nos reuniremos en la tarde en las afueras del templo.

No pude pegar un ojo. Quería estar en su cabeza. Saber todo sobre ella. Esta loca obsesión no me llevaría a ningún sitio. Por lo pronto trataría de hacerme el desentendido con ella. Le diría que necesitaba su ayuda con el español. Podríamos hacer varios proyectos juntos, pero necesitaba una intérprete para mis reuniones con mis clientes latinos. Incluso, quería ayudarla con su japonés.

No había ventilado la idea de que me rechazara y por eso los minutos se me hacían largos .¿Será que me aborrezca cuando se entere de que seré su jefe?¿Rechazará la idea de trabajar conmigo?¿Me cuestionará por no decirle?

A la mañana siguiente, me fui temprano a un onsen. Necesitaba relajarme. Las aguas termales, onsen en japonés, eran un aliado para mí en momentos de estrés. Después de 5 minutos en una gran tina a 43 grados siempre salía como nuevo.

Un señor de unos 60 años se sienta a mi lado y sin que le pregunte comienza a hablarme como si me conociera desde hace mucho tiempo. Finalmente me dijo: Dile lo que sientes.

Miré el reloj de pared y me percaté de que ese señor había estado hablando durante 5 minutos y no lo escuché hasta que me dijo esa frase.

Entonces me sumí en mis pensamientos otra vez. Mi madre al ser extranjera en Japón, no me traía mucho a los onsen. Decía que después de su cesárea, no quería que la vieran desnuda las demás mujeres. Luego cuando crecí un poco más me di cuenta que lo decía porque hay que bañarse en pelotas, frente a desconocidos, en las aguas termales.

El señor me repitió la frase, algo molesto: Dile lo que sientes, muchacho.

-Es que tiene novio.- Le dije en voz baja y soné tan triste que el señor me invitó a almorzar en su casa de Nara. Acepté. Necesitaba un aliado.

Me fui sintiéndome mejor camino a Nara. Ella iría primero al templo de Nara y luego nos veríamos en la tarde.