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Chapter 8 - Capítulo 8. ¿Qué me sucede?II

———Por Amelia———

Le pregunté si sabía que era yo. Cuando me respondió con otra pregunta pensé que había sido una idea tonta mía el hecho de que supiera que trabajaría conmigo.Luego me confesó que sí.Me estaba envolviendo, me estaba metiendo en la boca del lobo. Me sentía aturdida, a punto de estallar.

¿Cómo me dejé llevar por la necesidad?

Me creí muy competente, y seguí el curso del río, que era en lo que se había vuelto mi destino. Mi camino por la vida ya no era de tierra, ya no era firme. Después de firmar el contrato sólo debía seguir la corriente.

Cuando comenzó a sermonearme por haber aceptado un viaje a lo desconocido, vi algo en él que me llenó de energía. Una cara que hasta ahora se me había ocultado. Vi preocupación, vi un sentimiento paternal. Sentí que me había escogido porque había visto algo en mí, más allá de mis anchas caderas. Más allá de lo físico, valoró mi carácter y mis cualidades.

No sabía si sentirme feliz porque podría utilizar esta experiencia laboral para mi futuro o porque podría aprender un idioma más, o sentirme triste porque no podía tener un mejor futuro quedándome en mi país, o sentirme halagada por lo que este hombre acababa de decirme.

Me quedé mirando los siervos sin poder decir nada, sin querer seguir pensando.

Deseaba no tener que resolver las cosas con Elio y ya irme con Edward, pero quizás mi autoestima estaba demasiado elevado y no me percataba de que este chico estaba en otro nivel.

Regresamos a Osaka en el coche que él estaba rentando. Yo quería irme a mi hotel, él insistió en que comiéramos algo llamado chabu chabu. Mi mente estaba tan cansada que pensé que era un postre. Resultó ser carne. Esta vez también debíamos cocinar nosotros mismos. Había dos salsas y podíamos escoger en cuál cocinar la carne. Lo que más me gustó era que enseguida se cocían los pedazos. Parecía una niña pequeña comiendo súper animada hasta que vi su expresión.

Estaba serio. Yo no sabía qué había dentro de su cabeza. Le pregunté lo que sucedía pero me miró con una expresión sombría. Se limitó a decirme: -Piensa.

Me había ido a Japón sin estudiar sobre los japoneses. Solo había visto doramas coreanos. En los doramas, los chicos eran muy caballerosos y decían lo que pensaban. Este hombre, sin embargo, era un samurai japonés. Era tímido, serio, duro, sombrío y le gustaba provocarme cambios de humor.

Al día siguiente iríamos a Kyoto a un poblado llamado Arashiyama ( la montaña de la tormenta) Me quedé en el hotel con mis compañeras, quienes me avisaron que el señor había regresado a Tokío y que iríamos a Arashiyama solas.

De pronto, mi teléfono sonó.

—-Ella( por Edward)——-

¡Sí! Pasó lo inesperado. Le iba a decir que lo planeé todo porque quería darme una oportunidad con ella. En cambio, perdí el control de mis emociones y me cerré.Sentí la necesidad imperiosa de tenerla entre mis brazos, pero no sabía cómo hacerlo. La conduje a mi auto.

Salimos de Nara, no sabía que decirle y me concentré en buscar un motivo para estar con ella. Así que la invité a comer chabu chabu.

Comía como niña: tan natural, tan espontánea.

Tuve que pensar en otra cosa para no besarla.

Al día siguiente recibí un recado de mi padre y tuve que regresar a Tokío.

Me la imaginaba en Arashiyama con un vestido tropical. Quería ser la tierra que ella pisaba con sus menudos pies de chocolate.

Llegué a la capital y me reuní de inmediato con mi padre.

Al salir, mis ojos no podían creer lo que estaban mirando. Estaba Eriko, mi exnovia, frente a mí. Yo que estaba por Shibuya caminando, pensé en ir a Celavi ( un bar restaurante de élite) a encontrarme con un amigo, tuve que cambiar de planes.

- ¿Es posible que esa chica que te tiene así sea más guapa que yo?- me dijo mientras se contoneaba

- Hace 5 años que dejó de importarte lo que me suceda.- le dije y viré de espaldas en busca de la primera entrada a la estación. Dejaría mi carro y me iría a cualquier sitio lejos de ahí. Me bajé en Azabujuban. En esa estación hay un bar retro que me encanta. Pedí un mojito, que me recordó a mis tardes de Havana Club y guitarras en cualquier terraza de mi isla favorita.

Sonó una canción de Polo Montañez,que me hizo llenarme de vergüenza:

Porque yo en el amor soy un idiota, que ha sufrido mil derrotas, que no tengo fuerzas para defenderme…..

No sé qué sucedió pero amanecí en mi cama al día siguiente con el dolor de mi erección y el deseo inminente de ver a Amelia.