-¿Te quedarías conmigo en mi país?
Me dijo y me quedé pensativa.
-¿Te sorprende mi pregunta?
-Sí. Bueno….yo..
Mi teléfono comenzó a vibrar. Era Elio. Me quedé muda. Edward me dijo:
-Contesta el teléfono. Nos vemos mañana.
Pude ver un poco de decepción en su expresión.
-Espera, voy a contestar en la terraza.Si quieres dúchate.
Diciendo esto salí a la terraza.
-Aló, mi amor. ¿Estás ocupada?
Me dijo al otro lado del teléfono una voz muy animada. Era un Elio más feliz que el que yo conocía.
-¿Qué sucede? Te has quedado muda.
-No. Es solo cansancio. Tuve mi primer día de trabajo y tuve que enseñar varias horas.
-Entonces hablamos en otro momento.
-Sí. Te lo voy a agradecer.
Colgué y me quedé en mi terraza sentada inmóvil. No sé cuánto tiempo pasó cuando sentí los brazos de Edward abrazándome por detrás. Sin decirme nada me estaba dando una paz inmensa. Hasta que me dijo:
-¿ Cuánto tiempo jugarás con los dos?
Era la primera vez que él me enfrentaba de esta manera. No estaba adaptada a esa estocada. Necesitaba más tiempo.
Me sentía atada a este hombre. No era sólo su carisma y su físico. Había algo más que me llevaba a perderme en su piel. En ese momento, sin pensarlo le respondí:
-¿Qué tanto sabes de mi relación con Elio?
¿Te importo tanto?
———-Ella——-por Edward.
Esta mujer me dijo te amo luego de tener relaciones. Una lágrima quería salir pero no pude abrirme. No pude decirle que la he amado desde la primera vez que la vi en su país cuando era aún una niña. No puedo decirle lo que siento porque ella no está siendo sincera conmigo.
Le propuse que se quedara a mi lado y su titubeo no me sorprendió. Tiene más opciones, pero de su decisión depende su vida futura.
Estaba esperando su respuesta cuando una nueva erección se quería asomar.
Quería hacerla mía todo el tiempo. Me hacía sentir como un adolescente.
¿Será que me excitaba que no fuera mía del todo?¿Será que sus aires de autoconfianza me hacían enloquecer de lujuria?
Sus cabellos rizados caían en su espalda, sus figura esbelta, no muy delgada, me invitaba a desear tenerla entre mis brazos incluso cuando sentía que su rechazo a quedarse en Japón conmigo significaba que en unos meses dejaríamos de vernos.
Me duché y salí a la terraza. Se veía contrariada. Le pregunté sobre él y sobre mí.
Su respuesta nunca llegó. Ella estaba ilusionada conmigo, pero no me amaba. Lo de él ya lo sabía.
Sabía que se conocieron cuando eran adolescentes, que al principio su relación era inestable. Una vez en diferentes países, se alejarían. Lo que me sorprendió es que ella no quisiera desprenderse de él.
¿Era un temor a perderlo y a perderse en mi mundo?¿Realmente estaba jugando con ambos?
Opté por abrazarla.
Quería arrancarle el pecado de su cuerpo, a base de lujuria. Quería besarle hasta la sombra. Quería apretar sus pechos. Quería sacar el jugo de su amor. Quería hacerla gemir de placer. Quería hacerla gozar sobre mi amor. Quería llevarla a vivir conmigo.
-¿Te importo tanto?
Alcancé a escuchar. La tomé entre mis brazos y la llevé a la alfombra. La deposité lentamente y comencé a mordisquear sus senos mientras le decía:
- Me importa- mordisco- cada - mordisco- centímetro- mordisco- de tu existencia.
Sus gemidos se ahogaron con mis besos.
Mientras la besaba, la descubrí desnudándose con desesperación. Me encantó esta nueva faseta. Decidí ayudarla a llegar con mis manos . Fue hermoso sentirla con mis dedos, húmeda y cálida. Sus mejillas sonrosadas, sus ojos entreabiertos.
———- Este hombre———por Amelia
Yo no quería contestarle y cuando le pregunté si le importo. Desató una tigresa que vivía en mí. Hizo algo que nadie había hecho conmigo.
Quería ser suya, en ese mismo instante, pero a la vez, quería sentir todo lo que me estaba haciendo. Era súper sensual este hombre.
Cuando pensé que por fin lo tendría dentro de mí, comenzó a besar mi intimidad con una ecuanimidad que me hacía gritar, llorar….
De pronto, mi teléfono empezó a sonar.
-¿Seguimos o paramos?-Me dijo con la voz más sensual que había escuchado. Mi primer orgasmo llegó y sin pensarlo ya me había embestido. Cada estocada de su espada iba al ritmo del teléfono. Mis gemidos se oían en todo Tokío pero no podía contarlo. La persona que llamó desistió luego de llamar varias veces de manera insistente.
Terminamos abrazados en la ducha. La noche ya se estaba haciendo vieja, pero fuimos a comer pollo a un pequeño restaurante de yakitori.
-Mira.-Comencé a hablar antes de probar bocado.- No estoy 100 % disponible en estos momentos. Como profesional te digo que me encantaría quedarme en Japón a trabajar, pero….
-Pero no quieres sentirte atada por mí, ¿cierto?- Soltó esa frase con una mirada tierna y desesperanzada.
-No, Edward. Apenas acabo de llegar a este sitio. Es mi primera vez fuera de mi isla. Hay muchas cosas que no conozco. Me gustaría quedarme, pero no quiero depender de ti.
-¿Sientes que dependes de mí?
-Sí. No quiero molestar.
-¿Sabes qué me molesta? Que me digas que me amas mientras estamos desnudos y no seas capaz de cortar con Elio. ¿Sabes qué me molesta? Que seas tan delicada y tan hermosa, pero tan sensual que me domines.
Las palabras brotaban de sus labios y mi cuerpo comenzaba a emitir un calor, me sentía rara, necesitaba besarlo, lo quería en ese momento.
- Amelia, ¿me estás escuchando?
- Lo siento, Ed. Vamos a mi hotel. Creo que podría pensar e irme a tu casa a la habitación de huéspedes si quieres.
-¿Vamos a vivir juntos?
Su cara se iluminó. No sé lo que estaría pensando, pero me volví a sentir muy acalorada.
Salimos del restaurante. Subimos al tren y me dijo:
-Esta noche quédate en mi casa.
A pesar de que se comunicaba mucho con sus padres y pasaba con ellos algunas noches, Edward tenía una casita. Es que muchas casas de Tokío son pequeñas. Su casa estaba muy cerca del sitio donde me quedé en la primera semana. A menos de 10 minutos en tren. Había que pasar por un parque. Me sorprendió encontrar aún un árbol de cerezos con algunas flores. Las sakuras, que así se llaman me daban un aire de buen augurio.
Me paró frente a su casa y me dijo: espera aquí, voy a encender las luces. Me quedé algo perpleja, luego supe que quería que viera la fachada. Como buen diseñador, había pensado en cada detalle. Tenía tres pisos, en el segundo piso había una terraza balcón triangular, que daba directamente al parque.El balcón le servía de techo al pequeño garaje que funcionaba como portal. En el tercer piso había una sola habitación, después supe que era su estudio.
La fachada se iluminó de rosado y naranja. Era como estar en un sueño. Sus dimensiones no eran las tradicionales, incluso eran poco convencionales. La parte izquierda era más alta que la parte derecha. El techo no estaba en línea recta, sino que era cóncavo. Era como si estuviera inspirada en un dibujo abstracto. Era el sitio más original que había visto en años. La parte de al frente era toda de cristal.
Por dentro era muy acogedora, creo que tenía aires de minimalismo. Pocos muebles, todo era funcional. La sala de estar tenía dos sillas de tela como colchones, eso pensé yo en mi subconsciente tercermundista hasta que me senté y vi que tomó la forma de mi cuerpo. Podía sentarme sin apoyar o apoyando la espalda, incluso acostarme en ellas.
- Mañana te enseño el resto, vamos a dormir. ¿Vale?- Me dijo con un tono picante.
- Creo que podría quedarme contigo por un tiempo.- sonreí y sus labios se apretaron contra los míos. Me encantó sentir su aroma seductora sobre mí.