Tomamos un tren de Osaka hacia Nara que, aunque tardó una hora aproximadamente, me hizo recordar a mi país.
En mi pequeña isla del Caribe no tenemos recursos. Ojalá hubiera trenes rápidos como este o súper rápidos como el Shinkansen (tren bala) programado para mi regreso a Tokío. Si hubiera trenes rápidos hubiera podido conocer más lugares de mi isla. Es algo que quisiera hacer.
Recuerdo mi primer viaje con Elio. Yo tenía que trabajar, debía exponer sobre un estudio espeleológico que hice y me acompañó. Luego nos fuimos a Varadero. Me hizo el amor en una casa particular. Traté de no gemir muy fuerte, pero no podía de tanto gozo. Era demasiado para mi corazón.
Me di cuenta de que estaba pensando de más cuando comencé a sentirme excitada y deseando ver a Elio con mucho fervor.
Recordé que mis compañeras de viaje estaban cerca y me dormí pensando en el mar. En la playa de Varadero, en su color azul claro en las mañanas y en los hermosos colores del atardecer, cuando su cielo se torna naranja, rosado, amarillo y azul.
Mina tan profesional como siempre, y su amiga Nori, estaban trabajando en sus PCs. Traté de pensar en mi presente y en lo que estaba haciendo así que le dije a Mina, que estaba a mi lado:
-Si originalmente el primer mes íbamos a Osaka, Kyoto y Okinawa¿ por qué vamos a Nara?
- Es que el jefe entendió que si eres bióloga de formación, amarías Nara. Ya verás.- me dijo con una sonrisa muy amplia.
¿Es mi imaginación o esta chica realmente admira a su superior?¿Será que siente algo por él?¿Qué me importa a mí eso? No sé por qué mi mente divaga tanto.
Nos bajamos del tren en dirección al gran templo de Nara. No recuerdo cuánto caminamos, pero llegamos a un parque que parece ser Reserva Natural. Había pequeños siervos y muchas personas alimentándolos con unas galletas que ahí vendían.
Desde que vi el primer siervo me emocioné. Adoro los animales, los mamíferos son mi vida. Los felinos son mi grupo animal predilecto.
De momento, veo una espalda ancha, un traje negro que le quedaba ajustado a su musculatura. No soy de mirar los glúteos de los hombres, pero este me hizo olvidar que estaba admirando a los siervos de Nara.
Se vira de frente pero yo no pude mirar su rostro porque en ese momento el sol me dio de frente. El chico se acerca y me quedé pálida, muda, tonta y casi me caigo. Era el mismísimo Edward. -Señor Yamamoto : Otsukaresama desu( bien trabajo)- Un saludo bien profesional de Mina y Nori con su respectiva reverencia, me dejaron más anonadada.
Me recriminé a mí misma no haber revisado el perfil de Instagram de Edward.
- Mucho gusto, señorita- Me dijo en un español de La Habana Vieja. Sonreí y le seguí la corriente. Hajime mashite( mucho gusto ) le dije en mi burdo e incipiente japonés.
Deseaba quedarme a solas con él. Quería saber lo que estaba sucediendo. Traté de no mirarlo mucho a los ojos para que mi deseo no saliera por mis poros. La situación se iba de control cada vez más. Era un callejón sin salida. No quería terminar con Elio, tampoco deseaba dejar de desear a Edward. Algo sí, aprendí a no pedir con muchas fuerzas que algo ocurriera.
Les dijo algo en japonés y ellas se fueron sin siquiera decirme lo que ocurría. Esperó a que ambas se fueran y me dijo en un pésimo pero sexy español que entráramos juntos al templo.
Creo que trató de explicarme sobre el templo pero no pude entender nada. Solo quería saber a dónde íbamos a parar. Le pedí salir de ahí y conversar. No entendió o se hizo el desentendido. Así que me paré en seco y pregunté: ¿sabías que era yo con quién trabajarías?
—— ———— Ella ( por Edward)
Llegué a Nara antes de que llegaran Amelia y las demás. Comencé a sudar. Estaba nervioso, excitado, ansioso y perdí la noción del tiempo cuando la vi alimentar a los siervos. Quise ser uno de ellos. Ese que más cerca estaba. Quise ser ese siervo inocente que estaba oliendo su mano esperando más galletas. Quizás también quise ser el siervo desorientado que se acercó a menos de 30 centímetros de su pubis.
Creo que mis empleadas me vieron, así que me viré, tomé un poco de aire y volteé otra vez. Fui acercándome a ella y volví a ver su rostro de cerca. Esta vez estábamos en mi territorio. Esta vez ella no podría escaparse de mí. Le di el día libre a Mina y a Nori. No las vi muy felices pero quería estar a solas con Amelia.
Entramos al templo, le expliqué algunas cosas que oí una vez. Solo vi que se sorprendió al ver el inmenso buda del templo más de cerca. Además, la invité a que comprara algún recuerdo. Se veía confundida y alterada. Me hizo la pregunta que sabría que me haría:
-¿Sabías que era yo con quién trabajarías?
-¿Lo sabías tú?- Le pregunté tratando de sonar lo más seductor posible. Creo que no me salió bien porque se sonrojó y me miró con ira.
-¿Me puedes decir qué significa tu pregunta?-dijo en voz baja tratando de calmarse. Parecía como si fuera a salir corriendo como la vez pasada. Esta vez no tenía que irse, o más bien no podía.
-Sí. Sabía que eras tú y por tu carácter sé que podrías trabajar en este país. Es muy diferente a tu isla, pero tienes lo que muchos japoneses necesitan. Eres un diamante en bruto. Trabajar aquí seis meses te dará mucha experiencia y eso lo sabes. Solo me preocupa lo inocente que eres.¿Cómo pudiste venir sin investigar sobre mi empresa?¿Estás loca?¿De qué escapabas?
Ella se quedó pensativa mirándome. Yo solo deseaba besarla y cuidarla. No creí que las cosas fueran a descontrolarse de esa manera.
Yo sabía la respuesta. Ella quería crecer profesionalmente, quería viajar y quería ayudar económicamente a su familia. No le importó arriesgar su vida, su futuro, su integridad...Nos quedamos pensativos mirando los siervos y de momento pasó lo inesperado.