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By Red Moonlight.

🇩🇴yileidi_pinales82
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Synopsis
La mente es un mundo completamente diferente a lo que podemos ver, nos hace pensar, crear, vivir, pero tiene un lado oscuro y es que nos puede engañar, hacernos creer en lo inexistente, nos hace crear ilusiones que nos pueden destruir de manera tan cruel nuestro corazón, así como la realidad destruye nuestros sueños. La trama gira en torno a Laura Christina Truinstra Lostwood, una chica de 19 años con un pasado tan oscuro como una noche sin estrellas. Su vida da un giro inesperado cuando se encuentra con Erick Vries Janssen, una criatura que alguna vez creyó inexistente. No solo este encuentro altera su percepción de la realidad, sino que también pone en marcha una serie de eventos que involucran a sus amigos más cercanos. A medida que se enredan en una red de secretos, se ven expuestos bajo la luz de la luna roja. Si tienes curiosidad por explorar las vueltas y revueltas que darán forma a la vida de nuestra protagonista, ¡mantente atento y descubre los intrigantes escenarios que te esperan en esta cautivadora novela web! By: Yileidi Pinales Ig: @551_cccy
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Chapter 1 - Capítulo 1: El comienzo de todo.

🌿🍁💗Laura Christina Truinstra Lostwood.💗🍁🌿

¿Alguna vez te cambiaron la vida con solo 4 palabras? pues a mí me la cambiaron por completo y no fueron palabras como:

¿Te quieres casar conmigo? o eres más que perfecta... no.

Eso suena muy cursi ¿no creen? Pues les cuento...

Antes de comenzar esta trágica historia me presento, me llamaba Laura Christina Truinstra Lostwood, una chica de 19 años con un pasado tan oscuro como una noche escasa de estrellas, pero como dirían esos grandes filósofos: Del cielo más oscuro pueden surgir las más brillantes estrellas, pues siempre habrá una luz esperándote al final del túnel, en este caso mi vida es el túnel infinito, pero aun así tenía la esperanza de que una luz pronto llegara.

Todo empezó una hermosa tarde de primavera en donde las flores irradiaban vibrantes colores, los pájaros cantaban y el sol resplandecía embelleciendo los coloridos campos de mi ciudad o así hubiese deseado que empezara mi historia porque en aquel entonces me encontraba a mi misma atrapada en un inhóspito y solitario lugar donde las hojas secas de los árboles caían de manera triste y el húmedo paisaje era adornado con inmensas nubes grises.

Mi mente solo se encontraba vagando en los oceánicos ojos de aquel chico, tan azules que parecían ser un portal a otra dimensión. Sonreí de manera inconsciente al percatarme de lo conectadas que estaban nuestras miradas, acción que no duró un cuarto de segundos ya que mi madre interrumpió mi extraña sonrisa.

—¿Me estás escuchando cariño? —Me interrumpió mamá con su habitual dulce tono de voz, ella solía ser muy dulce que a decir verdad no era mucho de mi agrado. Claro que la quería, no me confundan, pero me costaba acostumbrarme a ella. Porque sí, era huérfana de madre y mi queridísimo padre me dejó en la puerta de Helen junto a mi hermano y huyó como cobarde diciendo la típica frase: iré por cigarrillos, en primer lugar, nunca entendí como pude creerle porque ¡Ni siquiera fumaba! Así que me molestó tanto el hecho de que nos abandonó a mi hermano y a mí que hasta ese día quería golpearlo hasta matarlo. Respiré hondo y miré a mi madre.

—¿ah? Si… —Interrogué algo dudosa aun observando al chico descaradamente.

—Te decía que Erick será tu niñero. —en ese momento, ese preciso momento podría jurar que casi se me bajaba la presión, cual auto descendiendo de una montaña inclinada, es decir, a velocidades vertiginosas.

—Tiene que ser una broma. Mamá, soy lo suficientemente mayor como para tener un niñero y lo sabes. —Me quejé indignada.

—Pues tu actitud demuestra otra cosa, además sabes que tu hermano y yo iremos a Francia esta noche y ni siquiera sabemos cuándo regresaremos así que te dejaré a Erick. Además después de lo de la otra vez no pienso dejarte sola en casa ni siquiera una hora. —¿casi quemar la casa por querer calentar agua es un delito? Bueno casi quemar la casa si es algo malo, pero aun así no era mi culpa, necesitaba agua caliente para los cólicos y ese día el calentador del baño estaba dañado.

—Pero mujer. —Refunfuñé molesta. —No discutiré contigo y no tendré a ese lindo chico de niñero. —dije a la defensiva.

—Si lo tendrás, así que más te vale que te comportes si no quieres que me lleve las llaves de la moto, junto con las copias. —dijo desafiándome.

—No te atreverías. —Dije retándola con la mirada.

—Pruébame. —Copió mi acción y al mirarla a los ojos me di cuenta del demonio con el que me enfrentaba así que cedí rendida.

—Está bien, está bien, tus ganas. —dije levantando mis manos en modo de rendición. —pero que quede claro que el simple hecho de que sea mi niñero no significa que tenga que seguirme a todos lados. —dije relajada cruzando los brazos.

—Oh Si, si lo hará. —Sonrió ¿Para qué lo mencioné?

—¿Y si lo amenazo? —cuestioné levantando una ceja.

—Quemo tu ropa y te compro vestidos. —Dijo relajada y con una sonrisa triunfadora, parece un demonio que ha obtenido lo que quiere.

—Eres peor que la madrastra de la cenicienta. —La fulminé con la mirada.

—Gracias. —sonrió como el gato de Alicia en el país de las maravillas, pero me pareció ver detrás de esa sonrisa a la mismísima Annabelle ¿Cómo una mujer puede dar tanto miedo?

—me largo. —dije cuidadosamente caminando hacia la puerta.

—Christina no irás a ningún lado sin Erick, te lo llevarás.

—¿Qué clase de demonio tan cruel eres? En serio ¿Estás segura de que eres mi madre? —Cuestioné mirándola con el ceño fruncido mientras la analizaba con la mirada. Suelo decirle mucho ese tipo de cosas y realmente nunca se enojará conmigo porque es muy masoquista y encima se acostumbró muy rápido, digamos que es nuestra manera de divertirnos.

—¿Irás?

—Si, pero solo es porque es importante. —Dije haciendo puchero.

—Erick haz lo tuyo, te llamaré.

—Está bien, señora Thompson. —dijo el con una sonrisa, Un leve rubor se asomó por mis mejillas, su voz y sonrisa lo hacían parecer sexy.

—Ya te dije que me digas Helen.

—Como ordenes. —Sonrió un poco, encima la tutea.

—Bueno ya váyanse. —algo tramaba ella, solía alejarme de los chicos y ahora me deja sola con uno, definitivamente algo planeaba.

Después de ese chantaje que me costó mi privacidad me llevé a Erick al estacionamiento de aquella residencia, mi familia y yo solíamos vivir en un condominio donde las casas quedaban en una zona y el estacionamiento en otra. En el momento en el que ambos nos encontrábamos al lado de la moto había un silencio sepulcral, tanto que decidí romperlo antes de que uno de los dos sacara una pistola y se pegara un tiro .

—Oye… ¿sabes manejar motos? —Cuestioné antes de sentir una ligera brisa chocar contra mi, el clima era de esa manera, brisas, frías lluvias y un suelo mojado, pero a pesar de eso, amaba vivir en aquel pueblo casi remoto. En el momento en el que esa fría ventisca chocó con mi rostro, pude percatarme de que el pelinegro se tapaba la nariz con su antebrazo como si hubiera algo mal con mi olor. Aquello fue suficiente motivo para lograr que me quedara pensativa y más aún cuando al oler mi remera, esta estaba completamente normal.

—Si. —Logró decir con dificultad en su tono de voz, razón por la cual fruncí el ceño en confusión.

—Bueno entonces... tú manejarás. —Le indiqué desvaneciendo mi ceño fruncido dejándolo pasar, mi mente quería pensar de que quizás aquel chico pálido de ojos azules tenía el sentido de la nariz más agudo y no que era un tipo raro.

—¿Puedes disculparme por lo que pasó allá adentro? —Cuestionó quitando su antebrazo de su nariz antes de formar una sonrisa que me mostraba lo perfectos y blancos que eran sus dientes, causando que para mí fuese la sonrisa más deslumbrante que había visto, más que los de mi madre.

—No te preocupes Erick, estoy acostumbrada a las mañas de esa mujer. —Lo tranquilicé mientras le pasaba uno de los cascos y por alguna extraña razón, no podía borrar la tonta sonrisa de mis labios.

—Si tú lo dices. —Comentó, a decir verdad, Erick me agradaba. No sabía si era cosa mía, pero por alguna razón tenía un aire familiar y aquello, me gustaba, me hacía sentir segura. —Tu madre me contó que te llamas Laura Christina, pero ¿sabes? Siento que no es así.

—En realidad cambié mis nombres por motivos innombrables, me llamaba Megan Rosalie... Debí dejármelos.

—¿por qué los cambiaste? Suenan bien para ser tú.

—Cosas del pasado, igual están cambiados temporalmente por ahora me llamo Laura Christina. —Sonreí. —Ahora vayámonos ya, Odio llegar tarde.

[…]

—y….¿Quién es él? —Cuestionó Ryan mientras analizaba a Erick con la mirada, justo como lo hacía yo cuando lo vi por primera vez, pero a diferencia de mí, éste lo hacía con una mirada despectiva. Ryan solía ser celoso con los chicos que se me acercaban, más aún después de todas las cosas que habían sucedido en mi vida con relación a ellos. Habíamos llegado hacía unos minutos en los que nos quedamos saludándonos y poniendo al día alguna que otra cosa.

—Chicos, quiero presentarles a Erick, es mi nuevo niñero. Erick ellos son Nick, Ryan e Isabella, mis mejores amigos. —los presenté señalándolos a cada uno.

—Es un placer conocerte chico nuevo. —Interrumpió Isabella el silencio que se formaba antes de extender su mano hacia Erick para estrechársela, al instante Erick le correspondió en silencio a la par que miraba a Ryan de manera fija.

—Pensé que eras mayor para un niñero. —Bromeó Nick antes de que las cosas pudieran ponerse más tensas.

—Lo soy, pero la doña con la que vivo piensa que no lo soy. —dije haciendo puchero y le pasé la mochila a Nick sin llamar la atención, alejándolo de los demás.

—¿Pudiste descubrir algo?

—Nada aparte del dinero que tiene dentro, aun no entiendo cómo llegó hasta acá.

—Tampoco yo, solo la vi de repente y pensé que era tuya. —Dijo empezando a revisar los bolsillos mientras me quedé mirando como Erick y los chicos empezaban a conversar. —¿Estás segura de que no es para tí? —Cuestionó entonces lo miré, tenía una nota en la mano.

—Estoy segura Nick, no bromeo con esas cosas ¿Por qué preguntas?

—Deberías ver esto. —me dio la nota y empecé a leerla e inmediatamente mis ojos se abrieron como platos y pude sentir como palidecía.

Querida Christina:

Se que quizás no sabes quién soy y me alegro de que sea así, prefiero mantenerme en el anonimato hasta que sea el momento adecuado. Este dinero es para tí y la nota para decirte que te cuides de las cosas que vas a vivir, espero que Erick te cuide hasta que sea el momento adecuado de presentarme ante tí. Por ahora te dejo esto como regalo de cumpleaños adelantado. Por ahora me despido.

ATT:P.

Terminé de leer la nota sintiendo como una corriente de frío recorría mi espalda ¿Qué demonios...? ¿Cómo conoce a Erick? ¿Cómo me conoce a mí? O ¿Cómo sabe siquiera el día de mi cumpleaños?

—¿Qué vas a hacer?

—Por ahora, te dejaré el dinero a tí y luego veré qué hacemos con él, no me gusta esto.

—A mí tampoco, pero sea lo que sea sabes que puedes contar conmigo.

—Gracias Nick. —Nos acercamos a los demás y vi a Erick, pero no sé si fue mi imaginación, pero en un segundo sus ojos dieron un destello color rojo intenso para luego desaparecer.

—Mmm... voy a fuera a coger un poco de... aire. —dijo Erick y fruncí el ceño.

—¿Por qué no te quedas? —Cuestioné agarrando su mano e inmediatamente la quité, me quedé complemente en shock al sentir como su mano estaba helada ¿Cómo un chico podría estar tan...frío? como un témpano de hielo ¿Siquiera era sano estar a esa temperatura? me quedé inconscientemente mirando su mano cuando Ryan pareció notarlo:

—¿Sucedió algo Christina? —Cuestionó con el ceño fruncido.

—¿aah? solo estaba...pensando...eso es todo...

Luego de un rato viendo películas decidí que era una muy buena idea antojarme de unos refrescos y snacks, así que me paré del sofá y fui silenciosamente a la cocina, entonces pude ver que los snacks estaban encima del refrigerador así que como buena Hobbit que era puse los pies de puntillas para poder siquiera alcanzarlos.

Al darme cuenta de que alcanzar los snacks encima del refrigerador en vez de buscar un banquito fue una grandísima mala idea, ya era demasiado tarde pues no tuve tiempo de reaccionar cuando el refrigerador ya se había inclinado sobre mí haciéndome pensar que moriría aplastada pero también fue un error lo que pensé porque lo siguiente que presencié me dejó con la boca abierta.