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Al despertar me levanté con mucho ánimo de la cama, realicé mi rutina mañanera antes de vestirme y salí de mi habitación mientras tarareaba una canción camino a ir a desayunar. Fue entonces que antes de bajar por completo las escaleras, a mi mente empezaron a llegar recuerdos de la noche anterior en donde casi era asesinada por un supuesto vampiro, quise no prestarle atención, así que lo ignoré por completo, pero de la nada empecé a escuchar voces provenientes de la sala de estar.
Sin poder evitarlo, me recosté de la pared intentando escuchar algo, pero al momento de hacerlo, lo único que pude escuchar fue silencio, por lo que giré los ojos. Un poco molesta y para confirmar que en efecto no me estaba volviendo loca, me incliné en la pared para observar de quien se trataba.
Sentados en el sofá se encontraban charlando cómodamente un chico que parecía de la edad de Erick, con el característico tono pálido de piel y sus ojos color ámbar, entonces fue inevitable para mi pensar que aquel chico fuera otro como Erick. Tan rápido como pasó aquella idea por mi mente, sacudí mi cabeza para sacarla de mis pensamientos y sin más, pasé frente a ellos como si nada y con la frente en alto, simulando que nada había pasado la noche anterior e ignorando la presencia de mi niñero de ojos azules.
A decir verdad, si dijera que en esos momentos no tenía miedo probablemente estaría diciendo la mayor de las mentiras, pues para mí era casi imposible sentir un escalofrío recorrer mi cuerpo con el simple hecho de escuchar el nombre de aquel extraño que simulaba ser mi niñero. Era guapo, demasiado diría, pero no le quitaba el hecho de que era un vampiro con intensiones ocultas. Ni siquiera podía imaginar una escena en la que el pudiera estar cerca de mí que no fuera para matarme. Ya en la cocina y justo cuando me disponía a preparar un rico desayuno, escuché su aterciopelada voz.
—buenos días, Christina... —Saludó, pero lo ignoré descaradamente, así como descaradamente se atrevía a hablarme como si nada luego de casi haberme asesinado la noche anterior. Consideraba que Erick era el claro ejemplo de un mar en calma, era tan impredecible y difícil saber si se mantendría de esa manera o si aquella calma era el aviso de un tsunami y aquello era peligroso, nunca sabrías en qué momento podrías ahogarte.
Para mí aquello era simplemente, exasperante, exasperante el cómo casi me mataba y al día siguiente me deseaba los buenos días. Exasperante que toda aquella belleza solo era una fachada para atraer a su presa y exasperante porque ni siquiera sabía qué hacer en aquellos momentos.
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Mientras desayunaba, me costaba ignorar la intensa mirada lila de Erick sobre mi considerando la idea de preocuparme por el color de sus ojos.
—Más tarde tendremos que salir. —Miré mi teléfono ignorándolo nuevamente. —¿Podrías dejar de ignorarme? —Cuestionó acercándose a mí lentamente, por lo que dejé a un lado mi desayuno y retrocedí lo más que pude hasta sentir el pasamanos justo en mi espalda baja, sintiéndome como una presa.
—Oh vamos ¿Por qué tendría que dejar de ignorarte? Después de todo, quizás seas un producto de mi imaginación. —Pude articular en voz baja, casi inaudible y a punto de entrar en pánico. Y sucedió, acercó su mano para pellizcar suavemente una de mis mejillas mientras me veía de manera fija a los ojos, podía sentir incluso la fría temperatura emanar de su piel contra la mía, pero que de alguna manera, se convertía en un aire extremadamente ardiente..
—¿No crees que si fuese un producto de tu imaginación no podría tocarte? —Susurró cerca de mis labios, haciéndome sentir algo en el estómago y a la vez sumergiéndome lentamente en el pozo color lila de sus ojos, hacía que de la nada olvidara como respirar.—¿qué pasa? ¿La chica parlanchina se quedó sin habla? —Cuestionó antes de regalarme una sonrisa maliciosa.—estás algo pálida y se supone que debo cuidarte. —Agregó mientras se separaba de mí, me preguntaba una y otra vez ¿A qué quieres jugar Erick? Pensando que con hacerlo, iba a encontrar respuesta.
—Debe ser una puta broma. —Susurré para mí misma dándome cuenta de que mi niñero además de ser vampiro, era un idiota.
—¿Sucede algo?
—¿en serio estás preguntando eso? Nada de malo ya sabes, aquí casual viviendo con un vampiro que muy pronto me sacará la sangre y que mientras toda mi vida me dijeron que no existen ahora estoy viendo a uno frente a mí, pero no puedo decir nada porque luego pensarán que estoy loca y terminaré en un manicomio volviéndome la mejor amiga de mi psiquiatra, lo normal. —Hablaba mientras sonreía con falsedad. —Tengo que salir de este lugar. —Agregué intentando esquivarlo, pero éste se interpuso en mi camino.
—Estoy hablando en serio, después de lo de anoche es como si fueses otra persona, así que por última vez ¿Qué demonios sucede contigo y tu carácter?
—¿Quieres saber qué sucede? ¡Tú sucedes Erick! —Exclamé lo último. —¡Anoche estuviste a punto de hacer una maldita estupidez y hoy te comportas como imbécil! Vas a volverme loca. ¿Crees que seré la misma luego de descubrir que mi niñero es una extraña criatura que no existe?
— En primer lugar, siento mucho lo de anoche, no pude controlarlo ¿Ok? Y en segundo lugar nunca cruzó por mi cabeza el hacerte daño.
—Yo me voy. —Enuncié antes de disponerme a salir de allí, pero antes de pisar fuera de la nada sentí un choque de electricidad expandirse por todo mi cuerpo en el momento en el que Erick agarró mi mano para detenerme.
—¿Vas a ignorar lo que te dije? No puedes irte de esa manera, soy tu niñero. —Escuché de su parte y fue inevitable girar la cabeza indignada.
—Número uno, no te disculpes de todas formas seguirás siendo un idiota, dos, ¿Qué esperas que hagas después de lo que pasó? ¿Qué te dé mimos o qué? Y tercero ¿A tí que te importa?
—¿Qué crees que lo de anoche fue mi culpa o qué? No puedo controlar esto, es como intentar tapar el sol con un dedo y no puedes salir sola…. —me exigió mirándome directamente a los ojos.
—Claro. —Canturreé.— No me digas que… quiero adivinar, tu deber es mantenerme vigilada porque tu mundo de gente rara me persigue. Despierta, ahora lo que necesito es mantenerme muy lejos de ti. —Hablé de mala gana con una seria expresión en el rostro mientras le sostenía la mirada. Todo había quedado en un abrupto y abrumador silencio.
Ambos nos mirábamos a los ojos intentando descifrar los pensamientos del otro y era una sensación acogedora, extraña, pero acogedora, una sensación en la que podíamos saber los pensamientos del otro con solo mirarnos podíamos saber los pensamientos del otro como una conexión. Al percatarnos de eso, apartamos la mirada a la vez saliendo de la burbuja.
—como quieras, igual sabes que te encontraré por tu olor. —Habló con voz calmada, sin una pizca de altanería o posesividad.
—suerte con eso. —Articulé girando los ojos mientras me giraba en mi lugar antes de emprender camino hacia el trabajo.
💫💙Erick Vries💙💫
Soy Erick y sí, Era un estúpido vampiro, pero esa no era de mis mayores preocupaciones o bueno, solo era una parte de las que sí eran una carga para mí, pues casi mordía a esa chica que se suponía que debía cuidar, pero que también debía alejar de mí lo suficiente como para que no pueda dañarla y ¿Cómo se suponía que alejaría a la persona que más debía proteger? O ¿Cómo protegería a alguien de la cual no podía alejarme medio metro? Porque sí, sabía que lo de la noche anterior no era un accidente y que si seguía así la pondría en riesgo, si se tratara de mi hermana quizás ella diría que la sangre de Christina me llamaba y si esa era la razón por la que me sentía como como un perro guardián a su lado entonces seria esa mi verdadera preocupación.
Era un gran problema el simple hecho de sentirme atraído hacia ella y hacia su sangre e iba a ser una terrible tragedia si cometía una estupidez como morderla y me preocupaba bastante el simple hecho de imaginar que en unos meses no iba a poder controlarme como lo hacía en esos momentos.
[…]
Estaba concentrado en mi teléfono cuando de la nada sentí que Christina estaba en peligro. Me parecía más que increíble el simple hecho de sentir esa conexión con esa chica, aun sabiendo que era imposible que un humano y un vampiro puedan establecer lazos.
Sin poder controlar el instinto de sobreprotegerla seguí cada rastro de su olor dándome cuenta de que me dirigía hacia un puente logrando ver el cómo ella colgaba de él. Sin dudarlo por un momento agarré su brazo fuertemente mientras intentaba subirla y es cuando me percaté de que ésta se negaba a mi ayuda.
—¿te voy a subir, oki?... —Susurré sujetándola del brazo con fuerza porque a decir verdad no quería soltarla por nada del mundo y no solo por el contrato de niñero que firmé sino por las terribles ganas que tenía de cuidarla cual muñeca de porcelana.
—¡no, no me toques suéltame! —Gritó despavorida entre sollozos, tratando de soltar mi agarre.
—¡¿Qué acaso no ves que si caes desde esta altura podrías morir?! —Alcé la voz haciendo que se sobresaltara intentando subirla, jamás me había preocupado tanto por una simple humana y probablemente hace tiempo la hubiera soltado, pero esta vez era diferente, mi cabeza era un mundo completamente diferente.
—¡suéltame te digo! —Gritó y en su mirada me di cuenta de que ella desde un principio pensaba en suicidarse, quería huir de sus problemas entonces pensé rápido.
—hagamos algo ¿Sí? —Me miró fijamente a los ojos y asintió. —prometo no tocarte ni acercarme a ti si dejas que te salve ¿Aceptas? —Sus lágrimas cesaron cual sol se asomaba después de la tormenta, dándose cuenta así de que si la soltaba desde esta altura podría fracturarse todo el cuerpo... Cómo si hubiese despertado de una pesadilla.
—Está bien. —Normalizó su voz y la sostuve fuertemente para luego subirla donde estuviese segura. En cuanto notó que estaba en tierra firme se lanzó hacia mi aferrándose fuertemente hacia mis brazos, como si en cualquier momento pudiera desaparecer u desvaneciéndose así en lágrimas y sollozos que calaron profundo en mi pecho.
—g-gracias. — Murmuró temblorosa, su piel helada se sentía como un tempano de hielo.
Luego de haberla conocido era la primera vez que la veía tan vulnerable frente una persona, pues ella siempre se mostraba firme incluso con su madre y eso por alguna razón dolía, dolía escucharla gritar de manera desgarradora, dolía ver su rostro empapado de lágrimas, escuchar sus sollozos y sentir que me estrechaba temblorosa contra ella.
[…]
—ya... Está bien, todo está bien… —Ambos nos encontrábamos en la acera, justo al lado del barandal del puente. Mientras ella lloraba aferrada a mi regazo, por mi parte yo solo correspondía a su abrazo acariciando su cabeza y dándole de vez en cuando besos en su cabeza para calmarla. —Está bien, vamos a casa y luego me cuentas lo que sucedió. —Le propuse y ella asintió con la cabeza, por lo que la sostuve entre mis brazos para acto seguido, llevarla a casa.
—¿me explicaras lo que pasó en ese puente? —Cuestioné dándole una taza de té y ella la sostuvo con manos temblorosas.
—b-bueno, yo... es complicado. —dijo mirando la taza de té.
—¿qué tal si me cuentas desde que te fuiste? —Cuestione suavemente acercándome a ella y sentándome a su lado.
—verás... yo... cuando salí fui hacia mi moto, pero la moto estaba dañada y decidí ir caminando. ¿Sabes que mamá se fue de viaje por negocios junto con mi hermano? —Asentí mirándola a los ojos. —Pues me llamaron y me dijeron que... Que tuvieron un accidente y q-que no sobrevivieron... —vi como de sus ojos se escaparon varias lágrimas haciendo que algo se removiera dentro de mí, dolía verla rota y apagada. Acuné su rostro entre mis manos para secar sus lágrimas antes de asentir con la cabeza incitándola a que continuara. —entonces no me di cuenta de que caminaba a ese puente hasta que llegaste— Y descubrí lo que sucedía al instante.