Chereads / By Red Moonlight. / Chapter 6 - Capítulo 6: Ahora si los mato.

Chapter 6 - Capítulo 6: Ahora si los mato.

—¡¡¡ahora si los mato!!! — Exclame saliendo de la habitación soltando chispas por las orejas y bajando las escaleras rápidamente, pero al llegar al último escalón toda la ira que corría por mis venas se esfumo como los pétalos de un diente de león y es que ¿Cómo no irse el mal en este mundo al ver semejante escena? Pues al asomarme un poco vi que ambos chicos Erick y Ryan estaban en el mueble. Mientras Erick limpiaba los golpes del menor, este le ayudaba a ponerle alcohol al algodón, preste más atención al escuchar como Erick rompía el silencio iniciando una conversación.

—¿Ryan?

—¿Sí? —Dijo éste mirando hacia abajo mientras mojaba de vez en cuando algunos algodones y se los pasaba a Erick.

—siento mucho haberme llevado por mis impulsos y haberte golpeado, debí tener en cuenta que podría hacerte daño. —Espetó inclinando su cabeza hacia un lado volteando la de Ryan al lado contrario para ver mejor si tenía algún otro moretón, gesto que me pareció lo suficientemente adorable como para querer gritar de ternura, ambos eran desconocidos, pero en ese momento era como si fuesen los hermanos más unidos que podrían existir.

—y yo siento mucho haber dicho tonterías de ti, no debí decir esas cosas ¿me perdonas? —Declaró esta vez mirando a Erick.

—si tú me perdonas. —Dijo Erick mirándolo a los ojos, se veían tan adorables que se me hacía casi que imposible aguantar las ganas de un grito.

—te perdono. —Habló Ryan sonriendo, sonreí inconscientemente al notar que Ryan le sonrió a un desconocido, pero al mismo tiempo fruncí un poco el ceño, pues rara vez lo hacía.

— Christina ¿Sabías que es de mala educación espiar las conversaciones ajenas? —y en ese preciso momento apostaría un millón de dólares a que mi cara era un total poema, como si hubiese visto un fantasma, termine de bajar las escaleras mientras miraba al suelo algo incómoda.

—Eeh- b-bueno. —Balbucee avergonzada para luego carraspear. —solo quería que me disculpen por haberlos tratado mal hace un rato, debo decir que quizás exagere un poco las cosas pero tengo mis razones no me gusta que mis amigos se peleen entre sí y menos por cosas similares a esta, si quieren destruir el mundo peleándose sería mejor que lo hicieran mientras yo no me entere ya que he sufrido problemas graves de ira... desde destruir jarrones hasta romper mis nudillos y tu Ryan lo sabes perfectamente, pero a pesar de estar enojada me disculpo por haberme dejado cegar por el enojo.

En ese momento el piso era lo más interesante que había visto en mi vida, vaya aún seguía la mancha de sangre de cuando Chris se calló por las escaleras, ese día le había quitado el teléfono ya que no me prestaba atención y era porque tenía novia así que se lo quite, pero se calló, duró un mes usando muletas y se partió la nariz.

—descuida, necesitábamos un empujón para acabar con la tensión. —dicen los dos al unísono.

—¿Gracias? Supongo... mmm... Saldré un rato al bar Ryan, Erick quédate con mis amigos y no vengas a buscarme, hasta el rato. -Agarré las llaves para luego abrir la puerta. —Si encuentran cenizas no inicien una investigación con el FBI y tiren las cenizas en el mar para que mi alma esté en paz.

—¿a dónde vas? —Cuestionó Erick con voz notoriamente preocupado, Casi soltó una carcajada al ver su cara de perturbado y sonreí.

—en algún lado del planeta, alguien estará hecho trizas esta noche y esa no seré yo. —sonreí maliciosa pero antes de marchar sentí la fría mano de Erick sostenerme por el brazo.

—No iras a ningún lado ¿entendiste? —Aclaró de manera posesiva, haciéndome sentir como un cachorro. Me solté de su agarre mirándolo mientras le daba una señal de advertencia, entonces Sali de la casa en busca de mi moto. La había mandado a arreglar, por lo que se encontraba como nueva.

3 HORAS MÁS TARDE.

Durante todo el tiempo que pasó había conocido a una chica muy agradable que por alguna extraña razón me parecía muy conocida, su rostro me recordaba a alguien, no sabía si eran los efectos secundarios de no haber dormido pero esos ojos azules me recordaban a alguien, dejé de lado esa sensación de que la conocía y me dispuse a disfrutar la música y las bebidas junto con la chica, pero fui interrumpida de la nada por alguien que me tocaba el hombro. Me giré hacia esa persona y sentí algo en el estómago, era un chico rubio-castaño con unos ojos profundos de color café, era muy alto algunos 1.82 quizás 83 y unos labios finos rosados chicle pálido.

Podría jurar que lo devoraba simplemente con la mirada y pude notar cierto parentesco con alguien que conocí hace casi 3 años, ignoré mi cabeza borracha y le sonreí al chico.

—¿Eres Laura? —Preguntó sacándome de mis pensamientos, esa voz... Suave y tranquila, quizás estaba borracha o quizás estaba volviéndome cada vez más loca pero su voz era igual a la de… sacudí mi cabeza sacando esos pensamientos de mi mente, era imposible, igual su voz tiene un tono diferente.

—¿ah? sí, esa soy yo ¿necesitas algo? —Respondí mirando cada parte de su cara, la mayoría de las personas acá me conocen por Laura y no por Christina, digamos que Christina es más privado que Laura, pero sabía que no era paranoia mía pues ese chico me transmitía un aura conocida, di un paso atrás por instinto.

—nada, es que un tal marco te manda a decir que estás guapa y que la moto está lista.

—ese idiota. —dije en voz baja desviando la mirada hacia marco el cual se encontraba sentado en una de las motos con otros dos tipos así que le sonreí.

—¿dijiste algo? —dijo el chico mirándome y sacándome de la pequeña burbuja, tengo que dejar de hacer eso o me mirarán como un bicho, vi cómo empezaba a jugar con el piercing en su labio mientras esperaba mi respuesta y cada vez más me sentía hipnotizada.

CONCÉNTRATE MENTE DE CUCARACHA. —Gritó mi subconsciente.

—perdona, estoy un poco distraída EH...

—Mauro. —abrí los ojos como platos y di otro paso hacia atrás temblorosa sintiendo como los colores del cuerpo me abandonaban al instante, exactamente la misma reacción que tendría al ver un fantasma, no puede ser ¿Qué hace aquí? Se supone que era una rata de biblioteca.

—¿T-tu eres Mauro Hendrix? —pregunté casi en un estado de shock.

—si ¿cómo lo sabes? —Frunció el ceño confundido, aunque le guardé un gran odio, ese ceño fruncido me parecía adorable, negué con la cabeza sacando todo buen pensamiento sobre él.

—¿Qué demonios haces aquí? —Cuestione en voz baja. —¡¿Por qué estás aquí?! —Grité despavorida agarrando su chaqueta. —¡¿No te bastó con arruinar mi dignidad y confianza en mí misma para que estés aquí, hablándome como si nada?!¡¿Tanto me odias?! ¡Por tu culpa dejé la maldita escuela... Quería ser alguien importante!

—Oye ¿Qué pasa? —Lo odiaba, con todo mi alma, sí que lo hacía.

Lo agarré aún más fuerte del cuello de la chaqueta de cuero que tenía puesta...y lo acerqué a mí sintiendo como mis ojos se cristalizaban.

—A ver si te acuerdas pedazo de idiota. —hice una pausa. —¿Por qué tanto escándalo? Deberías empezar a mostrarle a toda la escuela lo perra que eres, quizás otros 100 dólares no le hagan daño a nadie... Quizás acostarte con tantos chicos hizo que tus neuronas se fueran junto con tu virginidad... Solo quieres jugar como todas las perras en celo. —dije exactamente lo que me había dicho ese día con un tono tan frío que podría congelar un mar entero, sintiendo como una lágrima resbalaba por mí mejilla y sentí un brazo en mi hombro, al mirar a mi lado vi a una preocupada Blancanieves.

—¿M-Megan?... Has cambiado.

—Tú me cambiaste, todo eso que hiciste me las vas a pagar.

—yo... Me arrepiento mucho de lo que hice Megan y... — Pero sus palabras quedaron en el aire cuando al enojarme tanto no lo pensé dos veces para doblar mi rodilla, golpeándolo así tan fuerte en donde el sol no brilla. Fruncí el ceño molesta mientras miraba como se retorcía de dolor en el suelo y hasta este punto ya nos encontrábamos rodeados por toda la multitud presente.

—si quieres... podemos... hablarlo. —Logró decir entre quejidos mientras que a su vez intentaba pararse del suelo pareciendo Bambi recién nacido, provocando en mí una sonrisa altanera.

—pues párate bien, pareces una adolescente que acaba de perder la virginidad. —dije mirándolo insignificantemente y con una sonrisa altanera, humillarlo frente a todos es lo menos de lo que se merecía, Blancanieves de ojos azules ya hacía mirándome con orgullo a un lado de nosotros.

Cuando logró pararse bien no pude evitar girar los ojos. Entonces pude notar que en su cara podría visualizarse cierto rubor carmín en signo de vergüenza, sonreí algo satisfecha.

—¡amigos Bambi rubio se ha levantado! —Grité sonriendo con malicia y todos rieron junto a mi divertidos, sabía que guardar rencor no era sano, pero no me iba a quedar como si nada ante todas esas cosas que me hizo. Todo en esta vida tiene un precio, no era quién para juzgar, pero tengo puños guerreros como para dejar que el karma haga todo por mi… y estaba harta de esperar al dichoso karma.

Lo empecé a golpear sin piedad como saco de box en el estómago y en la cara fuertemente, una y otra vez sin detenerme. Luego de alguno que otro minuto me detuve dándome cuenta de que algo en aquel idiota había cambiado, no me refería a su aspecto físico, más bien el hecho de que jamás se intentó defender contra mi o de detenerme. Como si se estuviera diciendo a si mismo que merecía cada golpe… acción que no solo me hacía sentir furiosa, sino que también me hacía sentir un vacío enorme en el estómago, como si verlo vulnerable me afectaba grandemente.

—¿Por qué no te defiendes Hendrix? —Susurre agachándome hacia él. —Defiéndete, así como lo hacías en la preparatoria. —en vez de responder vi como tocia sangre.

—Megan... —Entonces le di una mirada que congelaba hasta las más profundas aguas oceánicas.

—Ni te atrevas a volver a llamarme Megan. —dije fríamente... —Para ti no existo ¿Ok? —Este asintió y sonreí satisfecha, alejándome de él con cara de asco.

Recibiendo así un uuuh de todos.