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Mientras que por mi parte me encontraba arrodillado mientras tenía mi cabeza agachada frente a ella la cual estaba frente a mí.
—No sabes cuánto lo siento, Si tan solo hubiese llegado a tiempo quizás nada de esto hubiese pasado y tampoco debí de haberte dicho que huyeras de mí... soy un idiota, no pude hacer mi trabajo, cumpliré el castigo que me pongas. —La miré, está por su parte permanecía más tranquila de lo que pude haber imaginado, como si esto no fuera nada para lo que ha vivido y di una media sonrisa inconscientemente, era muy fuerte.
—que no te dije un montón de veces que no te disculpes Érick, estoy muy bien mírame, estoy respirando, moviéndome, estoy normal. —Sonrió cálidamente, pero sabia que no era así, sabía que aquella sonrisa presente en sus labios era para ocultar de mi y ella misma que no estaba bien y en ocasiones me llegaba a preguntar cuántas cosas ocultaban aquellos ojos profundos. —Igual deberías saber que odio las disculpas.
—¿Que extraño, a la mayoría de las personas les gustan las disculpas... ¿hay una razón para hacerlo? —Cuestioné curioso, mirándola más de lo que debería.
—No lo sé, siento que cuando una persona se disculpa es porque se está humillando además es como hacer que esa persona se sienta como basura, está bien que comentamos errores, pero disculparse no tiene sentido. En mi opinión siento que las personas deberían normalizar que, si realmente se arrepiente de algo, demostrar que lo hace y no simplemente decir que lo siente, al final y al cabo no arreglará nada y en ocasiones solo son palabras vacías.
—aun así quiero que me perdones Christina. —Mientras ella se encontraba en el sillón, yo me encontraba agarrando su mano a su lado.
—lo que pasó, pasó y ya no hay vuelta atrás. —Finalizo para luego cruzar sus piernas dando a entender que no quería escuchar más disculpas.
🌿🍁💗Christina💗🍁🌿
Realmente odiaba con locura el simple hecho de ver a Erick disculpándose como si todo lo que pasó fuera solo su culpa, bajó la mirada y la subí acercándome a su rostro dándole una pequeña sonrisa.
—ya lo dije genio, odio las disculpas y más cuando no hiciste nada malo. Hay ocasiones en las que hacemos cosas por alguien con las mejores intenciones, pero al final terminas lastimando a ese alguien sin la intención de hacerlo, porque aunque planeemos algo, a veces nos sale una cosa completamente diferente, así que no lo sientas.
—Entiendo. —Me devolvió la pequeña sonrisa que le di.
—Solo quiero que me digas algo. —Solicite mirándolo a los ojos con una seria expresión en el rostro, expresión la cual era cubierta casi por completa por la bolsa de hielo que sostenía, maldito imbécil que me golpeo merecía más que le arrancaran la cabeza.
—¿Qué cosa? —Interrogó devolviéndome la mirada.
—¿me puedes explicar qué fue exactamente lo que pasó esta noche? —pregunte sin rodeos buscando brillo en el azul de sus ojos. — Si no puedes hacerlo no lo hagas, lo entenderé.
—bueno, lo que viste hoy fue uno de mis descontroles personales como vampiro. — hizo unas comillas imaginarias en el aire recalcando las últimas palabras e hizo una efímera pausa. —verás ¿cómo te lo digo sin que tu mente pervertida lo malinterprete? —Solté una carcajada y al parar de reír levanté una ceja para que se explicara, porque con solo decir eso había hecho que mi mente pensara en miles de cosas.
—no, no, no, no es eso lo juro, sino que... eres adictiva... me refiero a tu olor… no precisamente a tu olor. —Solté varias carcajadas, pobrecito estaba nervioso.
—Dale, te doy tu tiempo para que planees las palabras de como decirlo, sino te me desmayaras aquí mismo. —Sugerí entre risas, el por su parte giro los ojos y respiro hondo frustrado, pasando sus manos por el rostro y a su vez revolviendo su cabello.
—A ver, en este mundo todos tienen un olor único, al igual que la sangre, pero tu olor es increíblemente único y es más intenso que el de otras personas ¿entiendes? El hecho de que el olor de tu sangre sea aún más fuerte que el de las demás personas incrementa el deseo de probarla, por lo que cuando nos besamos lo sentí de cerca, a veces es imposible para mí estar cerca tuyo ya que es posible que me descontrole y te muerda, no convirtiéndote en vampira, sino secándote por completo.
—Entiendo, tenías que empezar por ahí, te quiero preguntar otra cosa... —Entrecerré los ojos mientras lo miraba.
— ¿qué? —Cuestiono con el ceño fruncido en confusión.
—¿Cómo es que estoy limpia, con ropa limpia y sin oler a sangre? —Quise saber mientras levantaba una ceja en su dirección inquisitivamente.
—Te juro que no vi nada. —Respondió con velocidad y voltee los ojos.
—Sii clarooo, porque además de ser veloz, fuerte y el mejor asesino de todos los tiempos puedes ser telepático o algo así como mover las cosas con la mente. —Expuse con sarcasmo tan rápido que me sorprendió incluso a mi misma. —Te creo.
—algunos lo somos. —Manifestó defendiéndose.
—pero tú no, genio.
—Tuche, pero no vi nada, cuando sea el momento te lo explicare. —Voltee los ojos de nuevo.
—en serio, a veces me desesperas. —Soltó una carcajada
[…]
Me encontraba plácidamente dormida hasta que escuche ruido abajo en la cocina, haciendo que despertara. En el momento exacto en el que abrí mis ojos mi cerebro empezó a hacer clics en todos los momentos que pasaron anoche, desde que fui por unos tragos, hasta donde casi me violaban, incluso recordé cosas que en el momento no había procesado por todas las cosas que habían ocurrido.
Como el fragmento en el que antes de que Erick le arrancase la cabeza al tipo él me había reclamado como suya, diciéndole claramente que yo le pertenecía.
Al percatarme de aquello no pude evitar abrir los ojos como platos, no podía ser cierto, lo único que podía pasar en mi cabeza en aquel momento era la típica frase: "si no me acuerdo no paso" pero no paso mucho tiempo en el que me percate de que precisamente aquellos flashbacks eran eso, recuerdos. "joder" maldecí internamente.
—Bueno, a lo mejor solo me golpee la cabeza cuando me desmaye o quizás Erick solo se volvió loco. Aunque ahora que lo recuerdo Erick es mayor de edad, decidido, le redactare una carta a la SIA de vampiros y si no responden pues el FBI. —Empecé a hablar sola mientras miraba una de las paredes de mi habitación, todo hasta que el sonido de alguien tocando la puerta me sacó de mis pensamientos de maniática.
— ¿quién? estoy en mi crisis existencial. —Respondí neutra aún mirando la pared del techo.
—Soy yo ¿Cómo es eso? ¿conmigo? —Cuestionó con un tono de voz bromista, era Erick, este entro con una sonrisa como si hubiese ganado la lotería ¿acaso se drogo en serio?
—Ay ya quisieras Erick y no. —Mentí girando los ojos mientras miraba el antiguo baúl de mi habitación.
—¿tan temprano y pensando en mí? Que linda. —Bromeó con sonrisa demoníaca en la cara.
—maldito, escuchaste todo. —Lo maldecí mientras lo miraba mal, este al instante soltó una carcajada contagiándome a mi por igual.
—Para empezar, no es mi culpa que hables como psicótica y a la vez gritando como tarzán.
—Buen punto. —Le di la razón secando la lágrima de la risa. Nos habíamos quedado en un largo silencio mirándonos fijamente a los ojos, haciéndome recordar el beso de la noche anterior y provocando así un sonrojo carmín en mis mejillas. Joder, de lo que íbamos a hacer si no hubiese sido por el descontrol. No paso mucho tiempo cuando Erick carraspeo sacándome de mis pensamientos.
—El tipo al que le diste la paliza anoche te busca. —Informo finalmente con un semblante serio en el rostro dejando a la vista lo poco que le agradaba Mauro y no lo culpo, a nadie le agrada Mauro.
—Que hijo de… ahorita bajo. —Hable fingiendo una dulce sonrisa, dulce sonrisa que me daba la sensación de parecer una asesina serial, Erick se disculpó diciendo que tenía cosas que hacer por lo cual nos despedimos y aproveche la soledad para hacer mi rutina mañanera. Para luego intentar miles de formas para tapar el enorme moretón que me dejo aquel desgraciado y a decir verdad dolía como el carajo, cada vez que intentaba difuminar el maquillaje con golpecitos se sentía como puñetazos que me hacían doler la cabeza.
Perdiendo la ultima gota de paciencia decidí dejarlo como estaba y me coloqué un tapabocas marrón para difuminar un poco el golpe y el cual combinaba con la blusa color café con leche, un pantalón liso a juego, zapatos negros y una gabardina marrón.
Ya lista baje hacia la sala siendo el primer panorama Erick matando con la mirada a Mauro el cual miraba algo en su teléfono, este al notar mi presencia se acercó a mí, joder Erick ni lo invitó a sentarse, casi soltaba una carcajada de no haber sido por el hecho de que me dolía la cara, que malo.
—Chris... —lo mire tan fríamente que podría jurar que podía congelar incluso hasta el desierto del Sahara.
—Ni se te ocurra llamarme Chris nuevamente. —Lo interrumpí con el tono de voz frio.
—perdona por venir pero ¿podemos hablar? —Erick se posiciono a mi lado rápidamente y por un instante creí ver a un Husky. —a solas. —Agregó Mauro mirando a Erick con cierto terror, asentí en la dirección de Erick.
—vamos afuera, no te preocupes Erick si sientes que me pasa algo no dudes en venir. —Susurre lo último dándole un guiño, la verdad últimamente había aprendido a entenderlo y sentía que cada vez más me era imposible estar sin él, aunque sea ´solo por un simple rato y el hecho de tener tanta dependencia hacia Erick me hacía sentir de cierta forma extraña y a su vez algo… aliviada.