—pero no lo puedo aceptar hice cosas muy malas para poder superarte y no soy tan estúpida como para caer en tus juegos de nuevo, porque luego de lo que sucedió cambie mi nombre porque hiciste que me odiara a mí misma , mi madre tuvo que contratar a una psicóloga pero para que casi la mato...y aunque mi madre me haya sacado de esas cosas me sentía triste ,desecha hasta que empecé a ahogarme en alcohol mi madre y mi hermano tuvieron que abrirme los ojos pero ya no me tienen que seguir aguantando por que murieron aunque mírame ahora soy una loba huérfana que vive con un hombre en su casa sin mencionar que casi caigo en la cárcel 6 veces. —digo casualmente como si nada.
—siento mucho lo que has tenido que pasar por mi culpa...y como te ha ido en todo este tiempo.
—Supongo que normal... he recibido noticias buenas, malas, raras, otras incluso peores, pero a pesar de eso estoy entera. —Me gire hacia el dándole una sonrisa de boca cerrada asegurándole que estaba bien. Se que les da curiosidad "¿por qué si ese chico me había hecho tanto daño en el pasado yo me encontraba charlando con el como si nada de la vida?" y es que para empezar, en ocasiones no es bueno guardar rencor a las personas por más malas que hayan resultado, luego está el hecho de que pasado es pasado y no se puede arreglar, además de que notaba que esta vez si creía en Mauro porque las otras mucha veces en las que le había perdonado tenía el fuerte presentimiento de que el me haría daño, pero en ese momento era como si todos esos presentimientos se hubiesen apaciguado y amaba esa extraña , pero acogedora sensación, sin mencionar que a pesar de todo lo sucedido le tenía una inmensa confianza.
—¿sabes? Debes dejar ese habito Christina. —Sugirió mientras me miraba a los ojos como si pudiese atravesarme con la mirada, ver más allá que mis ojos verdoso oscuro y así haciéndome sentir una ola de nervios inundándome por completo.
—¿a- a que te refieres? —Cuestione en un hilo de voz.
—Ya sabes, el sonreír cuando estas pasando por un mal momento como si tuvieses miedo a mostrar tus verdaderos sentimientos, no debes hacer eso más, por lo que pude ver el chico que vive contigo es confiable y confía en ti. —Me aseguro sonriéndome. —Si sigues así explotaras y ¿no querrás herirlo o sí? —Cuestiono haciéndome notar que sus palabras eran genuinas, tan genuinas como la sonrisa de un bebe y aquella aura amistosa que desprendía hacía que viera no solo lo mucho que había cambiado, sino que prestaba atención a cada cosa que hacía, así que solté un suspiro relajando un poco mis hombros.
—Tienes razón, anoche sucedieron muchas cosas y estoy cansada, Mauro mi vida es un completo desastre y… todo parece un mal sueño, sin mencionar que ahora corro peligro. —Confese jugando con mis manos sumida en estas recordando todo lo que había pasado desde que soy pequeña y desde que conocí a Erick, me había dado cuenta de que mi vida era completamente normal hasta que mi padre me abandono a Christian y a mí en la puerta de Erick, inclusive convencí a mi hermano gemelo de que se cambiara el nombre conmigo.
—Comprendo, no tengo idea de lo que pasas a diario, pero si tu mala suerte sigue así desde que tu padre te abandono en la puerta de Helen, entonces el único consejo que puedo decirte es que no te rindas por muy desastrosa que sea tu vida, detrás de la tormenta viene la calma ¿entiendes. —Asentí de inmediato.
—Me siento como si fuera la protagonista de la película "una serie de eventos desafortunados" —Rei un poco y el imito mi acción.
—ya, otra cosa has cambiado mucho... créeme, antes solo mirabas amenazante a quien se acercaba a ti, ahora el aire a tu alrededor es ligero y eres más… —Se interrumpió a si mismo buscando la palabra adecuada y sonreí, después de todo no había cambiado del todo.
—¿agradable? ¿parlanchina? ¿extrovertida? —Rio un poco.
—Iba a decir cálida, pero eso también. —Reímos esta vez los dos juntos.
—Lo sé, pero para llegar a esto tuve que pasar por un largo proceso sabes? me ganaste y me destruiste una y otra vez, repetidas veces... que podrías esperar ¿qué te haga mimos? — Le interrogue en tono de sarcasmo mientras giraba los ojos en sarcasmo.
—por favor empecemos de nuevo...te pido una oportunidad...solo una. —Me suplico mirándome a los ojos haciendo que divisara un destello en sus ojos de esperanza y a su vez de tristeza, acción que lograba que mi corazón se estrujara en su lugar, pero ni el destello de sus ojos, ni mi corazón lograrían que cambiara de opinión, así que cambie mi expresión por una mucho más seria.
—No Mauro, en la vida te di muchas oportunidades y me defraudaste… mírate acá y ¿sabes? Te perdono todo lo que me hiciste en aquel tiempo porque admito que en aquella edad no podíamos pensar y teníamos un enorme desorden hormonal, pero estas fuera de mi vida y tuve que trabajar mucho para conseguirlo así que mi respuesta es no.
—entiendo...
—no...no lo entiendes, tú no tuviste que pelear contigo para superar a alguien que nunca te valoro. —baja la cabeza y se la levanto, —lo único que tienes que hacer es seguir con la vida que tenías antes de que pasara lo que paso, haz como si yo hubiese sido solo un mal sueño.
—pero...
—sin peros, ahora tengo que ir a trabajar solo búscame si necesitas algo importante o si necesitas algún consejo, ¿vale? —Asintió haciéndome notar el como aquel brillo de esperanza desaparecía.
—sí ¿dónde trabajas? —Quiso saber mirándome a los ojos.
—tengo 2 trabajos, el primero es de camarera en la nueva cafetería y el segundo de mecánica en la noche, ya sabes, el club de carreras clandestinas. —Respondí levantándome del banco de madera notando el como las nubes se oscurecían mas de la cuenta, dándome a entender que iba a llover.
— ok. —Sonrió sospechosamente de manera angelical, sus sonrisas nunca eran tan brillantes como la que me regalaba en aquel momento por lo que deduje que tramaba algo. Sea lo que fuera, no iba a ser algo malo, así que no le di importancia y lo analice una ultima vez antes de despedirme y acto seguido marcharme.
Al partir en dirección hacia el café no paso mucho tiempo cuando Erick apareció a mi lado, cosa la cual al estar sumida en mis pensamientos no le preste la debida atención. Pensamientos que se basaban en el proceso de la información que había recibido de parte de Mauro, realmente deseaba darle una oportunidad, pero como le había dicho, le di muchas oportunidades y en todas me defraudó. Sin mencionar el simple hecho de que ya nada es igual que antes, hemos madurado, mi vida era un completo desastre y debía guardar bastantes secretos, como el mas grande de ellos, Erick.
Aunque por otro lado, podría considerar darle otra oportunidad, ya no sabía que pensar. Desde que conocí a Erick mi vida había dado un enorme giro inesperado que no sabía si se solucionaría, aunque desde que-
—¡Christina!
—¡aah! —Grite sobresaltada y asustada como consecuencia del grito de Erick, provocando además que viese todo rojo empezando a golpearlo en la cara como reacción involuntaria, desde lo que sucedió la noche anterior sentía que debía estar en guardia en todo momento, esa noche quede como estúpida… Pero a la otra, no me quedaría como tonta, a la siguiente no me importaría mataría a quien sea.
—Soy yo, Erick. —Me recordó sujetando mis manos con fuerza para detenerme, así que relaje los hombros y me calme.
—Me asustaste Erick. —Admití poniendo la mano en el corazón.
—esa era la idea, no me respondiste cuando te salude y caminabas como zombi ¿por qué andas tan callada? ¿te hizo algo ese idiota? Te juro que si te hizo algo no vivirá para contarlo. — Sonreí negando con la cabeza, era tierno cuando se lo proponía.
—No me hizo nada, puedes estar tranquilo… solo charlamos. —Respondí mirándolo para luego desviar la mirada hacia el frente.
—ya... ¿de qué hablaron? —Cuestiono con un tono de voz como si no le importara y solté una carcajada.
—metiche...— sonrió. —ya que, bueno se quería disculpar, estaba muy arrepentido por todo lo que me hizo.
—ah ya ¿le darás otra oportunidad? —Cuestiono con curiosidad, realmente hacia muchas preguntas.
—No lo sé, su tren se fue. De manera romántica no, mi corazón pertenece a otra persona y bueno, todo lo que sentía por el desapareció la ultima vez que nos vimos antes de que dejara la escuela.
—mmm ¿quién es el afortunado? —Abrí los ojos como platos, lo miré por un cuarto de segundos y desvié la mirada hacia el lado contrario sintiendo mis mejillas arder, esbozando además una leve e inevitable sonrisa.
—No confío mucho en ti como para que sepas ese gran secreto. —Lo mire para luego darle una gran sonrisa.
—entiendo... ¿es un idiota? porque si lo es te aseguro que te hago un sillón con su piel. —Solté una carcajada, dudaba que pudiese hacer un sillón con su propia piel.
—Es muy idiota, pero a la vez es divertido y adorable, realmente lo conocí hace poco así que no puedo decirte mucho de él, solo que en ocasiones es misterioso y tiene buen físico. —Explicaba mientras recordaba una de mis noches ruidosas en las que al bajar lo había encontrado semidesnudo en la cocina.
—yo creo que sí, o sea eres una chica genial, hermosa, inteligente la pregunta seria ¿quién no estaría contigo? yo sí, en serio esa persona tiene que sentirse orgullosa de que te guste. —sonrío avergonzada.
—gracias. —Agradecí sin saber que decir.
—Es solo la verdad.