Respire hondo antes de mirarla fijamente a los ojos.
—La verdad es que Christina, soy un vampiro, al igual que Erick, Rosaura o Dachary. Al principio podía estar contigo, pero al pasar el tiempo se me fue haciendo cada vez más imposible acercarme y controlar mis impulsos aumentando la dosis de consumo de sangre y cuando cumpliste la mayoría de edad, en definitiva tu sangre había cambiado por completo y no podía hacer nada, nada más que alejarme de ti. ¿sabes? Este tiempo sin ustedes se me ha hecho muy difícil.—Levanté de manera suave la mirada notando el cómo ésta tenía sus grandes ojos como si en cualquier momento fuera a salirse de sus órbitas.
—Debías decirnos Marco, ¿sabes lo difícil que fue para nosotros, para mí que mi mejor amigo el cual me sacó de todo eso, se alejara sin decir una palabra? Pensé que hice algo malo. —Declaró con honestidad.
-No no no. No pienses eso ¿vale? No hiciste nada malo, todo fue por mi naturaleza de depredador, pero vi que fue una idiotez de mi parte. Lo sé, lo siento, fue un error hacerlo y se lo de Erick. —Frunció el ceño confundida ante lo que acababa de decir y extrañaba aquel ceño fruncido.
-¿What? Nunca te mencioné su nombre… ¿Cómo sabes lo de Erick? —Interrogó dándome una mirada dudosa.
—Adivina ¿quién es el mejor amigo de tu niñero? —Cuestioné entusiasmado y Christina me miro expectante y solté una carcajada obviado. —Soy yo tonta, nos conocimos hace mucho tiempo, antes de que ustedes se conocieran, el me salvó y desde ese momento quedé eternamente agradecido. —Al terminar de decirle pude notar que se había quedado pensativa.
No pasó mucho tiempo cuando salió de la burbuja en la que se encontraba y empezamos a conversar acerca de todo lo que nos había pasado luego de separarnos por tanto tiempo, me habló de cómo ha estado, del accidente de su hermano y me pidió que no. le dijese nada a sus amigos, respeté su decisión y se lo prometí, pero sobre todo me di cuenta de que la extrañaba y que me alegraba de todo corazón.
🌿🍁💗Cristina💗🍁🌿
Realmente habían pasado unas semanas desde que hablaba con Marco ya a pesar de eso podría decir que no me sacaba de la cabeza el simple hecho de que todo este tiempo el estuvo alejado del grupo por la ventajosa o desdicha de ser un vampiro, haciéndome entender que todo mi mundo estaba plagado de ellos y que a decir verdad me asustaba, me asustaba que no todo fuera tan perfecto como iba en aquellos momentos, a que todo cambiase por completo y sobre todo me asustaba el cómo todo una banda de seres que no conocía cazarme como si fuese una presa; cosa que era, pero que me negaba con todas mis fuerzas a reconocer.
Por otro lado, en aquellos momentos me encontraba en mi recámara vistiéndome para al fin conocer a aquello que Erick le tenía tanto miedo ´´Al consejo vampiro´´ , mi vestimenta constaba de un antiguo vestido color beige que había guardado hace mucho tiempo en un baul, el cual había podido salvar de mi madre, era un vestido con un delicado estilo renacentista, con encaje y con un diseño que permitía que mostraran los hombros. Llevaba además con el un delicado bolso del mismo color con brillantes perlas que hacía juego con este. unas zapatillas del mismo color que resaltaban el color de mi piel y por último llevé mi cabello suelto en ondas. En cambio, mientras me vestía, podía notar los pasos impacientes de Erick a través de la puerta, acción que provocó que de manera inconsciente se formara una sonrisa en mis labios.
—Oh vamos Christina, solo iremos al consejo, no iremos a presentarte al líder mundial de los vampiros. —Expresó Erick con impaciencia a través de la puerta mientras por mi parte me colocaba un par de pendientes en la oreja, fue a continuación mi cerebro hizo clic y abrió rápidamente la puerta.
—¿Existe un líder mundial de los vampiros? —Cuestioné con nerviosismo recordando lo que Erick había dicho de que según su misterioso mundo, yo era la única con el poder de que los de la masacre tengan poderes.
—Sí, es mi jefe. —Confesó notando mi rostro desfigurado en preocupación. — No te preocupes, cuando estés lista lo conocerás, te ves radiante. —Me rodeó con ambos brazos colocando sobre mis hombros lo que parecía ser una hermosa gabardina color marrón para a continuación mirarme nostálgico.
— ¿Qué me ves? —Cuestioné con el ceño fruncido en confusión, pues no sabía que tan llamativa tenía que estar para la ocasión.
—Realmente estás preciosa niña ruda, así creo que no pasarás desapercibida ante ningún ser de esta tierra. —Habló mirándome fijamente de arriba hacia abajo y viceversa, haciendo que pudiese notar sus oscuros ojos rojizos así que chasquee los dedos completamente nerviosos de que todo se arruine, al instante este reaccionó dándome una hermosa sonrisa mostrando sus colmillos.
—Y ¿es bueno o malo que llame la atención de todos?— No pude evitar preguntar casi comiéndome las uñas.
—no lo sé, solo sé que para mí es perfecto. —Fue en aquel momento en el que empezaba a pensar que Erick estaba consumiendo sustancias altamente ilícitas.
—creo que mejor me cambio esto y... —Di media vuelta decidida a cambiarme de ropa, cuando Erick sujetó mi mano para detenerme, provocando en mí aquella corriente eléctrica que mi cuerpo aún no podía superar.
[…]
Justo nos encontramos a Erick y yo sumidos en un profundo silencio, de aquellos profundos silencios que no eran incómodos, pero que si alguno de los dos no emitía palabra alguna o sucedía algo relevante, sentías que tu mente colapsaría por completo. Bueno, ambos nos encontramos frente a la entrada del tren mediterráneo esperando saber Dios que cosa, fue entonces que una de las linternas de la entrada al mediterráneo se iluminó por completo durante un lapso de tiempo muy corto, antes de que Erick sujetó fuertemente mi mano. y me arrastrara hacia el mediterráneo haciéndome notar que ya no habían trenes, sinó túneles.
—Cómo es que- —Pero antes de que pudiese terminar Erick hizo que ambos entrásemos a uno de los túneles sin salida, encontrando un elevador, fue suficiente como para que frotara mis ojos sintiendo que todo era un sueño.
—Tranquila, no es un sueño. —Aclaró Erick como si pudiese leer mi mente. —Hay humanos que no saben nada de lo posible que son las cosas imposibles en nuestro mundo, como las millas de entradas que hay en su mundo para llegar a nuestro, sin embargo, las entradas de nuestro mundo para ir al suyo son limitadas, para que ustedes los humanos no están en peligro. —Explicaba Erick en casi un susurro mientras entrábamos al elevador y éste empezó a oprimir botones al azar antes de que el elevador empezara a subir.
— Entonces nuestro mundo es como un piso de abajo? —Cuestioné con curiosidad mirando sus ojos azules los cuales tenían un destello que no pude descifrar exactamente lo que era y admito que odiaba cuando el no permitía que sus ojos cambiaran de color, pues era la única manera en la cual me enteraba que sentía en todo momento, inconscientemente me había acostumbrado a adivinar sus sentimientos por medio del color de sus ojos.
—Realmente, no, tu piso es el del medio, existe otro piso debajo de su piso, pero tenemos prohibido decirles a los humanos que hay en el piso de abajo. — Habló y no pasó mucho tiempo cuando Erick pareció percatarse de mi intensa mirada y me miró con la misma intensidad. —Si sigues mirándome de esa manera, pensaré que eres retrasada mental.
—Si claro, admite que te gusta que te mire.
—Me descubriste. —Admitió acercándose hacia mi poco a poco como un depredador, provocando que por inercia diese varios pasos hacia atrás hasta chocar con la pared, a continuación sostuvo mi mentón para que lo mirase a los ojos mientras que por su parte me daba una mirada lasciva inundada. por completo de deseo y pude notar el como esta se desviaba hacia mis labios de vez en cuando. —Me encanta que me mires con esa mirada de psicótica que me das en Múltiples ocasiones. —Expuso soltando una carcajada y no pude evitar pegarle un puñetazo en el pecho.
—Eres un idiota. —Afirmé girando los ojos algo irritada, pensé que iba a echar a la basura su estúpida moral vampira e iba a besarme lo cuál hirió un poco mi ego.
—Así me amas. —Lo ignoré cruzando mis brazos sobre mi pecho aún indignada. —Oh vamos, fue una broma, no fue para tanto. —Lo ignoré. —Christina, mírame, lo siento ¿sí? Además ¿sucede algo, últimamente has estado sensible con mis bromas. —Lo volví a ignorar épicamente.
Fue en aquel momento en que a una rápida velocidad sentí el como mi espalda era estampada con furia a una de las paredes del elevador y cuando me había dado cuenta, Erick se encontró frente a mí agarrando levemente mi cuello mirándome a los ojos y pude percibir. que sus pupilas estaban dilatadas y su mirada era profunda, como si en aquellos ojos ocultara todo un mundo dentro de ellos.
—Me puedes explicar que es lo que te pasa? No puedo negar que eres buena ocultándolo, pero he notado que las últimas semanas has estado extraña. —Interrogó con voz ronca, haciéndome notar que se encontraba en un estado casi salvaje.
—No me pasa nada, solo estoy harta de que juegues así conmigo, ahora suéltame. —Le ordené con voz demandante, pero solo pude ver como se alteraba una de sus venas del cuello antes de sentir sus labios besando los míos con furia y solo pasó un cuarto de segundo antes de que correspondiera al beso sujetando su cuello. Aquel beso no constaba de la ternura de nuestros otros besos, aquel beso era uno de esos besos pasionales los cuales sentían que podrían robarte hasta el más profundo aliento, de esos que estaban cubiertos de sentimientos y que denotaban furia, lujuria y deseo. Podía sentir como la temperatura de aquel elevador subía con la intensidad del beso y donde mantener a Erick conmigo evitando que su descontrol empezaba a ser una de mis más grandes preocupaciones. Poco a poco sentí como su mano libre bajaba por mi cintura sujetándome luego con firmeza, pegándome a él, nuestras lenguas danzaban en una competencia por ver quien lograba dominar, hasta que sentí como mis pulmones rogaban por oxígeno. Erick pareció notar mi necesidad y se separó suavemente mirándome luego a los ojos.
—Jamás jugaría contigo de la manera que crees ¿entiendes? —Susurró contra mis labios y asentí suavemente, hasta que ambos escuchamos la puerta del elevador abrirse, habíamos llegado, pero en el momento en que Erick se movió de en frente de mí quedé por completo como inerte piedra. Lo que había frente a nosotros no era un simple consejo, era un enorme castillo con torres, puente elevado y con un enorme jardín el cuál parecía ser la vivienda de millas de hadas.
—Christina...bienvenida al consejo vampiro. —e inconscientemente abrí la boca perpleja, pero más allá de eso pude notar la temblorosa voz de Erick.
—E-Erick, ¿estás bien? —Cuestioné caminando junto a él hacia la entrada, no me gustaba verlo de esa manera, como si tuviese miedo de algo, sentía como mi corazón se oprimía en mi pecho cada vez más.
—sí, es solo que...no sabes cuanto odio este lugar, pero no te preocupes.
—entonces no debimos venir… lo siento mucho Erick, jamás debí insistir en venir hacia acá. —Me disculpé mirándolo a los ojos con total arrepentimiento, sintiendo como algo se removía dentro de mi estómago, si no era todos los dulces que había comido de la ansiedad, entonces me encontré más que aterrorizada.
—De cualquier forma teníamos que venir acá, estando allá afuera sin tener conocimientos de nada es como si estuvieses en la boca del lobo. —Explicó con voz suave mirando a su alrededor con recelo.
—y... ¿por qué trajimos maletas? —Interrogué mirando cada una de las columnas, notando lo antigua que era la estructura de aquel lugar.
—nos quedaremos por un tiempo aquí, tienes que conocer todo este mundo para saber qué haremos.
—ah, espera ¿qué? Erick, por si no te has dado cuenta creo que soy la única humana en todo este gigantesco palacio y según tú, mi sangre es diferente… en resumen, me van a comer. —Le aseguré.
—Christina, ¿es normal que hables demasiado en esta situación? —Cuestionó y puse mi mano en mi pecho colocando una expresión de indignación en mi rostro. —A ver, nadie va a comerte, es ilegal comerte, créeme que nadie que no sea de la masacre sacrificaría su inmortalidad para comerte.
—No sé si sentirme feliz o sentirme ofendida. —Lo miré mal, éste irritante. — ¿Cuál es ese consejo?
—Eso no te lo puedo decir.
—Nunca me dice nada. —Reproché en voz baja antes de que al llegar a una enorme puerta de madera agarrara fuertemente mi mano y desvié la mirada a sus ojos.
—seguridad ante todo. —Comentó antes de que la enorme puerta se abriese provocando un fuerte estruendo.
—¿Qué quiere decir eso? —Susurré reclamante.
—luego lo aprenderás, te darán una guía, ahora silencio, aunque no puedas ver a nadie, créeme que un vampiro escucha incluso a kilómetros de distancia, por eso puedo escuchar tus interesantes conversaciones contigo misma a las 3:am. —y eso bastó para sentir el cómo mi rostro se ponía de todos los colores, así que llamó mi parloteo. Por otro lado, si por fuera aquel castillo era enorme por fuera, por dentro lo era mucho más.
[…]
No había pasado tanto tiempo cuando el vampiro y yo nos encontrábamos en frente de otra enorme puerta de madera con diseños peculiares o en mi opinión señales que parecían tener algo que ver con conjuros y fruncí el ceño, por alguna razón podría entenderlos claramente y no pude. evitar tocarlos sintiendo una leve corriente eléctrica recorrerme y haciéndome sentir de cierta forma, muy extraña.
— ¿Estás lista? —Preguntó Erick sacándome de la burbuja en la que había quedado al tocar la puerta.
—Hay un 50% de que me encierren en un calabozo, un 25% de que cocinen mi cuerpo y lo diseñan y un 25% de que me den una bienvenida de reyes, hay probabilidad de que salga volando por las ventanas pero no soy vampiro así que sí, estoy lista para que peleen por quién tendrá un sillón con mi piel.—Hablé de manera rápida por el nerviosismo y éste por su parte soltó una carcajada.
—Estarás bien. —Se abrió la puerta dejando ver una enorme habitación con por lo menos 12 vampiros en la habitación.
—Que sorpresa verlos aquí en el palacio, los estábamos esperando… he escuchado que son una pareja un tanto… peculiar.— Comunicó uno de ellos el cuál se encontraba sentado justo en el centro de los 12 fue en ese instante en el que se empezó a acercar a mí y no pude evitar sentirme nervioso. —Mi nombre es Lord Hopkins y soy el líder de este concejo.
—presentate. —Susurró Erick en mi oído.
—Buenas tardes casi noche, Mi nombre es Megan Rosalie Lostwood Truinstra, tengo 19 años y es un completo honor estar presente en este palacio presentándome ante el consejo vampiro. —Hablaba mientras intentaba olvidar que aquel vampiro se encontraba rodeándome como mosca, sin mencionar que realmente era un hombre alto de algunos 1.80 cm, cabello negro azabache, como la noche misma y una mirada anaranjada que inspiraba terror y dominio.
—Usted inspira elegancia señorita Lostwood.—Articuló uno de los que aún se encontraban sentados.
—Gracias, supongo.—El que se encontraba frente a mí agarró mi mano para besarla y me miró a los ojos haciéndome notar lo realmente aterradores que eran.
—oh, querida no te pongas nervioso, en realidad estas serán para ti unas vacaciones turísticas en nuestro mundo de vampiros.—miré a Erick y él ascendiendo, así que me relajé, antes de venir habíamos practicado las señas y miradas, además de la etiqueta y protocolo.
—Por cierto, lindo vestido. —sonreí porque la idea del vestido fue mía y tuvo éxito.
—Debe estar abrumada por el viaje, le hemos preparado una habitación para que descanse y para que su acompañante no desconfíe de nosotros nos hemos asegurado de que estar puedan en la misma habitación. —Habló otro de los que se encontraban sentados el cuál parecía ser el hermano del primero que habló, a diferencia del primero que habló, este tenía ojos dorados y piel mucho más pálida. —Soy Daguns Ulfur Hopkins el segundo líder del concejo, por cierto nos volvemos a ver Erick Vries Janssen bienvenidos sean. —Agregó.
Erick al principio se sobresalta, pero luego ascendió, sin siquiera ver sus ojos supe que estaba aterrado por completo, diría que más que yo.
—gracias. —Agradeció Erick desviando la mirada, es cuando me di cuenta de que es una de las facetas de él que jamás había visto desde el día en que nos conocimos, su faceta vulnerable y que era una faceta que no quería volver a ver.
—Bien, hmmm, acompáñenlos a su habitación. —Ordenó Señor a la nada, pero fue entonces que de repente bajaron del ¿techo? 2 vampiro que pude reconocer al instante, eran Amstel y Patrick los cuales aunque sonaba extraño, me alegraba volver a verlos.
—Bienvenidos, hola Christi. —Saludó Amstel haciendo que notara que Patrick no era muy hablador, de hecho solo de mantenía observando todo.
—Gracias y hola. —Saludé y sonreí de igual forma.
[…]
—ah, ¡qué alivio! Pensé que me quitarían los huesos. —Expresé con sinceridad tirándome en la enorme cama de sábanas oscuras.
—exagerada. — Verbalizó Erick volteando los ojos con una sonrisa colocando las maletas en la cama y cerrando las cortinas después de ver a través de ellas. —Te lo dije Cristina.
—si, como digas, tengo mis razones eh. —Respaldé mi comentario. —Tú en cambio parecía que ibas a volar por las ventanas en cualquier momento. —Contraataqué.
— ¿Cuáles son tus razones? —Interrogó levantando una de sus cejas en mi dirección ya decir verdad se notaba que sentía que se había quitado un peso de encima.
—Soy la única humana en este enorme palacio. —Argumenté.
—Te dije, estás protegido y nadie arriesgaría su inmortalidad a menos que fuera de la masacre.
—¿Te puedo preguntar algo? —Cuestioné un poco temerosa de lo que pueda responder, porque sabía que si el le tenía miedo a algo, ese algo debía ser muy fuerte como para siquiera preocuparse, después de todo, sabía que Erick era muy fuerte. Erick se mostró expectante de mi pregunta. —Porque te pones así cuando estás frente a ellos?
—pasaron muchas cosas en el pasado. —Declaró con la mirada perdida en el techo, el cuál parecía ser un espejo de tono oscuro y que le daba cierta elegancia a la habitación, en ocasiones llegaba a preguntarme como era que todas las cosas de los vampiros se veían realmente caras y como las habían conseguido.
—¿Me puedes decir alguna de esas cosas? —Quise saber mirándolo a él.
—puede que si te lo digo ahora le tendrás miedo a ellos, y no les puedes tener miedo. —Explicó. —tengo que ir afuera.
- ¿What? ¿Me piensas dejar sola Erick? —Cuestioné aterrorizada parándome de la enorme cama.
—no te hará nada Christina, te lo he dicho muchas veces.
—¿Cómo lo sabes? —Pregunté mientras achinaba los ojos, este por otro lado me sonrió y me guiñó el ojo.
—puedo leer sus mentes. —Enunció y justo en ese instante mi cabeza hizo un sonoro clic.