No paso mucho tiempo cuando en el silencio abrumador de la habitación se escuchó la cerradura de la puerta del baño abrirse, haciéndome girar en mi lugar para encontrar a una Christina con el cabello muy mojado al igual que su cuerpo, esta se encontraba envuelta en una toalla, pero jamás me llamo la atención el hecho de que estuviese así, si no fuese por esa toalla, desnuda, sino por la razón existente de que aquellos hermosos y grandes ojos se encontraban completamente rojos, al igual que su nariz y mejillas.
Me había dado cuenta de que había actuado como un idiota hacía unos minutos, pues sin darme cuenta el quedarme paralizado y hasta sorprendido había herido a su enorme corazón, todo este tiempo en el que me había quedado pensando dentro de la habitación sobre lo que pasaría con nosotros, ella se había roto gravemente por dentro haciéndola llorar en silencio dentro de aquel baño.
Pero a pesar de eso y de sentir un enorme nudo en la garganta quería con todas mis fuerzas decirle algo, decirle que me sentía completamente atraído hacia su ser, hacia cada pequeña cosa que la conformaba, simplemente y por alguna razón no podía. Me reprendí internamente y busqué la mirada de sus ojos, pero jamás la encontré así que la llame.
—¿Christina? —No me miró. —Siento lo de hace rato, no te prometo nada, pero si se soluciona este problema arreglaremos esto. —Asintió mirándome luego con una sonrisa en su rostro y nos quedamos en el primer silencio incomodo que habíamos experimentado. —mmm, iré a ducharme... ¿me esperas para ir juntos? —La mire, esta sin mirarme a la cara respondió con un simple si, un sí que sonaba ronco, como si hubiese raspado toda su garganta con obsidiana o miles de cuchillos por ella. Entonces pensé, debía hacer algo para que la voz dulce de Christina volviese a ser la misma así que debía usar mi poder.
Al entrar al baño me despoje de mi ropa inmediatamente y entre a la ducha para luego dejar que el agua empapara todo mi cuerpo. Ese día había sido pesado, desde que llegamos había tenido muchas emociones y ni siquiera me había dado chance de sentarme y es cuando me daba cuenta de que cosas como esas jamás las había podido experimentar en un día normal en mi vida y para rematar… Lord Hopkins Y Daguns Ulfur Hopkins.
Cuando me encontraba recorriendo los largos pasillos del palacio me habían mandado a llamar y como había predicho desde que llegamos, algo no andaba bien y por eso había sujetado la mano de Christina antes de entrar.
Flashback.
Me encontraba caminando por los pasillos de aquel palacio cuando de la nada vi una nota que levitaba en el aire, así que agarré el papel y lo leí.
"Buenas tardes, Erick, me alegro mucho de que hayan venido, sabes que siempre serás bienvenido a casa...te espero en la terraza. saludos a Christina."
Lord.H."
Maldecí en mi interior, lo que menos quería en ese palacio era quedarme solo con los del consejo de aquel palacio y aquello era lo último que faltaba. Me lancé de la ventana atravesándola sin romperla y al tocar el piso de uno de los inmensos balcones el cual pertenecía a una terraza con lianas y plantas, me dirigí hacia donde se encontraba Lord Hopkins y Daguns Ulfur.
—¿qué sucede?
—Quisiéramos hablar contigo de un asunto importante. —Anuncio Lord Hopkins con una seria expresión en el rostro.
—los escucho. —Le di paso a que continuaran y se miraron entre sí.
—es sobre tu relación con la señorita Truinstra, desde ahora en adelante deberían de ser más discretos, nuestro informante nos comunicó que si ellos se llegan a enterar de que la señorita Truinstra se encuentra en una relación van a apresurar la búsqueda, no tendrán la más mínima piedad y al momento de encontrarla la exprimirán para obtener su sangre. Justo como sucedió contigo en este castillo, con la diferencia de que ellos no son como nosotros, son peores. —Comunicó Daguns con voz demandante mientras me miraba fijamente.
—He escuchado además por la boca del consejo del este, es decir, el consejo del sol sobre algo alucinante. —Mencionó de manera casual, sabía que quería sacarme información, después de todo, todas las bestias son iguales.
—Claro, otro rumor, ya se cómo son todos ustedes por aquí… solo son rumores, rumores y más rumores ¿de qué se trata esta vez? —Cuestioné directamente.
—Primero que nada, Erick, nosotros no buscamos ventaja contigo, tampoco queremos hacerles daño, sino lo hubiésemos hecho hace años. Nuestro único propósito aquí es evitar otra guerra y evitar que más de los nuestros mueran, porque, aunque no solo sepas, se todo sobre la damisela que te acompaña, su bienestar es nuestro bienestar y 2. ¿es cierto que...? —Explicó para a continuación cuestionar su pregunta principal.
—si... —Expliqué de igual manera.
—No quiero esperar a que suceda tal cosa, creo que todos en el palacio deben saberlo.
—no pueden, si eso llega a oídos de Christina probablemente no soporte la idea o quizás le afecte en el mal sentido de la palabra. —Advertí con una seria expresión en el rostro.
—¿sufre del corazón? —Quiso saber con curiosidad.
—Por ahora ella no puede recibir noticias de esa magnitud, aunque no lo exprese, sé que últimamente ella ha estado muy mal con todas las cosas de las que se ha enterado, cosa por cosa. Desde que llegué a su vida he empeorado las cosas. —Expresé con total sinceridad porque en fondo sabía que eso era lo que pensaba ella.
—Otra ultima cosa, es urgente…—se acercó a mi oído. —esta noche tienes que ir a la ciudad ... —Susurró con cuidado. —Solo quería encargarte ese favor y no te preocupes por la señorita Truinstra, la cuidaré yo mismo. Te puedes retirar.
Fin flashback.
Había terminado de ducharme y acto seguido cogido la toalla colocándomela alrededor de la cintura, fue entonces que al salir del baño pude ver a una callada Christina de espaldas a mí que se encontraba abrochando sus zapatillas, así que a velocidad vampira y sin que ella pudiese percatarse me vestí y me acerqué a ella. Llevaba un hermoso vestido rojo de terciopelo y el cual resaltaba su piel y sus profundos ojos.
—te vez hermosa. —Susurré cerca de ella mientras me agachaba para ayudarle a colocarse aquella zapatilla de cristal, por otra parte pude sentir el como esta me miraba fijamente y sonreí de manera inconsciente y no pasó mucho tiempo cuando al terminar levanté mi rostro para ver el suyo.
—Gracias. —Agradeció con una voz levemente rasposa, sonriendo luego provocando que algo se moviese en mi interior y sin pensarlo ambos nos encontrábamos en un momento mágico donde nos devolvíamos la mirada mientras sentía el como el tiempo se ralentizaba a mi alrededor y lo único que podía ver era a ella.
—Te ves increíble por cierto. —Alagó con voz suave y ladeando aquella sonrisa, haciéndome notar que en sus labios tenía un labial rojo, pero brillante que resaltaba lo carnosos que eran aquellos adictivos labios.
—gracias... —Dije en voz baja aún perdido en el brillo de sus ojos y en el rojo de sus labios. —Quisiera hacer algo.
—¿qué cosa?—Cuestionó frunciendo el ceño con curiosidad y sonreí, nunca me cansaba de aquella expresión que hacía que aquella chica se viera de la manera más adorable posible. Entonces me acerqué a ella sin previo aviso, pero en ese mismo instante colocó sus manos en mi pecho intentando detenerme. — ¿Qué te sucede? ¿Acaso te resbalaste en la ducha o consumiste droga de vampiros?—Cuestionó rudamente levantándose de aquel asiento y no pude evitar reírme algo dolido, en otras circunstancias ella me hubiese dejado besarla.
[…]
—Por favor, sé que querías ese beso. —Hablé de la nada aún sin poder creerlo.
—Cuando tu ego sea más pequeño que tu cerebro te lo daré. —Expresó de manera juguetona y rodé los ojos.
—Cállate. —Ordené riendo. —Eres bastante cruel. —Ella fue la que rió esta vez y no pude evitar verla como un ángel. —A la mierda con esto. —Sin previo aviso me acerqué a ella completamente decidido, sosteniéndola por sorpresa justo en la cintura atrayéndola así hacia mí y notando su intensa mirada sobre mis ojos antes de que pudiese estampar mis labios en los suyos en un intenso beso apasionado.
En cambio a mí, sus labios se sentían como un paraíso de lava y fuego que solían hacerme sentir el como estos se expandía por mi cuerpo cual incendio forestal, quemando mis venas por completo, pero a su vez haciéndome sentir tan bien y sabía que ella era la única que podía causar aquello en mí y que por eso estaba completamente jodido y me encantaba. Sus labios por otro lado se movían al compás con los míos correspondiéndome y haciendo que ese beso se convirtiese en un torpe beso desenfrenado.
Entonces recordé que aunque su beso parecía ser infernar, ella seguía siendo humana así que sin controlar mi deseo empecé a mover mis besos hacia su cuello provocando muy leves espasmos en su cuerpo y que echase su cabeza levemente hacia un lado. Besaba su cuello y clavícula sintiendo cada vez más la adrenalina recorrer mi piel… hubiese estado bien haber continuado porque realmente la deseaba, la amaba y solo quería que solo ella me tocara, pero supongo que no todo es para siempre ¿ no? En el instante en que todo parecía estar bien, tocaron la puerta.
—¿Qué tanto hacen? A este paso saldrán en el almuerzo de mañana. —Escuché detrás de la puerta y no pude evitar sentirme enojado por completo.
—Joder, ya vamos. —Respondí de mala gana mirando el cómo de manera fugaz, Christina se iba a ver en el espejo.
—Mira como me dejaste Erick ¿Qué haré? —Interrogó con pánico, pero justo en el momento en el que se volteó para que lo notara, lo único que pude ver era el como desaparecían.
—No te preocupes, te ves hermosa. —Le sonreí abobado, esta se volvió a mirar en el espejo quedando casi estática. —uno de mis poderes es curar, así que todas esas marcas desaparecieron por mis labios. Por cierto, es el mejor labial. —Alagué notando el como estaba perfecta aún después de haberla besado de aquella manera.
[…]
Mientras nos encontrábamos de camino hacia el gran salón nos acompañaban Amstel y Patrick haciendo que me preguntara varias veces ¿desde cuando Christina y ellos se llevaban tan bien? Porque los tres iban en un ambiente tan familiar como si se conocieran de toda la vida, cosa que me hacía pensar en todas aquellas cosas que aquella chica castaña de ojos soñadores me hacia recordar a Lía provocando que en ocasiones se me erizara la piel.
Fue entonces que en ese momento, justo al llegar al gran salón no pude evitar quedarme perplejo al ver aquella mirada que aún perseguía mis sueños desde hacía décadas.
—nos volvemos a ver y veo que me trajiste a una humana. — e involuntariamente sostuve la mano de Christina y la coloqué justo detrás de mí.