🌿🍁💗Christina💗🍁🌿
—¡AAAAH! —grité irritada, estaba más que furiosa y más que furiosa, ardida ¿por qué tenía que ser así? ¿Acaso no se daba cuenta de que sólo me hacía sentir peor? Venia y me rechazaba para luego besarme cada vez que podía, tratándome luego con indiferencia... Lo peor de todo era que dolía, dolía el hecho de que solo me había besado para que pudiese caminar y si hubiese sabido eso quizás hubiera rechazado su beso... ¿por qué era tan difícil?
—Christina ¿estás bien? —escuché por parte de Patrick con tono preocupado.
—sí. —me desenrede de las lianas notando como estas habían dejado marca en mis brazos.
—no pareces estar bien. —Opinó mirando mis brazos.
—si estoy bien. —aseguré enojada. —idiota de Erick, idiota de Érick, idiota de Érick, todo lo arruinas. —Refunfuñaba furiosa mientras caminaba hacia el palacio en grandes zancadas.
—es Érick ¿qué te hizo? —Cuestionó con curiosidad mientras me miraba fijamente a los ojos provocando que de manera inevitable le contase todo.
—…¿puedes creerlo? —Terminé de explicarle moviendo mis manos mientras le explicaba, pues me sentía frustrada al sentir el como en cada momento que pasaba, Erick me trataba de la manera más linda posible, pero que lo arruinase con sus actitudes tóxicas y bipolares, me hacía sentir como una reina en un mundo de juguetes.
—te creo, Christina… Pero quizás Erick descubrió algo que lo dejó pensando, lo conozco y ya verás que se le pasará, sin embargo cuando quisiste actuar fría y pasaste tu mano sobre tus labios lo heriste. A veces Erick no es lo que parece. —Me explicó con una mirada apagada y pude suponer que estaba harto de mi situación con Erick.
—no es el único que salió herido de esto, a menos estamos a mano ¿no? —Expresé irónica mientras que con fuerza apartaba ramas que encontraba en medio de mi camino.
—no estas entendiendo, Érick es una persona muy frágil sentimentalmente y aún más si se trata de ti... Puede que en este instante él quiera renunciar de esto Christina. —entonces paré en seco, sintiendo que aquellas palabras me habían caído como un valde de agua fría, me gire lentamente sobre mis pies. Era una idiota que no pensaba en cómo él se sentía, pero estaba segura de algo y es que sentía como algo se había clavado en mi pecho, atravesándolo por completo, no quería que eso pasara de ninguna manera.
—¿es una broma? —Cuestione mirándolo fijamente a los ojos en busca de una respuesta que no fuera un simple no, entonces negó con la cabeza.
—Christina, Érick no es tan fuerte como crees que es, cuando se fue ¿no notaste algo raro? —su rostro, estaba triste, su semblante era de completo dolor, mierda era una completa imbécil.
—¿lo arruiné, verdad? —Cuestioné de manera retórica sintiéndome como la peor de las chicas.
—Realmente no lo hiciste, ni siquiera sabes por qué Erick reaccionó de esa manera. Pero todo dependerá del jefe y dudo que el le vaya a aceptar la renuncia. —Confesó lo último aliviando un poco mi tensión.
—Patrick ¿me harías un favor? —cuestioné mirándolo con los ojos de perrito abandonado, acercándome un poco a el y en mi mente pasó en ese momento, que si me hubiesen dicho hace unos cuantos meses que estaría haciendo esa cara en frente de un vampiro, tal vez le hubiese propinado un fuerte puñetazo en el rostro, pero finalmente aprendía cada vez más a controlar mi ira. —¿me llevas a la biblioteca? —Le solicité.
—si ¿para qué quieres ir? —Interrogó levantando una de sus cejas con curiosidad.
—cosas. —Verbalicé sonriendo de oreja a oreja balanceándome de un lado a otro, pues a decir verdad, me emocionaba la idea de conocer una enorme biblioteca en la que sus libros se dedicaban únicamente a criaturas que creía extintas hacía un tiempo.
—eres rara. —Expresó Patrick dándome una extraña inspección con una expresión en su rostro que decía que a su parecer, estaba más loca que una cabra.
[…]
—Bueno hermosa, realmente me tengo que ir ya que tengo muchas cosas que hacer ¿estarás bien? —Se excusó masajeando su hombro, por lo que pude notar que estaba estresado y me sorprendía que a pesar de ser tan inmortales, a los vampiros se les denotaban como si estuviesen muertos cada día más.
—No te preocupes por mí, estaré bien. —Le aseguré dándole una mirada genuina esperando a que se fuera.
—¿segura? —Interrogó para confirmar que todo iba bien.
—que sí. —Consolidé provocando que me viese de manera sospechosa antes de salir del salón que se encontraba antes de entrar en la biblioteca, por lo que al ver el cómo se marchaba, me apresuré en abrir las puertas consiguiendo una vista que me dejó boquiabierta.
Sin dudarlo ni un segundo de adentré a esta paseando entre miles de libros que se encontraban acomodados de manera pulcra y a su vez haciendo que notase que en aquella biblioteca los libros no solo eran pequeños, pues todos variaban en tamaño, diseños y olores que en cuanto llegaban a tu nariz podrían embriagarte para embarcarte dentro de ellos causando ese ligero mareo de sentir el cómo su mundo te absorbía y que en pocas palabras podrías resumir como la sensación perfecta.
No había pasado mucho tiempo cuando al salir del trance en el que había estado al entrar en aquella biblioteca, empecé a buscar un libro específico entre tantos libros, siendo entonces el momento en que pude visualizar un extraño diseño ámbar en uno de los libros llamando mi atención por completo. Así agarrándolo en mis manos pudiendo leer que decía ´´Elemental´´ y frunciendo el ceño al ver una extraña marca que sobresalía de la portada del libro asemejándose a una marca que tenía en la columna vertebral, siendo así que me ganó la curiosidad logrando a que accediera a leer dicho libro.
No paso mucho tiempo cuando termine el libro, el cual me hizo embarcar en otros libros investigando acerca del elemento perdido fuego, pero por más que intentaba buscar, no logre encontrar nada. Después de varias horas leyendo cada libro que encontraban mis ojos, no me di cuenta de que estaba tan cansada, hasta que caí en los brazos de Morfeo.
💫💙Erick Vries💙💫
No aguantaba más, necesitaba ver a Christina rápidamente porque sabía que había cometido un error en besarla, pero a pesar de eso no me arrepentía de haberla besado, al contrario ame haber disfrutado aunque por muy poco tiempo aquel beso, sin mencionar que sentía el cómo cada día tenía una gran dificultad por evitar mirarla, quererla o simplemente desearla, deseaba cada molécula que la conformaba y eso me hacía sentir bien y más que eso, me hacía sentir vivo.
Al colocar un pie en el palacio lo primero que hice fue contactar a Patrick para cuestionarle el dónde se encontraba la chica que me traía loco, este me contesto al instante diciendo que Christina se encontraba en la biblioteca y acto seguido me dirigí hacia donde se ubicaba, pues tenía muchas cosas que decirle.
—¿Dónde está? —Le cuestioné acelerado con ansias de verla sintiendo como me temblaba el pulso.
—Me convenció de que la llevara a la biblioteca, pero se que debe estar muy agotada ya que vino caminando desde el bosque. —Contestó con una seria expresión en el rostro, algo que solía ser habitual en él, pero además pude notar que en sus ojos había un brillo de preocupación sorprendiéndome por completo porque había pasado un tiempo desde la última vez que mostró sentimientos.
—¿es en serio?
—sí, estaba furiosa por lo que hiciste, pero preocupada, esa chica te quiere Erick… tienes que ir a verla. —Comentó.
—Tengo que irme, hablamos luego.—Me despedí antes de apresurarme a llegar hacia la biblioteca. Al llegar a la biblioteca y no poder divisarla empecé a pasearme entre los inmensos estantes en busca de Christina, fue entonces cuando al llegar al final de uno de los pasillos noté una enorme pila de libros causando que notase el desordenado cabello de Christina sobresalir de ella y al revisar bien, alcancé a verla dormir con una de sus pequeñas manos sosteniendo uno de los libros que contenía una hermosa llama en la portada. Percatándome así de que había estado investigando sobre aquello.
Negué con la cabeza sin entender el por qué le intrigaba ese tema del 4to elemento, colocándola en mis brazos cuál princesa, cosa que si lo era y no se daba cuenta de eso, de que era realmente importante en mi vida, vaya que lo era. Empecé a caminar hacia fuera con ella en mis brazos mientras la miraba dormir, era realmente hermosa, es hermosa. Por suerte para los sueños de ella, los pasillos se encontraban en un inmenso silencio, mientras que visiblemente estaban desiertos y me hubiese gustado que incluso su situación también lo estuviese, pues cada día que pasaba estaba en peligro… quería que todo hubiese sido diferente, al menos para ella.
—¿Érick? —Me llamó Isabella la cual se encontraba con Olson interrumpiendo el trance en el que me encontraba mientras miraba a Christina. ¿Desde cuándo ella y Olson se llevaban tan bien como para andar justos para todas partes?
—hola... —Saludé en voz baja sintiendo el cómo Christina se removía en mis brazos con una sonrisa. —¿sucede algo? —Pregunté.
—nada, estaba preocupada por Christina, pero bueno, aquí está. Se quedó dormida. —Habló mirándola con ternura removiendo un mechó de cabello de su rostro.
—sí, estaba en la biblioteca dormida. —Comenté mirándola.
—Christina le gusta mucho la lectura, cuando estaba en la escuela solía participar en pequeños concursos de lectura. —Confesó aun mirándola.
—nunca lo supe. —Declaré frunciendo el ceño en confusión, pues nunca hubiese pensado que a aquella ruda chica de cabello oscuro le encantaran tanto los libros.
—De hecho, me mataría si escuchara que te lo dije, así que guárdame el secreto por favor. odia que le diga a otras personas sobre lo que le gusta hacer, se siente expuesta al hablar mucho sobre ella con los demás. Supongo que el simple hecho de estar expuesto ante los demás puede provocar que sufras solo porque alguien decidió hacerte la vida imposible aprovechando tus debilidades. —Explicó mirándome. —O al menos creo que ese es su miedo, Por suerte eres especial para ella ¿no? —Agregó con una sonrisa y se la devolví.
—Está bien, la llevaré a la habitación. —Me excusé, ella asintió y seguí caminando entre los pasillos con ella aún en brazos llegando luego a su habitación. Al llegar la coloqué en la cama con suavidad antes de recostarme junto a ella comenzando a abrazarla siendo de manera involuntaria.
—¿Érick? —Escuché la terciopelada y a soñada voz de Christina llamarme de repente y la miré al instante.
—Estoy aquí, ¿Qué pasa? —Le pregunté separándome de ella analizándola.
—siento mucho haberme enojado contigo por nada. —Se disculpó mirando hacia donde me encontraba con ojos inocentes.
—no te preocupes, discúlpame a mí por haberte tratado fríamente y hacerte daño aun sabiendo tus sentimientos.—Alegué mirándola a los ojos. —Fui un idiota.
—entonces... ¿vas a renunciar? —Interrogó esta vez con una mirada triste.
—aunque quiera no puedo. —Confesé mirando hacia el techo el cual tenía un inmenso espejo recordando cada contrato que firmé y las palabras de Damián entonces sentí los brazos de Christina rodearme en un abrazo.
—Que bueno. —pude escuchar cierta dulzura en su voz y que de alguna manera me removió el corazón.
—Christina... —Mencioné su nombre.
—pensé que me dejarías sola... —Escondió su rostro en mi pecho y no pude evitar rodearla entre mis brazos.
—Eso no pasará, ya verás. —Le afiancé de manera firme .
— ¿es una promesa? —Cuestionó con sus ojos brillosos y asentí sosteniendo luego su mentón temiendo a su reacción para luego besarla esperando que me separase, pero correspondió al instante, besándome de manera dulce, suave como si sus labios se derritiesen en los míos cual algodón de azúcar, pero a su vez quemando mi interior con su roce y no pasó mucho tiempo cuando estaba a punto de separarme, pero en el momento en el que casi lo hacía ésta sujetó me suéter para profundizar el beso y segundos después soltarme por falta de aire.
—es una promesa. —Le prometí serio para luego esbozar una sonrisa, acción que imitó al empezar a levantarse de la cama, pero no se lo permití sujetando su frente con la palma de mi mano, recostándola de nuevo a mi lado. —aún estás agotada...duerme. —Le ordené estricto.
—Erick... tengo hambre. —Escuché de su parte antes de que su estómago rugiese. —me debes el chocolate de ayer. —Me recordó y reí un poco divertido.
—pensé que se te olvidaría. —Admití entre risas antes de mirarla notando su ceño fruncido. —te traeré algo mejor. —Aseguré parándome de la cama.—Pero te quedas acá, te traeré algo de comer. —Le ordené antes de darle un beso en la frente y salir de la habitación encontrándome en ese entonces con Nick. —¿Ya les dijeron cuando será? —Interrogué refiriéndome a la corte.
—Será en unos días, aún están preparando muchas cosas. ¿Has visto Christina? . —Cuestionó lo último mirándome curioso-
—La dejé en la habitación para que duerman, está muy agotada. —Respondí, pero no pasó mucho tiempo cuando me miró con una coqueta expresión en el rostro y le pegué con la palma de mi mano en la espalda. —Deja de pensar tonterías, todos acá te leerán la mente. —Le advertí.
—Está bien, pero eso ha dolido, bueno si es así entonces sabrán que he violado con la mente a medio personal, esas chicas sí que están buenas. —Respondió.
—Solo procura no acercarte mucho, son chicas tranquilas pero no saben controlarse. —Le volví a advertir serio.
—vale. —Aceptó mirando de manera fija el cómo pasaban dos chicas del personal en frente de el, así que volví a propinarle otro palmetazo en la espalda.
—¿y eso porque ha sido? —Preguntó quejándose por el golpe.
—para que dejes de pensar cosas morbosas.
—¡igual ha dolido! —Se quejó en un grito y reí mientras me dirigía hacia las escaleras, pues en mi opinión era el más ocurrente entre todos los amigos de Christina, claro que sacando a Marco, a ese nadie le ganaba. —que tío más malo.
— ¡te he escuchado! —Le respondí entre carcajadas escuchando un grito de su parte y no pasó mucho tiempo cuando llegué a la cocina notando el movimiento de todas las chicas que se encontraban allí algo ajetreadas por el trabajo.
—buenas tarde. —Saludé caminando entre ellas notando que había visto por lo menos a la mayoría en el pasado.
—buenos días señor Érick. —Saludaron al unísono, fue en ese momento en que reconocí a una chica de cabello castaño claro y me integré a su equipo solicitando que hiciera un píe de naranja.
—De inmediato. —Aceptó Natacha, pues era la chica del personal más rápida que había en el palacio en cuanto a la cocina se trataba y mientras ella se dedicaba a hacer el píe de manzana, me propuse a prepararle una pasta y ordenarle a alguien más que cortara fruta y a otra un poco de vino, conociendo los gustos de aquella oji-verdoso que me volvía un desastre. No pasó mucho tiempo cuando terminamos de montar todo en una bandeja de plata y me encaminé hacia la habitación, habitación que al entrar pude ver un escenario que jamás me esperaría, pues había visto a una duchada Christina jugando con un león, león que al ver sus ojos identifiqué como Olson no creyendo que el caería tan bajo.
—Christina, regresé. —Avisé mi llegada colocando la bandeja plateada en la mesa de noche provocando que ella se acercarse cuál loba hambrienta devorando todo de aquella bandeja.
—si se llega a enterar cuál es mi forma animal te arrancaré la cabeza. —Le susurré a Olson fulminándolo con la mirada.
—ni siquiera sé cómo supo que soy un león.—Respondió con voz molesta, entonces recordé a una muy dormitada Christina en la biblioteca.
—Entonces tenemos que impedir que lea todos los libros de la biblioteca. —Comuniqué dándole una mirada fugaz a Christina, percatándome de que la única manera de mantenerla tranquila sin sus ataques de hiperactividad era dándole de comer y sonreí inconscientemente de lo tierno que sonaba aquello, pues mientras comía, movía sus pies cual niña pequeña cuando no alcanzaba el suelo.
—Es obvio que la amas, nunca te vi de esa manera, ni siquiera con Lía Erick. —Opinó Olson y desvié la mirada hacia el y volver a ponerla sobre Christina.
—Lo hago, realmente más de lo que me gustaría. —Respondí concentrándome en cada movimiento o gesto que ella hacía, notando que si seguía de esa manera, me iba a enamorar cada vez más de ella, al punto de arder todo por ella, porque solo ella se merecía todo de mí.