💫💙Erick Vries💙💫
En el momento en el que al terminar mi historia sentí los suaves y fogosos labios de Christina sobre los míos provocó que mi cuerpo se relajara por completo, cosa que agradecía de gran manera, pues contarles aquellos sucesos intensos que habían ocurrido a lo largo de mi vida había despertado sentimientos que pensé por un tiempo que había superado, pero que solo guardaba en mi interior y que afectaban gran parte de mi vida por sobre manera. A veces lo mejor que se puede hacer en algunas situaciones es aprender a tomar el control de todo y dejar el miedo a un lado, porque sin pensarlo, esclavizamos sentimientos incluso más fuertes que sin darte cuenta, te hacen renunciar a cosas que podrían hacerte la persona más feliz de la historia.
Todos alguna vez hemos esclavizado de alguna manera los sentimientos, como cuando te caías de pequeño y evitabas llorar porque pensabas que se burlarían todos de ti, pero eso solo te enseñaba a llorar en silencio afectando por completo la manera en la que te expresabas temiendo a tus sentimientos sabiendo que a veces llorar es la mejor manera de soltar el dolor que contiene tu corazón.
Y era lo que sucedía en aquellos momentos, había tenido tanto miedo a sentir sentimientos tan fuertes que por el miedo empecé a esclavizar mis sentimientos por Christina, pero no pude soportarlo más, entonces lo acepté, acepté que la amaba, que era el amor de mi vida y que ella era la razón por la que no me importaba armar otra guerra si con eso podía proclamarla como la mujer que amaba.
Porque si el cerebro era una mala influencia para el corazón, entonces me encargaría de convencerlo a todo el que se interponga en mi camino para que vean las intenciones de mi corazón. Porque en ese momento el aquí y el ahora hacía darme cuenta de lo muy afortunados que podíamos ser algunos y que no tendría miedo a amar a Christina, la amaba, la amaba como jamás amé a nadie en mi larga vida de vampiro, como si fuese la última gota de sangre en el mundo y pelearía con millones de vampiros mileniales para poder estar con ella, incluso mandando todo al infierno solo para estar con ella. Al separarnos del beso la miré a los ojos notando el como se derramaban varias lágrimas formando un camino por sus mejillas.
—A la mierda con esto, te amo, te amo, te amo más que mi infinita vida. —Expresé besándola con euforia, pero esta vez fue ella la primera en separarse.
—Gracias Erick, tus palabras son importantes para mí, me hacen sentir que no estoy sola en esto. —Confesó, entonces la besé como si fuera el final de nuestra existencia… la besé con pasión, con furia, con fervor sujetando con mis manos de manera suave su nuca. Por otro lado, mientras la besaba, ella por su parte enredaba sus dedos en mi cabello justo detrás de mi nuca envolviendo sus brazos en mi cuello intensificando más el beso.
Pero justo en el momento en el que avanzábamos un carraspeo nos interrumpió entonces Christina y yo nos separamos al instante embriagados y a su vez un poco alarmados. Al girarnos en nuestro lugar nos percatamos de la presencia de Lord Hopkins y mi hermana los cuales habían entrado por la puerta, aún no me acostumbraba a verlos juntos y por lo que parecía ambos estaban en el mundo humano.
—Rosaura ¿estuviste andando en moto otra vez? Te dije que es peligroso para ti. —Cuestioné de manera retórica acariciando una de las piernas de Christina algo ansioso.
—Sólo fui a dar una vuelta, no fui tan rápido. —Explicó relajada y supe que nos estaba analizando a Christina y a mí. —Oh, al fin ambos aceptaron que se aman. —Cambió de tema provocando un leve sonrojo en las mejillas de la castaña y casi no pude evitar sonreír.
—Quiero la verdad. —Le pedí fulminándola un poco con la mirada.
—te pasaste 4 semáforos en rojo. —Confesó Lord Hopkins y pude ver el cómo era el turno de Rosaura de fulminar a alguien con la mirada.
—Dame las llaves, eres un peligro para los humanos y para tu propio mundo. —Ordené regañándola mientras colocaba mi pulgar e índice en el puente de mi nariz. —Te doy 3. —Agregué con un tono de voz demandante.
—No quiero. —Se negó entonces sin siquiera contar a tres ya me encontraba frente a ella.
—está bien, está bien, toma. —Cedió rendida sacando sus llaves para luego entregármelas. Rosaura a pesar de ser una vampira muy tranquila, solía ser algo rebelde y cuando lo estaba, solía hacer cosas que estaban prohibida en el mundo humano, pero si seguía así la condenarían, tendría necesidad de sangre y moriría. Por esa razón le prohibía ir mucho tiempo al mundo humano o siquiera usar su moto.
—Eres un bocón. —Le reprendió Rosaura a Lord Hopkins.
—El trata de protegerte, si descubren que eres vampira te quemaran viva. —Le respondió este dándole una sonrisa provocando un sonrojo en mi hermana.
—sólo quería divertirme. —Justificó haciendo un puchero con sus labios, a veces era tan madura, pero otras veces parecía que se había convertido en una niña de nuevo. —bueno iré con Isabella ,últimamente no se despega de Olson, me da terror que le haga algo. —Se excusó mirando a Christina. —Tu también ten cuidado con señor cascarrabias. —Le advirtió y Christina soltó una carcajada al instante.
—No te preocupes, ve con Isabella que al parecer está buscando lo que no se le ha perdido. —Le permitió Christina negando con la cabeza, fue entonces en el momento en el que Rosaura salió del salón, Lord se acercó a nosotros tomando nuestras manos y de eso se trataba, su don o poder era saber todo de esa persona con tocarla, se complementaba con el de mi hermana, no pasó mucho tiempo cuando nos miró.
—así que al fin decidieron… Los felicito, pero tienen que ser consciente de que las cosas no serán tan fáciles desde ahora. —Nos indicó cuidadoso.
—lo sabemos y ambos estamos dispuestos a correr ese riesgo. —Respondió Christina sosteniendo mi mano y asentí confirmando sus palabras.
—Entonces no hay nada que perder, por cierto Erick, veo que te desahogaste después de tanto sufrimiento. —Mencionó.
—Y…¿eso es malo? —Cuestioné preocupado de que haya hecho algo que no esté aceptado por el consejo, entonces sentí el como el agarre de Christina era más firme dándome seguridad.
—Oh no, claro que no es malo, al contrario. A lo largo de los siglos han existido vampiros que han llorado al menos una vez en su vida, pero en tu caso eres del 3% que lo hace por amor y eso es inspirador para muchos… a muchos les falta la humanidad para hacerlo. —Expliqué y pude destensar los músculos de los hombros que no sabía que estaba tensando.
—gracias. —Agradecí de manera genuina dándole una fugaz mirada a Christina.
—por cierto ya pueden ir hacia el mundo humano, la masacre se desorientó al no encontrarte joven Truinstra, pero no puedes seguir viviendo allá por mucho tiempo. —Informó con discreción, entonces ella asintió comprensiva. —espero que disfruten cuando estén allá.
🌿🍁💗Christina Truinstra💗🍁🌿
Fueron los días concurriendo de manera normal, donde Erick mostraba sus muestras de afecto como si el mundo no le importase que ardiera en llamas haciéndome sentir la mujer más poderosa de ambos mundos, pero creo que todos sabemos la ley de la vida que nos dice que nada dura para siempre. Al momento de llegar el día en el que partimos al mundo humano, mi mundo, a pesar de la memorable despedida que nos dieron, al llegar a este todo se convirtió en una pesadilla con la relación que tenía con Erick.
Desde el momento en el que llegamos a casa todo había adquirido un aura de extrema tensión donde siquiera podía dirigirle un sonido a Erick como medio de comunicación y así pasaban los días en nuestro mundo, mi rutina había pasado de ser una rutina normal en la que hablaba con Erick, reíamos o bromeábamos entre nosotros a me encontraba en la sala tranquila, llegaba Erick, lo saludaba, me mandaba a mi habitación y pasaba todo el día encerrada allí dentro sintiendo el como la soledad y los pensamientos intrusivos carcomían cada vez mi interior haciéndome sentir miserable. Aquellos momentos era una de esas veces, donde Erick me había mandado a mi habitación solo porque le molestaba mi presencia.
[…]
Me hallaba a mi misma en aquella circunstancia comiendo una manzana verde en la sala de estar mientras revisaba mi teléfono teniendo a un muy concentrado Erick en su laptop a mi lado, notando el como fruncia el ceño de vez en cuando.
—¿qué tanto haces Érick? —Interrogué notando el cómo era otra de esas veces en las que evitaba mirarme como si el simple hecho de hacerlo quemara sus ojos.
—nada. —me respondió borde aún con la mirada perdida en su laptop.
—Lo estás haciendo, solo no quieres admitir que finges hacer algo intrigante para buscar una razón para ser un imbécil conmigo. —Hablé algo herida por sus acciones y perdiendo la poca paciencia que tenía, parándome de donde me encontraba para luego alejar su laptop de el logrando que me mirase.
—a tu habitación. —Ordenó desviando la mirada nuevamente, tomando luego su laptop y de manera inmediata la cerré frente a su rostro.
—no quiero ir a mi habitación y no lo haré. —manifesté alejándome, fue entonces que me dio una mirada fría y hasta ese punto ni siquiera era capaz de entender lo que le sucedía, se paró de la mesa y por primera vez me intimidó un poco el hecho de que fuera tan alto.
—no te estoy preguntando si quieres ir o no ,te lo estoy ordenando. —Demandó y fruncí el ceño.
—Ya no te soporto ¿qué te sucede Erick? —Cuestioné aún herida por su actitud hacia mí.
—ya te hablé, a tu habitación, tus niñerías son molestas. —Abrí los ojos como platos antes de darle una última mirada.
—Bien, si así lo quieres. Que te cojan. —Le insulté para acto seguido caminar hacia mi habitación con una fuerte impotencia palpitando provocando que mis ojos se cristalizasen y mi labio inferior temblara levemente.
[...]
Al llegar a mi habitación y cerrar la puerta dejando a su paso un fuerte estruendo, no pasó mucho tiempo cuando sin pensarlo dos veces tomé uno de los jarrones lanzándolos hacia la pared con furia maldiciendo el nombre de Erick, pero al notar que mi ira no se iba tomé otro jarrón tras otro maldiciéndolo sintiendo el como con cada jarrón roto me quebraba cada vez más rompiendo en llanto y sollozos, sentándome en el desastroso suelo mientras abrazaba mis piernas, sintiendo mis cálidas lágrimas deslizarse por mis mejillas deseando que todo esto acabara… fue en ese instante en el que escuché el repiqueteo del teléfono a mi lado y sin ver de quién se trataba abrí la llamada.
—Christina… —Escuché por la línea reconociendo rápidamente a Isabella notando el cómo a pesar de mi vista borrosa por las lágrimas, mi habitación parecía un chiquero con tantos jarrones rotos, pero por otro lado, también noté que ella se encontraba emocionada a diferencia de mí.
—Hola Isa... —Saludé por la línea con la voz más suave y algo rasposa de lo que pensaba.
—¿Estás bien? Te escucho extraña. —Cuestionó y miré hacia el frente algo perdida en mis pensamientos.
—Si, es solo que estoy resfriada. —Respondí con voz pasiva sorbiendo mi nariz.
—No me mientas, te conozco Christina. No te enfermas así de la noche a la mañana… ni siquiera recuerdo la última vez que estuviste resfriada. —Aseguró, entonces me lancé en mi cama mirando hacia el techo el cual estaba lleno de estrellas fluorescentes que había pegado cuando era niña porque le temía a la oscuridad. —¿Es Erick verdad? —Interrogó.
—Sí, no sé qué le pasa Isabella… últimamente todo es una montaña rusa para mí en donde amanezco de buenas y termino en mi habitación sintiendo el cómo todo se pone en mi contra. —Expliqué sorbiendo luego mi nariz mientras volvía a quebrarme lentamente.
—No entiendo ¿ a qué te refieres? —Y podía jurar que en su rostro se encontraba un ceño fruncido.
—El solo… no quiere verme, me ignora, es borde conmigo o me manda a mi habitación. No soporto esto, pensé que las cosas habían mejorado en el palacio, pero no para de empeorar. —Expuse entre lágrimas.
—mmm, ¿necesitas que hable con él? No se que está sucediendo últimamente, pero ha estado estresado y viniendo hacia acá todo el tiempo. —Confesó Isabella con tono de voz preocupado y no pude evitar removerme con incomodidad al escuchar aquello, pues no recordaba una sola vez en la que Erick me haya avisado de ir al concejo.
—No te preocupes, cuando sea el momento el me lo dirá. Por otra parte, él no me ha dicho nada de que ha ido al concejo últimamente y tiene el derecho… después de todo no somos nada y si un día él quiere irse, entonces tendré que aceptarlo ¿no? Su rol es ser mi niñero y eso no incluye enamorarse de mí. —Comenté aún detallando las pequeñas estrellitas de diferentes colores.
—No Christina, no pienses de esa manera. Solo tú y Dios saben las cosas que has pasado y después de tanto tiempo, creo que mereces algo bueno, mereces a Erick. —Habló Isabella.
—pero es imposible.... la masacre nos anda buscando, al menos me busca a mí y quiere que mi sangre esté limpia de vampiros, ni siquiera tengo idea para qué. —Le expliqué estresada por mi situación.
—Entiendo… Pero ¿Christian sabe que estás en esta situación? —Cuestionó Isabella por la línea, pregunta que me cayó como un valde de agua helada provocando que abriera los ojos como platos.
—Isabella... hay algo que no he querido decirte por no querer que te preocuparas. —Hablé con voz seria sintiendo mis ojos cristalizarse de nuevo.
—¿ah si? ¿qué es ? —Quiso saber y me sumergí en un corto silencio intentando encontrar las palabras correctas para confesarle lo que le iba a contar.
—promete que no vas a venir cuando te lo diga… —Le pedí.
—me estás asustando. —Expresó con voz preocupada, entonces supe que aquello la destrozaría por completo.
—Recuerdas el día que vinieron a casa en el que Erick y Ryan se pelearon? —Cuestioné y escuché una afirmación de su parte. —El día antes recibí una llamada… Mi hermano… Mi hermano tuvo un accidente con mi madre y… y no sobrevivieron. —Confesé mordiendo una de mis uñas percatándome del como mi vista se volvía borrosa por las lágrimas.
—Estás bromeando ¿verdad? … sé que es una broma, Christina con eso no se juega… caí… ya puedes reírte… sólo hazlo. —Hablaba Isabella en desesperación provocando que liberase varios sollozos sintiendo que mi corazón se estrujaba en su lugar, Christian era muy importante para ella, porque como dije, somos como familia.
—Desearía que lo fuese, pero… aquel día recibí una llamada, era el secretario de mi madre… me explicó que fue un accidente en una carretera y que un camión venía de frente en vía contraria y que… y que no pudieron resistirlo. —Expliqué, pero a su vez sentía el cómo con cada palabra se enterraba una daga en el corazón, pues era doloroso incluso recordar aquella llamada.
—no... Christina, no lo puedo soportar... —escuché por el teléfono el cómo sorbía su nariz entre sollozos mientras soltaba varios hipidos.
—Joder… desearía poder estar en ese momento contigo. —Dije soltando cada vez más lágrimas y hasta ese punto ambas nos encontrábamos entre sollozos a través de la línea, llorando cual bebés recién nacidos.
—tenías que decírmelo... Christina... no aguanto más... estoy tan rota...rota . —La escuchaba llorar y escuchar a alguien tan importante para ti llorar sin saber que hacer eran motivos suficientes como para sentir que el corazón se caía en pedazos.
—¿Isabella? —Escuché a Olson del otro lado de la línea y supe que ella estaría bien con él.
—Te dejaré con Olson, estarás mejor con él. — Le avisé con la voz rota. —Lo siento mucho.
—¿Estarás bien? —Cuestionó y afirmé con un sí que lo estaría antes de cerrar la llamada, pero que a decir verdad me encontraba devastada.
🍁✨Isabella Ciel✨🍁
En aquellos momentos me encontraba en uno de los muros del palacio llorando en silencio intentando controlar mi respiración para no ahogarme entre el dolor. Me encontraba rota y sin poder creer el simple hecho de que alguien que consideraba más que un amigo, un hermano y mi única familia no estaba… solo podía sentir el cómo mi corazón se quebraba cada vez más, a veces solemos despedirnos de las personas que más queremos sin imaginar que esa despedida sería la última. Sorbí mi nariz intentando contener todo lo que sentía sintiendo el cómo mi pecho dolía con una increíble e incesante intensidad.
—Suéltalo todo… te lo suplico... —Rogó Christina a través de la línea, sin poder asimilar sus palabras por completo, pues mi mente se encontraba en todos los momentos que habíamos vivido su hermano y yo, desde las risas, las lágrimas, las discusiones y nuestros miedos causándome un gran dolor al ser consciente de que aquellos recuerdos seguirán siendo solo eso y que no volveré a tener a esa persona de nuevo. Entonces sentí el cómo otra lágrima gruesa rodaba por mis mejillas.
—¿Isabella? —Escuché aquella voz y volteé sorbiendo mi nariz siendo de manera inevitable abalanzarme hacia sus brazos en un abrazo.
—Olson. —Mencioné empezando a llorar desconsoladamente dejando salir todo lo que estaba conteniendo como si fuese una tormenta convirtiendo mi día en un triste gris. Más que sollozos, mi voz se escuchaba como si de gritos desgarradores se trataban, mientras que por otro lado Olson solo me aferraba cada vez más a él con sus brazos.
—ya, tranquila...estoy aquí pequeña...—Me consoló, pero aquel sentimiento me carcomía por dentro y a mi mente llegó la idea de que todo el tiempo que había pasado, Christina había estado sufriendo sola sin decirle a nadie.
—Olson...mi pecho no lo soporta. —Expresé entre sollozos sintiendo el cómo este me estrechaba un poco más fuerte como si me estuviese diciendo que no estaba sola acción que agradecía con todo mi corazón, pues Olson se había convertido en una parte importante de mi vida desde que nos conocimos tratando el susodicho de sacarme siquiera una sonrisa y preocupándose por sobremanera por cualquier mínimo detalle causando la admiración que sentía hacia él.