En el momento en el que Erick llegó y se sentó donde me encontraba no pude evitar sentarme rígido al instante, sintiendo una intensa tensión en el ambiente que podía cortarse con tijeras. Ni siquiera supe el cómo establecer una conversación en la que desapareciera la tensión porque lo único que pasaba por mi cabeza en ese entonces fue preguntarle acerca de lo ocurrido, por lo que sin más que hacerme dispuse a hacer silencio intentando disfrutar el simple hecho de que él se encontraba allí, a mi lado y sin su actitud que se asimilaba a un primate medieval.
-¿Y como estas? —Cuestionó de la nada provocando en mí un sobresalto de la impresión, así que desvié la mirada de la nada hacia el analizándolo e indignada liberé un suspiro.
—¿Cómo esperas que esté? De la nada me ignoras luego de tratarme como la única mujer de tu vida. —Confesé con voz calmada, cansada de tantas discusiones y de tanto llorar porque en el fondo no era justo para mí amanecer de aquella manera en la que me encontraba, sumida en mi propio llanto.
—Lo siento, es difícil. —Expresó con voz suave sin dirigirme la mirada.
—Entonces dímelo, sea lo que sea, podemos resolverlo. —Le afirmé sujetando su mano con la esperanza de saber que sucedió porque estar en aquel tóxico círculo vicioso no era saludable para mí, para ninguno de los dos.
—No puedo hacerlo, lo mejor es que sigas con tu ex… así-
—Al que amo es a ti Erick, no a Mauro y no lo metas en esto porque realmente fue alguien importante en estas circunstancias. Lo trataste horrible sin motivo alguno. —Lo interrumpí en seco algo exasperada por la manera en que se comportaba, percatándome de que volvía a ser el mismo simio mezquino de hacía unas cuantas horas.
—Sabes que me molestó verte con él. — Admitió mirando sus manos y antes de hablar tuve que contar hasta diez porque sabía que si lo hacía sin primero pensar las cosas, iba a explotar y haría que de manera definitiva se alejase de mí, cosa que no iba permitir, no hasta que todo se arreglará.
—Vuelvo y te lo repito, no metas a Mauro en esto Erick, el solo fue un amigo que fue de mucha ayuda. —Justifiqué a la defensiva sosteniendo su mentón en mi dirección para que me mirase.
—¿En qué? ¿A ahogar tus penas? —Interrogó en burla girando sus ojos provocando mi enojo, enojo que intentaba con todas las ansias controlar porque sabía de mis ataques de ira que solían desatar cual volcán en erupción, que causaban que mi vida se convirtiera en un desastre y que además se asomara en Mi mente la idea de que quizás Erick se encontrara en un estado alcoholizado.
—Aún mejor, fue mi pañuelo de lágrimas mientras que tu solo me tratabas como una rata. Ahora que nos estamos diciendo la verdad en la cara, eres un egoísta que solo pensó en si mismo justo cuando las cosas se ponen difíciles ignorándome por completo haciéndome sentir más que sola, rechazada, diciendo una y otra vez que no me harías daño, pero ya lo hiciste Erick… física y emocionalmente. —Expuse mostrándole mi brazo sintiendo además el cómo una vez más mis ojos picaban con ansias por derramar lágrimas, se cristalizaban y a decir verdad estaba harta de aquella situación que se repetía una y otra vez. —Lo único que deseo en este momento es que me digas ¿Qué está ocurriendo? Y… ¿por qué no puedo saberlo? —Agregué con un hilo de voz suplicante, intentando quitar aquella pesada carga de los hombros de Erick, porque a pesar de todo lo seguía amando… más que a cualquier otra cosa.
—Siento haberte hecho sentir de esa manera, realmente no quise hacerte daño… —Se disculpó haciendo una larga pausa antes de dejarme ver el cómo sus ojos se volvían grises derramando de manera lenta y tortuosa lágrimas de sangre provocando que algo se removiese dentro de mí. —Y siento no poder decirte lo que sucede, lo único que puedo decirte es que… que este es el punto, un punto que no se si será un punto y aparte o el punto final en nuestra historia. —Empezó a hablar con voz suave, voz que ya no se escuchaba aterciopelada, sino más bien quebradiza, tan quebradiza como un inmenso lago congelado ante el cambio de estación, entonces hasta ese momento sentía el cómo todo mi mundo se caía por pedazos, así como por pedazos recogería los trozos de mi corazón que con sus palabras se iban desprendiendo haciéndome sentir la fuerte punzada de dolor en mi pecho. —Sé que esto nos dolerá a ambos, pero es momento de separarnos… no quiero seguir haciéndote daño y no podría permitir hacerlo, es por esto que me iré, recuerda lo mucho que… lo mucho que te amo. —Agregó quebrándose por última vez logrando que mi respiración se volviese frenética del pánico, ante la idea de separarme de el para siempre, mientras que mis lágrimas caían como gruesas gotas de agua en una interminable tormenta.
—No lo hagas… te lo ruego. —Le pedí en un sollozo sosteniendo con una mano una de sus manos y con la otra acariciando su mejilla con mi rostro cerca del suyo derramando lágrimas vivas de dolor. —Por favor…
—Es lo que más deseo, pero no puedo permitir que te hagan daño. —Expresó antes de levantarse lenta y dolorosamente del sofá, dejándome así herida, devastada, dañada, siendo la despedida más dolorosa que había tenido en toda mi vida mientras que a su vez lloraba desconsoladamente, lágrima tras lágrimas a su vez abrazando mis rodillas haciéndome así una bola en aquel sofá, sintiendo además el como el frío clima de la noche me abrazaba.
[…]
No me había dado cuenta en qué momento me había quedado dormida o siquiera en qué momento había caminado hacia mi habitación para acostarme en mi cama a dormir, pero de lo que si tenía la certeza es de que lo había hecho llorando así como también de que lo había hecho durante toda la noche. Pude percatarme de ello en el momento en el que al despertar sentí el cómo todo mi cuerpo ardía con el simple hecho de que alguien yacía recostado a mi lado mientras me abrazaba con fuerza, así que me giré en mi lugar dándome cuenta de que se trataba de Nick.
—¿Qué rayos…? —Me pregunté a mí misma en el momento en el cual sentí una punzada en mi cabeza de haber llorado tanto suponiendo así que si mi cuerpo era un desastre, mi cara decía que habían ocurrido 5 fenómenos naturales diferentes sobre ella.
Por otro lado Nick parecía un bello durmiente que se encontraba sumido en sus plácidos sueños, por lo que le propiné varias bofetadas para que se despertara, pues solía tener la manía de dormir como tronco cada vez que visitaba mi casa, por lo que no pasó mucho tiempo en el ya este se había despertado.
—Deja de pegarme y vuelve a dormir. —Solicitó Nick a soñado mientras frotaba sus ojos cual niño pequeño que despertaba luego de una pesadilla, pidiéndole a sus padres que lo acompañasen. Entonces recordé que la noche anterior me encontraba tan herida que lo desperté con mis llantos y este me acompañó hasta que me quedé dormida recostada en sus brazos.
—Levántate, acordamos en que hoy ibas a ir con Cristal y le ibas a aclarar todo. —Le recordé estirando su brazo para que se levantara, acto seguido lo hizo para a continuación colocarse los pantalones que de alguna manera se había despojado de ellos en la noche anterior, mientras que por mi parte sentía el cómo con cada movimiento mi cabeza dolía y el cómo mi cuerpo se desplomaría del ardor si no hacía algo pronto.
Para ese entonces solía confiar bastante en Nick, después de todo, era de mis mejores amigos mi más mejor amigo, pues antes de serlo ambos frecuentábamos estar en una aventura, pero no duramos mucho tiempo en ello ya que los estados en los que me encontraba arruinaron todo ya que más que intimidad, ambos teníamos un vínculo amistoso que estuvimos de acuerdo en cuidar, más aún cuando fue testigo de mis desmayos en pleno sexo, mis altos niveles de alcohol o mi desestabilidad emocional, pero sobre todo cuando estuvo presente en el momento en el que me desintoxicaron de tanto alcohol.
Fue en el momento en el que al tomar el teléfono, pude percatarme de la hora, notando que no había logrado dormir por mucho tiempo empezando a revivir en mi memoria lo sucedido durante toda la noche sin siquiera evitar lanzarme hacia atrás en la cama sintiendo además el cómo algunas lágrimas se escapaban de mis ojos y negándome a aferrarme a la idea de que Erick se había ido.
—Joder. —Sollocé de dolor sorbiendo mi nariz dejando a su vez que Nick acariciara mi cabeza, todo mi cuerpo dolía del ardor, mi cabeza punzaba reclamándome todas las lágrimas que había derramado a la par de que mi corazón sentía que se iba capa por capa y pedazo por pedazo.
—Tienes que hablar con el Ojitos, no puede dejarte así por así. —Sugirió Nick recostándose a mi lado en la cama mientras veíamos las pequeñas estrellitas de mi techo.
—Ni siquiera sé donde está, no sé si vaya a responder su teléfono—Hablé sin saber que hacer aun derramando gruesas lágrimas que bajaban lentamente por la comisura de mis ojos.
—Entonces ve y búscalo, búscalo en todos lados así tengas que ir mar profundo a buscarlo Ojitos. —Me animó con voz suave antes de levantarse de mi cama y estirar mis manos para que hiciera lo mismo, por lo que lo único que pude hacer fue sentarme en está2 mirándolo apagada. —Ojitos, tengo que irme a resolver todo, pero te prometo que todo va a estar bien. —Me aseguró dejando que envolviese mis brazos en su cintura sintiéndome enferma y dañada, cual flor a la que has arrancado de raíz.
—Gracias por estar ahí Nick. —Le agradecí con voz suave, aún con lágrimas en los ojos entonces me devolvió el abrazo con fuerza reconfortando mi triste corazón.
—Es lo que hacen los amigos Ojitos, te amo mucho y anímate, las cosas siempre mejoran. —Sostuvo aún con voz suave y a modo de susurro en mi oído, antes de marcharse por la puerta, dejándome en aquella desolada casa en la que solo transitaban buenos recuerdos.
[…]
En aquellas circunstancias había decidido tomar la sugerencia de Nick de ir a buscar a Erick, por lo que antes de iniciar con la dichosa búsqueda me había dado una relajante ducha para despojarme del estrés y tensión que me carcomían la mente evitando que respirase con normalidad. Así que para empezar con la búsqueda masiva me dictaminé a entrar a su habitación con el objetivo de que si hubiese una pista dentro que me pudiera guiar a encontrarlo, poder utilizarla. Razón por la que en ese preciso momento me encontraba frente a la puerta cerrada de la habitación de Erick sintiendo el como los nervios se expandían por todo mi cuerpo por el temor de lo que pudiese encontrar dentro, después de todo jamás había entrado en su habitación.
Armándome de valor tomé una respiración profunda antes de sostener la perilla de la puerta percatándome luego del como el tiempo empezaba a ralentizarse e ir como si todo estuviese en cámara lenta mientras abría la puerta y dándole a aquella situación un poco de suspenso, Pero justo en el momento en el que abrí aquella puerta sentí el como el intenso olor metálico de la sangre inundaba mis fosas nasales causando un leve mareo al percibir aquel vehemente olor de manera inesperada.
Lo primero que logré distinguir al abrir aquella puerta además del penetrante olor a sangre, fue el desastre que yacía en su habitación el cual a simple vista se denotaba como un escalofriante escenario de esos que solo podrías encontrar en una de esas terribles películas de terror. Escenario en el cual podía percatarme del cómo descansaban en las sábanas restos de bolsas de sangre los cuales se hallaban dispersos por todas partes, por otro lado la ventana yacía rota con vidrios esparcidos por toda la habitación mientras que el techo se encontraban múltiples salpicaduras de sangre las cuales eran de diferentes tamaños.
Durante aquel tiempo por mi mente solo podía circular el pensamiento de lo sospechoso que se tornaba el simple hecho de lo calmado que se mantenía Erick en muchos tipos de circunstancias, siendo aquella habitación la razón de su tranquilidad. Erick siempre solía mostrarme aquella cara de la moneda que siempre se mantenía normalmente tranquila mientras que a su vez, ocultaba todo lo que habían visto mis ojos comenzando a lamentar el simple evento de no haber irrumpido en su habitación con la simple excusa de respetar su privacidad. No pasó mucho tiempo en el que a pesar del vehemente olor a sangre, me dispuse a buscar en cada cajón, debajo de la cama y dentro de las almohadas alguna pista que pudiese llevarme a Erick, por lo que lo único que pude encontrar fue una vieja fotografía del océano con un mensaje detrás en una extraña lengua que no pude identificar, pero pese a que aquella fotografía no me decía nada, la guardé dedicándome luego a buscar a Erick incluso en el más insólito lugar que sospechara estaría ahí.
[…]
En aquellas circunstancias en el que casi me daba por vencida ante la idea de encontrar a Erick, había decidido visitar el concejo vampiro con la esperanza de que estuviese allí, porque después de todo Isabella hacía poco menos de 24 horas me había contado que por alguna extraña razón Erick frecuentaba de manera constante el palacio. Esa fue la razón por la que me encontraba justo en frente de la entrada del mediterráneo, esperando que la luz del farol se iluminara por completo para entrar en los interminables túneles que me dirigían al elevador que me llevaría al palacio.
Por lo que de manera inmediata en el instante en el que se iluminó el farol, me adentré en aquellos túneles dirigiéndome así hacia el elevador para acto seguido presionar el botón y no pasó mucho tiempo cuando ya me encontraba frente al palacio abriendo la puerta para buscar a Erick, pero cuando se abrieron las inmensas puertas del palacio pude divisar a la distancia a Lord Hopkins charlando entre risas junto a Rosaura y alivianando por sobremanera el peso de mis hombros.
—¿Christina? ¡Querida¡ Ha pasado mucho tiempo desde que nos visitaste. —Me saludó con una espléndida sonrisa dándome un abrazo de bienvenida, acción que Rosaura copió con la misma sonrisa.
—¿Cómo has estado? —Cuestionó Rosaura con una sonrisa haciéndome sentir como en casa de nuevo y a decir verdad, extrañaba aquella sensación de familiaridad que me brindaban, todo hubiese sido perfecto si en ese momento Erick estuviera a mi lado.
—Hola de nuevo, a decir verdad todo se encuentra de patas arriba. Siento no haber venido antes, Erick no me traía. —Respondí de manera genuina dándoles una pequeña sonrisa.
—Comprendo ¿Te quedarás? Tu habitación está lista si deseas quedarte y sabes que siempre eres bienvenida en el palacio. —Me ofreció Lord Hopkins con amabilidad.
—Lo siento, pero no he venido por mucho tiempo. Necesito información urgente de Erick ¿Ha pasado el por aquí hoy? —Cuestioné mirando mi reloj de muñeca, esperanzada de que su respuesta fuese siquiera un simple si, pero esa esperanza desapareció en el momento en el que vi el como Rosaura y Lord negaban con la cabeza al mismo tiempo.
—Su padre estuvo aquí la última semana que nos visitó y en mi opinión, encontrarse con el no le sentó para nada bien, podría jurar de hecho que algo en el ha cambiado. —Fue entonces que fruncí el ceño en confusión antes de dirigir mi mirada hacia Rosaura, la cual se encontraba con la cabeza agachada en silencio y era lo único que necesitaba saber para sentir que debía apresurarme antes de que fuese demasiado tarde para rescatarlo de si mismo o de la maldad de su padre.
—¿Saben qué pudo decirle su padre como para colocarlo en ese estado? —Interrogué intentando atar cabos, sintiendo el como algo no andaba bien con todo lo que ocurría proponiéndome a mi misma acabar con ello.
—Realmente no lo sé, solo se que su padre tiene el poder de la persuasión, por lo que también es bueno logrando que los demás hagan lo que el desee. —Me explicó y no pude evitar maldecir en voz baja, sintiendo el cómo cada vez que avanzaba 5 pasos, retrocedía 4 y su vez provocando en mi cierta desesperación por saber en que momento terminaría toda esa tortura.
—¿Creen que pudo decirle algo de mi a Erick para que me dejara? —Quise saber mirándolos a ambos a los ojos.
—Conociendo a papá, es posible que sí y es lo que más me temo Christina. Cambiaste por completo a Erick desde el momento en el que entraste a su vida, tan solo pensar que todo eso se eche a perder me da miedo… no quiero que Erick vuelva a ese abismo en el que se encontraba. — Respondió esta vez Rosaura mientras me miraba con un desanimado semblante.
—¡Christina! —Escuché una muy animada voz a mi espalda, voz que se me hizo conocida justo al momento de escucharla, por lo que sin dudar un segundo, me giré en mi lugar reconociendo a esa persona al instante siendo imposible para mí el simple hecho de no colocar un gesto sorprendido en mi rostro, pues de quien se trataba era de Olson, el cual al acercarse a mí, me saludó con un abrazo antes de hablar. —Justo quería hablar contigo. —Comentó discreto.
—¿Sobre qué? —Murmuré incitándolo a que hablase.
—Es sobre tu amado. —Confesó y acto seguido asentí incitándolo a que hablara sabiendo perfectamente a que se refería. —Ser un elemental implica comunicarse con tu propio elemento mediante una lengua diferente, la tierra me informó que su padre le dijo cosas que no solo tienen que ver contigo Christina, sino también con la masacre y el concejo principal. El equilibrio no está bien, así que debes encontrarlo antes de que tus propios pensamientos lo consuman. —Murmuró para que solo nosotros escuchásemos sintiendo el como aquella noticia que me había caído como un balde de agua fría con cuchillos de hielo en él.
—Lo encontraré, gracias Olson, me ha ayudado. Sabía desde un principio que Erick andaba mal, pero nunca imaginé que era algo como eso. —Confesé aún sin saber el como encontraría a Erick, hallándome a mí misma además como si en aquellos momentos me encontrase entre la espada y la pared, cosa que mientras más pasaba el tiempo, podía sentir las punzadas de mi pecho se intensificaban cada vez causando una leve dificultad para respirar temiendo así que pudiera perder a Erick para siempre por culpa de su padre.
—Siempre que lo necesites, ahora ve y encuéntralo… se que lo lograrás. —Afirmó en mi dirección con una sonrisa que me contagió calmando así mi nerviosismo, supe en ese entonces que pasar tiempo con Isabella de alguna manera le había sentado bien y que me alegraba de todo corazón que ambos hubieran encontrado su felicidad.
—Nuevamente, gracias por todo… Prometo que la próxima vez que venga, lo haré para quedarme. —Agradecí, prometiendo luego mi pronto regreso antes de que detrás de mí se abriese un portal el cual se dirigió hacia mi habitación, dándome a entender que aquella pesadilla continuaba y que esta vez debía de asegurarme que todo iba a terminar bien porque a final de cuentas, la responsabilidad de volver todo a la normalidad o al menos gran parte de ese todo… era mía.